lunes

Lema orante semanal

LLAMADA ORANTE
LAS EVIDENCIAS, LOS CONSENSOS Y LAS CREATIVIDADES.
4 de abril de 2011
Las evidencias, los consensos y las creatividades, constituyen –probablemente- tres momentos en los que los seres vivos pueden ser más de lo que son. Ese “más de lo que son”, implica que el todo… –implica que “el-todo”- es mayor que las partes –que la suma de las partes-. Implica que la sustentabilidad de cada especie aporta nuevas opciones a todas las demás.
Las evidencias son aquellas posiciones en las que la probabilidad se reduce a muy pocas opciones. Si hace sol –por ejemplo- y calor, y no hay nubes en el cielo, es muy, muy probable que no llueva. Evidentemente, no llueve. Pero ciertamente existe alguna posibilidad de un cambio repentino; pero la posibilidad se reduce.
Podríamos también decir que –evidentemente- estamos ahora –desde la óptica visual- en un estado de penumbra, que podría corresponder a “el atardecer” o podría corresponder al amanecer. Las evidencias se reducen, en consecuencia, a dos opciones. Esperamos, aguardamos, y será evidente –salvo imprevistos- que está amaneciendo.
Es decir, el mundo de las evidencias colapsa otras posibilidades que existen, que están, pero en otro plano, en otro lugar, en otro momento, en otra circunstancia….
Cuando nos manejamos en el mundo de las evidencias, la coincidencia en algunos elementos es “casi” –casi-, total. Con lo cual, las opciones de controversia o confrontación se aminoran enormemente.
Sin duda, las evidencias… a veces ocurre con ellas, como dice el dicho: “las apariencias… engañan”.
¡Verán! Hay un ejemplo muy… muy demostrativo. Ayer nos mostraban –a través de un estudio geofísico de un satélite que ha estado gravitando sobre nuestro planeta- las últimas novedades en torno al planeta llamado “Tierra”. Creíamos que todo lo sabíamos, y nos reíamos de cuando se hablaba de que la Tierra era plana; nos contentábamos cuando era redonda y achatada en los polos –porque ya sabíamos todo-. ¡Pues no! No. La Tierra tiene forma de ¡patata! ¡Sí, sí!. Es “una patata” en órbita alrededor del Sol. Y ya están –a disposición de todos ustedes- las gráficas en Internet, para que puedan ver la “patata” en la que estamos.
O sea que aquéllos que se sientan “patatas mentales” –¡por lo que quiera que sea!- están en su sitio.

Personalmente, nos impresionó mucho ver que ¡era una patata! No tenemos nada contra las patatas –no, en absoluto-. Pero, ¡fíjense!... la apariencia nos decía que era un planeta circular, redondo, bonito, “chatón” en los polos –y tal-… ¡No!, nada de eso. Es “una patata”. Es decir, está más hundido en un sitio que en otro. Es redondeado, sí, pero ¡vamos!… que, como “pelota”, no serviría –por ejemplo-. ¡No! Las fuerzas de la gravedad la aprietan por un sitio más que por otro, etc. ¡Bien! –detalles técnicos aparte-.
Entonces, sí, a veces las apariencias nos engañan; y fíjense la evidencia que teníamos de que: “Es evidente que la Tierra es redonda, porque ta-ta-ta, ta-ta-ta, ta-ta-ta…” ¡No! Ahora es evidente que la Tierra tiene forma de patata; que se aprieta por un lado, se desaprieta por otro… Es lo último en “terratología”.
O sea, ¡esto es demoledor! Cuando creemos saber o conocer o poner en evidencia una cosa, en cuanto empezamos a ver –porque “evidenciar” es “ver”, “ver”, “ver”-, cuando empezamos a ver, a visionar… las posibilidades empiezan a acrecentarse y, a la vez, empiezan a colapsarse, para acercarnos –cada vez que hacemos ese esfuerzo- a lo que llamamos “evidente”.
¡Una patata!… ¡Jo!... ¡Un tubérculo!

En esas evidencias, y en estos lugares del Universo, es como si nos viéramos en esos espejos que nos deforman –o nos forman, ¿quién sabe?-, y tan pronto exageran el mentón, como el ojo o la nariz… ¡Algo así! Y eso es lo más evidente a lo que podemos llegar.

El consenso es ese momento imprescindible –quizás el núcleo central de la vida- en el que cada representante vital, sin dejar de ser y de hacer lo que le corresponde, participa, aporta, utiliza, ¡se sintoniza!, se simbiotiza con otros, para hacer ese gran magma de la vida.
Y en ese consenso no hay lugar para “disentir”, puesto que, en el momento en que aparece una variable, rápidamente todas las funciones se recodifican en torno a esa variable. ¡Porque tiene que haber un consenso para que haya un soporte!, un entramado, una red…
El consenso entre humanos hace hincapié en el diálogo, hace hincapié en el compartir, hace hincapié en el sentir común, hace hincapié en el respeto mutuo, hace hincapié en la amabilidad, hace hincapié en la solidaridad, hace hincapié en la preocupación mutua, hace hincapié en el regusto por compartir.
Fíjense qué consenso –por ejemplo- realizan nuestros sistemas celulares “humanos”, con los sistemas celulares “bacterianos”, gracias a lo cual podemos conseguir la configuración de un ser humano. Por parte –por ejemplo- de “típicamente humano” podemos tener unos cien billones de células, pero lo que sí tenemos es diez mil billones de bacterias. La proporción es desmesurada, ¡pero, hay consenso!
Siempre se nos muestran las evidencias de unas proporciones descomunales. Observamos el universo más inmediato y lo vemos como desvalidamente ¡vacío!, desvalidamente ¡inútil! Y todo ese vacío inútil es lo que propicia que exista esta ¡patata!
¡Increíble! ¿no?

Y dentro de la patata, tres cuartas partes –o más- son océanos, sin los cuales no podríamos ¡vivir! La parte emergente de tierra firme es una pequeña parte –¡muy pequeña!-. Pero hacen falta grandes, “grandísimas” proporciones de océanos, para que exista –en esa “pequeña” parte de tierra firme- una “pequeña” parte: en definitiva, una especie como la nuestra.
La desproporción es quizás lo más evidente; ¡lo menos justo! Porque parece que la justeza o la justicia es esa balanza en la que todo pesa igual. No es así en la vida.
¡Fíjense qué desproporción de recursos y medios hay entre un recién nacido y la madre! –por ejemplo-. ¿Qué haría el recién nacido sin el auxilio de la madre? ¡Qué proporción tan inmensa! ¡Qué desproporción tan…!

La madre puede saber y conocer los últimos datos del Hubble a propósito de la nebulosa del Cangrejo. ¿Y qué sabe de eso el bebé? ¿Llegará alguna vez ese bebé a… ni siquiera a imaginarse eso?
La consciencia del adulto anda entre sus disquisiciones creyentes, ¡y de fes y de amores! Todo un contexto ¡infinito!, de matices. ¿Acaso tiene ese matiz el bebé? La desproporción es, siempre, la más evidente que podemos resaltar.
¡Y en el sentido orante!, podríamos decir –al llegar a lo creativo, a lo improvisado, a lo espontáneo- que nuestra referencia es ¡la Fuerza Creadora!
¿Qué proporción hay entre la Fuerza Creadora, ésa que nos muestra la actividad de los océanos –por ejemplo-, la actividad de las galaxias –por ejemplo-, la composición teórica de nuestra “patata”, con volcanes y terremotos incluidos…?
Las capacidades y los recursos creativos son ¡inabordables! ¡Y tan sólo podemos hacer pequeñas papiroflexias! –¡por ejemplo!-. Para entendernos.
Imagínense todo el arte, todo el desarrollo de lo artístico en el mundo, que haya creado el hombre. Proporcionalmente –proporcionalmente-, lo que es capaz de crear un ser humano es un avioncito de papel –en el mejor de los casos: como Goya, Velázquez, o Albéniz, o…- Esa es la proporción. Para… ¡para humanizarnos un poco más! O sea, ¡desproporcionado!
En realidad, se puede decir que hay una inversión… ¡Hay que invertir una cantidad inmensa de opciones, posibilidades, recursos, medios!, para poder lograr un pequeño momento variable, original, diferente; que, ¡sin duda!, va a incidir en ¡todo!

Cuando somos capaces de conjuntar ese consenso, con ciertas evidencias y ¡actitudes!, ¡intenciones!, ¡ganas creativas!, entonces es cuando la vida –la vida expresada en cada ser- puede tener la oportunidad, la ocasión… se le puede brindar la suerte de vibrar, ¡de sentir la conmoción de ser creación! ¡De estar en lo divino! De ser divino.
No. No se dispone la actividad humana bajo estas premisas: “evidencias, consensos y creatividades”. No. Más bien se dispone en individualidades, separaciones, controversias y estabilidades; repeticiones.
El sentido orante nos muestra cómo tenemos que rectificar nuestras posiciones “personalistas”; evidenciarnos en lo que somos capaces de visionar; interactuarnos necesaria e imperiosamente en un consenso, ¡porque en ello nos va la vida! Y, con ello, atrevernos a aportar la inspiración, la idea, el proyecto, ¡la opción, la posibilidad! ¡La mayoría de las veces inservibles! ¡Pero ese afán es “fun-da-mental”!… para que se dé la ocasión, para que se dé la opción, de que la novedad, la capacidad de percibir otros niveles de conceptualización, de inspiración, ¡surja!
Si no, estaremos condenados –como se puede fácilmente apreciar- a la causa, al efecto; al más fuerte, al más poderoso; al más duro, al más alto; al más ojo, al más diente; a la vulgaridad violenta sistemática…
Casi al borde de la imposibilidad de ser viables a corto plazo.

El “es-fuerzo” hacia lo evidente, en “el consenso”, nos lleva a las puertas de lo creativo. ¡Nos hace innovación! Nos hace ver la circunstancia excepcional de cada día: El Aliento Creador.