Circunstancias, Justificaciones, Represiones, Orden
18 de diciembre de 2017
Las circunstancias suelen
justificar los comportamientos represivos.
Circunstancias… justificación…
actuación represiva.
Es un acontecer común.No es una
excepción. Cada cual parece estar rodeado de una circunstancia,y obtiene de
ella una justificación para reprimir sus espontaneidades, sus creatividades, su
emoción…
Pareciera que este planteamiento es
una salvaguarda para evitar el libertinaje, para buscar el equilibrio, para
asegurar la seguridad…
Ciertamente, antes de antes, el ser
humano tenía que adaptarse a su medio. Ahora, el ser humano ha compuesto su
actividad obligando a que el medio se adapte a él. Y es así como la ‘inteligentzia’
humana, y su capacidad de manipulación, ha ido creando circunstancias, ha ido
gestando justificaciones para mantener unorden.
“¡Orden!
¡Orden en la sala! –dice el juez, cuando
el populacho protesta por una decisión injusta o justa, ¡da igual!-.¡Orden!”.
-
¡Ante todo, el orden!
-
¿Cuál orden?
-
¡El establecido! El que ha impuesto la ley; la ley que ha sido creada por el
poderoso, para obtener beneficios, rentas y control. Si no fuera por ello, no
alcanzaríamos un desarrollo sostenible. ¡Orden!
Pareciera que estuviéramos en un
reclutamiento militar:
“¡Orden!
Éstas son las órdenes del capitán. Éstas son las órdenes del comandante. Éstas
son las órdenes del teniente coronel. Éstas son las órdenes del coronel. Éstas
son las órdenes del general. Éstas son las órdenes del capitán general”.
¡Oh!...
Habrá que decir:
-
¡Señor! ¡Sí, señor! ¡Señor! ¡Sí, señor!
-
No lo he oído bien…
-
¡Sí, señor! ¡Sí, señor!
-
¡Ah, ya!
Y, así, el orden se convierte en la
mágica palabra de “ordeño de mentes”.
Y cada cual, a su manera, se
acomoda en el orden. De vez en cuando hay picardías contra el ordenestable-cido, entablillado, y pequeños
desórdenes o desobediencias… para crear un nuevo orden de ordeñadores: los que
ordeñan la mente.
Somos mamíferos, ¿no? Tenemos que
ordeñarnos, ¿no?
El Sentido Orante no parece tener
mucho orden; al menos, el que descubrimos aquí. ¡Sí! No se repite, es
diferente, tiene otro tono… ¡Con lo fácil que sería entrar en el orden! ¡Y
tener una oración, y decir todos los días la misma!¡Estaríamos ordenados!¡Así,
más bien dormidos que despiertos, nos injurian por la mañana haciéndonos
pensar!¡Nos pillan desprevenidos y, entonces, o no escuchas o te quejas del
frío de la sala o… quién sabe! Te escudas en el “quién sabe”, para tú no saber.
-
No. A mí dame un algo… un algo que esté ordenado. Ordenado, ordenado, ordenado.
Porque mi ordenador…
-
¡Ah! ¿Tú tienes PC:“Personal Computer”? ¡Tu ordenador! ¡Tú estás a las órdenes
de tu ordenador, claro! ¡Ah! De ahí vendrán los ordenadores: del orden; de
establecer un nuevo orden.
-
¿Nuevo? ¡No! De establecer ¡un orden!
“Un Nuevo Orden” fue una frase
famosa de antes de la Segunda Guerra Mundial, editada por el Führer, Adolf Hitler.“El Nuevo
Orden”. Establecido, claro. Pero cada cual cogió rápidamente la frase, y fueron
instaurando nuevos órdenes: el orden sacerdotal, el orden legal, “estar en
orden”… ¡ah!,y“estar a la orden”. Como militares: “Estamos a la orden”. Cada cual se vistió con la casaca de los
cosacos, o del ejército real británico de su majestad o…
Hay modelos para elegir. El caso es
estar en orden… en base a las circunstancias y a las justificaciones.
Las órdenes del orden nos recuerdan
nuestras circunstancias,y nos dan, para llevarlo lo mejor posible, las
justificaciones. Y, a la vez, las órdenes se justifican para modificar las
circunstancias.
-
¡Ay qué lío, ay qué lío, ay qué lío!...
-
No, no. No es ningún lío.
-
Sí. ¡Es un lío, es un lío! Parece un paisa hablando y dándole vueltas a la cosa,
sin decir lo que tiene que decir.
-
¡Ay qué lío, ay qué lío, ay qué lío!… que yo me hago, con la circunstancia y la
justificación.¡Dame una orden! Dame un orden establecido, pa’ que yo… yo lo vea
claro.
-
¡Claro! ¿Claro o…?
-
Claro.
-
¿Claro?
Es relativamente fácil que cada
cual –o cada uno- vea su circunstancia.
¡Claro!,hay veces que no se sabe
qué… qué es la circunstancia.
Pues todo lo que te rodea en cuanto
a medioambiente –para empezar por lo más lejos-, costumbres, normas, religión,
rock’n’roll, blues, copla… Degas, Picasso… etiqueta, comportamiento… prohibido,
permitido… querido, no querido, admitido, ‘desadmitido’, perverso, caritativo
o… ¡quién sabe! Sí, lo sé: generoso o ruin…
Eso es más o menos –más o menos-,
muy contraídas, las circunstancias. En consecuencia, no vale decir “¡quién
sabe!”. Sí lo sé.
Pero, a veces, lo que se sabe no
gusta.
-
Mí no gustarme ser así, porque mí… mí querer ser como un ciudadano soviético.
Mí no querer ser de Ohio, mí querer ser de Bogotá. Más elegante, más atascos y
más violencia. Mí gustar violencia porque ser imprevista. Sorprendente.
-
Pero tú ser homo sapiens y tú saber tus circunstancias. ¿Tú aceptas
circunstancias, o tú creas tus propias circunstancias? ¿Tú tienes
circunstancias o eres soltera?
-
¡Ay qué lío!... ¡Ay qué lío, ay qué lío, ay qué lío! ¡Esto no hay quien lo
entienda!
Las justificaciones son la
justicia, la justicia, la justicia, la justicia...
¡Ay, la justicia! ¡Qué bella mujer,
con los ojos vendados y sosteniendo una balanza! Una balanza que no se mueve,
que no hay quien pese en ella… ¡porque está oxidada!
¡Ay, justicia, justicia! ¡No quiere
ver!,para ser equitativa, para ser justa. ¡Ay, Doña Justa!
¡Qué curioso! Le pusieron de
símbolo una mujer: la más injustamente tratada. Pero, para compensarla,
pusieron a una dama con los ojos vendados. ¡No pusieron a un moreno
esplendoroso con pelo en pecho! No nos lo imaginamos, ¿verdad?
Es como la revolución francesa y la
señora con la teta al aire. Creo que es la izquierda. Entonces da la idea de
que la revolución es ese sex-appeal
del topless.
Pero ya existían, ya existían en
aquellos tiempos –y en todos los tiempos- los diseños. ¡Ah!, ¡los diseños! Y
hacían un diseñito, y ya te quedabas con él ‘per
omnia saecula saeculorum, amén’.Esto es latín.
Sí. Justificaciones, justicia. En
justicia –en justicia-, la justicia dice, y cada uno es un jurista. Oh, sí. Oh,
sí. Oh, sí. Oh, sí.
-
“Oh, sí”, ¿qué?
-
Que sí, que cada uno es un juez.
-
¡Faltaría más! Si no fuéramos cada uno un juez, ¡esto sería un caos!¡Nos morderíamos,
nos comeríamos, nos asaltaríamos, nos sacaríamos las orejas!…
-
¿Las orejas?
-
¡Sí, las orejas!
-
Ah… ¡Qué bárbaro!
-
Y cada cual, claro, tiene su código. Su código penal.
-
¿Penal?
-
Sí, sí. De penas. Código penal, penal, penal. De faltas cometidas contra la
urbanidad, de faltas cometidas contra el exterior humano. ¡Penas, penas, penas!
-
Ah…
-
Esas son “justificaciones penales”.
-
¡Sí!
-
¡Ah!Pero habrá también justificaciones económicas y tal…
-
Sí, pero en el fondo son penales.
-
¡Ah!, con razón la canción: “¡Ay!, pena, penita, pena, pena de mi corazón, que
me corre por las venas con la fuerza de un ciclón”.¡Ah! ¡Por eso somos “penalistas”!
-
Sí. Y penalizamos al de enfrente, al de arriba, al de abajo, al de la derecha,
al de la izquierda… por guapo, por feo, por trotamundos, por ‘espiricuetos’,
por… ¡por cualquier cosa!¿Es que acaso no es cierto ni menos cierto que todos
tienen algún defecto y, en consecuencia, pueden ser penalizados?
¡Ay! Y el ejercicio de la ley ¡qué
bien se le da a cada uno!:
-
No, ¡eso está fatal!¡Eso es horrible! ¡Parece mentira, hacer una cosa así en un
sitio como éste! ¡No se justifica!, porque tal y porque cual… Yo te digo esto.No
se lo digas a nadie, pero estarás de acuerdo conmigo en que…
-
¡Oh!, sí, claro. Tienes razón.
-
¿Tengo razón o no tengo razón?
-¡Sí,
sí, sí! Tienes toda la razón del mundo.
“Toda la razón del mundo”.
-
Oye, ¡qué difícil es!¡Oye!, ¿cómo consigues tú “toda la razón del mundo”? ¿Del
mundo mundial o de Euskal Herria solamente? ¿Tú consigues toda la razón del
mundo? ¡Oye, tú eres dominicano, chico! ¿Toda la razón delmundo?“Tienes toda la
razón del mundo”. ¿Y todo el mundo piensa como tú? Menos aquél, ¿no?
-
¡Sí, claro!
Qué frases –¿verdad?- tan bonitas,
tan absolutistas, tan dictatoriales. ¡Si cada uno lleva en el fondo un
imperialismo voraz! ¡Pero voraz!, ¿eh? “¡Tienes toda la razón del mundo!”.
¡Machaca! ¡Machaca a la machaca!
Sí, sí, sí. En realidad, una dictadura
bien llevada es un salvamento. Porque, claro, si no te justificas ante los
demás y el medio, la circunstancia… pues, claro, ¡se volvería esto una
anarquía!
-
¡Anarquía! ¿Qué pasa con la anarquía?
-
¡Que es mala! ¡Porque no tiene orden! Porque de repente dice: “Venga, vamos a
hacer una canción”. “¿Y la letra? ¿Y la música?”. “¡No lo sé!Ahora la ponemos.
¡Vamos a hacer una canción!”. “Pero… ¿sobre qué?”. “Sobre lo que quieras. Sobre
las ciruelas: ‘Tachunta-pam, ciruelas para ti; tachunta-pam, ciruelas para mí.
Ay, qué rico color es el rojo que tienes, qué bien te queda. Ciruelas para ti,
ciruelas para mí. Para ti el huesecito y para mí la carnecita’.Y ya está, ¿no?,
la canción. Canción matutina. Y yo me como la carnecita y te doy el huesecito,
y ya te apañas tú como puedas. Una canción dictatorial, ¿no?, sobre las
ciruelas.
-
Eso: ¡la anarquía!
-
¡Ah!, sí…
-
Pero, ¿no lo ve, no lo ve, no lo ve usted, el orden, el orden que hay en el
cosmos?
-
En el cosmos… ¿En dónde?
-
¡En el cosmos!
-
¡Ah!, ¡en el cosmos! ¿Qué veo?
-
“Veo, veo”. “¿Qué ves?”. “Una cosita”. “¿Qué cosita es?”.
-
Ahora, con la oscuridad, poco. Poca cosita veo. Pero, ¡vamos!, podemos hacer un
esfuerzo.
-
¡El orden cósmico! ¡Ah! ¿Y cómo se justifica ese orden? ¿Y qué circunstancias
tiene el orden cósmico?
-
¡Bueno, bueno! Es que el orden cósmico es tan ordenado que no necesita
justificarse ni, ni… O sea, la circunstancia es él mismo.
-
¡Ahhhhh!
-
Si no fuera por el orden cósmico, no…
-
No, ¿qué?
-
No… ¡no amanecería, por ejemplo!
-¡Ahhhh!...
Es por el orden. Y entonces, ¿por qué los toros se enamoran de la luna? “Ese toro
enamora’o de la luna”… ¿Qué clase de orden es ése? ¡Habrá que matar a los toros
antes de ir a cualquier parte! Todo toro será muerto en luna llena. ¡Porque
ahora estamos en luna llena! Tenemos luz gratis. ¡Qué desorden!, ¿no?,
aprovecharse de la luna. Ahí, la pobre, ordenada: creciente, menguante, nueva,
llena… Y repite y repite. ¡Qué esclava! ¡Qué esclavitud tiene el orden del
cosmos! ¡Qué esclavos, oye! Ahí nadie se sale de la órbita. Mercurio está en su
sitio, Plutón, Urano… ¡Oye!, ¡qué orden!, ¿no?
-.
¡Ufff! ¡Bueno!...
-.
Pues al igual que hay un orden arriba, hay un orden abajo. Y abajo estamos
nosotros, y nosotros tenemos que mantener un orden. Aunque por dentro tengamos
un hígado a la derecha y un páncreas a la izquierda; y un bazo. Aunque tengamos
un cierto desorden, por un pulmón izquierdo con dos lóbulos, y el derecho con
tres… ¡Psss! ¡Yo qué sé! Una tráquea ahí, con anillos, mal puesta… La verdad es
que… hay un cierto desorden. La mayoría son diestrosy tienen desarrollado el
hemisferio izquierdo mejor que el derecho, y los zurdos están mal vistos… Pero
ya menos. Pero, bueno, es un poco desequilibrante, ¿no?
-.
Ya, pero por eso. Por eso más aún necesitamos el orden, porque estamos hechos
por dentro desequilibradamente y, en consecuencia, tenemos que establecer un
orden.
-.
Ya…
El Sentido Orante nos advierte, nos
¡exclama!… a propósito de las justificaciones con las que modificamos las
circunstancias y asumimos un orden, al exterior, que no se corresponde con el
desorden interior; entendiendo por “desorden” aquello que se piensa, se siente,
se imagina, se fábula, se especula…
¡No! ¡Nada de eso!No, no. Eso está re-primido. Eso pasa por el filtro de
las circunstancias y de las justificaciones, y entonces lo que sale fuera es…
¿quién sabe?
Sí, sí. Sí lo sé. Lo que sale fuera
es lo que los otros quieren ver, y la muestra de lo que quiero mostrar para
ocultar debidamente lo que en verdad siento.
Esto es muy común, ¿no?
-
Porque, ¡claro! –diría cada cual-, si me manifiesto, expreso y digo, y muestro
lo que siento, pues sería una falta de respeto.
-
Ya, pero… ¡es igual de falta de respeto pensarlo!
-
¡No, no, no! No es igual.
-
Ah, ¿no?
-
No, no, no. Vamos a ver. Una cosa es lo que sale fuera, que es lo que vale, y
lo que tienes dentro pues es… no sé.
-
Sí sabes, sí.
-
Bueno, sí lo sé, pero no lo quiero decir.
-
¡Ah!, ya…
Ante esta evidencia, o ante estas
evidencias de justificaciones, de circunstancias, de represiones, de orden…
¿cómo se puede abordar un momento orante? Habrá que establecer un rápido e
inmediato sistema para no juzgar, no ordenar, no reprimir…
¡Me llaman a orar… y he de estar
atento!, porque lo que emana de esa llamada he de incorporarlo y dejar que
actúe en mí, ¡para saber realmente quién soy!
Porque, ciertamente, desde la más
tierna infancia me dijeron qué tenía que hacer, cómo tenía que pensar, de qué
forma tenía que hablar, en qué medida tenía que creer, en qué tenía que creer,
qué tenía que decir, qué tenía que callar…
¿Quién soy, realmente? ¿Soy una
orden? ¿Soy una justificación? ¿Soy una represión? ¿Soy una circunstancia? Sí.
Puedo decir que soy todo a la vez, pero también puedo decir que no soy nada de
eso. Pero no.No sé quién soy exactamente.Porque hay un mundo oculto, que hago
culto de él y lo confronto con el entorno.
Soy quien soy en mi intimidad, pero
tampoco estoy seguro de ello; porque el hacer continuado, camuflado, me choca.
Me hace entrar en choque, en shock.
Porque además me pregunto: “¿No será que
esa visión que veo, que intuyo, que pienso, oculta, sea una consecuencia de las
justificaciones, de las represiones, de las circunstancias, del orden? ¡Sea
simplemente una respuesta interna, pero no sea mi ser interno?¡Porque
probablemente no existan el ser interno y el ser externo! Eso ha sido una
necesidad del sapiens para poder engañar mejor, ¡para poder mentir mejor!”.
Esto es lo que tú ves. Esto es lo
que te voy a dejar que veas de mí. Para que te hagas, de mí, la idea que quiero
que te hagas; que seguramente será la que te guste. O para que la imagen que
dé, de mí, sea suficientemente imponente e importante para imponerme sobre ti y
hacer que me obedezcas.
¡El orden del cosmos! ¡Ay, qué
pena! ¡Qué dirá el Universo… en donde está el cosmos! ¡Qué dirá el verso o la
poesía! Aquella que sea libre, y no tenga que ser una cuarteta, un sexteto o un
dodecasílabo o cualquier otro orden.
¡Qué dirá la azucena… o el geranio,
cuando se le use como estratagema para una conquista o para un regalo! ¡Qué
dirá la rosa, con sus espinas, cuando sólo se resalten sus pétalosy no se
respete el fino estilo de la punta de laespina!
¡Qué dirá el Universo, cuando se le
trate de clasificar, ordenar, entender…y saber de él!¿Se hará materia oscura?¿Se
esconderá de vergüenza, al ver que se le quiere ordenar, y, bajo ese orden,
justificar cualquier comportamiento, cualquier imposición…?
¡Qué dirá laCreación, cuando
escuche que “ha dicho”, que “ha dado”, que “haordenado”…! ¡Qué dirá la Creación, de tales delirios…?
Si
cada día creadosoy,
en
creencias vivo, pero… no vestido.
Desnudo
siento…¡calor o frío!
Y
desnudoimagino…
y
andando voy a realizarme
buscando
tener en mis manos
mis
anhelados deseos.
¡Ay!...
Pero me vistieron, me enseñaron,
me
ordenaron, me indujeron y me advirtieron.
Y
ahora soy un mecano
que
mecánicamente desconfío,
me
irrito, me violento y ¡me impongo!
No
me conozco.
Me
siento universo desconocido.
¡Me
siento pecado imperdonable!
Me
siento perseguido y me oculto.
¡Me
robo a mí mismo!
¡Y
cuando me preguntan por mí, hablo del otro!
Y
cuando me requieren, desconfío.
Indago
sobre la renta o ¡busco mi renta!
Me
muevo en el filo,
en
el fino hilo… del fino filo del cuchillo.
Y,
así, ¡me caigo, me corto, me sangro!
¡Me
culpo!, ¡me culpan!,
culpo
y castigo, y me castigan.
¿Eso
es vida?
¿O
es la justificación de queen estas circunstancias
sólo
puedo ser ¡un sufrido viviente!…cortado, ¡cortante!?
¡Confinado
a los consejos ajenos!
¡Confinado
a la obsesión de mí, sin saber quién soy!
¡Confinado
a la obsesión de importancia, por mi pequeña rebelión…
que
me ha llevado a la soledad, a la angustia, a la depresión!...
Que
he abandonado mi amor
porque
el orden establecido pide un amor “consentido”,
con
sentido de prevención, con sentido de cuidado, con sentido horario,
con
sentido de… ¡exigencias personales de autoestima, de autocuidado!...
Mecano.
Mecano articulado…
de
sentires amistosos, amables y correctos,
pero
desalmados.
¡Pena,
penita, pena!...