Las ofertas; las
oportunidades.La opción redentora
12 de marzo de 2018
Las ofertas que
muestra en el vivir de cada día, nuestra propia especie, son como… pequeños
egoísmos logrados “porque está en oferta”; pequeños deseos inalcanzados, pero,
“al estar en oferta…”.
Y en cada ambiente
y cada ser tiende a ofertar.
Esas ofertas
constituyen un bombardeo continuo de posibilidades en las que el ser está
inmiscuido, como si estuviera siendo batido en una lavadora: y vueltas y
vueltas… y detergente y suavizante… y vueltas y vueltas…
Y en realidad, la
lavadora no lava, sino que da vueltas y vueltas y vueltas.
Pues igual pasa con
las ofertas:
“¿Está usted cansado? Relájese. Váyase a vivir una semana
a Palma de Mallorca”. “No, usted lo que necesita es ajo carnicero, dos
porciones por la mañana y una por la noche”. “No, la fuente de la juventud
reside en el selenio y en el bismuto”.
Y cada uno parece tener
la fórmula mágica que resuelve cualquier problema.
Pero ánimo, ánimo,
ánimo… Así empezó Coca Cola, y ¡mira!…
Coca-Cola, Coke, empezó siendo un remedio para todo;
una “echinacea” cualquiera. Pero…¡voilà!…
Si tuviéramos que
mandar –como ya se ha mandado, pero se les ha olvidado- una muestra
representativa de nuestra especie, al espacio interestelar, sin duda una Coke normal–sin ligth; normal, en botella normal tipo Marilyn Monroe- sería la
mejor representación de una oferta terrestre para cualquiera que quiera venir
por aquí.
Y así como la Coca-Cola
es “la chispa de la vida”,igual que nos da la chispa de la vida o promete… y
todas esas cosas, lo mismo ocurre con otros productos no tan famosos. Claro,
poner al lado –esto no tiene futuro- poner al lado de la Coca-Cola el amargo
sueco… aunque aquí se use para todo, tiene poco porvenir.Si ponemos un
expendedor de amargo sueco y otro de Coca Cola, pues…
O sea que, dentro
de las ofertas, hay mini-ofertas, pro-ofertas, meta-ofertas…
¡Ah! Y las ofertas
se van a acompañar, normalmente, de oportunidades. Eso le da un poquito más de…de
mística. Bueno “un poquito”:“algo” de mística.
“Es la oportunidad. Es el momento. Esto es una oferta”.
Ya empiezan a tocar
un poquito la fibra sensible del alma, del espíritu.
“Una nueva aventura se abre ante tus ojos. Un nuevo
panorama se ofrece en tu vida laboral. Consume. Consume según puedas y más, porque
ello te llevará a la opulencia mental”.
Por ejemplo, ¿no?“Oportunidad”.
Suele caer en el
oportunismo: “Y ya que estoy aquí…”. “Y
ya que…”.
“Y ya que…”.
El Sentido Orante
parte hoy de unas consideraciones en torno a las ofertas y oportunidades que nos
envuelven por el estilo de vivir, y que nos alejan, nos encostran…;nos alejan
de –¡ay!-…de aquello que es profundo,‘senti-mental’,
comunión, descubrimiento…: el aliento de cada día.
“La Vía de la Esencia”
implica el ejercicio de la bondad, el desarrollo solidario, la perseverancia,
la entrega complaciente… a sabiendas de que siempre somos incipientes.
La guía de estas
profundidades ha sido gestada por religiones que, a través de sus ritos y de
sus prácticas, han pretendido alcanzar las cotas de sintonía con la Creación.
Pero la teórica
consecución de estos logros aparta y secuestra, al ser, del cotidiano estar. No
se implica en la convivencia de emociones y de proyectos, sino que hay un
secuestro, un aislamiento, que rechaza todo lo que no sea… lo propuesto.
Y como podemos ver
hoy en día, esas religiones que han perdurado se mantienen fieles a sus
conquistas, pero frontalmente en combate unas con otras.
Y todo eso salpica.
Es larga la
historia de esas confrontaciones del ánima espiritual, aseverando y asegurando,
unas y otras, que poseen el Misterio de la verdad.
Y es así que surge,
con más facilidad, la vanidad de lo superfluo, la vanidad de la oferta, de la
demanda, de la oportunidad, que no deja de ser –por supuesto- otra forma de
guerra… en la que el que no aprovecha su oportunidad, o no saca partido de la
oferta, se siente vencido, incapaz, impotente. Y, por el contrario, aquel que
lo logra parece que ha obtenido la mayor de sus victorias.
Y entre esas dos
polaridades actuales, surgen pequeños resplandores, significativas
diferenciaciones que van alumbrando otras posiciones…¡nuevas!; sin antecedentes
pero… estando.
Cuando se da la
muestra de lo que sabemos… de cómo se gesta embriológicamente un ser,¿verdad
que aparecen dos hojas embrionarias, y no es suficiente? Aparece una tercera
que surge como diferenciación celular. El ectoblasto, el endoblasto… y aparece
el mesoblasto. Esa intermediación novedosa va a dar ya un sentido a “el tres”,
absolutamente increíble.
En ese sentido estamos:
sin aborrecer o espantar… o separar unas vanidades, de otras convicciones,
gestar otra referencia que haga posible…gestar esa renovación de un humano nuevo,
que no es fruto del combate, de la agresión, del aislamiento, del
enfrentamiento. ¡No!
Es una consecuencia
de la inspiración, de la revelación… que hace posible otra visión, otras
evaluación, otra interpretación que modifica nuestros umbrales de consciencia.
Nos saca del
costumbrismo obligatorio, nos quita de la penitencia pecadora permanente, nos
disuelve la vanidad casi obscena de un sinsentido… y nos abre a esa
contemplación complaciente de lo que transcurre, de lo que discurre. Y, de ello,
ver la mano de la Esencia…que nos asiste y nos apoya. ¡Nos asiste y nos apoya
en el sentido Redentor!
Que puede
significar una palabra muy grande o muy ampulosa o ¡muy ambiciosa!, pero es una
necesidad de nuestra permanencia, de nuestro ¡vivir! ¡No es una oferta! ¡No es una oportunidad!... Es una
revelada consciencia de que es posible retomar la original idea de nuestra
identidad, que desconocemos, pero que sabemos que esta que en la actualidad nos
¡obliga!, no es.
Revisarse redentoramente entre las vanidades de oportunidades y ofertas, y las
radicales propuestas de absolutas verdades, y nacer de esas cenizas, como esa
imagen del ave fénix que nos permite ¡volar!... a otras dimensiones.
¡El Universo y la
Creación nos aguardan!...Y parece que hubiera un empeño en renunciar a esa
oportunidad de entrar en el Infinito sin tiempo, en lo Eterno sin espacio.
El sentido redentor
es una posición, un disposición de nuestra Esencia, que se activa por nuestra
consciencia de permanencia, de procedencia del Misterio Creador. Y esto hace
que sea un ejercicio diario de consciencia, que nos permita liberarnos del
juicio, del castigo, de la ofensa, pero a lavez marcar –sin violencia- ¡el
sentido!, ¡la dimensión… de liberación!
Dar la opción
redentora a cada ejercicio de humanidad… es reconocerse como presencia en la
Creación, en este Universo.
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