Miedo
y ataque
13
de marzo de 2017
Dos
momentos significativos… se comunican cotidianamente en el convivir del momento
actual de nuestra especie;dos momentos que crean una intransigencia, merced al
mecanismo de la razón, la parcialización…;ydespués viene la no-escucha, o la
escucha…¡mínima!
Pero vayamos con esos dos
elementos: “el miedo” y “el ataque”.
El sentido orante nos advierte de
que habitamos en un universo con un diseño y una característica… de “confianza”,
en la que debería estar excluido el miedo.
Y como hemos dicho otras veces: “Que esté la atención, la alerta, la alarma
–si acaso-, pero el miedo no”.
Pero, ciertamente, el miedo ha
trascendido, y es el promotor –con las razones consiguientes- de “el ataque”.
En alguna medida, gran parte del
convivir se hace con mecanismos de ataque… sustentados por la razón. Y cuando
vemos cualquier opinión, enseguida nos resalta el ataque que se hace al otro, o
el acuse de recibo de haber sido atacado.
La razón nos dio un buen
instrumento para explicar la causa y el efecto.Pero la vida es mucho más
compleja… que es un sistema binario;la hemos reducido a sistema binario, pero
es una reducción que conlleva el ¡error!
Toda interrelación, relación o
convivencia basada en el miedo y en el ataque es un error. Y se puede convertir
en un horror. En realidad, es una
muestra pequeña de la guerra, por supuesto, pero… el sentido orante la
parcializa, hoy, para alertar de esa costumbre –¿costumbre…?-, hábito
–¿hábito?-, ¡norma!… Y así sucesivamente.
En todo ello, hay poco de escucha, afecto,
respeto; y hay mucho de enredo, de prejuicio, de juicio, de condena.
El miedo, que sin duda surge de la
incomprensión, del maltrato, de la persecución, de la esclavitud…, no se diluye
con razones; se disuelve con… intenciones, con actitudes, con comprensiones,
con saberes. Sin discusiones.
El ataque, con el respaldo del
miedo, busca gestar miedo en el otro… Y así, poder mantener la importancia
personal, la “autoridad” –entre comillas- que corresponda, el valor que se le
dé… Pero, todo ello, efímeramente “incompetente”.
El sentido orante busca la
inspiración sin miedo.
Se vale de la explicación… de
emociones, de sensaciones; y las razones…“pesan menos”.
El ataque, que tiene su origen en
el juego, en el divertimento, se hace violento cuando razonablemente esperaconseguir
un resultado, un beneficio, una ganancia.
La esperanza, como aroma del
corazón; la confianza mutua, como certeza de evolución; y el humor entusiasmado,
como manera de comunicación… sin duda
disuelven esa trilogía de razón, miedo y ataque. Y entonces nos quedamos con “juego”,
“escucha”, “respeto” y “admiración”.
Hoy, amparados en ese miedo y
certero ataque, se sustentan la seguridades, se esgrimen los muros, y se
establecen las reglas–en definitiva- de “la guerra”. Pero, bajo el sentido
orante, no podemos dejarnos llevar por esa situación; más bien, alertarnos por
la necesidad de mayor confianza, por la imperiosa urgencia del ejercicio de la
fe, por el humor-amor… que parece ausente cuando se esgrimen razones.
La “fortaleza orante”, basada en la
cubierta que destila la Creación Misteriosa sobre la vida, es el auxilio y el
cuidado permanentepara incorporarlo como un modelo más, un molde más…que pueda
servir para denunciar miedo o ataque o violencia…; pero, a la vez,que pueda
servir para… entendimiento, comprensión, adaptación…
Centramos nuestra atención orante…
en la comprensión, en la diversificación, en la escucha y en la obediencia.
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