LA PRESIÓN
19 de febrero de 2018
Y es fácil
descubrir en qué medida, vivir implica –hoy- estar bajo presiones y, a su vez,
presionar. Y pareciera que la gravedad del planeta en el que habitamos se
hubiera hecho más grande.
Porque, ciertamente,
con esa palabra –“gravedad”- podemos catalogar el estado de esa presión que,
con pensamientos, palabras, obras ¡y omisiones!, ejercita la especie humanidad
sobre sí misma y sobre todo lo que constituye su entorno.
Pareciera que fuera
un imperativo categórico, una necesidad de vivir, el presionar…hasta –con harta
frecuencia- oprimir, obligar, castigar, perseguir, imponer…
Así que es de… “deber
de honor” el evaluar-se, en cuanto a
la presión que nuestro hacer puede generar.
¡Ah! Y no olvidar
la auto-presión. La presión que por… condicionamientos, cultura, aprendizaje,
ambiente… se promueve y se hace más o menos continuamente. Ese afán por llegar,
lograr, conseguir, alcanzar, dominar, controlar…¡uf!, eso es presión.
¡Claro! A la hora
de evaluarlo es importante que se caiga en la cuenta de que la auto-presión,
más pronto o más tarde, termina sal-picando. No es solamente “mi” problema, es
“el” problema que además puedo generar por mi auto-presión.
Todo el mundo
parece decir que quiere un mundo mejor, algo mejor, ¡algo mejor!… y, a veces,
con tanto “algo mejor”, se ejercita tanta presión que, lo que hay de “mejor”,
se ve tan exigido que se anula.
Pareciera que no se
pudiera conseguir “algo”, si no es bajo estados de presión; presionando.
Y sí, eso es lo
cotidiano, pero… ¿cuál es –y aquí viene la exclamación del Sentido Orante- cuál
es el precio que genera ese estado de presión? ¿Cuál es el precio sobre la
vida, sobre su calidad, sobre su caridad, sobre su ánimo? ¿Cómo están las
emociones, presionadas? ¿Cómo están los sentires, presionados? ¿Cómo se
encuentran las alegrías, presionadas?
Y como se suele
decir, “la presión tiende a salir por alguna parte”. Y, claro, sale con
desafío, imposición, demanda, razones… Más presión.
El Sentido Orante
nos advierte de que la naturaleza de la vida, y su expresión de Universo, no se
logra o se consigue por la iniciativa de la presión…; más bien, con ella se
deprime, se entristece, porque termina por no encontrar salida.Y en vez de
aguardar, observar y contemplar los signos que la Creación marca en su Misterio,
y seguir en obediencia… a veces con gusto, a veces sin gusto…
Pero con la certeza
del sentir, del pensar y del hacer –con ello- no es preciso la presión, la
auto-presión. Y cualquier presión que sobre el sentido auténtico se aproxime o
amenace, ella misma se diluirá.
La cotidiana
situación, en presión permanente, ya se hace prisión. ¿Quién está libre? ¿Quién
está fuera de la prisión… que ha creado la presión?
Y mientras la
especie se consume, presionada y condicionada permanentemente por la
adquisición de sus logros–no por la expresión de sus capacidades y
magnificencias, aunque habría excepciones-…, mientras todo eso sucede, la
Creación continúa sin presión, ¡sin obstáculos!,su expansión y su generación de
nuevos espacios…
Nace cada día. Y
nos sitúa cada día en perspectivas diferentes.
El índice de
consciencia a veces no se apercibe de ello, y cree que todos los días son
parecidos o iguales.Y resulta que durante el sueño hemos recorrido cientos de
miles de millones de kilómetros, y nos hemos situado en otra perspectiva
dimensional.
¡Mientras, la
consciencia ordinaria persiste y permanece en la búsqueda de sus logros…
presionando!
¿Y si –dice el Sentido
Orante- y si en vez de presionar, impresiona?
¿Y si cambiamos la
presión por la impresión? Y en vez
de presionarnos, nos impresionamos y buscamos la manera de impresionar, como un
juego de globos en el que cada uno exhibe el más grande o el más pequeño, o el
más rojo o el más verde o el más azul.
Y nos impresionamos,
no para asustarnos ni para mediatizarnos, obviamente, ni para presionarnos,
sino para mostrar nuestras habilidades, nuestras capacidades, nuestras
virtudes, como ese pequeño que, al vernos, exhibe su media palabra, su sonrisa,
sus movimientos–elpequeño repertorio; para él, elgran repertorio-, y nos impresiona.
Ahí, ahí sí está la
veta.La veta: véase la originalidad, la singularidad del ser.
Impresionar…
Sin búsqueda de
ganancias, sino como expresión similar a un gran espectáculo.
“¡El gran espectáculo de la vida!: Pasen e impresionen
con sus singularidades. Nadie, ¡nadie!... tendrá la suya.Sólo usted podrá
expresarla. No trate de imitar, no trate de competir, no trate de imponer… o
ganar. ¡Impresione con sus bondades!Impresione con sus‘haceres’.Impresione con
su estar”.
Si nos fijamos,
permanentemente, en cualquier lugar en que estemos –“si nos fijamos”- se nos
impresiona.
Y nos impresiona la
bruma de una ola; y nos impresiona el amanecer tardío de la niebla; y nos
impresiona el ocaso junto al río; y nos impresiona el canto del jilguero o la
gracia de la avispa.
Si prestamos
atención, es posible que convirtamos muchas presiones, en impresiones.
Y muchas teóricas
imposiciones, en expresiones.
Si buscamos la
manera de expresarnos, impresionando, estaremos en el atento y cuidadoso estar
de una relación, de unas relaciones que ¡siempre prometen y siempre cumplen!,
porque son expresiones del talento
impresionante que tiene cada expresión de vida.
El ejercicio de la
expresión que impresiona, nos muestra el talento que –como Tarento- tiene cada
ser, y nos saca de la prisión de la presión.
Es un hacer
continuo, que hoy tenemos que… ¡esforzarnos por hacerlo! Porque lo que sale es
la presión. Ese esfuerzo –como fuerza que somos-, pronto, cuando el ejercicio
se practifique, dejará de ser un esfuerzo, para constituirse en un estado de
liberación;para darse cuenta de cuán presionado se estaba… y cómo el Sentido Orante
nos impresiona lo suficiente como para ¡advertirnos!, ¡guiarnos!, ¡mostrarnos!...
cuál es nuestra verdadera naturaleza; que, a fuerza de imponerse sobre sí
misma, deja de recordar su esencia;se hace torpe y obsesiva, indecisa y
violenta.
La sorpresa, la
fantasía, la confianza… que adornan este transcurrir de este tiempo estelar,
nos favorecen en esa impresión–fantasía-,
en esa sorpresa–expresión-, en ese
talento–confianza-.
Si a todo esto se lo
matiza con la influencia del lugar, el espacio, las posibilidades, los recursos,
no hay motivo para eludir la expresión que impresiona; el talento que se
muestra.
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