VIVIR SIRVIENDO, CREYENDO, AMANDO
(A
propósito del Viernes Santo)
2 de abril de 2018
Para la cultura predominante hoy en
la especie, como gestora de morales, costumbres y–sobretodo hoy- economías, hoy
es el gran día de la muerte: Viernes Santo.
Y es curioso que, comparativamente,
dentro de la liturgia, hoy es un día de gran luto, por rememorar la muerte delKristo.
Pero, curiosamente, cuando llega el Domingo de Resurrección, es un día… “¡Bueno! ¡Se ha acabado la Semana Santa!”.
Algo así.
El culto a la muerte, justo –justo-
elaborado en un ser que prometeResurrección,
es la peor interpretación que se puede hacer de lo que llamamos “muerte”.
Todo lo que se sabe –¿se sabe?- de
la muerte, lo dicen los vivos. ¡Vaya! No tenemos ningún testimonio de muertos
bien muertos. Entonces, ¿qué visión puede tener un vivo, de la muerte?
A poco que pensemos –sin llegar ni
tan siquiera a pensar, fíjense-, la versión o la visión que puede tener un
vivo, de la muerte, es… vital. Es
una visión viva. Porque sus sistemas
de referencia, sus sistemas de aproximación, sus sistemas de diagnóstico… ¡son
propios de vivos! Así que toda la tristeza, la rabia, la impotencia, todos los
síntomas que muestra el vivo ante la muerte, son propios del vivo. No tienen nada
que ver con la muerte. Es tan sólo un simple ‘egolatrismo’ posesivo: “¡Ah! Ya no lo tengo”. “¡Ah! Ya no lo puedo
usar”. “¡Ah! Ya no me va a dar”. “¡Ah! Ya no me voy a aprovechar”. “¡Ah! Ya no
me va a alegrar”. “¡Ah! Ya no…”.
Eso, en el mejor de los casos.Otras,
será todo lo contrario: “¡Ay!, ¡qué
alivio deja!”.
Es importante, para la consciencia
general de lo que apenas conocemos que es lavida,
darse cuenta de que lo que llamamos “muerte” es un estado de latencia… de la
vida; que, al seguir el criterio de Semana Santa, nos conduce a la Resurrección.
O sea que, bajo el punto de vista
de lo vital, de la vida, la llamada “muerte” es el tránsito hacia la
resurrección: seguir vivos. En consecuencia, como que…
-¡De
acuerdo: un tránsito!Pero… desde el punto de vista de la vida, ¿existe la
muerte?
-Sí.
Evidentemente, con las perspectivas que se tienen, sí; pero si cambiamos
nuestras perspectivas, no.
Hasta hace poco –hasta hace una
semana-, se sabía que había líquido –vamos a llamarlo así: líquido- entre
célula y célula. Líquido intersticial. Bien. Pues ya en esta semana se ha
publicado un trabajo en el que se asegura que el líquido intersticial es un
líquido maravilloso.
Es un sistema, un nuevo sistema. Y
lo dicen –“un nuevo sistema”-como si fuera una cosa que… no sé, que lo han
comprado a los rusos o que lo ha traído Santa Claus, pero siempre ha estado
ahí.¡Pero, pero, pero!, con los métodos de observación como la biopsia,como en
la microbiología, como los métodos de citologías y demás experiencias
tecnológicas –sobre todo de la microbiología-, ¿qué ocurrió? Que no se veía.
¿Por qué? Porque se destruía. Ese líquido intersticial, por el trato recibido,
desaparecía. No estaba. No se veía. Ahora, usando otras técnicas, ¡sin
destruir!, sin bisturí, sin congelación, sin tintes, sin manipulación, resulta
que existe todo un sistema que cambia según en qué órganos esté ese líquido
intersticial. Y aquí paz y después gloria. Y que va a ser muy importante para
el diagnóstico…; por supuesto, para el estudio del cáncer, etcétera, etcétera,
etcétera.
También hace un tiempo, no
demasiado, descubrieron que –lo que decíamos hace un momento: el vivo se acerca
a lo que llama “muerte” bajo la óptica de la vida-… descubrieron que había un
grupo de células madre que, durante tres días o un poco más,aceleraban su
capacitación, e igualmente aparecían células neoformativas con objeto y fin –no
podía ser otro- de reproducir de nuevo, vitalmente, al ser, que en teoría
estaba muerto. Luego ¡no estaba tan muerto!
Esto, en lo que se refiere a las
“últimas” –entre comillas- perspectivas ante la muerte. Pero… justamente,
cuando estudiamos la evolución de la especie, justo se llega a decir que tal o
cual momento de especie es significativo de una cierta cultura, un cierto
conocimiento, cuando aparecen los restos de ritos funerarios.
La
muerte.
Es una sorpresa –a veces esperada;
otras, inesperada-queofrece la vida.Pero una vida con una consciencia muy-muy
limitada. Pero, a pesar de su limitación, establece el rito funerario, según el
cual, pues eseser, bajo otra forma –véase alma, véase espíritu- marcha hacia
otras perspectivas, hace otras dimensiones, y se le puede ayudar con cánticos,
con oraciones, con… Y en esas otras dimensiones se encontrará con –según
creencias- con nuevas opciones… ¡de vida!
Es decir que todo lo que nos cuentan
los ritos funerarios son ¡otras formas de vivir!En paraísos, en infiernos, en
purgatorios,en nirvanas, en éxtasis, en samadhis, en… Cada cultura va a tener
su propia residencia vital. Con lo cual se demuestra, una vez más, que la
versión… o la única versión que se tiene de la muerte es a través de la vida, y
en consecuencia sólo puede hablarse de “vida”, aunque se esté ante la muerte.
Todo esto parece muy evidente,
pero, salvo las excepciones, normalmente, las condiciones en las que se vive –como
por ejemplo ahora, en el recuerdo del Kristo: la muerte- son terribles;
terribles, por las consecuencias que dejan.Seguramente, por las incapacidades
del entorno.Seguramente –o ¡seguro!-, por los niveles de consciencia con los
que se recoge ese transcurrir. No obstante, se dan cursos ymás cursos, cada vez
más, de “bien morir”, “bien partir”…
No. No creyeron –y… ¿quién cree?-.
No,no creyeron –¿y quién cree?- que el Kristo… resucitó. Se quedaron en la
pasión y muerte. Se quedaron en lo que luego los cristianos hicieron: vengarse.
El júbilo resurreccional quedaba
como una anécdota, siendo el núcleo cardinal para acercarse a la llamada”Vida Eterna”.
Quedó anecdótico. Y todo se estancóen la sangre, en el sudor,en las lágrimas y
en la muerte.
El Sentido Orante nos alienta hoy,
bajo las premisas expuestas, a recoger la imagen del Soplo Krístico como una
muestra de una forma de “vida eterna”. Como una muestra que el sanador debe
incorporar –como en el caso del Kristo- a su concepto y a su hacer… ante el
sufrimiento, el dolor y la enfermedad.
Recurriendo a lo que hace evidente
la labor del Kristo, nos referenciamos con sus milagros.
¿Y de qué naturaleza son sus
milagros? Todos conllevan el sello sanador. ¿Hay hambre? Hay peces y pan.
¿Falta vino? Aparece el agua convertida en vino. Hay ceguera, y aparece visión.
Hay cojera, y aparece… carrera. Hay hemorragia, y cesa con un simple toque. Hay
paralítico, y abandona sus muletas. Hay muertos, y resucitan.
Todo ese bagaje es sanador;
¡saludable!... Y es la misión fundamental que encomienda a los apóstoles: “Id, sanad, curad y resucitad”.
Si nos fijamos, nada de eso se
practificó. Quedó en stand-by… por falta de credo, por falta de creer.Porque en
él se dabapor su naturaleza deMisterio–pero en nuestro plano, por su naturaleza
de credibilidad-,porque creía.
¡Y todo aquel que en algún momento
cree ciertamente!, ¡sin ninguna duda!, se convierte en milagro; se convierte… y
hace, su credo, milagroso.
O sea que la muestra del Soplo
Krístico, en sus milagros, no era para ‘hedonizarse’ él. No. Era para proponer
otra dimensión, otra consciencia de ¡vida! De vida de Eternidades…
Y una Vida de Eternidades… que se
alcanzaba ¡sirviendo!, ¡creyendo!, ¡amando!… como tres peldaños que
simultáneamente nos hacen ver la muerte como ese escape inesperado o previsible…
del vivir; del vivir sirviendo, creyendo, enamoradamente.
En consecuencia, el Sentido Orante
de hoy no hace luto, ¡porque sería
admitir el final! Sería asumir la derrota.
Más bien habría que apercibirse de
que es el momentoEucarístico por excelencia.
Es el momento: “Tomad y comed, que este es mi
cuerpo. Tomad y bebed, que esta es mi sangre”.
Ese momento Eucarístico… es el que ¡salva la consciencia de muerte y la
convierte en consciencia de Resurrección!
Y qué curioso: justamente el Viernes
Santo, los católicos no celebran la eucaristía.
Justo también en este tránsito de
día, el oráculo, a través de su luna, nos lleva a “La Comunión de los Amantes”;al
“Orgasmo”: ese fino e indescriptible momento, a través de la consciencia
ordinaria, en el que los amantes se hacen “uno”,
y aparece una nueva consciencia… que podríamos identificar, ¡hasta cierto punto!,
con el orgasmo. Que es como asegurar… que se ha superado la muerte. Que ha
dejado de estar.
Justo –en principio- se abre la posibilidad
reproductora. Por enlazar todos los elementos.
Así, si nos hacemos amantes de la
vida, creyentes de ella, y servidores como trascendiendo… el sí y el no, lo
bueno y lo malo, lo alto y lo bajo, y adquiriendo la Unidad, estaremos en un
Viernes Santo muy diferente al que nos proponen las tradiciones establecidas.
El Soplo Krístico nos deja, en el
Sentido Orante de hoy, la idea de que el Amor, como experiencia de “amantes”…
en el amplio sentido de la palabra, es el mecanismo por el cual los seres se
funden y alcanzan, entre otras cosas, la Inmortalidad, con el ejercicio de esa
creencia, y con el servicio en ese sentido.
La promesade la Resurrección… es la
parte pragmática de la Creencia.
Y el ejercicio de Servidumbre es la
parte Sanadora.
El Amor incondicional hacia la Creación,
hacia el Misterio Creador, es el
sustento.
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