CONFIANZA
EN PLENITUD
13 de agosto de 2018
Dado el nivel de consciencia de
razón, de lógica, de entendimiento, de ciencia, el transcurrir de los
acontecimientos es propicio para el desánimo.
Se fía o se confía en esto o en
aquello, y… a veces sí, a veces no, a veces no, a veces no, a veces sí…
Es más el ”no” que el “sí”, por la
arbitrariedad de los poderes, por la distorsión de los deberes, por las
fantasías sin propuestas…
Todo ello hace que el desánimo
ronde, y “la caída de tensión” consciente se produzca en cualquier momento, y
como si todo se derrumbara –por una parte- o bien, como si todo se pusiera en
duda –por otra- o… la génesis de una indecisión permanente.
Por momentos, la plegaria, el
cántico y la ilusión elevan por las nubes las creencias. Hasta… hasta se
insinúan fervores de amor. Hasta eso. Luego, pasado a otro momento, esa
experiencia, esa vivencia, ese sentir se… se adormece, se desliga, se cansa.
Sobre todo, se justifica… y elude
cualquier compromiso. Siempre hay alguna buena justificación. Siempre existe
una buena coartada.
Y es que así se elabora y se
conjuga el pensar humano hoy. Y así “no
podemos”, en el sentido de “capacitación”: no nos capacitamos para cambios,
para ¡novedades que se instauren!, para valentías que… den la cara.
.-
¿Se entiende eso?: ¿“dar la cara”? ¿Qué, qué, qué… qué significa eso?
.-
¡Ah! ¡Dar la cara! ¡Sí! Significa… no dar la espalda.
Cuando damos la cara, nos mostramos
en nuestra esponjosa intimidad, a través de los sentidos.
Pero se eluden, y se da la espalda.
Antes, por ejemplo, se decía: “¡Los hombres dan la cara!”. También
antes olían a tabaco y a ron… o a pezuña.
¿Y ahora?, ¿qué se dice? ¿Qué se
dice en los bajos fondos, en los medios fondos, en los altos fondos del Estado?
¿Qué se dice?
.-
¿Qué da el hombre?...
.-
No da… Quita.
.-
¡Ah! ¿Y la mujer? ¿Da la cara...?
.-
¡Al bies!... Sí, al bies. No… no se atreve…
Así
que estamos en los tres niveles: en el bajo fondo, en el medio fondo y en el
alto fondo del Estado, con un “bies” y un “quitar”…
.-
Un “bies” y un “quitar”… ¿Y con eso qué… qué se hace?
.-
Con eso se hace deterioro. Se hace deterioro bonito, o sea de chatarra, de
residuos. Se hace deterioro reciclable, nada original, nada auténtico. Se hace
deterioro… mental, en el que se rayan las ideas y se buscan afanosamente las
seguridades de las cosas establecidas.
¡Horror! ¡Horror!...
Se hace bueno, otra vez, que “más vale lo malo conocido que lo bueno por
conocer”.
El Sentido Orante nos… nos toca la
campana. Sí; como en los combates de boxeo… en los que, después de tres minutos
–que a veces se hacen interminables-, se para la pelea para tener un minuto y medio…
para refrescar, para aliviar, para tratar de curar la herida de la ceja o… o
dar palabras de ánimo para continuar el combate. Se oye una voz de lejos,
durante el descanso, que dice: “¡Segundos
fuera!”.
Sí; es el anuncio de que el
entrenador, el que te pone la esponja en la boca, el que te anima, se tiene que
quitar, y tienes que quedarte solo y salir otra vez a guerrear, a golpear…; “a dar la cara”.
Sí. Ya el boxeo está en desuso.
Somos más civilizados. Es que cuando te partían la cara... ¡dolía! Y ahora, ya
casi en el ocaso del boxeo, es preferible un producto tóxico o radioactivo, o
un engaño contumaz, o… o una traición inesperada. Ahora hay otro estilo; hay
otro estilo más… “civilizado”.
Si la civilización nos aguarda con
estas estrategias, es evidente que no estamos en la Creación. Inevitablemente
pertenecemos a ella pero, sentimentalmente, se pertenece a la hipocresía y a la
traición.
Y así, hoy puedes temer que te
caiga una estación espacial en la cabeza. Bueno, ya ha caído en el mar, ¡pero
podía haberte caído en la cabeza! Puedes tener una alarma nuclear… puede
iniciarse una nueva guerra… o puede haber en cualquier momento un golpe de
estado –militar, claro-.
Eso en el terreno internacional. En
el terreno cotidiano pues… puede ocurrir que descubramos por fin que el cuerpo
diplomático era un cuerpo de espías. ¡Todos!
.-
¡Ahhh! Pero ¿no era un cuerpo de etiqueta, de cuidado, de…?
.-
¡No!
.-
¡Cuerpo de espías…? ¡Qué vulgar!
.-
Sí, pero como se habla en francés, queda bien.
Y así van llegando las sorpresas,
sin darte cuenta, nacional e internacionalmente. Entonces, unos celebran el 70
aniversario de la creación de su Estado, Israel, mientras otros protestan por
ello. Y entonces, para celebrarlo, mueren diecisiete. Y el resto, que fueron
alcanzados minuciosamente en sus pies, atiborran los servicios médicos –sic-
que pueda haber en Gaza.
¡Oh, no! En este comentario no se
pretende dejar por “malos” a los israelíes, no. Eso sería una trampa; sólo –en
el comentario- se muestra la incapacidad de los bandos, ¡tan religiosos ellos!,
¡tan creyentes!, ¡tan devotos!, ¡tan hipócritas!, ¡tan traidores!... a su fe, a
sus creencias.
Así que si ése es el caldo general
de cultivo, ¿cuál va a ser el caldo particular de… los cultivadores?
Pues… corrupción, engaño,
antipatías, desengaños, castiguillos, ocultamientos, miedos… Todo, todo lo
mismo de antes –pero más pequeñillo-, más las particularidades propias de cada
ser, véase neurosis, obsesión, manía, hiperactividad, apatía, depresión,
sicopatía, sociopatía, empatía dispática… “Empatía
dispática”, ¿eh?
Es decir que… a los grandes
movimientos que nos… ¡nos llegan!, se añaden los pequeños movimientos que
creamos, ¡más!, ¡más!, ¡más!... las sicopatías ¡de cada cual!, que hacen poner
el punto… “el punto de alarma”.
Fíjate, los chinos ya lo sabían: que
existen puntos “alarma”. ¡Qué fuerte!, ¿no? Xi, Xi, Xi. Como el nombre del
presidente chino, el poderoso Xi.
¡Qué bárbaro!
Y no se sabía muy bien para qué
estaban los alarmas esos. Se decían cosas –se dicen-, pero mira, ahora también
resulta que… son aliados sicopáticos que nos pueden hacer un apaño para esa
manía de renquear y renquear y renquear y renquear…
En estas situaciones, el Sentido Orante
nos sugiere dos palabras: confianza –que
es una palabra del lema de este año-… “confianza
en plenitud”.
Confianza en lo que cada cual
representa, hace, piensa y siente. Y así, dará la cara inevitablemente, y se la
podrá lavar, adecentar, y presentarse adecuadamente.
Confianza en esa vivencia que
inicialmente se mencionaba con motivo de la plegaria, con motivo de ese momento
de… extraña vibración que tan ¡poco! –¡tan poco, tan poco, tan poco!- dura.
En la medida en que abordamos
nuestras experiencias anímicas, ‘almadas’, ¡amadas!, ¡¡sentidas!!, con la
confianza de que es lo que nos sustenta, lo que nos mantiene, lo que nos eleva,
lo que nos cambia, lo que nos renueva, lo que da sentido a la vida…, si
abordamos esos aconteceres con “la confianza de plenitud”, es decir, con toda
nuestra capacitación… y en consecuencia excluimos las justificaciones, las
coartadas, las mentiras, estaremos –en esa vía- construyendo… avanzando… recreando… ¡complacidamente complacidos!; sinceros.
Nos llaman a ser “nuevos”… en una
plenitud de confianza hacia lo ‘almado’.
Nos llaman a ser improvisadamente
creativos.
***