Nos llaman a
orar para darnos a conocer nuestras referencias
3
de julio de 2017
Y orando… en la llamada orante que nos llama a orar… el ser se dispone a encontrarse, a sintonizarse, a referirse… fuera de su identidad. Es decir que, así como cada uno se escucha en lo que se dice a sí mismo, en el instante de orar escuchamos, nos referenciamos… bajo otras coordenadas que no sabemos precisar; que son inabordables pero que ahí están.
No sabré por qué este planeta está en esta galaxia, ni por qué estamos en esta galaxia, ni hacia dónde se dirige y se mueve, y por qué, hacia algo que llaman “el gran atractor”.
No sabremos –seguramente nunca- el porqué de esta constitución… de lo que llamamos “materia”, y cuál es el sentido de su presencia. ¡Pero estamos ahí!... ¡Somos de ahí!... ¡Vivimos ahí!...
No… –y esto es importante, aunque parezca un café con leche- no nos hemos gestado a nosotros mismos. Somos un producto de un acontecer que llaman “vida”. Pero no nos hemos gestado a nosotros mismos. Tenemos antecedentes.
Y esto, aunque parece evidente, luego no se ejerce en la consciencia individual, sino que parece que el ser se ha gestado a sí mismo y –como se suele decir- “se ha hecho a sí mismo”. “Todo lo que tiene se lo debe a sí mismo”.
El “simismismo” –o algo parecido- es una pretensión similar a la de los que subrogan un vientre en alquiler. ¡Algo parecido! Es la prostitución, llevada a la fecundación; que cada vez más se extiende y se aplaude como algo… ¡natural!
El ultra machismo, ¿no?: “Alquilo tu vientre… y me llevo el producto por el dinero correspondiente”… La ultra prostitución.
Pero, ¿ven? La mente está cambiando. Y nos están proponiendo modelos; hasta se nos muestran como simpáticos. Y pretenden ser referencias.
De ahí el aviso y advertencia del Sentido Orante, de que nos llaman para darnos a conocer… y darnos cuenta de que nuestras referencias, aunque sean un misterio inconmensurable, son las verdaderas referencias…; que hacen que sus mensajes nos lleguen por la casualidad, la oportunidad, la suerte, lo imprevisto, lo imprevisible, lo inesperado…
Podríamos decir, en ese nivel de referencia, que el ser de humanidad ha sido dotado de lo que se llama “inteligencia”… –ha sido dotado de ello- para que tome consciencia de su procedencia.
Pero ocurre que, cuando el ser se da cuenta de su inteligencia, toma consciencia de su Poder. Y resulta que le han dado esa posibilidad de inteligencia para que, en el ejercicio de ella, plante, recoja, aprenda, descubra…
Todas esas cualidades… son una miniatura del ejercicio de nuestra “fuente de procedencia”; de nuestra referencia. ¡Y esas ‘posibilitancias’ inteligentes nos deberían llevar!, ¡nos deben llevar!… a la consciencia gratificante de sabernos dotados de recursos para tomar consciencia de que la vida es una expresión que se gesta para hacerse referencia de un Misterio; que se gesta para un convivir armonioso, gratificante, generoso. Que, precisamente, mi inteligencia y mi capacitación para ejercitarme en mi medio, ¡no me aleja de mi génesis!, de mi procedencia. ¡Justamente al revés!: ¡me debería acercar!...
Pero justo… el hombre, con su prepotencia con respecto a su propia especie –que es su patrón de referencia-, se establece como dueño y señor, y no reconoce su procedencia. Y así, en vez de acercarse a la materia orante viviente, se aleja del Misterio Contemplativo, y se va a sus quehaceres ‘motivativos’ de dominio, control, especulación, manejo y manipulación, que gestan miserias, dramas, tragedias, persecuciones, guerras, hambre… y Facebook –que ayer conmemoraba los dos mil millones de usuarios activos… al mes-.
Son los nuevos patrones de referencia. Podemos ignorarlos. Podemos negarnos. Pero están ahí; y bambolean, cada uno en su don de importancia. Y de siete mil quinientos millones, ¡dos mil millones!... ejercen en realidades virtuales, en egolatrías banales, ¡a vender su imagen!, a escribir su libro, a buscar el aplauso o a verter el ácido crítico… como “portales” de Belén. El portal de éste, el portal de aquél…
Sin duda, hay muchas humanidades dentro de la humanidad. ¡Muchas!... Fracciones de fracciones que se reconocen como auténticas y válidas. Y, por supuesto, verdaderas.
Y no hace falta recurrir a grupos grandiosos o grandilocuentes o poderosos. Basta con acudir a una persona, para que ella te explique su verdad, su contundente decisión, su manifiesta arrogancia… ¡y ya está!
Referenciarse a través de la oración implica comprensión, humildad, disolución de rencores, envidias y odios; implica la pérdida de arrogancia… y darse: darse en el hacer; en el hacer que sirve, que ayuda.
No hay, en esa referencia, espacio para la hipocresía. No es aséptica. “No es aséptica”. No es fría y de cálculo correcto.
¿Hasta dónde se ha llegado en la usurpación de la vida… que el ser es capaz de mantener una conducta, comportamiento y estabilidad… de equilibrio, siendo todo rigurosamente falso? Apariencia. ¿Y detrás de la apariencia? Arrogancia, odio, rencor, prejuicio, juicio y, si es posible, castigo; condena, por supuesto.
¡Y cada uno está en su…! Pero, al profundizar en él, ya tiene el juicio, la sentencia y la condena de éste, de aquél, del otro y del otro. A veces lo dirá, y la mayoría de las veces no lo dirá. Se comportará como… como una inmaculada presencia. E incluso, casi ejemplar. Y que además, a veces, ¡la propia persona se lo cree!… Y lo emplea como medio dizque “de supervivencia”.
Esas son las consecuencias de autorreferenciarse, autoproclamarse; y en consecuencia, los demás –que también se autoproclamarán, pero no son reconocidos por cada uno, sino al revés- son rechazados o criticados.
La impunidad avala la hipocresía. Y cuando se contagia, se crea una película… ¡mala! “Mala”, en el sentido de que está mal filmada, los planos no son adecuados, no tienen la luz correcta… Por poner unas referencias. ¡Pero!... escasamente, excepcionalmente, hay alguna buena película; y como –en consecuencia- la mayoría de la mayoría de la mayoría es mala, se convive en ese caldo de cultivo de hipocresía avanzada.
Y a partir de ahí se puede justificar cualquier… cualquier posición… Lo cual convierte la vida en algo gravoso, agravante, incómodo, ¡doloroso!
Entonces, ¿quién creó esta comunidad humana de dolores, tragedias, dramas…?
El propio hombre –como especie-.
A poco que nos referenciáramos en este Universo, en esta Creación, no habría cabida para tanto desajuste… como el dolor que se sufre, como la angustia que reclama, como la ansiedad que… ¡llama!
(Silencio significativo)
El silencio, en su benevolencia, es el cómplice del Verbo Creador. Y nos permite el suficiente instante de vacuidad… para notar la presencia… de algo más que uno mismo.
(4 min de silencio)
Han llamado a orar. Y con ello se ha puesto en evidencia el referencial.
Aunque el ser se aferre a… el propio, y defienda su propiedad, al menos que sea consciente de que ése no es el referencial; que los equivalentes a los referenciales son los ideales que surgen sin saber su origen; que son… las creatividades que emanan sin conocer su procedencia; que son las improvisaciones que espontáneamente se emiten… sin ninguna intención.
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