LLAMADA ORANTE
A PROPÓSITO DEL RENCOR, EL RESPETO, EL RIGOR
23 de enero de 2012
Por… momentos… el ser, la comunidad, la ciudadanía, el país… se comporta… según criterios de rencor… y es fácil generar guerras… rabias… venganzas… odios…
¡Por momentos!... por momentos, cuando… se consigue, se logra, se alcanza –por momentos-… ¡parece!... haber respeto… –algo cada vez más escaso y… y más indefinido-.
También por momentos –¡por momentos!-… aparecen rigores –que… ¡no son precisamente amores!- en los que… se condena, se castiga, se… juzga, ¡se prejuzga!... se ordena, se manda… y se cofunde el rigor con el poder y… ¡se pudre!
¡Quizás!… sea necesario, desde el sentido orante –“quizás sea necesario, desde el sentido orante”-… ¡el recordar!… de forma… recurrente… y reincidente, aquello del respeto; aquello del rigor. Y… el rencor… situarlo… en el tiempo de disolución; en el tiempo en el que… recogemos… lo mejor. Y lo que entendemos que es peor, lo… renovamos, lo reciclamos, lo…
Todo parece indicar que la Creación ha… respetado y respeta la vida –ha respetado y respeta la vida-.
Todo parece indicar que… el hacer del hombre a través de la historia… no ha sido… constatado, por las Fuerzas Creadoras, como… algo a lo que se le tenga rencor y, en consecuencia, se le combata, se le castigue…
El rigor… con el que la Creación nos regala… es “rigurosamente”… amoroso.
¡Es un rigor… pulcro, limpio!...; muy calibrado. Un rigor ¡creativo!... aspirante a… perfecciones.
Todo parece indicar –en torno a estos tres aspectos- que la Creación nos quiere enseñar, nos quiere mostrar…
Lo Divino, en su Complacencia, nos muestra el rigor… por todas las capacidades que… albergamos… y que… tienen escaso desarrollo.
Así que –por momentos- pareciera que… las confabulaciones de vida… se hacen ¡extremadamente rigurosas!... castigadoras… ¡rencorosas!…
[9 minutos de silencio]
Y suele ocurrir que, pasado… un tiempo de… relación, de convivencia, de… roce…, se van acumulando… pequeñas confianzas… que, en sí –como los roces-, no parecen… albergar grandes problemas, ¡pero!… el roce termina por… sangrar, y… y la confianza termina por… dominar. Y entonces, entre los seres se establece fácilmente… –casi sin darse cuenta- un tipo de relación… de “rencor”… en el que por momentos se admira algo del otro, pero… se es rigurosamente inflexible ante sus… errores o… fallos o… perturbaciones que pueda tener.
El rencor autoriza a… perder el respeto. ¡Y como es tan natural, en base a la confianza que se tiene!…
[10 minutos de silencio]
Hay, sin duda, un “cuido”… en base a… casualidades, circunstancias, acontecimientos… encuentros, descubrimientos, suertes… –cúmulo de incidencias que nos hablan… del riguroso respeto que… la vida establece sobre nosotros-…; a la ausencia de rencor… –porque con él como ejercicio fundamental, la vida se habría acabado-.
El… respeto, como bálsamo que… alivia la posición de cada uno –que la permite desarrollarse-. El respeto como expresión de… admiración.
El empleo… del rigor, no como poder… ni como justicia, sino como modelo de evolución, de perfección, ¡de realización de los recursos!..., de las capacidades y posibilidades que tiene el ser.
Ahí no cabe el rencor.
Que el pasado no usurpe las posibilidades del futuro… haciendo, “cumplimiento… de rencores”, todo el presente.
Desde el momento en el que el ser, en vida consciente está, se le respetan rigurosamente sus opciones.
En la medida en que… éste contempla… cómo se confabula la Creación en torno a él –no como rencor, sino como “posibilitadora”-, en esa medida, cada cual debe llenarse de ese respeto amoroso; de ese rigor… de amante.
Eso es reflejo… reflejo Divino.
¡Eso es!… expresión… de Misterio...; de… Bondad.
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