Qué aporta usted
6 de marzo de 2017
La
vida se mantiene por innumerables aportes… de la naturaleza de los seres
vivientes.
¡Y
a este propósito!: ¿Qué aporta usted?
¡Sí!...
Quizás sea una pregunta así como… ¡incómoda!, pero parece necesaria.
¡Hoy!, el sentido orante
nos pregunta: “¿Qué aporta usted a la
vida?”.
Usted,
como individuo, como personaje, con su personalidad, con sus manías, con sus
virtudes, con… ¿Qué aporta?
¡Recuerde…
que fue un diseño universal!, y que llegó a configurarse aquí para cumplir una
misión, una necesidad.
–Esto
es para situarse-.
¡Entonces!,
¿qué aporta usted…?
Evidentemente,
estamos hablando de aportes originales, particulares. Ya se sabe que la
diferencia genética entre un ser humano y otro ser humano es ¡ínfima!, ¡ínfima!
¡Pero!… significativa.
Al…
–probablemente- al preguntarse qué aporto, qué he aportado a esta vida de
humanidad, bacteriana, viral… –¡a la vida!: qué he aportado-, probablemente
resulte –a veces- difícil, el
encontrar específicamente qué, qué, cuál… cuál es mi aporte.
¡Ah!
¡No preocuparse, no preocuparse, no preocuparse! “¡Nunca es tarde –dicen- si
la dicha es buena!”.
Entonces,
como probablemente a veces no se pregunta uno esas cosas tan… ¿trascendentes o…? –bueno: o-, dejan el cuerpo un poco… así, ¿no?
“¡Tan pronto!… ¡Y a
estas horas!... ‘Y yo, ¿qué he aportado a la vida…?’”.
¡No,
“a mi vida”! ¡Eh, eh, eh, che! ¡No, no, no, no, no, no, no, no! ¡No, a la tuya!
A la tuya habrás aportado todos los egoísmos que hayas encontrado… cada vez que
te levantas. ¡No! ¡Estamos hablando de “en general”! En general, en general, en
general. A la vida, a la vida, a la vida.
Dice
la canción: “Gracias a la vida, que me ha
dado tanto… tatatá tatatá tatatá”…
Bueno,
bien. Eso está bien. Pero, ahora: “¿Y usted…? ¿Qué ha aportado?”.
Porque
hemos dicho anteriormente que la vida se mantiene gracias a los aportes de los
sistemas vivientes. En consecuencia, si usted no… no tiene un poco claro qué ha
aportado, está usted perjudicando seriamente…
a la vida.
El
caso –para no desanimarse- es que el diseño que tiene cada ser está preparado
para aportar, porque ha surgido como una necesidad. Así que ¡no están
difícil!...
Y
si no se sabe hasta ahora, o no se ha ejercido hasta ahora, pues… a partir de
ahora… se empieza a ejercer.
“No
van a pasar factura”.
Pero
lo importante es… –sí- la consciencia del aporte.
Es
una manera de sentirnos universalmente vivos, y ser cooperantes –suena bien-
del vivir; del vivir liberado, del vivir… enamorado.
Hay
que hacer la advertencia de que “las comparaciones son odiosas”, ¿um? ¡Sí!, porque
no se trata de comparar; porque, a poco que comparemos con algún personaje que
ha aportado… Facebook, Superman o… o Batman –¡fíjense en todo lo que aportó
Batman!-, pues estás perdido. Dices: “Si yo
no he aportado nada”…
No.
Por tanto, no, no, no se comparen. Es un mal ejemplo. Cada ser tiene su “pizca”
de aporte y… “es necesario”.
¡Sí!
¡Sería como escuchar un grito en el desierto!, que dijera:
.- ¡Te necesitamos!...
Antonio, Manuel, Luis, María, Ana, Lucrecia!¡Te necesitamos!
.- ¿A mí?
.- ¡Sí! ¡A ti!
Esto
no nos hace importantes. ¡No! Nos hace participantes;
participantes conscientes, que se exponen, que se ¡dan! No, que racanean y se
esconden, y se mienten y se… ¡Aj!
.- ¿A mí? ¿A mí me
necesitan?
.- Sí, a ti. Te
necesitamos.
.-. Pero si yo, si
yo…
.-. ¡Sí! ¡Dilo, dilo
sinceramente!
.-. ¡Si yo vivo muy
bien a costa vuestra!...
.-. ¡Claro!Por eso
te necesitamos. Para que vivamos los demás, también, como tú. ¿Qué te parece?
Esta
situación debería –o “debe”, no sabemos; ya se verá- llevar a cada ser a una
pulcritud, a un ejercicio de propuestas, promesas, realizaciones… -cada uno en
su posición-, inagotables; sin que por ello el ser se agote, se extenúe… ¡No,
no, no! Recuerden que hemos partido de la naturaleza personal, de la dotación
que cada ser tiene. En consecuencia, no se va a ver… resentido.
Puede
ser que al principio cueste encontrar, o no se encuentre…Pero, con el empeño de
la pregunta, se encontrará el qué o qué es lo que se está aportando. Y, a
partir de ahí -¡ay, a partir de ahí!-,a partir de ahí el ser tiene que ser como…
como una central nuclear, que… incesantemente se replantea, se reconsidera, se
hace control de calidad, se mejora, se…
¡Ah,
sí! Una pequeña advertencia: en esta pregunta,no se admite como respuesta el
lastimero maraqueo de los desesperados… o desesperadas:
“¡Ay! ¡Yo no aporto
nada! ¡Ay! ¡Yo no sirvo para nada! ¡Ay!...”.
¡No,
no, no, no, no, no! No puede contravenir el primer principio, según el cual, ha
sido creado por una necesidad. Así que… eso es ¡un cuento sadomasoquista!,
propio, que hay que desterrar;a no ser que se quiera seguir pensando que la
tierra es plana, y que el sol da vueltas alrededor de nuestro planeta.
O
sea que, los desesperos, ¡fuera!; las incapacidades, ¡fuera!
“Yo no puedo porque…
no sé…Voy a tenerme que hacer un psicoanálisis profundo para ver…”.
No,
no, ¡nada!“Justificaciones”. Ganas de despertar lástima, para que otro haga por
ti lo que tú debes hacer.
Y
todo, todo eso que aveces ocurre, de desespero y de incapacidad, ocurre por la timidez
y la falta de desinhibición y de ¡creencia en las propias facultades!, en los
propios recursos.
Es
como aquel que se siente feo… o fea.
.-. ¡Es que yo soy
feo!… ¡Yo soy fea!...
.-. Tú, lo que eres
es ¡bobo!... ¡Es distinto! Es un estado de consciencia transitorio, que tiene
curación. ¡No hay seres feos! ¡Todos los seres son bellos! Aunque he de
reconocer que a veces cuesta trabajo verlo. Pero eso son ya exigencias muy
particulares.
Y
todo surge por las comparaciones:
“¡Ay!… Mis ojos son
más pequeños que los de Pepita”. “Mi nariz es más grande que la de Antonio”…
¡Psss!
Con la nariz de Cyrano de Bergerac,¡tenemos narices para todos! ¡Él nos ganó a
todos!...
Es
un personaje… que deberían conocer: “Cyrano de Bergerac”.
El
caso es que… no, no hay que menospreciarse, minusvalorarse; o a veces, incluso,
algunos emplean la estrategia de la humildad…
“¿Y yo… y yo qué
puedo hacer… Y yo, y yo…”…
Así,
al estilo gallego: “Y yo… pues yo… pues
no sé… Pues yo… ¿pues yo qué voy a hacer? ¡Si soy gallego!, ¿eh?”.
Hazlo…
como mínimo lo de Rajoy. Mira: sin hacer nada es presidente. ¡Es un fenómeno!
¡Con lo difícil que debe de ser, ser presidente!
Pero
sí, sí.El ser, ante esta demanda, se va al pozo. “Al pozo”, quiero decir… se
incrusta la cabeza como el… Sí. Se incrusta la cabeza como el animal que no
quiere ver, el avestruz, y guarda sus sentidos ante determinadas
circunstancias.
Y
no. No, no. No… no vale. Porque es una posición… ¡falsa!
.- Es que no me
atrevo. Es que…
.- ¡No, no, no! ¡Practique!
.- ¡Es que no
puedo!...
Esa
frase es terrible: “¡No puedo!”. Entonces… con el poder hemos topado:
.-. ¡No puedo!
.-. ¿Cómo que no
puedes?
.-. No, que no
puedo. Que yo lo intento, pero no puedo.
Vamos a descerrajar,
para abrir la puerta de la consciencia, de la espontaneidad y ¡del aporte! Sí
puedes. Pero ¡sin poder!, sin beligerancia, sin don de importancia.
Y
el entorno, que te necesita, te
apreciará; dará muestras de… “¡Ah! ¿Pero
tú existes? ¡Ah! ¿Pero tú aportas? ¡Ah! ¿Pero tú…?”.¡Claro!...
Si
hasta ahora daba igual que estuvieras o no estuvieras, que vinieras o no, a
partir de ahora sí se notará. ¡Se tiene que notar… que estás! ¡Y se te nota que
estás!, por lo que aportas con tu personalidad, con tus recursos, con tus
formas de actuar.
Ayudando
a que cada cual haga sus aportes, hay una estrategia muy simple para sentirse
comprometido “a colaborar”, y es… responder a otra pregunta:
“¿Qué
me aportan los demás?”…
Sean
conocidos o desconocidos. ¡Me da igual!
Y
¡claro!, descubriremos inmediatamente que hay una serie de aportes -¿verdad?-
que me permiten hacer una serie de cosas, que me permiten… ¡vivir!
En
justa correspondencia cabría pensar que se debe actuar:“aportando”. Mas eso no es siempre así,por
eso el recurrir a esta pregunta, y el descubrir inmediatamente lo que nos aporta…
lo que nos aportan los demás; lo que nos aportaron diariamente.
Esta
respuesta que cada uno se dé, va a ser de gran ayuda para… para ver que sí
tengo capacidad de aportar, porque estoy diseñado para ello.
También
ocurre –nos recuerda el sentido orante- que, a la hora de aportar-¡ay!-... suele
ocurrir un horror frecuente. Sí. Y es que… se recorta. Sí, se recorta. Si tiene
que aportar veinte –porque tiene veinte-, por si acaso, y por seguridad, y
porque "no vaya a ser que”… aporto diez. Y los otros diez, ¿saben para qué son? Para la carcoma. Para que se carcoman. Para que
se carcoma el propio sujeto. Para eso son.
¡Pero
hay un aire de miedo y de prudencia excesiva!, que… que parece que hay que
“reservarse”… hasta puntos, a veces, increíbles.
¡No!
¡No, no, no, no, no! Verán. Esto funciona de la siguiente manera: si tú tienes
veinte, y das veinte, como te quedas vacío, inmediatamente se te llena con
cuarenta.
.-. Dirá, ¡con
veinte!
.-. No. He dicho
cuarenta.
.-. Cuarenta…?
.-. ¡Sí! Siempre se
te dará más. ”Por añadidura”. Es así, es así. Igual que hay tres cuartas partes
de agua y una parte de tierra. Igual que hay… -¡pfff!- incontables universos, y
nosotros estamos aquí, en esta tierra.
Es
un fenómeno no fácil –por así decirlo- de comprobar. Pero, ejercitándolo, se
ve.
Es
semejante a un grano, un grano de trigo: ¿cuántos granos tiene la espiga que
nace de él?
Así que, si un grano de trigo es capaz de dar
cientos de granos, ¿cuántos aconteceres ocurrirán y sucederán cuando el ser
aporte lo que es? Como un grano de trigo.
Hay…
hay un consuelo invisible… que envuelve nuestros aportes y los hace suaves, los
hace sonrientes, los hace capaces.
Hay
un consuelo que…se gesta en la medida en que aportamos. Un extraño acontecer
que… claramente no es nuestro. Que
está ahí… o que viene aquí…
No
se sabe.
***