LO COMPASIVO
9 de mayo de 2011
La herencia compasiva en la que se cultiva la humanidad… parece expresarse con timidez, dentro de la especie.
Lo compasivo suele quedarse en una pasiva indiferencia, semejante al dicho: “No hay mayor desprecio que no hacer aprecio”.
Lo compasivo suele quedarse en una pasiva indiferencia, semejante al dicho: “No hay mayor desprecio que no hacer aprecio”.
“Lo compasivo”, como reflejo de esa herencia creacional; “compasividad” que, ¡si no se ejercitara por parte de la Creación!, no sería posible… esta tortuosa convivencia, en la especie.
Lo compasivo, además, en el caso de humanidad, suele estar ligado –cuando se ejerce de alguna manera, además de la anteriormente dicha- al concepto de perdón, culpable, castigo…
¡Sí! Surge lo compasivo, ante el culpable. Surge el perdón –como expresión compasiva- ante el culpable.
Pero no hay que ser culpables, para acceder a lo compasivo.
¡Sí! Surge lo compasivo, ante el culpable. Surge el perdón –como expresión compasiva- ante el culpable.
Pero no hay que ser culpables, para acceder a lo compasivo.
No han existido nunca los culpables. Han sido una serie de acontecimientos que… en el azar de la Creación, han mostrado diferentes responsabilidades; ¡diferentes grados!... de posicionarse como humanidad. Claro está que, ¡el afán de poder!, se encargó –luego- de culpabilizar a los que no estaban en el orden de la hegemonía del más fuerte; del más poderoso.
De ahí los castigos… y de ahí –en ocasiones- lo compasivo.
También el ejercicio compasivo ha tenido –y tiene- poca relevancia. ¡No es el colmillo que desgarra!; no es la daga que… ¡se clava!; no es la bala que penetra…
Eso, por una parte. ¡Y por otra!, lo compasivo ha ido tomando, a lo largo de la historia, un papel de debilidad: algo propio de los débiles; de los que no saben de castigos justos… de torturas justas…
Eso, por una parte. ¡Y por otra!, lo compasivo ha ido tomando, a lo largo de la historia, un papel de debilidad: algo propio de los débiles; de los que no saben de castigos justos… de torturas justas…
Y si resulta que lo compasivo es herencia de lo Divino, no es precisamente un carácter de insignificancia; no es precisamente un carácter de incapacidad.
¿Y qué sentido tiene –es lógica la pregunta- que en lo orante surja lo compasivo, como expresión de ¡Fuerza… de la Creación!, en su incesante transformación?
Por todo lo dicho, no solamente la humanidad se maneja –hoy- con el “ojo por ojo y diente por diente”, sino que –además- ha dado un paso significativo… en el disfrute a través de la crueldad; en el monumento a la venganza; en loas ¡al rencor! Y como cada cual tiene su esquema formal… ¡de lo que debe ser y de lo que no!, lo compasivo se diluye, y queda el rencor retenido, la rabia contenida, el permanente “no olvido”,la resaca de la venganza… –siempre descrita como “dulce”-. ¡Y el rencor mantenido!, como el ascua del lar; como el fuego que transforma, que convierte, que alimenta.
¡Y en todo ello, se le pone pasión!: “con-pasión” –¡rozando lo “compasivo”!-. ¡Con pasión!.. se culpabiliza, ¡con pasión se enreja!, ¡con pasión se ajusticia!, ¡con pasión se “rencoriza”!, con pasión se odia, con pasión se ejerce el rencor, con pasión se mantiene el odio, con pasión… se ejercita la venganza.
Y, por momentos, ¡se asoma… lo compasivo! Pero como una tenue posibilidad. ¡Y sí! Hay momentos, circunstancias y datos de historia, que muestran momentos compasivos. Pero son como reliquias… precisamente, no a imitar.
¡Y en todo ello, se le pone pasión!: “con-pasión” –¡rozando lo “compasivo”!-. ¡Con pasión!.. se culpabiliza, ¡con pasión se enreja!, ¡con pasión se ajusticia!, ¡con pasión se “rencoriza”!, con pasión se odia, con pasión se ejerce el rencor, con pasión se mantiene el odio, con pasión… se ejercita la venganza.
Y, por momentos, ¡se asoma… lo compasivo! Pero como una tenue posibilidad. ¡Y sí! Hay momentos, circunstancias y datos de historia, que muestran momentos compasivos. Pero son como reliquias… precisamente, no a imitar.
La elegancia de la Fuerza, que el hombre ha convertido en poder, en dominio y en preponderancia, no parece aceptar, asumir o admitir… a lo compasivo.
Lo compasivo es un destilado de amor, ¡que descubre!... lo que enseña el ejercicio de la compasividad. Y respeta y asume la caótica decisión de Lo Innombrable, de escribir recto en renglones torcidos.
En lo compasivo… se cambia el cuchillo por una flor; la maza, por granos de arroz; la ofensa, por una sonrisa; la rabia, por una caricia.
Al ser lo compasivo una herencia en Divino, de la humanidad, ningún ser queda ¡indiferente!... ante el ejercicio de la compasividad.
Abusarán, se reirán, pero… no quedarán como si nada hubiera pasado.
¡En la medida en que los seres, en su convivir, se hacen compasivos!, se recogen en su herencia Divina; se asumen en lo que son, dentro del misterio de la Creación y del porqué de la existencia de cada uno. Y así, ¡es posible aprender de la experiencia ajena, y de lo que nos toca!, en los diferentes cambios e imprevisibles situaciones.
¿Acaso… acaso –pregúntenselo- acaso se puede ser un intermediario útil sanador, sin ser compasivo…?
Y en esta cultura preponderante, predominante, ¡prepotente!, de “era cristiana”, ¿dónde está el compasivo ejemplo del Cristo… con la mujer adúltera? ¿Dónde está la compasiva actitud de Lo Crístico, ante la negación de Pedro? ¿Dónde está la compasiva posición del Crucificado, ante los que… le dan martirio? –“No saben lo que hacen”-. ¿Dónde están las compasivas y ¡penetrantes sentencias!... de los “bienaventurados”?
Suficientes ejemplos –¡y más!- que muestra lo Crístico, en lo compasivo; y que la cultura dominante –de imperio y dominio- tiene como sustrato a lo que llama “Dios” –al Cristo- y se olvida… de la principal misión: “compasivos”.
¡Porque, en la medida en que el ser se ejercita en lo compasivo!, comprende, ¡siente!, ¡comparte!, colabora, ¡coopera!, concilia, coincide, “con-vive”.
¡Porque, en la medida en que el ser se ejercita en lo compasivo!, comprende, ¡siente!, ¡comparte!, colabora, ¡coopera!, concilia, coincide, “con-vive”.
Lo compasivo ha ido quedando reducido a la excepcional, y a la ejemplar actividad de lo “santo”, “beato” o “pre-santo”… como algo bonito para observar… pero no para ejercitar.
La comunicación, cada vez más exclusiva en torno a lo violento… y lo poderoso, no deja resquicios a una compasividad.
¡Y el orante!, el creyente… ¡debe apercibirse de lo compasivo que le rodea!, gracias a lo cual… está, ¡tiene consciencia!, y se ejercita; y se sensibiliza ante lo que ocurre… y tiene la opción de contemplar.
¡Y el orante!, el creyente… ¡debe apercibirse de lo compasivo que le rodea!, gracias a lo cual… está, ¡tiene consciencia!, y se ejercita; y se sensibiliza ante lo que ocurre… y tiene la opción de contemplar.
En lo compasivo, ese destilado de amor… recoge todas las incidencias que han culminado en acciones, en actitudes; en desenlaces, en dramas, ¡en tragedias!...
Y, de forma clara, con ese pensamiento compasivo, ¡se ve la responsabilidad subsidiaria!... Es decir, ¡el caldo de cultivo previo que ha hecho posible que se dé tal situación o tal otra… considerada culpable, dramática, ¡horrenda! ¡Digna de la mejor venganza!
Es posible, en lo compasivo, despertar a la actitud, a la influencia del pensar que cada cual ha tenido… en el hacer de los otros; de cómo somos “uno”, diverso: un poliedro de infinitas caras.
Y, de forma clara, con ese pensamiento compasivo, ¡se ve la responsabilidad subsidiaria!... Es decir, ¡el caldo de cultivo previo que ha hecho posible que se dé tal situación o tal otra… considerada culpable, dramática, ¡horrenda! ¡Digna de la mejor venganza!
Es posible, en lo compasivo, despertar a la actitud, a la influencia del pensar que cada cual ha tenido… en el hacer de los otros; de cómo somos “uno”, diverso: un poliedro de infinitas caras.
Desde lo compasivo, se adivina el germen de la auténtica ¡PAZ! Sólo eso, debería ser un motivo de regocijo, de ejercicio y de entrega... ¡hacia un cambio de conceptualización!… en el que cesara, ¡por fin!, la persecución de unos sobre otros; la recriminación permanente; la justificación… ¡constante!
Lo compasivo, ¡como expresión artística... creadora y creativa, de la compasión!, representa un grado de sutileza; un grado de… decoro; de respeto, de dulzura, de… Ámen.