LLAMADA ORANTE
(SIEMPRE)
24 de octubre de 2011
Parece ser que siempre ocurre lo mismo. Hay –incluso- teorías que afirman “científicamente” –entre comillas- que siempre ocurre lo mismo; lo que ocurre es que… cambian unos pequeños matices.
¿”Siempre”…? ¿Será “siempre” un secuestro material de la Eternidad ?
¿Será “siempre” –como concepto o como idea- un secuestro material de la Eternidad ?
No es cuestión de semántica o de enredos lingüísticos, aunque la neuro-lingüística moderna nos enseña que, en la medida en la que se emplean… determinadas palabras, expresiones, etc., condicionamos la modulación, la activación y el desarrollo cerebral.
Así que, si siempre te quejas –por ejemplo- parece que… ¡no ha solución!
¡Oh! Se puede ligar el “siempre” con la “no solución”.
-Siempre que toses tienes bronquitis.
-¡No!... –a veces, sí-.
Cierta es la afición de la especie por repetir… –quizás por su inmadurez- repetir el mismo proceso o procedimiento, quizás para comprobar que ésa es la mejor forma –¡o fórmula!-.
Y lo repite, y lo repite…
Pero también sabemos que, cuando se repite mucho –es decir: siempre- lo mismo, se deteriora el proceso vital…
Lo cual nos indica que hay que repetir un número “aproximado” de veces, pasado el cual se produce el deterioro. Así que “siempre”, podría ser la expresión de un deterioro franco de la especie, en múltiples áreas.
Bajo el sentido orante, cada vez resulta menos “incidente” la acción de orar, sobre el ser, puesto que anda “siempre” tan ocupado en sus… perspectivas personales, que difícilmente se abre –y, de paso, no le dejan, ¡claro!- a otras… perspectivas amplificadas o –si permitimos- universales.
Los radicalismos, nacionalismos, patriotismos… y demás “ismos”, ponen en evidencia, cada vez más, el ostracismo al que se ve sometido el ser –¡a sí mismo!-. Y aplaudido por su entorno. Incluso, a eso se le llama “libertad”.
Encadenado en un enredo de leyes, normas, morales, dictámenes, sentencias… termina perseguido… y siendo perseguidor, haciendo buena –de nuevo- la frase: “¡Es que siempre es así!
“Siempre”, podría bien ser –ya en acepción de la palabra- un atributo de lo Divino:
“Siempre está ahí”… “Desde siempre”… “Antes de siempre, y después”…
Probablemente, el ser lo ha extraído de esa experiencia –aunque no muy consciente- de sentirse inmerso en la Creación , sin saber… “por qué”, “cómo”, “cuándo”, etc.
Entonces, para establecer un vínculo con la Eternidad , coloca el “siempre”… o expresiones más populares, como: “¡De toda la vida de Dios!”.
-¡Sí! De toda la vida. ¡Esto se hace así… de toda la vida!
-¡Pues se hace mal!
-No, no, no…. De toda la vida se ha hecho así.
-¡Ah!, ¡bueno!...
Luego, “toda la vida” se reduce a una generación o… –si es que uno decide investigar un poco, ¿verdad?-.
“¡De toda la vida!”. “¡De Dios!” –se suele añadir-. Con lo cual, se le pone una edad a Dios… que resulta tan profano que debe de hablarse de otra realidad, pero no la Divina.
Antes de llegar a purificar, a potabilizar las aguas… ¡desde siempre!... –desde siempre- las aguas se contaminaban, y había cólera, había tifus, había…. La mitad de la población de Europa desapareció por el cólera –el cólera-. ¡Como era desde siempre!...
Se potabilizó el agua… ¡se acabó el cólera!
“¡Desde siempre!”…
Podríamos poner… no muchos ejemplos –pero ¡algunos!- de esa índole, y veríamos que –¡quizás!... sentidamente orante-, si no secuestramos lo que no nos pertenece, y le damos una oportunidad a la vida, ¡y a los demás!, para que nos muestren sus virtudes, sus defectos, sus aspiraciones, sus proyectos… y no recurrimos ¡SIEMPRE! a… el desprestigio, a la crítica, al cuchicheo, a… ¡al cartel!... –te pongo el cartel, ¡y ya!-.
Pero, el “ser orante” y el “ser creyente”… que está en el sentido de la Eternidad , debe ser consciente de la necesidad de su evolución, de la imperiosa exigencia de modificar patrones que –como patrones ‘colonialistas’, ‘esclavistas’- codifican la mente, el ánima… y empobrecen el espíritu.
Y, probablemente, la Creación –y con ello, la vida- sea “una exaltación de lo Divino”. –¡probablemente!-. Por ponerle una palabra. Y, como tal exaltación –sorprendente, inesperada, ¡increíble!-… debamos tratarla. Y aprender. Y corregir. Y variar…
Cualidades que el Universo nos presenta y nos da: ¡se mueve!, ¡se desplaza!, ¡se renueva!… Se serena, ¡se oscurece!, resplandece… ¡Parpadea!… Se oculta, ¡se expande!…
¡Ni una sola vez se repite!: como el sonido de las olas del mar; como la figura o la imagen de una nube. ¡Ni una sola repetición!
En el nombre de “siempre” –como palabra- deberíamos incluir –en el sentido orante-… esa pluralidad, esa diversificación de Universo que –probablemente- lo que hace es indicarnos “hacia dónde”: hacia dónde, ¡de qué forma!… nuestro micro-universo debe promoverse para que, al sintonizarse con la Creación , nos hagamos uno con ella, y no seamos un secuestro; un secuestro –además- domesticado; un secuestro –además- de reflejos condicionados…; con lo cual sé –¡casi siempre!- qué respuesta me va a dar ante determinado estímulo.
La “re-creación” que nos brinda el Universo en sus diferentes perspectivas –que, a todo esto, es una minucia la que observamos; ¡vaya eso por delante!-… Pues, bajo esa perspectiva observadora de ‘minucia’, nos parece y nos resulta… ¡fascinante!
Así, la oración nos fascina, porque nos puede llevar a “el siempre posible”; que equivale a “el siempre cambiante”, ¡muy alejado de la monótona repetición… cansina y aburrida!, que envejece, que entorpece, que enrarece la vida.
Concédanle, al “siempre” de Lo Eterno, la capacidad mutante de mostrar renovadas perspectivas. Y, al aplicarlo a lo humano, que el “siempre” sea una posibilidad constante, y no una repetición traumatizante ¡que termina por anestesiar!… y por evocar los mismos parámetros que nos han hecho llegar –como especie- a este siglo XXI… cargado de inquietudes, de vulgaridades, ¡de miedos!, ¡de inseguridades!, ¡de insatisfacciones!, ¡de hambres!, ¡de guerras!…
Que se despierte el dolor de sentirse ¡siempre!… apresado, en el encadenado irreversible ¡de lo impuesto!, de lo condicionado, ¡de lo tradicional!, de lo… ¡costumbrista!...
En definitiva, conceptos de poder que han ido imponiendo su “ley” para evitar cualquier variable. Siempre con la amenaza de que:
“Si no se cumple la ley, ¡esto sería un caos!, ¡un desorden!, ¡una tragedia!...”.
Mientras, la carcoma de la corrupción… recorre todas las comunidades humanas ¡como una peste!
Bien lo hizo, el escritor inglés, cuando escribió “El retrato de Dorian Grey”. Es una muestra de cómo la apariencia puede ser… ¡hasta atractiva!, pero, la trascendencia, ser… ¡horrible!
El “siempre” Divino nos capacita, nos incita… hacia los recovecos de nuestra ánima –de nuestro espíritu… ¡hasta nuestra mente!-, para gestar nuevas perspectivas… que urgentemente reclama la vida.
Siempre, lo Eterno, capacita, promueve. Y, providencialmente, ¡señala! Y, en nuestras atenciones orantes, podemos… descubrir “hacia dónde”…
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