LLAMADA ORANTE
MEMORIAS
16 de enero de 2012
Y los recuerdos constituyen una… casi “asignatura” sobre la que se… ¡argumenta!… una actitud presente…, una posición actual…
Y así se construye un… ¡una historia!: en base a… recuerdos: una cosa propia de cuerdos; una cuerda de nudos… y de… ¡enredos!, que… se los modifica, se los arregla, se los barniza, y… y… ¡y ya tenemos una justificación perfecta para el presente!
A eso se le llama también: “me…moría”. ¿Ven? Todo es cuestión de… ¡de tono!
¡La memoria!, que… ¡que tanto dolor!… produce hoy en día: uno –a veces-, porque se recuerda tanto, que no hay sujeto que no tenga un destrozo, y no hay sujeto a quien no haya que juzgar y condenar a cadena perpetua; y otro, porque… ¡quizás!, con tantas cadenas perpetuas, de todo se olvida.
¡Me…moría!
Me moría de pena al ver que…
todos contra mí… se volvían,
pero… no me daba cuenta de que…
yo, a todos, también… les ofendía.
¡Por ejemplo!
Memoria… constructiva, integrativa, depurativa; y… ¡y otro tipo de memoria, que es memoria… y recuerdos, de porfía, de venganza, de rencor!… ¡Mala pócima es ésa!: el pedirle a todos ¡cuenta!..., por sentirse uno mejor. Es cuerda torcida. No es propia de cuerdos.
Le falta… el sutil encanto… de la pluma… que… se bambolea con… el aliento.
Y así…, comunidades enteras, pueblos… –diferentes agrupaciones humanas- y, obviamente, ¡cada persona!, va a… construir su… ¡su identidad!... en base a ser un cuerdo que se va a morir poco a poco.
¡Qué horror! ¿Será que… el manual de instrucciones…?
¡No! Simplemente será que, la memoria –que ahí estaba para construir, para reconstruir, para modelar, para cambiar, para… aliar, para purificar… ¡¡coño!!, ¡¡para avanzar!!-… ¡se queda!, ¡se queda!... –porque es más importante, porque… ¡da más fuerza!- se queda… en el rencor, en... en lo que se hizo, en lo que se dejó de hacer, en “lo que a mí me venía bien”, en “lo que a mí no me dieron”, en “lo que yo quería, y no cayeron”…
¡De repente!, se queda en un remolino de ombligo… en el que por ningún motivo se piensa en los otros; tan sólo… en el absorbente afán… de “mi” memoria, de “mi” recuerdo…
Y resulta que la memoria –como experiencia de especie- es el mecanismo ideal para… hacer las debidas correcciones… ¡que permitan evitar… errores!; ¡no que accedan… al recuerdo permanente de cometer los mismos errores!
Pareciera… pareciera que la memoria de aprendizaje… se obstruyera; ¡o bien!, sólo aprendiera, selectivamente, lo… doloso, lo… incómodo.
Curiosamente, los estudios demuestran que aquellos que han sufrido –según su… óptica- daños y… perjuicios, tienden a provocárselos en el futuro ¡a otros!, ¡como venganza!: “Ya que a mí me hicieron, yo haré”.
Pero… ¡no era así el juego! No, no... El juego era: “ya que a mí me hicieron, no… nunca haré… ¡Aprendí!”.
“Memoria de aprendizaje”: ése es el recurso de la especie; ¡de todas las especies!
¿No huye el gato escaldado, del agua? ¿Han visto a muchos gatos nadar… e irse con el bikini puesto, a la playa? ¡No! ¡Han aprendido!... ¡No van en manadas de “miaus-miaus” a bañarse a Alicante!…
“Memoria de aprendizaje”: aprende, recoge, coge… lo que… promueve, ¡lo que es virtuoso!, lo que es aprovechable, lo que es necesario… y “¡desechaaaaa!”… lo que es incómodo, lo que es desagradable, lo que es… ¡doloroso!, lo que es… penoso. Y así –y así- construye una historia… “com-placiente”.
¡De acuerdo, de acuerdo, de acuerdo, de acuerdo! Se… se tiene una memoria de lo que no se debe hacer… –y de lo que han hecho-.
¡Vale, vale, vale, vale, vale…! ¡De acuerdo, de acuerdo, de acuerdo! Pero no se emplea, ¿vale? ¡De acuerdo, de acuerdo, de acuerdo! Con lo cual se puede “olvidaaaaaaaaaar”.
Sólo hay que recordar…
“Acuérdate de Acapulco, de aquellas noches,
María bonita, María del alma…”.
De Acapulco, sí; de Acapulco hay que recordar todo: el “Acá”, y el “pulco”… El “pulpo”….
¡Oh!, el pulpo… ¡qué maravilloso ser! ¡Tiene una memoria extraordinaria! ¡Sí! ¡De verdad!... Para vivir donde vive –¡el pobre!-, pues… ¡tiene buena memoria!
¡Aaaah!, ¡el pulpo!… ¡Acapulco!…
Entonces –como nos dice la canción-… si hacemos una memoria reconstructiva, “restitutiva”, ¡reconstituyente!… probablemente… ¡de entrada! –de entrada- se sienta uno… mejor.
¿Acaso no gusta… –a cualquier ser- que le alaben lo virtuoso…? O –al menos- ¿que se lo reconozcan? O al menos, ¿que se le recuerde?...
“¡Cuerde, cuerde, cuerde!”… “¡Cuerde, cuerde!”… “Cuerde”, de “cuerda”; de “cuerdo” –no, de atar; no de amarrar; no de sujetar-.
¡Hay que darle cuerda a la vida!... Si no, la “lo-cura” –¡lo que cura!- no se puede… desarrollar; si no… ¡no sale el barco… a la mar! ¡Porque está… con la cuerda puesta! Está en dique… seco.
El puerto… es un momento… ¡para repostar!... ¡pero enseguida hay que soltar amarras!
¿A alguien le gusta –acaso-… estar atado, sujeto?
¡¡Entonces!!, ¿por qué atarse y sujetarse… obstinadamente a los recuerdos? –recuerdo: ¡cuerdo, cuerdo!; ¡cuerda, cuerda!-, ¿a la “me-moría”…?
-Me moría… una y otra vez, recordando lo que el 14 de abril de 1987 me hicieron, a las 04:36 de la tarde.
-¡No puede ser!
-¡Sí! Me acuerdo perfectamente. ¡Como si fuera hoy en día!…
-¿Y qué?
-Pues que… Ambrosio José pasó por mi lado y, con mirada displicente, ni me saludó.
-¡No me digas!
-¡No!… O sea... ¡ni me miró!
-¿Y tú crees que…?
-¡Sí! Lo hizo ¡por fastidiarme!
-¡Ah!... ¿Seguro? ¿Lo has comprobado?
-¡Hombre, se veía claro!… ¡Lo vi muy claro!
-¿Tú lo viste claro?
-Sí.
-¿Sabías que… Ambrosio José, ese día –¡justo ese día!-, unos minutos antes, tuvo una trombosis de la arteria central de la retina?... ¿Con eso no contaste? ¿Tu escáner no detectó que tenía una trombosis de la arteria central de la retina y, en consecuencia, ¡no te pudo ver!? Y, en consecuencia, la actitud que tuvo –de displicencia, de mirarte por encima del hombro-… era simplemente ¡¡la actitud de un ciego!! ¡Y tú –¡capullo de mierda!- has estado guardándole rencor a un pobre invidente!... Y desde entonces no le hablas…. ¡Pues has de saber que la arteria central de la retina, cuando tiene un trombo, no deja ver! ¡Apréndelo!
Porque es… “very easy”. “¡Very easy”, “very easy”… ¡Es “very easy”, es “very easy!, ver –como dijeron a propósito de la arteria central de la retina- ver la pajita en el ojo ajeno, pero el trabuco en el… en el ojo propio, ¡nada!…
¡No, hombre, no!... “Trabucus propios non existum”. ¡Qué bárbaro!
Un trabuco: para los que no saben, un trabuco es… un madero muy grande, muy… ¡con muy mala idea!
También, dícese de un arma primitiva, que cada vez que se dispara tiene tanto retroceso, que no sabes si dispararla… o pegarte tú un tiro.
Dícese que la escritura se expresaba diciendo que… “Se ve muy fácil la paja en el ojo ajeno, pero no ¡la viga! –o columna- en el propio”.
¡Y es cierto! Es… ¡rigurosamente cierto!
¡Y así se elaboran las historias, y así conviven los seres!…
¡Bueno!, “conviven”… –juo, juo, jo, jo-…; “coinciden”, “combaten”, “con-riñen”, “con… constriñen”…
Es curioso hasta qué punto se ha errado en la “me-moría” y en el “re-¡cuerdo!”, que se justifican… mentalmente… las alteraciones y anomalías y perversiones y… psicopatías de un ser, en base a lo que le han hecho, a lo que le han…
¿No debería ser al revés? Es decir, que… que… que… que, en un sujeto cuerdo –de cuerda flexible, preparada para deslizarse-, aquellos… daños… recibidos, sirven para aprender a no volverlos a hacer, ¡no a quedarte hundido!…
“Memorias… de vida”: ésas… son las que… acrecientan la vida; ésas son las que… nos traen… las virtudes de los dioses; no… los castigos y las penas –¡que de seguro que somos merecedores!-… Pero… tratándose de la Bondad Extrema … “prevalece”… el Perdón Divino, ¡prevalece… la Misericordia !, prevalece… la Generosidad Creadora que… nos promueve, nos incita, nos… ¡estimula… hacia otras perspectivas!
Memorias de vida; no, ¡de muerte!
¡Memorias de perspectivas!... Es decir, ¡memorias de futuro! No quedarse… en el vinagre… del vino estropeado. Es más, ese vinagre tiene… su valor, tiene su sentido instructor… y será útil para… otra ocasión, no para beber vino porque ya no lo es.
Y ocurre que, entre las justificaciones de unos… y de otros, los recuerdos sólo se quedan… recogidos… en el capítulo de incidencias, de desastres, de… ¡inconvenientes!; y de ellos, se está pendiente. ¡Ni siquiera del mínimo disfrute del presente!... –menos aún, proyectarse en el futuro… como ser libre e “interpendiente”-.
Si la vida, el acontecer creador que implica la vida, hubiera tenido en cuenta los desastres, las… tragedias que… esta especie ha provocado, provoca y provocará, ¿ustedes creen que… esta especie… existiría? ¿No habría desaparecido –como nos cuentan en Sodoma y Gomorra- de un plumazo, por no encontrar ni un solo justo?
Ciertamente, lo Divino… ejerce su misericordia. ¡Y no por ello está exento de rigor!... hacia… ¡la necesaria, permanente y continua corrección!… de historias de vida que condicionen nuestro… nuestro único, nuestro… excepcional acontecimiento de “ser”.
¡Se nos eligió para que existiéramos!, ¡para que viviéramos! Venidos de la Nada … convertidos en crisoles, ¡no se puede… destrozar tanta virtud!
El reconocer la unicidad del ser… debe ser motivo para… ¡crecer!, no para retroceder.
¡Que empeño en querer cambiar lo pasado! ¡Ya no admite cambio! Están por hacer el presente y el futuro.
Del pasado, “lo privilegiado”; lo otro, lo demás… ¡olvidado!
Así, la confianza se acrecienta; el porvenir se aclara. ¡Y bien! Si no, el “por-venir”… ¡no viene!... porque el ser anda demasiado ocupado… en resolver sus dependencias, sus atracos… y los que él ha provocado.
No se puede ¡atracar la vida!… con la vanidad, el orgullo y la soberbia del que… se siente… en superior condición. La vida no está para ser atracada…; está para ser liberada.
Si el manantial recordara… las… incomodidades y dificultades de aflorar desde la profundidad… hasta… la fuente borboteante, jamás tendríamos agua. Más bien –por el contrario-… se muestra triunfante… ¡rebosante!…; y se precipita… hacia el vigoroso mar… a fundirse en el abrazo de lo Divino.
Así no hay motivo de arrepentirse, ¡y menos aún!… de porfiar.
El fluir insiste, y termina por bordear… la dificultad.
Ser… como el manantial… que desde la profundidad fluye ¡no sin dificultad!, pero que en ello no depara, sino que prosigue horadando la tierra… porque sabe que le aguarda… –¡que le aguardan!-… las aventuras de vivir, ¡y dar vida! –“de vivir, y dar vida”-.
¡Rescata… las esencias de tus… vidas!… y tendrás los aromas del frescor… ¡del Universo Creador que… en ti… confía!
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