Compasión complaciente
2 de enero de 2017
“Indecisos,
dudosos, sospechosos, temerosos”… son actitudes y posiciones ante el vivir, que
no son, precisamente, disposiciones que promocionen la virtud, la fuerza, el
entusiasmo o… la alegría.
Pero cuando se
instaura la economía de la excesiva prudencia, la economía mental de la razón
sensitiva, con sensualidad consensuada; cuando se hace en el sentido de la
importancia, de la posición de fuerza, como desafío… Pero, en el fondo, como
escapismo ante evidentes responsabilidades y compromisos que se van gestando,
por un hacer inevitable…
Podríamos tener una
imagen… muy demostrativa. Verán. Existe un continente, África, nuestros
vecinos, ¡todo un continente!... –que, por cierto, nunca hemos sabido qué hacer
para… bueno, el racismo, el fascismo, la xenofobia y todas esas cosas, ¿verdad?-.
¡Pero vamos al caso! Si se fijan, y repasan un “pelín” de Historia, ven que
todo el continente está rotulado –sí, con rotulador- por fronteras coloniales
inexistentes, pero forzadas por la obsesión de mantener los poderes y las
influencias, y poder dejar, a lacayos neocoloniales, que echen de menos siempre
al amo.
¿Cuál es… cuál es
la conclusión?
“¿Y esto qué tiene que ver con…?”.
¡Sí! ¡Sí, sí, sí,
sí, sí! Esa rotulación de un continente es la que habitualmente está en la
mente de un contribuyente –un contribuyente occidental: francés, inglés,
alemán, español-… Sí; ha rotulado o rotula su estar, su vivir y su compartir,
de forma que no quiere perder nada, quiere ganarlo todo, quiere tener esclavos,
quiere tener libertades, o no sabe qué son libertades, pero para ello tiene que
combatir, tener alguna guerra civil de vez en cuando, en el norte, en el centro…;
necesita a Boko Haram o cualquier otro grupo así, entretenido, de matanzas… de
neuronas o de…
Y, claro, la
verdadera identidad de ese continente, no… no está. Estuvo, porque
probablemente de allí se fueron gestando y promocionando… las humanidades. ¡Y
claro que los espacios naturales van configurando determinados grupos!, pero
nada de eso se respetó en la conquista de África, sino que se creaba ¡lo que
hiciera falta!
Los colonos, con la
extracción de su materia prima, establecieron… ¡igual que una persona cotidiana
y buscadora de éxito o de triunfo!, o de un hacer parcelado, indeciso…
“Hoy corro la cortina; mañana, no”. “Ahora abro la
ventana”. “No. Que venga la policía”. “Pero no, mejor al psiquiatra”. “No, no.
Seguramente el psicólogo…”. “¡Huy!, tengo que ir al odonto-estomatólogo”. “Tengo
que… Necesito oftalmólogo”. “¡No!, necesito corticoides”. “No. Lo mejor será
irse a la playa”. “¡No! Esto se arregla con un buen chico o con una buena chica...
¡Pues la verdad es que no estoy seguro!”. “Cogeré el metro. No, pero ahora que
soy… no puedo. ¡Necesito un coche!”. “Ahora…”.
¡Ufff! ¡Cuántos
cacharros!…
Y África es tan
grande, ¿verdad…? ¡Es grande!...
Por eso nos vale
ese modelo: para… “constitucionalizar” la mente contemporánea. Y es tan grande
que, claro, no solamente pasa de todo, sino que ocurrirá más.
“No solamente pasa ¡de
todo!, sino que ocurrirá más”.
Pero… las ansias
del conejo que lleva delante la zanahoria –pero que nunca alcanzará- llamada “felicidad”:
¡Agh-agh-agh-agh!... Jadea corriendo para alcanzarlo. Y como la mayoría está en
ese resquebrajado afán –y aquí viene la preocupación orante-, ¡se da por bueno!,
sí…
“¡Qué le vamos a hacer! A unos les toca ser pobres, a
otros les toca ser ricos; a unos les toca mandar, a otros obedecer…”.
Volvemos a la
civilización de los “Esásis”: ¡es-así,
es-así, es-así!
Imagínese por un
momento –nos sugiere el lema orante de hoy-… imagínese por un momento que las
fronteras se borran, los guardas fronterizos desaparecen, los lenguajes se
hacen con signos o con sonidos… que ya se entenderán; el tránsito de un sitio a
otro se hace fluido, sin impedimento; el que va hacia allá no tiene
inconveniente en llevar a alguien más; el que viene hacia acá, tampoco viene
vacío; por un instante hay hambre, y siempre habrá algo cociendo, algo hirviendo;
la llamada del café o del té… estará humeando por cualquier carretera.
¡Ah! Pero es
posible –sí, sí- es posible… que amuebles tu mente, tu sentir, sin alcabalas,
sin controles de seguridad, sin…
Es posible viajar
sin armas. Sí, es posible saludar… y aceptar saludos. Es posible hasta escuchar…
y no exigir siempre que te escuchen. Es posible –y no está mal- jugar al
frontón, pero ¡es posible jugar con otro!... y no solo. Es posible descubrir
que hay mejores amigos que los perros –¡y son buenos, sí!-…
O sea que es
posible no parcelarse, no resquebrajarse, en el nombre del dominio de la
prepotencia personal. Sí. La respuesta habitual es:
.- ¡Ah! Pero yo no tengo por qué aguantar esto, ni me
gusta lo otro, ni me parece bien aquello…!
.- ¡Oh, sí! ¡Claro! Y eso, ¿a costa de qué va a ser? ¿Se
ha dado usted cuenta? Como se suele decir: ¿Quién va a pagar el pato… para que
usted obtenga un resquebrajado reino de importancias?
Sería, además de…
el planteamiento figurativo –y, por un momento, hacer tabula rasa-… sería
menester, de cara a ser habitantes de Universos, a ser misterios de vida, sería
sugerente que, al menos, se pusiera –ya que hay tantas dudas y tantas
indecisiones, y tantos condicionantes y tantas resquebraduras- se pusiera en
consciencia la posibilidad de que “eso no sea así”; que se quite de la
consciencia de que “eso es así”. “Es así”.
Volvemos a esa civilización… “esasí”.
Introducir esa
variable. A veces, la introducción de una pequeña variable hace reacomodar todo
el “amueblado” de consciencias preestablecidas.
Y en este panorama
que nos presenta la oración, hoy, se nos muestra –por tradición- un día con
“noche buena”. Sí, podemos ignorarlo y podemos… pero cualquier pizca –después
de lo visto- cualquier pizca de oportunidad en la que se insinúe la bondad, es…
es buena; cualquier momento en el que puedan hacer algo de especial relevancia,
es… encontrar el oasis en el desierto: el día que, con su noche, se anuncia
como “bueno”. Sí, sin especificar en qué consiste lo bueno, pero con la
generosidad de que se relaciona con un “nacer”, con una “nueva” dimensión.
Cuando contemplamos
a un bebé, imaginamos mil cosas... “¡Ah! Ha
tenido este gesto, se ha movido de esta forma...”. Y podemos imaginar que será piloto de pruebas
o inspector de mercancías o agrimensor… “¡No!,
¡seguramente será policía!”…
.- ¡Tiene pinta de… de ser bailarina! ¡Oh!, ¡mira las
piernas! Mira, aquí pone ‘El lago de los cisnes’!
.- ¿Y dónde has leído tú eso, chico?
Sí. El nacer
despierta imaginación, especulación. Y todo está tan tierno que puede pleomorfizarse,
aunque traiga un plan ya; que, bueno, si permitimos que ese plan se exprese, se
muestre…
Pero todo nacer
supone ‘creativizar’, renovar, sorprender, rejuvenecer… imaginar y futurizar.
¿Y qué… y qué intuimos en este nacer, en este día –¡día, día!- de
“noche buena”? ¿Qué nos muestra? ¿Qué sensación nos da? ¿Qué… qué lema de
actitudes? ¿Qué sugerencias…?
El sentido orante
de hoy, día de “la noche buena”, nos revela –en el “Año de la Revelación”- bajo
qué referencias vamos a vibrar –sin perder lo revelado, que siempre está, pero
que ha tenido su relevancia, sin duda, durante este año-. El sentido orante nos
revela que entraremos…
Entraremos en “La Compasión Complaciente”…
Un paréntesis de
silencio, como preámbulo del “Verbo Divino” que custodia estas dos palabras;
que suponen –bajo el anuncio de un día de “noche buena”- una disposición…
compasiva; una actitud… con pasión; una prestancia de compasión ante cualquier
dolor, aflicción, inquietud, ¡desconfianza!… Y todo ello con el apellido de “la complacencia”.
Una compasión no dolorosa,
no incómoda o… de bandera de virtudes, sino –más bien- una “Compasión Complaciente”, por la complacencia que se genera ante lo
compasivo que se ofrece y que se recibe –“que se ofrece y que se recibe”-.
Se pone, así, un
veto a la contienda, a la necesidad, a la envidia, a la egolatría…
Y el hecho de
hacerse testimonio de “Compasión
Com-placiente”… nos transporta a la dimensión de… el afecto, la ternura, la
gracia, la ilusión…
¡Ay! Sí, sí. Parece
delicado. Parece, por momentos, difícil. Pero va a tener el ¡aporte orante!…
que se emana desde hoy. Va a tener el apoyo del recuerdo vivo de cada día. “Sin
dudas”, con la “Compasión Complaciente”.
“Sin miedos”, por la “Compasión
Complaciente”.
La disculpa, la
comprensión, la aceptación; la continua esperanza y ¡certeza!... de que la
Misteriosa Fuerza va a ser un aliado que… ¡alienta!: pondrá calor donde el frío
aprieta; pondrá flexibilidad, donde la rigidez ahoga; pondrá sonrisa, donde la
seriedad discute; pondrá credibilidad, donde lo incrédulo golpea.
Pondrá… ¡otra cara!:
la cara transfigurada de lo que realmente somos, y hacia donde debemos
transitar como seres de Universo, de Creación; ¡de iluminada presencia!...
Sí. Es un salto. ¡Un
salto!... que, por momentos, puede parecer entre imposible e inútil. ¡Cosas de
la Providencia!... “Imposible, inútil y estéril”. Pero, si es algo que nace en
un día de bondad nocturna, nos augura… –bajo esa luz negra de Misterio- nos
augura que es el momento… “ahora”;
es el momento de ejercitarse en esa andadura. Y ello debe suponer –en el
momento en que se escucha, cuando la oración se hace… “premura”-… hace que
pueda brotar en cada ser… el dejarse inspirar, el abandonar los linderos, esos
rótulos de justicia, esa consciencia continua de transgresión y de preparación
para el combate.
¡Sí! Es… el
momento… de saltar.
***