lunes

Lema orante semanal

LLAMADA ORANTE
Creando mundos...
14 de febrero de 2011 
Y cualquiera se preguntaría: “¿Cómo crear un mundo?” No ya solamente un mundo mejor, sino crear… ¡otros mundos!
¿Qué aditivos, qué elementos, qué sustancias –misteriosas y extrañas- necesitaremos para crear mundos?
Seguramente, después de intensas indagaciones, podremos llegar a la conclusión de que, cada vez que hacemos una extraña pócima –pero factible, en cualquier lugar- conseguimos, como alquimistas, crear mundos. Es un estado, y una actitud, y una intención, que se resume en una palabra: “Humorrisas” (se producen risas en la gente). ¿Ven cómo funciona? ¡A la primera!
“Humorrisas”. Sí. Puede sonar a muchas otras cosas, pero las “humorrisas” son esos estados de ánimo y de humor que conducen a sonrisas.
Las “humorrisas” están potencialmente repartidas en todo el planeta. Todos los seres tienen esa capacidad de promover esas situaciones.
Seguramente, algún día se descubrirán sustancias a las que se les pondrá ese nombre. O quizás ya existan, pero no tengan ni nombre.
Las “humorrisas” –según el sentido orante- datan del comienzo de la Creación de los mundos. ¡Sí! Ciertamente, parece un cuento. ¡Y seguramente lo es! Pero a base de cuentos se hacen las historias, los recuerdos, lo que ocurre…
-“Y una vez –una- Dios sonrió. Y creó el mundo.”
-¡Mira qué fácil! ¿Así? ¿Con todo?
-Con todo.
-Pero se referirá “con todo….” y…
-¡Sí, sí! ¡Con todo! Con coches, con tranvías, con aviones…
-Pero Darwin…
-¡Oh, sí!, a Darwin también lo metió ahí.
Seguramente, para el espíritu racional y racionado, esto es poco serio. Pero ¿ustedes creen que, en estado de seriedad, se puede crear un mundo como éste? ¡Sinceramente!…
No sabemos cómo sería un estado de seriedad pero, en cualquier caso, no surgirían a la vez, una orquídea y una Drosófila Melanogaster. Tiene que haber algo más.
“¡Humorrisas…!”
Sí, sí… Esa era la sustancia que, probablemente, emanó de la sonrisa… de Dios.
-¿Y qué ocurre… qué ocurre cuando una persona sonríe?
-Pues… que está de acuerdo. ¡Je!
-¿Con qué?
-¡Da igual!
“Estoy de acuerdo”, desde mi alma, desde mi espíritu, desde mis entrañas. ¡Estoy de acuerdo! Si ya me preguntas por datos y otras especialidades, los acuerdos son distintos, y tendré que calcular y dividir y multiplicar… Ahí tengo pocas “humorrisas” que segregar.
¡No obstante!, se ha comprobado que los sujetos que generan “humorrisas”, aunque hagan luego otras actividades llamadas “serias”, las hacen mejor. Sí.
Fíjense… sin especial interés, como lo haría un búho –que se fijan, se fijan…; los pobres, trabajan muchísimo-. No. Sin llegar a tanta obsesión. Pero fíjense, simplemente, en las sonrisas que generan los infantes, los bebes: podría decirse que cada uno genera un mundo distinto; podría decirse que cada una es diferente a otra; podría decirse que, en tres o cuatro sonrisas, se han creado –hacia el observador- tres o cuatro mundos diferentes. No costaría trabajo decir que “sí”.
Cierto es que su efecto se diluye pronto. Son mundos que aparecen y… aparentemente desaparecen, y se crean y se recrean otros distintos. Y todo ello procede del eco de aquella primera sonrisa de Dios.
Seguramente Dios ha sonreído hacia otras direcciones también. Pero, en lo que respecta a nosotros, si observamos el ordenamiento –por ejemplo- cuidadoso y minucioso de la composición de una pluma, o el ordenamiento cuidadoso y minucioso de la posición de las escamas de un pez, o nos reímos o nos volvemos locos. Normalmente es mejor sonreírse, porque la locura puede llegar a una pérdida de cordura, y te descuerdas; se rompe la comunión y el contacto “con”.
El ordenamiento de los filamentos de una pluma… La perfecta alineación de las escamas de un pez… ¡Sonría, por favor!
Sí. Esto, por poner dos ejemplos al alcance de cualquiera. Si ya nos vamos –¡ala!- a la ciencia, y nos preguntamos cómo se sostienen las estrellas, entonces ya es para partirse de risa.
-¿Cómo se sostienen las estrellas?
-¡Pues alguien las sostendrá!
Ciertamente, no nos caemos. Porque, si no nos sostuvieran, nos caeríamos.
Sí. Ya, llegan los científicos con sus fuerzas centrípetas, centrifugas, “bla, bla, brala, baralá…” “¡Abra cadabra!” Manifestaciones. Pero… ¿”E la forza che dona la capacità per mantener tutta la questione dell’universo? ¡¿Dove sta?! ¡Eh! ¿Capicci?”
-¡Sonría!…
-Ah, che facile: “Il sorriso di Dio”.
Que es como decir: “la sonrisa de Dios” o “la sonrisa de cada día”. En Italiano es lo mismo.
Y si nos acercamos un poco más a nuestro sistema, y dejamos tranquilo el universo –que ya tiene bastante con sostenerse-, pueden surgir “humorrisas”… como milagros –que suena a “hemorroísa”-; que, sin querer, ¡oye!, con tocar… Y como el “humo” –del “humor”- que se evapora, y que deja un chiste o un piropo ¡que perdura!... y que se renueva.
El otro día nos preguntaban: “¿Qué hay en la cara oculta de la luna?”–en serio, ¿eh?-.
Entonces, contestamos según el sistema de “humorrisas” –porque es lo primero que nos vino a la cabeza- y dijimos que hacía tiempo que no íbamos por allí, y que no nos acordábamos bien. Pero, por haber, por haber… puede haber cualquier cosa. Bien, ¿no? Puede haber colonias humanas, colonias de algas, o agujeros como los que vemos en la cara visible.
No es que quitemos importancia a lo que pueda haber –o no- en la cara oculta de la luna, pero… si hace tiempo que no vas a un sitio, ¡no te acuerdas muy bien de cómo está! Luego, si vuelves, dices:
-Pero ¿aquí no había un descampado?
-Sí, pero ahora hemos hecho un polideportivo.
-¡Un polideportivo….!
Lo sorprendente de este sentido orante, hoy, de las “Humorrisas”, es que… mmm, nt, es que… mmm… para mmm, para que vean que… mmmm… que sí, que… mmmm…. Eh… mmmmm –a ver cómo se traduce esto… mmm… para transcribirlo… mmm… siendo viernes… mmm… para la semana… mmm-… es que… mmm… se puede aplicar… mmm… a cualquier… mmm… situación… mmm. Punto.
Sí. ¡Fíjense! Lo hemos aplicado hasta a la cara oculta de la luna. ¡Qué curiosidades más… o qué “necesidades curiosas” más curiosas hay!... “A lo mejor no sé dónde tengo la nariz, pero quiero saber qué hay en la cara oculta de la luna”.
Las “humorrisas” –ese estado especial de estar, de convivir, de compartir, de estar en sintonía con la Creación- nos permiten –como decíamos al principio- crear mundos. ¡Sí! Y cuando vemos… o estudiamos o leemos o nos dicen… tal o cual situación, a partir de ella gestamos una historia, un cuento de “humorrisas”, capaz de transformar esa versión –más o menos lineal, más o menos exacta- de lo que pasó u ocurrió, en algo… –de lo que pasó o de lo que ocurrió- en algo distinto. ¡Conservamos lo que pasó y lo que ocurrió!, pero le damos el hálito; el aliento.
Cuando hablamos del “aliento”, del “hálito de vida”, hablamos de “humorrisas”.
Fíjense cómo, en este mundo tan serio, tan cuadriculado, tan “cartabónico”, en el momento en que hay la más mínima opción para salirse del “proctólogo”, es todo ¡una noticia!, es todo una alegría contenida que…. ¡no se sabe dónde estaba!, pero que hacía falta que surgiera.
¡Sin duda!, sin duda, sin duda, rápidamente llegan los servicios de seguridad e impiden que las cosas se propaguen.
Pero las mariposas del estómago siguen ahí; siguen vivas. Lo que pasa es que, claro, si no se las deja fluir, y se las deja en esa crisálida de ‘espera’ para que “todo sea como yo quiera”, entonces nunca saldrán de su celda, y difícilmente aletearán sus alas.
Al decir… y esperar a reír “sólo cuando el mundo sea como tú querías”, fíjate –señor, señora- en lo que acabas de decir: “Me reiré cuando el mundo sea lo que yo quería que fuera”…–Y no fue-.
“Quería”… “querría”…
-¡Ah, ¿qué ría!
-Sí, ¡ría!
Cuando “quieres”, en vez de tirarte a poseer –cabeza de chorlito-, ¡lánzate a reír, lánzate a conmoverte! ¡Abre las crisálidas de tus estómagos y deja borbotear los espacios de las mariposas!
“Querrías… ¡Querrías y querrías y rías!… hasta estremecer”. Eso es “querer”.
Pero fácilmente, si en serias y en series se van constituyendo las vidas, no hay risas, sino que hay posesiones. Y el “querías”, el “querrías”, se hace… el que tiene, el que impone, el que manda, el que ordena. ¡Y se olvida de que el querer era reír! Era la expresión de “humorrisas” ante lo que me encuentro, ante lo que me atrae, ¡ante lo que me apasiona! ¡Pero no para ponerle el sello de mi propiedad!, ¡no!, sino para correr con ello hacia donde nos lleve el viento.
La “sonrisa de Dios” se encarga.
Tan simple como analizar una palabra: “Quería”, “querría”…
Hagamos –bajo la insinuación de las “humorrisas”- un cuerpo de mundos cambiantes, diversos, dispuestos…
Que se abandonen los antiguos hábitos de cataclismos, dramas, tragedias y desastres, por haber interpretado mal “lo que querría”, y asumamos “lo que ríe”… ¡como el río!
¡Sí! ¡Es una buena idea!: como el río, que también ríe; pero fluye, transcurre… por muy diferentes parajes. ¡Y qué decir cuando desemboca en los mares!, y aquello se hace inmensamente eterno.
Que río, y río soy… de aguas superficiales o profundas, que trascurren… por ser un emblema divino. Y así hacen, de la vida, un manantial inagotable ¡de mundos, de borbotones y de posibilidades!
Sabiendo hacer –ya- mundos, no podemos permanecer en el “establecido”, en el “obligado”, en el “lineal”, en el “rotulado”… ¡No! No, porque nos romperíamos; nos resquebrajaríamos.
Ahora que sé que las “humorrisas” son el reflejo de “la sonrisa de Dios”, y que son “lo que yo quería” –y que no era “lo que poseía”-… y que –como ríos- alimentan, nutren y aligeran la vida, ¿qué sentido tiene quedarse en la seria rigidez de una razón; de una explicación?
Nuevos mundos: cada instante, cada momento, cada consciencia de que “estoy”.
Así debe de ser… Dios.
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