jueves

Lema orante semanal

DEUDAS, DUDAS, DEBERES
20 de junio de 2011
Entre deudas, dudas y deberes, es posible que, hoy en día, el ser se mueva con incómoda seguridad. Deudas, no solamente económicas –que parecen ser, hoy, las más llamativas- sino deudas… éticas, morales, afectivas, condicionales, incondicionales… Deudas con éste, con aquél, con aquélla, con aquel otro que nos apoyó, y le olvidamos; que nos soportó, y ahora no lo soportamos.
Las dudas asaltan, como, en los caminos, los antiguos asaltadores de caminos. Digo “antiguos” porque era más frecuente. Ahora, no es que no ocurra; también por los caminos te asaltan –depende de por dónde vayas, claro-.
Esas dudas… –tan frecuentes frecuentes, frecuentes, frecuentes-, que salpican cualquier relación, son como una enfermedad “pruriginosa” –es decir, que pica, y pica y pica y pica, y se rasca uno sin más-, que no deja a la persona, quieta; que no aquieta el alma, sino que la vuelve incómodamente convulsa. “Incómodamente convulsa”.
¡Ay!... ¡Dudas!… ¡Desde lo más íntimo, hasta lo más… superficial!
Llama la atención el que la duda sea como un mar. Y, de hecho, se suele decir: “Estoy hecho un mar de dudas”, lo cual significa que ninguna se va a resolver, porque el mar es grande –por muy pequeño que sea, ¿verdad?- El Mar Egeo pues… es “Egeo”. ¡La cantidad de gente que se puede ahogar ahí!
“¡Estoy ahogado en mis dudas! ¡Me ahogan las dudas! –además de las deudas-”.

Deberes.
Desde que es púber, el joven o la joven va cargada de deberes, a sus respectivos habitáculos; de cosas que no se hicieron durante el día, que se tenían que haber hecho, pero que… es de provecho sacarle más ventaja a lo que se puede, que hacer –realmente- lo que se debe. Entonces, pues desde chicos, ya los infantes –futuros infantes de marina- se afanan en sus deberes, para al día siguiente ser preguntados –como en el juicio de Nuremberg- a propósito de sus desfalcos –vamos a dejarlos ahí: en “desfalcos”-.
¡Con lo bonito que quedó aquella canción de!:
“Toma chocolate,
Paga lo que debes”.
¡Bueno! Tú pagas lo que debes, pero te dan chocolate –por ejemplo, ¿no?-. Siempre es un alivio. Te dan una cosita… entre amarga y dulce –¿verdad?- y…
¡Pero los deberes!… ¡Oh!
Se habla en Derecho –y en “torcido”- de “los Deberes del Ciudadano”. Dicen que también tienen derechos, pero deben de estar tan retorcidos que nadie recuerda sus derechos. Y menos aún los exige –o los pide-, no vaya a ser castigado con más deberes.

Realmente, vivimos en espacios que, depende de cómo se lo tome uno, pero… si te descuidas, estás enjaulado; estás maltratado por la ley, ¡el orden!
¡Ayyyy! ¡Qué inquietos están los políticos españoles. ¡Ay! Qué inquietos están los políticos catalanes, que han tenido que ir en helicóptero a su sede, para hablar del gobierno, mientras los indeseables estaban fuera: les gritaban y les insultaban, y otras lindeces.
¡Ay!... ¿Qué sentirá el político cuando se ve desbordado por… ¡la chusma!? ¡Parecían "Las Tullerías"! “¡La Toma de la Bastilla!”...
De ahí a la equivalencia, hay poco, ¿eh? El que no tiene nada, y nada que perder, como se le encienda un poco… tira bocados por doquier.
Y se discute en un sitio y en otro que… “¡Que cargue la policía!” “¡Que vaya contra ellos!”. Pero, ¿contra quién? ¿Contra los parados? ¿Contra los que nada tienen, y están hartos? ¿Contra quién va a cargar la policía? ¿Cómo va a justificar luego sus violencias?
Claro, que la policía dice que… “’Algunos violentos’, entre ellos…” Y los diarios de turno “quisquillean” diciendo que: “Elementos incapacitados y discapacitados, y cabreados, se mezclan entre “los indeseables” para montar bronca –y no sé qué y no sé cuántos…-”
¡Miedo! ¡Es miedo! ¡Ah! ¡Pero los políticos tienen miedo? ¡Tienen miedo! Tienen que coger el autobús-helicóptero para ir a sus asambleas… ¿Y piensan que lo que salga de allí va a ser escuchado, respetado, obedecido? ¿Han cumplido alguna vez… sus deberes como humanos?

Y al hilo… al hilo, al hilo…
“Al hilo” no es el “cloruro de alilo” que tiene el ajo; que es agradable para algunos, pero para otros… “¡Es que hueles a ajo, que apestas!”. El ajo, el pobre, tiene mala fama, porque está ligado con brujerías y vampiros y cosas así. En cuanto te echan una fama así, ¡es terrible!, ¿eh? ¡Es terrible, terrible, terrible!, ¡che!... Ahora, como te la echen buena… ¡oye!... ¡échate a dormir! Ya lo dice el refrán: “Cría fama y échate a dormir”…

Porque… si por un momento –si por un momento- las dudas, las deudas y los deberes que tiene que resolverseel ser, diariamente, se llevaran a… a otro departamento…
¿Por qué… vamos a incomodar a la autoridad competente, si es “competente”? Aunque sabemos que es incompetente. Aunque sabemos –o deberíamos saber- que esta bolita azul llamada “planeta”, en la que habita una especie llamada “humana”, tiene ¡el derecho!... –¡sin que tenga nada que ver con leyes, ni abogados, ni fiscales, ni policías, ni ‘apicultores’: por si acaso se meten las abejas por medio, ¿verdad?-… es un lugar del universo, en el que los habitantes –entre ellos, los humanos- tienen ¡el derecho!...a moverse y a estar donde crean conveniente.
Y eso está por encima de cualquier “poderucho” –“podreducho”- que se establezca; aunque, evidentemente, se nos aplique la ley… Pero hay…
Iba a decir una frase bonita, pero nos la han estropeado. Sí. Iba a decir “el Sol sale para todos”. ¡Y es mentira! El Sol sale, pero no todos lo disfrutan. Los que están en prisión, en psiquiátricos, en residencias, y en otras lindeces creativas hechas por la justicia humana, ésos, no disfrutarán del Sol. Y no sale, para ellos. El Sol sale para los “güays”, para los “güachis”, para los “chulis”, para los de "Hola", para los de Semana, para los de Miss, para los de Teen, para los de "Botín"… de momento.
¡No sale –ni siquiera- el Sol! Es una especie tan cabrona –ésta a la que pertenecemos- ¡que es capaz de secuestrar el Sol! ¡Quitarle horas! –¡por ejemplo!-. Eso, para todos. Pero, además, es capaz de secuestrarles el Sol a los habitantes, condenándolos en reservas; en increíbles fronteras…
¿Saben quién inventó las fronteras? ¡Bueno! Como siempre, algún guerrero triunfador que, junto con otro guerrero, se repartieron las “guerrerías”.

Y en todo este galimatías –“aparente”-, si cambiamos de departamento, a la oración –que necesita su fundamento para hacerse competente-… pues las cosas son diferentes. ¡Sí!... Muy diferentes.
¿Puedo, realmente, dudar de lo que soy y lo que puedo llegar a ser, sabiendo que habito en un lugar de un universo tan increíble? Que ahora recién acaban de descubrir que nuestra galaxia –¡que tampoco es nuestra, por cierto!- tiene otro brazo. Cuando todo el mundo sabe que todo el mundo tiene dos brazos… pues según… según nuestras primeras percepciones, nuestra galaxia sólo tenía un brazo; estaba manca del otro. Y ha llegado un gallego y ha dicho:
-¡Pero hombre! Si tiene un brazo, ¡tiene que tener otro!…
¡Y efectivamente, oye! Tenemos dos brazos de galaxia. En uno, se supone que estamos; en el otro, no sabemos quién hay. ¡Pero es enorme! ¡Inmenso!
Yo sé que esto impresiona poco, pero ahí estamos, ¡eh! Y no sé por qué impresiona poco, porque… ¡es impresionante! ¡Es impresionante! O sea, por un momento pensar que en esa colita de allí, en aquel puntito, está ¡todo el sistema solar!… en el que decimos:
-¡Fijate, el sistema solar! ¡Hala!, Júpiter. ¡Hala!, Saturno.
¡Eso es una asquerosidad, dentro de la visión global de esta galaxia! ¡Es que es un punto! ¡¡Un punto!! ¡¡¡Un punto!!!
Y… y con esta impresión –si es que se impresionan-, ¿qué duda puedo tener acerca de “por qué”, “cómo” y “de qué manera” estoy por aquí, haciendo y deshaciendo? Es que no soy digno de preguntar eso. Es que me falta masa neuronal para poder entender mínimamente una respuesta. Así que… no ha lugar a dudas. Como se decía antes en el ejército: “El valor, se le supone”… Jejeje… “El valiente… Valentín”.
-La fe, se le supone.
-¿Fe?
-¡Sí! ¿Qué dudas? ¿Cuál es la duda? ¡Eh! Usted, caballero; usted, señora… no se duerman, por favor… ¿Qué dudas tienen? ¿Qué dudas tiene? Manifieste sus dudas…
-Pues tengo la duda…
-Pero, ¿no sabe usted dónde está? ¿Sabe en qué parte de la galaxia se encuentra? ¿Usted ha visto otras galaxias? ¿Conoce otros sistemas?
-No.
-Entonces, ¿qué coño de dudas tiene?
-No… Pues… no sé si comerme frijoles o tomar galletas…
-¡Qué pena me da por usted, oiga!
-No sé si tomarme una “monasvento” o una “tianana”, porque claro, el sabor, verá usted…
-¡Jo! ¡Si la culpa la tienen los cerveceros, por hacer tanta variedad!… Si fueran “moskovas”, harían una sola. “¡Esta es la que hay!” ¿Reloj? “El reloj”. ¡Ya está! ¡Vas a poner 20 marcas de relojes? Luego la gente empieza a elegir… ¡Eso es horrible!

Pues así, “queridos hermanos en la fe”…
¿A que suena bien? Pero, primero: no somos hermanos; segundo: lo de la fe, está por ver; y tercero: es cierto que la fe disipa las dudas. Eso no lo hemos dicho, pero lo acabamos de decir.
-¿Tú tienes fe?
-¡Pues no sé
-¿No sabes? ¿Y tú sabes algo?
-¡Pues no sé.
-¡Tú sí que eres un buen gallego! ¡Tú sí que eres un buen gallego! ¡Ahora sí! ¡Sí señor! No sabes que sabes ni sabes… ni sabes nada. ¡Qué bueno! Así, no te pueden echar la culpa de nada ni eres responsable de nada, ¡porque no sabes!…

¡La fe!
Sí. Esa frase de… “Hombres de poca fe”, para referirse a la humanidad, cada vez tiene más vigencia.

Las deudas son diarias. ¡Sí! Son diarias porque… –aparte de las propias e individuales y personales e intransferibles-, como pertenecemos a una biodiversidad inabarcable –pero sí… con perspectivas de darnos cuenta de esa biodiversidad-, las deudas con los hipopótamos, con los elefantes, con las jirafas, con todas las especies en extinción, con todas las que se han extinguido, con todas las que seguimos extinguiendo… no, no, no soy ajeno a nada de eso. Porque estoy inmerso en toda esa cadena, que no es de esclavitud, sino que se supone que es un rapto de… ¡viento!; un torbellino que nos lleva hacia quién sabe dónde… ¡Ah!
¡Deudas!
Pero, cuando las deudas las contemplamos bajo la óptica de la… confabulación, sin ir contra alguien o contra algo, sino con la perspectiva de sabernos “interpendientes” los unos de los otros –y también de las hormigas, de las cucarachas, de los ciempiés, los ratones y los gatos-, si simplemente se toma consciencia de que “antes de”… –“antes de”-, “pensar en”… probablemente, si “antes de”, “se piensa en”, muchas de las cosas no se harían, y se dejaría a la vida, correr.
No son deudas, lo que tenemos; son… excesos de posesión, los que nos invaden. Y, a partir de ello, generamos deudas. Es –más bien- “compromiso integrativo”, el que no ejercemos. ¡Porque la deuda es, más bien, propia de aquél que posee!
¿Y qué se posee? En el ilusorio mundo del poder, los que pueden y ostentan poder, creen poseer. Y así, consumen sus días perdiendo; perdiendo y debiendo. Y con muchos deudores alrededor, que nunca terminan de pagar su deuda. Porque no es, este mundo, de nuestra posesión; somos simple tránsito hacia otra dimensión.

Entonces, las deudas… no están. Por arte de magia, han desaparecido. Por arte de la oración, ya no pertenecen a nuestro nivel de percepción.
¿¡¡Y nuestros deberes!!? ¡Ay!, ¡deberes, deberes, deberes, deberes!… “Debes de”, “debes de”, “debes de”, “debes de”… debésde, debésde, debésde… Suena mejor así, ¿no?: debésde.
-¿Y qué es…? ¿En qué idioma es eso?
-¡Hombre! En bielorruso. Debésde, debésde.
“Debésde”, en bielorruso, significa “bueno”. Sí: bueno. O: “¡Bueno, bueno, bueno…!” Con lo cual, no sabrán nunca si “debésde” significa “¡Bueno… bueno, bueno, bueno…!” o no.
“Debésde”.
Todo el mundo –¿verdad?- más cercano o menos cercano, siempre te recuerda lo que “debesde”…
-Debes… tú deberías…
¡Oye! ¡Cuánto sabe la gente de uno! ¡Y cuánto saben, todos, lo que uno debe hacer! Por eso no hay que perder el tiempo pensando “qué es lo que debo hacer.” ¡Pregúntale al vecino!:
-¿Qué es lo que debo hacer?
-Pues “debesde”…
¡Y ya está! ¿Para qué gastar masa encefálica gris –porque es medio gris; ni siquiera es blanca, como la novia-… Sí. Es que las novias van: “blanca y radiante va la novia”
¡De verdad, cuánta cosa nos han metido! Realmente, nos han metido de todo: un supositorio y otro y otro y otro…
Así que, con buena regla, podríamos decir: “No me “supositorizes” –¿eh?- ¡que me doy cuenta! Dame más bien gotitas sublinguales” –je-je-je, ¡gotitas sublinguales! Je-je-je, ¡sublingual!-.
¡Interesante! ¡Muy interesante!

Entonces –los deberes-, hablando de debe res…
-¿Qué deberes?
-¡Exacto! ¡Ya hemos quedado claro!, ¿no?
Que a la hora de preguntarte “¿qué debo hacer?”, tú no tienes nada que pensar; simplemente pregúntale…“pregúntale a Juan, pregúntale a Ana, pregúntale a Pedro”… y ellos te dirán lo que tienes que hacer. Con lo cual, ¡oye!, todos contentos.
-Pero, ¿y tú… tú no tienes capacidad para deducir qué tienes que hacer?
-¡Qué va!, ¡qué va! Si cada vez que decido hacer una cosa, ¡la embarro! ¡Sí! No le gusta a éste, no le gusta a aquél, no le gusta al otro… ¡Qué barbaridad! Y eso que son… ¡pufff!-... ¡deberes!

Bien. Ésa sería la forma cotidiana de resultar bien:
-¿Qué debo hacer?
-Pregúntale a Juan, que él te dirá.

¡Pero hay otra forma!: que –puesto que “debemos”-, debemos ser –¡y somos!- un aporte; un… un, cada uno, una pequeña maravilla –“un, cada uno, una pequeña maravilla”-. Y, en consecuencia, ¡somos un aporte! ¡Un aporte… imprescindible y necesario!
Cuando no lo seamos, dejaremos de ser; pero, mientras seamos, somos una pincelada de Dios. ¡Y como tal debemos ejercer! Y, en ese ejercicio, ¡somos excepción! Y, como excepción, debe ser, nuestro actuar y estar, excepcional.
Rebajar esa pretensión… es anular nuestra naturaleza. ¡Ése es el verdadero deber!


¡Sabemos de la Misericordia!... ¡También está en el Universo!


***