lunes

Lema Orante Semanal

Consciencia dual, comunión, cansancio y retirada
10 de julio de 2017


Seguramente, gracias a la consciencia dual –“”, “no”-… se producen, a lo largo del comportamiento de los seres de humanidad, etapas de comuniones que siguen con etapas de cansancio –como intervalos-; y luego, retiradas.
¿Hasta qué punto esas refriegas desgastan la naturaleza del ser?

Y esto, la mayoría de las veces ocurre porque… cualquier acompañamiento o comunión se hace con reservas, con precaución; se hace con las espaldas cubiertas, “por si acaso”.
Hay un nivel de desconfianza, producto de –volvemos a insistir- ese sí o no. Es , pero hay una pizca de no, el cual se va a agrandar a lo largo del tiempo, se va cansar y se va a retirar, para iniciar otro nuevo ciclo de debilitamiento.

Los sentidos duales, el mundo dual, es un mundo de “desgaste”, de agotamiento, de penurias… Pero hoy por hoy, es el máximo alcanzado –salvo excepciones- por la naturaleza humana, que venía de múltiples posiciones, y que se va resumiendo, como si se aguardara el plazo –o se guardara el plazo- para el salto unitario, donde no hay fricciones, donde no hay reservas, donde no se guarda; donde se confía… sin lugar para la desconfianza.
Todavía –incluso en niveles culturales aceptables- todavía el ser no se ha dado cuenta de que, en la medida en que se reserva y guarda un quantum de desconfianza, provoca que ésta se produzca.
Todavía no se asume que, en cualquier fenómeno que contemplemos, estamos implícitos en él. El hecho de contemplar un acontecer o una imagen, un hecho, nos coloca dentro de ello.
¡Ah!, pero… el razonamiento que se hace es: “¡Ah! Yo estoy fuera”.

Todo fenómeno de observación condiciona lo observado, porque el observador tiene un criterio acerca de lo que está observando; tiene una idea, tiene una opinión.
Es fácil de entender, pero difícil de asumir.
De ahí que cualquier condena, cualquier prejuicio… sea falso.
En la medida en que el ser, al contemplar un suceso, se inmiscuyera en él –por los pre-conceptos, conceptos, ideas… que tiene sobre lo que está ocurriendo-, dejaría de condenar, dejaría de ‘pre-juiciar’, dejaría de atacar, dejaría de…
Porque empezaría a aceptar, a respetar, a adaptarse…
Haría, del convivir, un arte; no una disputa, no un roce; menos aún, un combate.

El Sentido Orante… nos orienta hacia el estar “fundido”; nos orienta hacia la confianza plena; nos orienta hacia el ‘des-prejuicio’, hacia la no-condena, en la medida en que asumimos que estamos inmersos, completamente, en un Misterio Creador. Y que por mucho que queramos adecuar el mundo a nuestra medida, eso no va a ocurrir. Quizás por un instante, quizás por un momento…
Pero sí: la humanidad ha pasado, de ser una especie adaptógena, adaptadora, adaptable, con recursos ilimitados… ha pasado a obligar a que, el mundo, el entorno, se adapten a las manías de turno.
“Manías”: véase la manipulación –manía: de “manos”, ¿verdad?- la manipulación que el ser hace de su entorno, para beneficio propio, bien sea personal, comunal, circunstancial… sin tener en cuenta dónde se encuentra, cuál es la posición que ocupa…


Se interpreta que la reserva, que la cautela, que el nivel de desconfianza y el nivel de seguridad, nos preserva.
Falso.
Nos aleja de la verdadera compañía. Nos aleja de la comunión. Nos aleja de la confabulación. Porque cada vez se hace mayor, y aparece el cansancio: ese estado de abulia, apatía… que normalmente se atribuye a los demás –y que el propio sujeto no lo ve- y que le hace, aún más, desconfiar.

La retirada está próxima…
Es cuestión de elaborar, de razonar y de acumular datos.
Y así, de retirada en retirada, el ser se va retirando de un vivir pleno; se va retirando, restando, renunciando…
Un triste proceso.
Porque además… –“además”- en todo este calvario –que no lo ve-, el ser, que aspiraba, que esperaba, que laboraba para “llegar a”, para “adquirir el”… no solamente no logra, no alcanza, sino que vuelve… –“vuelve a casa, vuelve por Navidad”- vuelve a las situaciones que le hicieron salir, huir, buscar…
Se retira a lo que conocía, para mascullar su ¡resabio!
Siempre encontrará a otros igual, y siempre se encontrará a alguien… al que achacar, al que señalar.
Cuando se está en el Sentido Orante, aquello que se vislumbra, aquello que se evidencia, no tiene retroceso.
Es un avance progresivo; es un proyecto evolutivo que se regenera y engendra continuamente.

El Sentido Orante nos recoge y nos lleva… sin resabios.


En el transcurrir de estos eventos, los recuerdos juegan un papel significativo.
En el cansancio, se van diluyendo y borrando los recuerdos saludables, divertidos, plácidos, complacientes…
Y en la retirada, sólo permanecen los recuerdos desagradables, incómodos; o bien –lo cual es más desgastante- o bien se convierten, los agradables y atractivos, en: “¡Bueno, bueno! ¡No lo eran tanto!”.
¡Es como un instinto destructor!... con un hedonismo protagonista constructor, ¡pero que no construye! Quizás tiene en su reserva –pero como es “reserva”…- propuestas y promociones de… ¡de virtudes!...

“Siempre lo harían mejor que los demás”.
Es casi un epitafio… que decididamente le pone anclajes al ser, y le condena –se condena-… a lo más establecido, a lo más convencional, a lo más…
Todo un retroceso.

Es como aquellos que emigraron, y allí donde fueron triunfaron, generaron, gestaron… Y como se fueron con reservas, con prejuicios de a donde llegaron, anhelan volver… ¡a la aldea que les daba hambre, miseria, persecución, daños, prejuicios, castigos!…
Y vuelven…
Y en sus razonamientos, se llenan la boca de… el destino, de la tierra, de echar de menos, de…
Una serie de tópicos lacerantes ¡que no permiten la evolución! ¡Que no dejan espacio creativo! Que se condenan, especulando sobre lo que hacen, lo que no hacen…: si hacen mucho, si hacen poco, si aquél hace más, si aquél hace menos, y por qué yo, y por qué…
Como una máquina de triturar.
El que acompaña, el que en comunión está, no se valora en razón a los demás; se da, en consciencia, a lo que es capaz.
No hay cansancio, porque el entusiasmo puede más.
Y la retirada no está.


Testimoniar sin renta, testimoniar sin ganancias, testimoniar sin valoraciones…
“Estando”, porque nos tienen, porque nos sostienen, porque nos mantienen.


Al menos, “alerta”… ante el desgaste dualista que se tambalea entre las reservas, el cansancio… y las retiradas.
 Despiertos ante la llamada de las ilusiones, los compromisos, los deberes, las confianzas.








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