Navegantes
de Universos
11 de diciembre de 2017
Ante los naufragios, aparecen los
salvamentos. Los náufragos salvados son “aprovechados”, como si tuvieran que
pagar su salvación. Y así se hacen silencio, aceptación y obediencia; pero no
como un estar de virtud, sino como un miedo ante el castigo.
Sí. Esto no les pasa sólo a los
inmigrantes. Esto le pasa a la humanidad.
Navega sin rumbo, y naufraga. La
sobrevivencia hace de salvadora.Y, a partir de ahí, la supremacía del salvador
se hace dictadora. Y difícil va a ser volver a atreverse a navegar.
Desde cualquier punto de vista, el
ser emigra continuamente.Habita en un lugar del Universo que está navegando. Y
no deja de hacerlo, no se para. Va a, hacia… lo infinito, pero no naufraga. Los
pequeños seres que habitan en el planeta, también navegan según sus interesesy
su capacidad.
También se hacen navegantes, aunque
estén aparentemente quietos,los sedentarios que con sus maquinaciones,
imaginacionesy proyectos buscan ampliar sus fundamentos, sus posesiones.
Si en donde residimos está en
continua navegación,y no naufraga, lo que habita en ese lugar no está diseñado
para naufragar… y para necesitar salvamento;y para, a partir de él, la
justificación de la seguridad y el aquietamiento.
Semejante a nuestro lugar de
asiento en el Universo, ha de ser nuestro hacer y comportamiento: navegar hacia
el rumbo de la Eternidad. Sin apegos;en compañía. Sin amarras;en compromiso.
Sin ataques; en diálogo y comprensión.
Y así la humanidad se declararía “Navegantes
de Universos”.
Se dejaría de ser suicidas de
navegación o esclavos de naufragios.
¡Ay!,
Divino Misterio de guía de navegantes.
Nos
creasteis como expertos viajeros.
Nos
promocionasteis como excelentes orientadores.
¡Ay!
Nos disteis las estrellas para no perdernos
en
la referencia hacia lo Infinito,
en
el seno de la Eternidad.
¡Ay!...
¡Ay! Nos disteis el auxilio necesario
para
sentirnos certeros.
¡Libres,
liberados y seguros a la vez!
Sin
debernos, en débito,
“algo”
que pudiera suponer una deuda;
y
con ello, una demanda y un castigo.
¡Ay!...
Desde
la insignificante plegaria
se
proclama la verdadera naturaleza
–¡ay!-…
que
nos haga ser según la imagen y semejanza de la Creación.
Navegantes
de excepción, asombrados viajeros
que
saben que su vivir
es
peregrinar hacia el Eterno Infinito.
Peregrinos
de Infinitos,
de
envolturas tiernas de Piedad.
¡Ay!
Y que, al orar,
sentimos
el satisfecho cuidado
del
queda sin esperar,
del
queda sin imponer,
del
que da con alegría,
del
que da con generosidad,
del
que da en el silencio misterioso de lo invisible.
¡Ay!
¡No podemos claudicar ante el que no escucha!,
ante
el que sólo se escucha
y
ante el que nos quiere acaparar…
¡controlar,
dominar!,
manejar,
imponer, esclavizar.
No,
no. No podemos claudicar
ante
el que es liberado y peregrino de amor,
pero
que se ha constituido en salvador,
en
protector, en cuidador, en ordenador…
sin
serlo.
¡No!
No podemos claudicar
ante
nadiecomo nosotros.
Nosotros
somos expresión de gozos y complacencias.
Nosotros
somos expresión de asombros, impresiones y curiosidades.
¡Nosotros
somos expresión de atracción, de amores y fusiones!
Nosotros
somos expresión de eternidades que nos aguardan,
¡pero
que nos llevan!
¡Que
con misericordia nos cobijan!,
y
nos hacen ser piadosos.
Nosotros
somos muestras
de
un Misterio ¡incesantemente creador!
¡Y
a ello nos debemos, para saber en verdad nuestra naturaleza!
¡Que
no es de intereses y ganancias!;
de
logros, consecuciones y posesiones;
de
instancias de poder y de justicia.
No
precisamos de justicia,
porque
Lo Justo ha creado, con precisión, lo que navega.
¡No
precisamos de orden ni de imposición!,
porque
Lo Infinito tiene previsto cualquier tipo de variable.
¡No
precisamos ser yo, ni nosotros!
Precisamos
ser… sin posesiones, sin propiedad.
Y
nunca estamos solos en la travesía.
Un
eco de esperanza, de fe,
¡de
fantasía y de imaginación!,
nos
acompaña permanentemente.
¡Y
nos hace ser solidarios con todo lo que viaja!
¡Ay!...
Todo
parece estar previsto, y con sorpresa.
Todo
parece…¡no sólo parece, sino que es un regalo!
Es
un regalo, que “se sea”.
Es
un regalo respirar, escuchar, saborear, ver, tocar…
¡Ventanas
del Cielo!, de orificios vacíos,
quesi
aparentan estar llenos
es
por tener constancia de nuestra posición.
Pero
que en realidad están vacíos.
Y
cuando entran en esa vacuidad
es
cuando nos sentimos llevados,
¡envueltos!…
cuidadosamente.
No
podemos dejar nuestro envoltorio de ser un regalo.
No
podemos deshacer el lazo de comunión creadora.
No
tenemos acceso a la sorpresa de lo que somos.
Pero
sabemos quemisterio transportamos.
Que
el Misterio nos orienta y nos “capacita”.
No
tenemos deuda ni débito con alguien.
Sí
tenemos atracción y comunión con todo.
Y así, somos tribu navegante,¡sin
tributos!; sin tribuno.Cargados suficientemente de humildad, de sumisión.En
misión permanente.Con banderas y estandartes de fe, de ¡compasión!, de
misericordia y liberación.
¡Ay!... No soy de mí. Y eso me
libera de mi última… ¡de mi última esclavitud!, que es mi identidad, mi
proyecto, mi posesión.
¡No soy de mí, y represento un
instante mágico creador!¡Una sorpresa y un regalo redentor, capaz de conmoverme
y conmover!... De ser eco de inversión.
Soy la inversión de un acto creador.Pero
no debo. ¡No soy una renta!No soy un productor. Soy una expresión de amor. Y
como tal, a ello me debo, porque ello es lo que emana de mí. Ello es lo que me
da el sentido… de sentir que me llevan. Y ante cualquier arrogancia que surja
como importante, como impostor, como impositor, he de estar alerta para
reconocer mi naturaleza, que me expresa continuamente la oración.
¡Y así no hay naufragios! No hay
ahogados. Ni sepelios, ni entierros, ni cementerios. Hay flotantes seres de Misterio,
que navegan en su capacidad de gozo… ¡viviendo!Es
decir, “viendo”. Viendo la impresionante Creación… cercana,inmediata, lejana y
fantasiosa.
¡Ay!... El continuo y perseverante
recuerdo orante me alienta, y me libera de la opresión de mi soberbia. Me
libera del miedo del que me persigue; del que quiere apoderarse de mí. Y me
lleva hacia… ¡hacia los que están siendo amantes y amados! Y me acerca hacia
los que no me persiguen; hacia los que no me castigan.
No, no soy… no soy una unidad independiente, pendiente y arrogante, de
mi personalidad. Eso no soy. Eso me lleva a la pertenencia,¡a pertenecerme a mí!
Y obviamente, a tratar de poseer bajo cualquier argucia de enfrentamiento, de
persecución o de huida.
No me pertenezco. No soy dueño de
mí.
Y cuanto más me adueño de mi ser,
más veces naufrago. Naufrago de tal manera que ¡repito y repito! ¡Ay!, ¡qué
terror de repeticiones!
No sabe navegar, el que se posee y
el que posee. Llega al naufragio, y otro como él le salva.
Pero parece que aún es pronto para
asumir que no soy de mí, que no me
pertenezco, que no soy dueño de mis
actos, sino que quiero…–quiero, quiero; no amar, porque el que “quiere” ya no
ama- sino quequiero ser yo, sin
darme cuenta de que no soy de alguien.
Salvo cuando, en un instante, la
oración me conmueve y me da el escalofrío de la verdadera liberación.¡Entonces
me doy cuenta del abismo que hay entre lo que yo pretendo!, y lo que pretende
la vida.
¡Ay!, ¡qué desgracia ser yo! ¡Ay!,
¡qué desgracia ser de mí y de mis actos! Siempre en deuda con los otros, y los
otros conmigo. Y así constituir una comunidad endeudada, esquivada, temerosa,
insincera, capciosa y engañosa.
¡Ay!, ¡ay! Si del amor vengo, y del
amor reflejo soy, ¿cómo es que… cómo es que lo quiero y lo trato de poseer?¿Cómo
es que lo secuestro, lo rechazo, lo permito o lo oculto? ¿Cómo esque me lo han
dado en asombro y en admiración, y lo convierto en posesión… que acepta, que
rechaza, que se va, que viene? Lo convierto en una miseria sin redención.
¡No! ¡Ese no soy yo!... Ni yo soy
yo. “Ni yo soy yo”.Soy expresión.
Mi representante es la Creación. Mi
equivalente es el Misterio. Mi muestra, mi amor.Que no es mío; que tan solo es
un reflejo de lo que continuamente recibo.
¡Ay!... Entre rendijas se insinúa
la luz. No pretende condenar la oscuridad.
¡Ay!... Entre rendijas, la Pupila Divina
se mueve.
¡Ay! Y me muevo como el viento.Como
la suave brisa que transita por el oleaje.
¡Ay!... ¡Sin límites!, ¡soñando! ¡Haciéndome
eco deMisterio, que no preciso conocer!... porque continuamente estoy naciendo.
¡Tránsito de luz, me siento! Y
cuando la luciérnaga salta, su expresión me resuena–¡ay!-…y no preciso verla a
ella. Pero lo que emana, también soy yo.
¡Ay!, ¡qué ternura de la vida!,que
me aguarda en cada esquina... con una sorpresa mejor ¡y mejor y mejor y mejor!
Como peregrino andante que seguía
por el olfato del amor, no me dejo engañar por el obstáculo, y lo rodeo… o lo
salto.
Los brazos del amor me llaman. No
puede haber retraso. Sólo precisión.
Silencio, cómplice de lejanías…
Silencio, amante de cercanías… ¡que
suspira!
Silencio… Lágrimas de fantasías.
Silencio… Entregados… porque somos.
***