LLAMADA ORANTE
12 de diciembre de 2011
Se anuncia… –como otras veces- se anuncia que ésta será la última navidad, y que el próximo año todo se desvanecerá –¡o parte!; o partes importantes-.
No es nueva esta prospección.
¿Posible?... ¡Por supuesto! ¡Claro que es posible!
¿Probable?... Bastante improbable –por aquello de las “pruebas”, ¿no?-.
No es nueva esta prospección.
¿Posible?... ¡Por supuesto! ¡Claro que es posible!
¿Probable?... Bastante improbable –por aquello de las “pruebas”, ¿no?-.
Siempre que culmina un ciclo –del tipo que sea-, por razones de un pensamiento de “comienzo y fin”, se tiende a desaparecer.
¡Sí! Como los niños cuando hacen una travesura, y se pregunta… Todos dicen: “¡No! ¡Yo no he sido! ¡Yo no he sido! ¡Yo no he sido!”… No ha ocurrido; no…
¡Sí! Como los niños cuando hacen una travesura, y se pregunta… Todos dicen: “¡No! ¡Yo no he sido! ¡Yo no he sido! ¡Yo no he sido!”… No ha ocurrido; no…
Pareciera que, lo que ocurre, lo que ocurrió, lo que pasó… ¡pesara! Y, con ese pesar, se hace difícil andar y, en consecuencia, “¡mejor terminar!”.
La idea de desaparecer –por otra parte- es tentadora, por aquello de que ¡no se sabe qué ocurre después de desaparecer!
¡Abracadabra! ¿Dónde tendrá El Mago a Antonio José? ¿Dónde estará su humor, su personalidad, su manera de ser? No me vale con decir que está en el cementerio porque, como todos sabemos…
“Y los muertos en el cementeeeerio,
juegan al mus”.
La idea de desaparecer –por otra parte- es tentadora, por aquello de que ¡no se sabe qué ocurre después de desaparecer!
¡Abracadabra! ¿Dónde tendrá El Mago a Antonio José? ¿Dónde estará su humor, su personalidad, su manera de ser? No me vale con decir que está en el cementerio porque, como todos sabemos…
“Y los muertos en el cementeeeerio,
juegan al mus”.
Pues ¡claro! ¿Qué…? –el mus es un juego de cartas-. ¿Qué podemos esperar de… de qué nos digan, ¡si están entretenidos jugándose las cartas!
Dice: “¡Y terminó!”…”Y terminó”…
Y terminó, ¿qué? ¿Qué terminó? ¿Qué comenzó?
Entonces, la idea de “término” es una idea de desaparición. En el fondo, es una idea de… ser otra cosa:
-¡Ay! Ahora que ya no soy Antonio José, quiero ser la oreja de una jirafa… o quizás –o quizás- el ala de una mariposa; ¡la izquierda, por favor!
Dice: “¡Y terminó!”…”Y terminó”…
Y terminó, ¿qué? ¿Qué terminó? ¿Qué comenzó?
Entonces, la idea de “término” es una idea de desaparición. En el fondo, es una idea de… ser otra cosa:
-¡Ay! Ahora que ya no soy Antonio José, quiero ser la oreja de una jirafa… o quizás –o quizás- el ala de una mariposa; ¡la izquierda, por favor!
¡Sí! Sí, sí, sí, sí. Hoy –hoy, siglo XXI- el hombre es capaz de cometer la torpeza de acabar con las tres cuartas partes de la humanidad, a base de bombazos.
–“Bombazo”: dícese de bombas tiradas al azar-.
¡Sí! ¿Y qué?
–“Bombazo”: dícese de bombas tiradas al azar-.
¡Sí! ¿Y qué?
Y decimos que ‘puede cometer la torpeza’ porque… no porque sería una torpeza hacer esa barbarie, sino porque es torpe para guardar secretos y mantener una estricta vigilancia de ese poderío… –del que siempre amenazan con que habrá que disolver, quitar, evitar… y que nunca se desarman-.
Entonces, ciertamente, está ahí –está; está ahí, está ahí-. Llegaron ya a la llamada del… “¡Se está muriendo la mama!”. ¡Bueno! Llamaríamosle: “instinto de desaparición”.
¿Qué dice Dios ante eso?
-¡Ya verás!, ¡ya verás! –je, je, je-. ¡Ya verás!... ¡ya verás!...
-¡Ya verás!, ¡ya verás! –je, je, je-. ¡Ya verás!... ¡ya verás!...
Si no es por causa propia –que sería más espectacular- puede ser por causas ajenas:
Los meteoritos nos amenazan desde hace mucho tiempo; algún día tienen que acertar… ¡Claro!
Los mayas nos amenazan… antes de que fueran mayas; los incas, también.
Por supuesto, los cabalistas, el Antiguo, el Nuevo y todos los Testamentos, nos declaran oficialmente muertos... o nos hacen concebir permanentemente la idea de que: “¡Prepárate para morir!”.
Llegará El Juicio –¡o no!-. Habrá fiscal –¡o no!-. Habrá abogado defensor –¡o no!-. ¡Quién sabe?
Los meteoritos nos amenazan desde hace mucho tiempo; algún día tienen que acertar… ¡Claro!
Los mayas nos amenazan… antes de que fueran mayas; los incas, también.
Por supuesto, los cabalistas, el Antiguo, el Nuevo y todos los Testamentos, nos declaran oficialmente muertos... o nos hacen concebir permanentemente la idea de que: “¡Prepárate para morir!”.
Llegará El Juicio –¡o no!-. Habrá fiscal –¡o no!-. Habrá abogado defensor –¡o no!-. ¡Quién sabe?
Pareciera que, al ser una idea tan frecuente y común, ¡es cierta!
“Pa-re-ciera”.
Y decimos que “pareciera” por… no solamente los fracasos de predicciones anteriores –falta de cálculo: 1.000 años más, 2.000 menos, ¿verdad?-, sino porque, probablemente, una vez que se ha visto que ¡el miedo funciona!, ¿qué menos que una dosis homeopática… u holística o medioambiental, de miedo, para que cada cual se ordene según los dictámenes de los que saben más, los que pueden más, los que ordenan más?
“Pa-re-ciera”.
Y decimos que “pareciera” por… no solamente los fracasos de predicciones anteriores –falta de cálculo: 1.000 años más, 2.000 menos, ¿verdad?-, sino porque, probablemente, una vez que se ha visto que ¡el miedo funciona!, ¿qué menos que una dosis homeopática… u holística o medioambiental, de miedo, para que cada cual se ordene según los dictámenes de los que saben más, los que pueden más, los que ordenan más?
Codificados en ese sistema de “comienzo y fin” –y sin ninguna otra posibilidad- ciertamente, la dosis puntual de recuerdo del final es efectiva para obedecer, para ordenar, ¡para desesperar!, para desestabilizar, para martirizar, para ¡chantajear!, para… ¡advertir!
¿Y si por un momento se pensara que la regla de “El Principio y El Fin” no es cierta?
No sería muy descabellado, dado que la inteligencia humana, si hace una valoración de sus logros y de su historia, no se puede vanagloriar de descubrimientos inamovibles, sino de todo lo contrario: lo que hoy era verdad, mañana es falso; lo que ayer era indiscutible, hoy es… impresentable.
¿Se acuerdan de cuando el aceite de oliva era malísimo? ¡Y no hace tanto tiempo! ¡No!
¿Se acuerdan de cuando el vino era… la asquerosidad de la vida, y el “contertulio” de “Alcohólicos Anónimos” y conocidos? En cambio, hoy, el resveratrol es una sustancia magnífica que protege las arterias y el colesterol, y todos los estercoleros internos.
¡Qué cosas!, ¿no?
¡Esto, en las cosas sencillas! En la cosas complejas, pues…
¿Se acuerdan de cuando la causa de tal o cual enfermedad era un “mal de ojo” o un demonio… o una bacteria o un virus…? ¡No-no! ¡Ahora es un gen!
¡Gen!, ¡gen! –como “Gen-Gis” Kan-. Es un gen que, en comunión con otros –casi siempre-, amparados en la oscuridad de la célula, se confabulan para transmitir, de unos a otros –o de otros a uno-, catástrofes internas que conduzcan a la caída del pelo, a la “ajadez” de la piel y… al dolor latente activo.
-¿Latente activo?
-¡Sí! Es… ¡dolor que viene de vez en cuando!, y late, y se activa, ¡y se va!… ¡Así están todos!
Siempre penderá sobre ti, la palabra “dolor”.
Es el miedo más sencillo. ¡Es el miedo más fácil!...
No sería muy descabellado, dado que la inteligencia humana, si hace una valoración de sus logros y de su historia, no se puede vanagloriar de descubrimientos inamovibles, sino de todo lo contrario: lo que hoy era verdad, mañana es falso; lo que ayer era indiscutible, hoy es… impresentable.
¿Se acuerdan de cuando el aceite de oliva era malísimo? ¡Y no hace tanto tiempo! ¡No!
¿Se acuerdan de cuando el vino era… la asquerosidad de la vida, y el “contertulio” de “Alcohólicos Anónimos” y conocidos? En cambio, hoy, el resveratrol es una sustancia magnífica que protege las arterias y el colesterol, y todos los estercoleros internos.
¡Qué cosas!, ¿no?
¡Esto, en las cosas sencillas! En la cosas complejas, pues…
¿Se acuerdan de cuando la causa de tal o cual enfermedad era un “mal de ojo” o un demonio… o una bacteria o un virus…? ¡No-no! ¡Ahora es un gen!
¡Gen!, ¡gen! –como “Gen-Gis” Kan-. Es un gen que, en comunión con otros –casi siempre-, amparados en la oscuridad de la célula, se confabulan para transmitir, de unos a otros –o de otros a uno-, catástrofes internas que conduzcan a la caída del pelo, a la “ajadez” de la piel y… al dolor latente activo.
-¿Latente activo?
-¡Sí! Es… ¡dolor que viene de vez en cuando!, y late, y se activa, ¡y se va!… ¡Así están todos!
Siempre penderá sobre ti, la palabra “dolor”.
Es el miedo más sencillo. ¡Es el miedo más fácil!...
Así que… ¡bah! En este caso, medicina; pero, cualquier otra disciplina, no se enorgullecerá –hasta ahora- de haber descubierto la gran verdad, y que haya permanecido inamovible. ¡No! Sino que… hasta pequeños cambios hará.
Como pueden observar, en esta secuencia evidente e indiscutible, hay principio y final, ¡también!: “en principio” se decía que… y “ahora” resulta que…
¿Cómo era “antes”, Dios?
-¡Oh! ¡Eraaaaa!… lluvioso, tormentoso, riachuelo, sequedad…
¡Oh! Era ¡naturista! Y el hombre lo trataba como naturalista. ¡Y ambos se hicieron vegetarianos!
¡Bueno! Esto de “antes”… “¡Hace un tiempo!”.
Más atrás eran… “astronomistas”. Y las religiones astronomistas, pues se dedicaban a lo gordo: al Sol y ala Luna. ¡Hala! A lo… ¡Al bulto! ¡Hala!
-¿Qué es lo que hay?
-“Sol”.
-¡Hala!... ¡Aaaaaaaah! ¡Sol!
-“Luna”.
-¡Aaaaaaaaaaaah! ¡Luna!
-¡Oh! ¡Eraaaaa!… lluvioso, tormentoso, riachuelo, sequedad…
¡Oh! Era ¡naturista! Y el hombre lo trataba como naturalista. ¡Y ambos se hicieron vegetarianos!
¡Bueno! Esto de “antes”… “¡Hace un tiempo!”.
Más atrás eran… “astronomistas”. Y las religiones astronomistas, pues se dedicaban a lo gordo: al Sol y a
-¿Qué es lo que hay?
-“Sol”.
-¡Hala!... ¡Aaaaaaaah! ¡Sol!
-“Luna”.
-¡Aaaaaaaaaaaah! ¡Luna!
Poco a poco se fue sofisticando la situación, y fueron dando muerte –poco a poco, matarile-rile-rile-rile-rón- a esos dioses de astronomías o de fenómenos meteorológicos, ¡para entrar en sutiles constancias… de “los avanzados”!, como Rodrigo Díaz de Vivar… –¡bueno!, ése no era un avanzado, pero podría serlo-. Sí; “los avanzados”. Y aparecieron los profetas. Hay un dicho que dice: “¡Me joden los profetas!”
Pues… ¡aparecieron los profetas!, y entonces, ésos nos dijeron:
-¡No, no, no, no, no! ¡No creáis en nada de eso! ¡Nada de eso es verdad!
-Pero si…
-¡No!
-¡Vale, vale, vale! ¡Vale! Yo… solamente quería decir…
-¡¡No!!
-¡Nada! ¡Vale, vale!
Pues… ¡aparecieron los profetas!, y entonces, ésos nos dijeron:
-¡No, no, no, no, no! ¡No creáis en nada de eso! ¡Nada de eso es verdad!
-Pero si…
-¡No!
-¡Vale, vale, vale! ¡Vale! Yo… solamente quería decir…
-¡¡No!!
-¡Nada! ¡Vale, vale!
Y acabaron con las lluvias, con las tormentas, con los relámpagos… Y ya no eran ni tormentas, ni lluvias, ni relámpagos, ni dioses, sino eran simplemente… “tromentas”, lluvias… Les quitaron el halo mágico de la cosecha, del sufrimiento de la sequedad…
Antes –antes de antes, entremedias de lo de allá y de lo de ahora que acabamos de decir- estaban “los visionarios”. ¡Sí! Los visionarios: ésos que tenían un montón de dioses que entre ellos se casaban, se mataban, se asesinaban, bajaban, subían… –Itaca; Ulises y compañía-. “Se hacían –como se suele decir- la picha, un lío”. ¡Qué familia, qué familia, qué familia…!
Y uno volvía… y se iba de viaje; y cuando llegaba, la mujer… El otro se lo devoró, el otro se lo comió…
¡Qué barbaridad, ché! Y todo esto, ¡en griego!
Antes –antes de antes, entremedias de lo de allá y de lo de ahora que acabamos de decir- estaban “los visionarios”. ¡Sí! Los visionarios: ésos que tenían un montón de dioses que entre ellos se casaban, se mataban, se asesinaban, bajaban, subían… –Itaca; Ulises y compañía-. “Se hacían –como se suele decir- la picha, un lío”. ¡Qué familia, qué familia, qué familia…!
Y uno volvía… y se iba de viaje; y cuando llegaba, la mujer… El otro se lo devoró, el otro se lo comió…
¡Qué barbaridad, ché! Y todo esto, ¡en griego!
No, no, no, no, no…
¡De verdad, de verdad que…!
Pero, ¡ante tanta concupiscencia endiosada!, allí estaba Dante Alighieri para que, con su Divina Comedia, nos llevara a través del Infierno, el Purgatorio y, finalmente, ¡el Cielo!
¡Bueno!...
Dioses, diosecillos, diosotes… Lo cierto es que, con el advenimiento de los profetas, aparecieron menos dioses, pero más lejanos…
Aunque algunos mantenían cierto parentesco –como los griegos-, y entre el padre y el hijo y… “yyyyy” –¡je!- pues… ¡hacían sus negocios!
Otros eran más absolutistas y preferían la “moneda única”: “¡Un euro para ti, otro dólar para ti!”. O sea…
¡Ah! No hay que olvidar que entre ellos –entre ellos- existía un parentesco. ¡Sí! Sí, sí. Un parentesco. Un parentesco… universal. ¡Pero entre ellos! Entre los de aquí, no.
¡No! Entre los de aquí era la guerra: los Santos Lugares, Los Cruzados, “Los Atravesados”, “Los Torcidos”…
¡Ay!...
Por cierto, no sabemos en qué creía Robin Hood: si era anglicano o…
-¡Ah!, no. ¡Todavía no…!
… o era protestante…
-¡Ah!, sí, sí… ¡No era católico!… ¡Ah!, ja, ja… ¡Ahora se entienden muchas cosas!
¡De verdad, de verdad que…!
Pero, ¡ante tanta concupiscencia endiosada!, allí estaba Dante Alighieri para que, con su Divina Comedia, nos llevara a través del Infierno, el Purgatorio y, finalmente, ¡el Cielo!
¡Bueno!...
Dioses, diosecillos, diosotes… Lo cierto es que, con el advenimiento de los profetas, aparecieron menos dioses, pero más lejanos…
Aunque algunos mantenían cierto parentesco –como los griegos-, y entre el padre y el hijo y… “yyyyy” –¡je!- pues… ¡hacían sus negocios!
Otros eran más absolutistas y preferían la “moneda única”: “¡Un euro para ti, otro dólar para ti!”. O sea…
¡Ah! No hay que olvidar que entre ellos –entre ellos- existía un parentesco. ¡Sí! Sí, sí. Un parentesco. Un parentesco… universal. ¡Pero entre ellos! Entre los de aquí, no.
¡No! Entre los de aquí era la guerra: los Santos Lugares, Los Cruzados, “Los Atravesados”, “Los Torcidos”…
¡Ay!...
Por cierto, no sabemos en qué creía Robin Hood: si era anglicano o…
-¡Ah!, no. ¡Todavía no…!
… o era protestante…
-¡Ah!, sí, sí… ¡No era católico!… ¡Ah!, ja, ja… ¡Ahora se entienden muchas cosas!
¡Bueno! Lo cierto es que, una vez que el hombre-dios creó ya sus dioses grandiosos y manejables, e hizo suficientes iglesias, templos, catedrales y demás, pues se sintió a gusto. ¡Y vio que era bueno!
Y vio que era bueno –el hombre- porque así podía manejar, manipular y, sobre todo, ¡asustar!
Porque el miedo es el elemento fundamental para que te obedezcan, para que te hagan caso, para que seas “bueeeno”… ¡y aprendas tú también a producir miedo! O si no, un chantajito personal… como mínimo.
Y vio que era bueno –el hombre- porque así podía manejar, manipular y, sobre todo, ¡asustar!
Porque el miedo es el elemento fundamental para que te obedezcan, para que te hagan caso, para que seas “bueeeno”… ¡y aprendas tú también a producir miedo! O si no, un chantajito personal… como mínimo.
Ante esta situación, la feligresía mundial fue tomando posiciones. Y si bien cada cual se declaraba esto o aquello o lo de más allá, otros empezaron a pensar por su cuenta.
¡Con lo peligroso que es eso!: ¡pensar por tu cuenta! “¡Autónomo!”. ¡Sin Seguridad Social!...
“¡Qué horror! ¿¡Qué va a ser de ti!? ¿Y si te pasa algo, pensando por tu cuenta? ¡A ver!, ¿quién va a correr con los gastos?... ¡Sin estado y sin gobierno!… ¿Qué va a ser de ti lejos de casa…?”
No obstante –no obstante- los seres se camuflaron y, siguiendo con la seguridad de la mayoría, empezaron a pensar que… quizás, Dios, lo Divino –y algo más- era algo que… –¡bueno!- que ahí estaba. ¡Quizá! ¡O no!
Hasta que apareció Nat King Cole y dijo:
“Estás perdiendo el tiempo, pensando, pensando,
por lo que más tú quieras, hasta cuándo, hasta cuándo”.
¡Con lo peligroso que es eso!: ¡pensar por tu cuenta! “¡Autónomo!”. ¡Sin Seguridad Social!...
“¡Qué horror! ¿¡Qué va a ser de ti!? ¿Y si te pasa algo, pensando por tu cuenta? ¡A ver!, ¿quién va a correr con los gastos?... ¡Sin estado y sin gobierno!… ¿Qué va a ser de ti lejos de casa…?”
No obstante –no obstante- los seres se camuflaron y, siguiendo con la seguridad de la mayoría, empezaron a pensar que… quizás, Dios, lo Divino –y algo más- era algo que… –¡bueno!- que ahí estaba. ¡Quizá! ¡O no!
Hasta que apareció Nat King Cole y dijo:
“Estás perdiendo el tiempo, pensando, pensando,
por lo que más tú quieras, hasta cuándo, hasta cuándo”.
¡Fue un profeta, y nadie lo reconoció!: Nat King Cole. ¡Además, tiene nombre de profeta!
Y así se fue perdiendo el tiempo –como dijo el gran poeta Nat King Cole- y… ¡y hasta ahora! –que se sigue perdiendo-.
¡Qué pena!, ¿no?
¡Bueno! ¡Depende! Si pierdes el tiempo es como si hubieras perdido una mordaza: puedes vivir sin ella. Puedes vivir sin el tiempo. ¡Ya lo encontrará alguien! ¡Allá él!
Pero, ciertamente, en esa pérdida de tiempo aparecieron sensibilidades; sensibilidades de ecos, de vibraciones… y de otras nomenclaturas extrañas que no ponían nombre: “Innombrable”. Y que –¡quizá!- bajo esa tesitura, a lo mejor estábamos sintonizando con lo Divino, sin que fuera obra nuestra. Quizás, nos acercábamos a una nueva era en la que, lo Divino, no era producto de los hombres.
¡Ohhh!
¡Y quizás! –probablemente-, puede que sea cierto ese camino; y en la medida en que lo orante recurre a… a los recursos inspiradores, imaginativos, sorprendentes, ¡imprevistos e inesperados!... descubra –¡ah-ah!- descubra que, esa oración –que es diferente-, no ha sido –“no ha sido”- producto del orante, sino que ¡él ha sido un vehículo!, a través del cual, se comunica con… ¡otros!
Incluso a veces se puede sentir que es así.
¡Sentir!, ¿eh? Eso sí: “sentir”. Demostrar… comprobar… ¡no! ¡Sentir!
“Sí-ento”.
¡Qué pena!, ¿no?
¡Bueno! ¡Depende! Si pierdes el tiempo es como si hubieras perdido una mordaza: puedes vivir sin ella. Puedes vivir sin el tiempo. ¡Ya lo encontrará alguien! ¡Allá él!
Pero, ciertamente, en esa pérdida de tiempo aparecieron sensibilidades; sensibilidades de ecos, de vibraciones… y de otras nomenclaturas extrañas que no ponían nombre: “Innombrable”. Y que –¡quizá!- bajo esa tesitura, a lo mejor estábamos sintonizando con lo Divino, sin que fuera obra nuestra. Quizás, nos acercábamos a una nueva era en la que, lo Divino, no era producto de los hombres.
¡Ohhh!
¡Y quizás! –probablemente-, puede que sea cierto ese camino; y en la medida en que lo orante recurre a… a los recursos inspiradores, imaginativos, sorprendentes, ¡imprevistos e inesperados!... descubra –¡ah-ah!- descubra que, esa oración –que es diferente-, no ha sido –“no ha sido”- producto del orante, sino que ¡él ha sido un vehículo!, a través del cual, se comunica con… ¡otros!
Incluso a veces se puede sentir que es así.
¡Sentir!, ¿eh? Eso sí: “sentir”. Demostrar… comprobar… ¡no! ¡Sentir!
“Sí-ento”.
Sí… a influencias, sensaciones, emociones, percepciones, intuiciones, sueños… que nos indican que algo, ¡algo inmenso!, gravita “entre”, “alrededor” y… por todos los sitios en donde estamos. ¡Algo!
Y que, cuando sentimos esa sintonía, nuestro ser se transfigura, se transforma, se convierte. Quizás, por un minuto; quizás, por un segundo; quizás… permanentemente.
Sssssí.
***