miércoles

Lema orante semanal

RECURSOS. RESPUESTAS. REMEDIOS

1º de agosto de 2011

Recursos… Respuestas… Remedios…
Tres momentos que surgen, habitualmente, cuando ejercitamos la vida.
“¿Qué recursos tengo para argumentar? ¿Qué recursos hay para fomentar? ¿De qué recursos se dispone, para planear?...”

Respuestas, que siempre hay que tener ahí. No puedo decir sistemáticamente: “¡No sé, no sé, no sé, no sé!… ¡No sé!”. Hay necesidad de respuestas… a preguntas que, la evolución de las ideas de la humanidad, ¡plantea! Y tienen que ser respuestas que “satisfagan” a quien responde –¡como mínimo!-, y eso le mantenga en una posición de relación, de respeto, de intercambio…
Y “remediar”… remediar es esa acción de evitar, disminuir o aliviar… “algo” que consideramos inadecuado. Pero, ¡claro!, hay… ¡hay unas diferencias!...
Ayer, por ejemplo, teníamos la noticia de que seis niñas –jóvenes; ¡seis!-... de una misma familia, tres tenían una ciertas relaciones con chicos, “propias de la edad” –entre comillas-, y las otras tres pues… se encargaban de ocultar ese tipo de relaciones. Esto ocurría en Oriente. Y el padre –de confesionalidad “distinta a la habitual”-, remedió este asunto ejecutando a las seis.
¡Ah! Su remedio es… ¡matar a sus hijas! Y seguro que, si le preguntamos, una y otra vez diría que… ¡claro!, que –y ése es el fundamento- han mancillado el nombre de la familia, y su…
Y dices: “¿Es posible… que eso ocurra?”. Sí. ¡Una noticia más!

¡Claro! Evidentemente, esto no les pasará a los varones, pero… ¡sí a seis…! Que no es solamente cuestión de número –una es más que suficiente- pero, cuando esto tiene una dimensión de este tipo…
O sea, que lo de “remediar”, habría que acotarlo; es decir, perfilar: “¿Qué… qué entiende usted por remedio?” –no vaya a ser que el remedio de ése sea… ¡acabar con el otro!-.
Desde la óptica sanadora, evidentemente “remediar” es un proceso… nuclear: ser “remedio”.
Y como decíamos ayer en uno de los programas: a raíz de una investigación científica, el hablar, el comunicarse a través de diferentes lenguajes –el lenguaje matemático, el lenguaje corporal, el lenguaje postural, el lenguaje visual, el lenguaje verbal-… constituye una forma de mejorar nuestras capacidades. Luego si somos capaces de comunicarnos adecuadamente, ya tenemos “un remedio”: la “comunicoterapia” o la “comunicogenética”…
Seguramente, todos han tenido la oportunidad de –agobiados o angustiados o preocupados por una situación- hablar… ¡con alguien! –de su consideración, valioso o adecuado-; y, después de esa charla, quedar pues… reconfortado o tranquilo… o más tranquilo… o definitivamente ¡sanado! ¡Y fue una charla! Pero, ¡claro!, entre la ignorancia personal que se puede tener ante una situación, y el discurso de quien sabe, quien conoce, quien entiende, sólo la información, puede ser ¡importantísima!... para modificar una respuesta.
Cierto es que, igual que se constituye –la comunicación- en un remedio, también puede “conseguirse” y considerarse una “trampa”: como puede ser una propaganda inadecuada, como puede ser un marketing manipulado, o como…
Eso es lo más habitual, ¡claro!

Cada ser se debe constituir en un “remedio” para sí mismo; y, en esa medida, reluce lo suficiente como para ser remedio hacia otros.
¡Recursos!... no faltan. Cada uno tiene los que realmente sabe utilizar.
Es una queja habitual ¡el reclamar más recursos que los que se tienen! Y, sin duda –dependiendo de circunstancias-, será cierto o no. ¡Pero es importantísimo! –desde el sentido orante- saber que estamos “dotados”, desde el momento de la creación, de los recursos… de que nos dotan, que nos dan, que aparecen; que hay que saberlos tomar, que hay que saberlos ejercitar, pero… ¡lo recursos están!
Cuando se da la vida, se da el recurso para sobrevivir, ¡para perdurar!, ¡para continuar!...; para seguir “un curso”.

Las respuestas –¡sin duda!- van a tener una variabilidad importante, con el fin de adaptarse, de plegarse a la situación que les toque vivir. Y, en esa respuesta, va a veces incluido el remedio… y una muestra de recursos.
La Creación, las Fuerzas Creadoras, son una permanente referencia como recursos, como respuestas, como remedios… que nos bañan, que nos cubren, que nos colman. ¡Y que tan solo hay que dejar que… –mientras pasan por nuestro ser- las respetemos!, ¡las escuchemos!, ¡les demos cauce! Y no que cada cual esté con su “recuelo”, con sus recelos, con sus remates, con sus ¡réplicas!...
Y mientras, a través de cada ser, traspasan una y otra vez –por casualidades, por circunstancias, por suertes, por coincidencias, por intuiciones-, éste… ¡no parece darse cuenta! Está demasiado afanado en crear su propio mundo.

Cuando recordamos aquel “milagro” del centurión, en el que “Una sola palabra tuya bastará para sanarle”, vemos que hay recursos –la palabra-, hay respuesta, y hay remedio.
Y estamos –en este caso- poniendo la referencia de ¡un milagro! –que parece estar muy lejos de nosotros-.

Cada respuesta –a imagen y semejanza de la Creación a la que pertenecemos- ¡tiene que tener una virtud!; una cualidad específica. Y, aunque la adornemos de una “generalidad”, la respuesta tiene su “particularidad”. Eso nos permite discernir diferentes tipos de respuesta, y buscar la más adecuada.
Hay que realizar ¡un esfuerzo!... para que esa respuesta se dé, gracias a los recursos que la naturaleza, la Creación, nos ha ofrecido y nos ofrece.
Y digo que “hay que hacer un esfuerzo” porque, habitualmente, es costumbre –ya- que… otro preste los recursos… alguien te diga la respuesta… y… ¡y tú!, ¿qué?

¡Contar con los propios recursos!, ¡no con los recursos de los demás! Luego, habrá una interrelación, pero… “Responda según sus recursos”
“Y recale en la idea de que tiene que ser un remedio. Que debe ser utilizado para remediar una situación. ¡Que no tiene por qué ser un problema! ¡No tiene por qué ser una dificultad!... sino que, simplemente, el dar cauce al sentido de cada uno, ya es un remedio, ¡un medio! –“re-medio”- para seguir.


Con frecuencia, las respuestas se convierten en “mandatos”. No es ése el camino adecuado. La respuesta tiene que ser una “modulación” que podemos absorber, regular, incorporar…; pero en ningún caso la respuesta debe ser mutilante, obligatoria…
Tenemos que recoger los recursos –la convivencia “vital” para la especie- que nos proporciona nuestra naturaleza.
¿Recursos?: palabras.
¿Respuestas?: aquí…; ahora.
¿Remedios?: ser… servidor.
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