sábado

Lema orante semanal

LLAMADA ORANTE
31 de enero de 2011

Cada día que transcurre en este lugar del universo, ocurre y… y da paso a… a otro, a otro día, y ése da paso a otro día y, curioso, por lo que respecta al día, no queda ninguna cosa pendiente.
El día, con su luz y su noche, transcurren y, en su transcurrir, no van dejando residuos ni… ni luces por llegar, ni oscuridades por aparecer.
La lluvia, mientras se manifiesta, lo hace con el potencial que le corresponda en cada jornada. ¿Podríamos decir que queda alguna gota pendiente por caer? No.
Puede ser un buen ejemplo: millones de sonidos concurren para manifestar su presencia y… y ofrecer sus beneficios, si se saben -por supuesto- entender, comprender y regular.
Pero -se insiste en oración- nada queda pendiente.
Si nos fijamos, en referencia a esos simples y universales ejemplos, la actitud del ser en su transcurrir cotidiano, ¿cuántas, cuántas –vamos a llamarles circunstancias- cuántas circunstancias quedan pendientes, simplemente de un día para otro?
Lo pendiente se va -como es fácil de deducir-, se va acumulando, juntando y mezclando y…

-Tengo pendiente reconciliarme con…
-Me ha quedado pendiente el arreglar el…
-Está pendiente el…
-Tenemos pendiente los…

Claro, si vamos amplificando esas cuentas pendientes, probablemente, al llevarlas a toda la humanidad, prácticamente se crea -o está-, al menos, pendiente un par de humanidades más. Sí, es decir, que si se hiciera lo que está pendiente por la humanidad ahora, nos daría para crear -o haría falta crear- dos humanidades de unos 7.000 millones de seres para ponernos al día, al día. Sí, y a partir de ese momento, no dejar cosas pendientes.
¿Tanto? ¿Tanto hay pendiente?
¿Tanto ha quedado pendiente?
Se suele decir: “la vida pende de un hilo”, para indicar la fragilidad con que ésta se manifiesta. Pero quizás, también habría que añadir que “pende de un hilo” por tanto elemento pendiente que gravita sobre esta especie.
Podría, incluso, en un estado de rigor, decir que “lo pendiente”, en realidad, significa “lo delincuente”.

-¿Delincuente? ¿Somos unos delincuentes?
-Un poquito sí.
-No, un poquito no, o se es delincuente o no…
-Pues sí.
-O sea, ¿que somos una humanidad constituida por delincuentes?
-Sí.
-¿Todo por ir acumulando situaciones pendientes?
-Exacto.

Sí. Se recuerda eso de que… “bueno…ya se hará”. Bueno… El famoso dicho de “vuelva usted mañana” de la administración. Que luego, obviamente se genera y se extiende a toda la convivencia.
¿Qué pasa con todo eso que queda pendiente? ¿Dón.. dón… dónde se almacena? ¿Dónde podríamos colocar esos residuos radioactivos?
-¿Radioactivos?
-Sí, bueno… humanictideos. Para ser más exactos.
“Humanictideos” que dan lugar a… bueno… está pendiente esta controvesia, la cual puede estar pendiente treinta años, cuarenta, cincuenta. Para entonces, ni se sabe exactamente qué paso, pero la enemistad se creó y se desarrolló y se instauró.
¡Hay un corazón pendiente, en cada latido, de lo que está pendiente por ponerse al día!
Claro, no, no, no hay mucha consciencia de que el tener situaciones pendientes pueda incomodar o…
-¿Incomodar? ¿Ha dicho incomodar?
-¿Es que acaso, si usted tiene algo “pendiente con…”, no incomoda al que está esperando que…? ¿No termina confabulándose todo lo que queda pendiente para hacer a todos los seres dependientes y, en consecuencia, incapaces de desarrollar sus verdaderas facultades?
Sí, ciertamente, el concepto de “lo que está pendiente” depende muchos de las ambiciones y de los deseos y de los gustos que cada uno tenga. Sí, hay una cierta influencia de eso. ¡Pero!, pero el vivir implica convivir; y el convivir significa compartir; y el compartir implica responsabilidad; la responsabilidad supone corrección; la corrección implica respeto; el respeto necesita cumplir.
Y, puestos en esa concatenación de acontecimientos, es evidente que, aparte de nuestras ambiciones, cada día se nos ofrece -o quitamos la palabra “ofrecimiento”-, cada día se nos presentan situaciones por cumplir y, al no cumplirse, quedan pendientes. Y al quedar pendiente, la cadena… no de amarre sino la cadena de secuencias que posibilita, que capacita nuevas y nuevas realizaciones, se ve cortada, rota, bloqueada, estancada.

La comunidad humana ha gestado un estilo de vivir en base a su poder, a su dominio y a su control. Y genera residuos pendientes, que no llegan a saldarse. Y, en consecuencia, se bloquean proyectos, ideas, sugerencias, ideales, vocaciones.
-¿Qué puede, qué puede significar el decir, por ejemplo: “tengo pendiente -porque lo siento y me atrae-, tengo pendiente aprender a tocar un poco la guitarra, desde hace treinta y dos años? Y tengo ahí una guitarra, verdad…
-¿Cuántos ha dicho?
-Treinta y dos. Treinta y dos años. ¿Puede significar eso algo? Quiero decir: ¿Puede implicar algo en la vida de esa persona o en la vida de otros, o…?
Aparentemente, puede resultar hasta un chiste.
-No, no significa nada. Quiero decir… pero usted tenía –permítame que diga “tenía”, por los treinta y dos años nada más-, o tiene pendiente -vamos a ser magnánimos- aprender a tocar hasta un cierto punto la guitarra, porque le atraía, porque se sentía vocacionalmente ligado con ella. ¿Sí o no?
-Sí, sí.
-¿En qué medida esa “pequeña situación pendiente”, ha bloqueado, bloquea y obstruye otras vocaciones suyas, personales?, ¿en qué medida eso ha bloqueado otras…?
-¡Ah, por cierto! ¿No tenía pendiente un… un aprendizaje de cocina?
-¿Cocina? ¡Ah sí! Pero es que… la verdad es que nunca tengo tiempo.
-¡Oh! ¿Tendrá que ver algo la guitarra con la cocina?
-Bueno si nos ponemos así, tengo pendiente leerme, por lo menos, alguna libro de sss… Algún libro.
-Algún libro. ¿En especial alguno?
-Shakespeare. Por ejemplo. Que me suena mucho, pero… pero… me atasqué con la calavera y me persigue, ¡eh!, hasta sueño con ella.
-¿Usted cree que tiene que ver algo Shakespeare con la guitarra y con la cocina?
-¡Hombre!, si nos ponemos así… todo tiene que ver, ¿no?
-Sí, sí claro, todo se ve, todo se ve. ¿Y… y esa relación humana que quedó pendiente de aclarar en algunos puntos que usted considera significativos?
-Bueno… ¡Ffffff!..., cosas que pasan.
-Sí, cosas que pasan, pero aprovechando ahora que la lluvia no cuchichea sus mensajes secretos a voces, ¿cree que podrá ponerse al día con…?
-Muy difícil, porque él vive ahora en Francfurt y yo… en Guadalaljara.
-Ya pero… ¿Cree usted que si vivieran los dos en Dusseldorf sería ahora más fácil?
-Pues no lo sé ¡eh! Porque allí el trabajo es muy intenso, hay mucho tráfico, la gente se acuesta pronto y… ¡fffff!!
-¿Y ese asunto que tenía usted pendiente con sus familiares?
-¡Ah! Bueno, a este paso voy a ser culpable de todo.
-No, no, no, no, no. Si es simplemente un ejemplo, un ejemplo.
-Bueno, pues cosas que pasan en la familia.
-Ya, pero ¿por qué están pendientes de resolver?
-¡Hombre!, es que la gente es muy cabezona.
-La gente. ¡Ah! ¿Y quién son esos?
-Pues los demás…
-¡Ah! ¿Usted no es cabezón?
-No, no tanto.
-Entonces, ¿por qué no se pliega y se acerca a los “cabezas duras” y les… les habla, les dice y les comenta? ¡Usted que sabe más!, usted que está más instruido, usted que está más culturizado, usted que ha tenido más oportunidades, usted que ha meditado tanto, usted que ha orado tanto, usted que tiene tantas claves, usted que tiene tantos seminarios en el cuerpo, usted que tiene tantos conocimientos alrededor, usted que tiene tanto… ¿No le parece que con tanto, hay demasiado pendiente?

-Si bajo la intención orante, estuviéramos pendientes de lo que queda pendiente… según el criterio de cada uno -porque claro, para uno “tal cosa” no es algo pendiente pero para otro sí… no, ahora hablamos simplemente del criterio personal-, si estuviera pendiente de lo que puede quedar pendiente o de lo que queda pendiente, ¿qué pasaría? Quería decir, que si estuviera pendiente de lo que queda pendiente y atendiera a lo que ocurre cada día, que ¿qué pasaría?
-Que explotaría ¡Pum! ¡Ah!, no, no, no, no, no, no puedo.
Porque día a día se me acumula algo pendiente, siempre me queda algo pendiente. Hoy se me olvidó tal cosa, hoy no pude hacer tal otra, ayer quedó pendiente…
-Pero es que ayer era ayer, ya hoy no es lo mismo. Con esa actitud de no ser y no estar pendiente de lo que puede quedar pendiente, creamos otros universos -¡creamos otros universos!-, otros niveles de consciencia que gravitan sobre todo lo que acontece cada día, de nuevo. Delincuente.
No, no, no, no. Sería un error interpretarlo como una acusación. No, lo de “delincuentes” es un revulsivo, un “¡Eh! ¿¡qué pasa con eso! ¡con aquello! ¡con lo otro!?”
-Quedaste conmigo hace año y medio en que me ibas a traer… te iba a comprar… me ibas a dar… ¿y qué?
-Pues tengo eso pendiente, y no creas, ya lo intento.
-¿Lo intentas?

Ahora, con la ayuda del momento orante, por supuesto, porque si no sería imposible, imagínense –bueno, no hay que imaginárselo-, simplemente introdúzcanse en la red de las articulaciones que se han hecho con todo lo pendiente de cada uno y de los otros.
Métanse por un instante en la red de… de pequeñas cosas -¿verdad?- que quedan pendientes y de las cosas que quedan pendientes del de al lado, del hermano, de la madre, de… y empiecen… claro, al juntarlas, se juntan, se enredan. ¿Se enredan? Es un enredo, es un ovillo que ha sido desmadejado por las garras de un gato. Es una madeja de la que no se puede sacar un hilo y… y tejer.
Dénse cuenta por un instante -por un instante-, de… del conglomerado de… de situaciones pendientes que, por no estar pendientes de ellas, se quedan y se enredan con otra y con otra y con otra y con otra; y por un momento –por un momento- piensen en lo que realmente se puedan acordar -se puedan acordar-, de algunas cosas pendientes, algunas. Y dénse cuenta de todo lo que quedó, queda y, sobre todo, es que está, está, sí, está. No, no, no se ha olvidado, no se ha perdido, está. Quizás, a estas alturas no sabe dónde se encuentran, pero sus cosas pendientes… ¡Ay!, ¡bendita pérdida de memoria!  Sí, porque gracias a el olvido, el hombre puede sobrevivir con todo lo que tiene pendiente, porque si amplifica, como ahora, un poco la conciencia de todo lo que tiene pendiente, no podría sobrevivir y por eso tiene que olvidar.
Porque, incapaz no solamente de estar pendiente de lo que está pendiente, también se vuelve poco a poco incapaz de resolver lo que cotidianamente aparece.
Es como si estuviera -por su falta de atención-, si estuviera pegado en una tela de araña. Atrapado ahí y trata de moverse y, a lo mejor, consigue un pequeño gesto, pero el resto está atrapado.
Atrapados por lo pendiente.
-Sí, dejó pendiente dar cauce a ese río, a esa lluvia y se hizo un dique, una presa. Pero siguió lloviendo y… claro, tuvo que hacer otra, porque no le daba tiempo a darle cauce a… ¡Hizo tantas presas…!
-¿Presas, ha dicho?
-Sí. ¡Ah! Es que sonaba a… a eso, a preso.
-Exacto, sí.
-¡Ah! Esto tiene que ver con los delincuentes. O sea, que es cierto, somos delincuentes y estamos presos entre diferentes bloques de presas, diques, muros de contención. ¿Y si un día llueve mucho? ¿Y si un día nos demandan mucho? ¿Y si un día…? ¿Qué puede pasar?
-Pues… que se rompan las presas, que revienten y nos inundemos y nos ahoguemos, solos o los unos a los otros.
-¡Qué exageración!
-¿Sí? Exageración. Seguramente. La Creación siempre ha sido muy exgerada, con tan solo contemplar la noche en su inmensidad… ya estamos abrumados.

Presos, presas, cauces, delincuentes, pendientes, estar pendientes. Palabras claves para, probablemente, poder salir del entramado que cada cual pueda tener, y en el que no se sienta pleno y satisfecho, porque con tanto pendiente…
Porque, a todo esto, hay que incluir un pequeño detalle. Que bueno, realmente no es pequeño, ¡es enorme!, pero para no asustar: Uno tiene sus cosas pendientes, ¿verdad? Pero… ¿y las cosas pendientes de los demás?

-¡Ah bueno!, ¡ésas no son mías!
-¿No? ¿Seguro? Si sube el petróleo a usted le sube la gasolina, el precio, ¿si o no?
Dice:
-Y si baja también.
-¿Ve? ¿Ve usted como no se puede eludir? Está todo interconectado y cualquier cosa pendiente de alguien, que no haya sido adecuadamente resuelta, repercute en usted. Así que, no solamente hay que estar pendiente de lo que uno tiene pendiente, sino también estar pendiente de lo que los otros tienen pendiente y, en la medida en que los otros no cumplen lo que tienen pendiente, obstruyen lo que tú tienes pendiente.
-Suponiendo que sea así, ¿esto tiene alguna solución?
-Es una buena pregunta. Sí, sí tiene solución.
-Pero ¿por qué? ¿Porque están echando las campanas al vuelo con eso de la Esperanza o por qué? ¿Están de liquidación por fin de temporada o por comienzo de temporada o…?
-No, no, no. Se van revelando cosas y se van viendo estrategias. Por ejemplo, pongamos un ejemplo: ¿Qué tal si –como hay tanto pendiente, ¿verdad?-, qué tal si, además -a-demás- de no acumular más cosas pendientes -es decir, ir dando respuestas al afán de cada día-, qué tal si, además -además es a-de-más, o sea que tiene que dar más de sí? ¿Capicci?...

Pues ese además del cada día, por aquello de que el olvido, la memoria, nos hace ir perdiendo -por supervivencia- el estar al día, puede ser, no sustituido -no sustituido-, pero una manera de redimir, de abandonar la delincuencia. Insito que es una imagen, no es ninguna acusación. Pues sería, además de lo de cada día -con el miedo a ser pesado, porque ya lo he dicho varias veces-  la propuesta sería:
Y sí además –perdón- se… se propone un… un pequeño acto -pequeño ¡eh!... bueno, puede ser grande- pero un pequeño acto de bondad.
Algo de ello hemos comentado en otro momento, pero ahora, bajo el signo orante, adquiere otras proporciones. Sí, algo de bondad, que no pase el día sin que no se haya hecho una acción bondadosa.
Eso, a nivel del embrollo, enredo, estancos y bloqueos que hay, diluye gran parte de lo pendiente. Es como si hubiera un indulto. Eso no quita, por supuesto, para estar pendiente de lo pendiente y no acumular más cosas pendientes.

O sea, tenemos tres cosas, en definitiva:
El cumplir con lo que cada día transcurre.
El, por aquello de la penalización por el olvido y la delincuencia, hacer un acto de bondad.
Y, en la medida en que se recuerde, tratar de resolver lo pendiente.

-Pues muchas gracias y hasta luego. Porque me ha dejado usted un cuerpo… ¡qué vamos… de aquí me voy a la cama y no me levanto y ¡solo! ¡eh!, ¡no se me vaya a pegar algo pendiente!
Tenemos tarea ¡eh! ¿Cuánto tiempo se tardará en olvidar?
Pero, ¿y si… y si no se olvida? Imaginemos por un momento que no olvidamos esta “casual” oración, y estamos pendientes de lo de cada día, de lo que recordemos que tenemos pendientes y de una acción bondadosa.
¿Y si por, por, por, por, por, por experimentar, se hace un día? Para ver qué pasa…
Un día.
-Hombre, un día… un día es fácil, ¿no?
-Bueno… Bueno… Bueno… Bueno… Bueno…
Bien. Ya que lo pone como fácil ¿qué tal hoy? Sí, por aquello de que está fresco. Dios está fresco esta mañana, entre el frío, la lluvia y los cantos… Es fácil recordar que no puedo dejar nada pendiente hoy; que tengo que resolver algo que tengo pendiente, de lo poco que me acuerdo; y que no puede pasar un día sin hacer un acto de bondad.
¡Ah! ¡Una pequeña advertencia para esta experiencia! Como saben, las cosas quedan pendientes porque se dice:
“Bueno, luego. Bueno, ya te lo daré. Bueno, espera un momento” Entonces, esa táctica no la empleen, no vaya a ser que cuando lleguen las doce de la noche les pase como a la del cuento…

Un día. Un día que, quizás, de hacerlo -y sin duda el mejor es hoy, porque también tendrán la tentación de decir: “Bueno, pero lo dejo para la semana que viene porque ahora me viene muy pillado”... Pues ya lo han dejado pendiente ¿no?
Les aseguro que si consiguen hacerlo un día, y luego vuelven otra vez a la delincuencia, porque… porque tira ¿no?, de seguro que recordarán ese día como un día magnífico, como un día divino.
Sólo por eso merece la pena hacerlo.
Pero, sin duda, late y late y late la promesa creadora de que eso, de que esa propuesta, sea realmente el pan nuestro de cada día.

Pero no es una propuesta escasa el empezar humildemente con un día. Ese día, puede ser el movimiento impulsor de otro día y otro y otro y otro, y así convertirse –convertirse- en un devoto acto de amor.

Amén.



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