lunes

Lema orante semanal

LEMA ORANTE
8 de noviembre de 2010

Vamos porque nos llevan, de tal forma que, en nuestro momento actual de desarrollo, creemos que somos los que vamos.
La vida, en esa franja estrecha y justa, es llevada hacia un sentido. Un sentido por el que transcurren una multitud de acontecimientos, los cuales parecen ser seleccionados para que sean los más adecuados en cada momento.
Habitantes de una estrecha y justa traza dentro de lo infinito, pareciera que, ciertamente, nos observan; y la oración nos permite darnos cuenta de esa observación.
Nos contemplan sin juzgarnos, como algo que debe suceder, sin que sepamos por qué. Muy probablemente, cuando la vanidad y la soberbia desaparezcan, no tenga sentido esa pregunta: ¿Por qué?
El hombre, como experiencia singular y excepcional dentro de la franja de la vida, se atribuye diferentes logros. Y resulta que no son más que acomodados y precisos momentos, puestos para que podamos mostrar nuestra habilidad.
Sabemos hasta… sentimos hasta… intuimos hasta… No es exactamente un límite, es una frecuencia en la que, más allá de ella, aún no podemos continuar, aunque sigue.
No somos nosotros los que empujamos a los planetas y a las estrellas hacia los abismos, estamos en ellas mientras nos llevan.
Unas potencias nos dan para poder desarrollar, nosotros no las creamos. En apariencia las logramos o las descubrimos o las explotamos, pero estaban ahí aguardando.
Si nos apercibimos –contemplando- de que nos contemplan, estaremos en disposición de descubrir cada día cómo nos descubren; de aprender en cada momento lo que se nos ofrece, sin complicadas disquisiciones.
Vamos, porque nos llevan. Y en ese llevarnos, por momentos y por impresiones, notamos que no somos nosotros los que abrazamos… nos abrazan.
¿Acaso soy yo el que me cuido? ¿O, más bien, me cuidan?
Los padres prudentes enseñan al hijo a cuidarse, pero realmente son ellos quien los cuidan, quienes los cuidan.
Se hace poco a poco todo aparente, como ver al sol moverse, cuando -en realidad- a nosotros nos mueven.
Así es habitual jugar con dos percepciones: la teóricamente real –real-, y la suficientemente imaginaria como para sentirnos protagonistas, importantes. Por momentos se entrecruzan, y hay instantes en que no se sabe qué es lo que está ocurriendo.
Un impulso fervoroso recorre la estrecha y justa franja de la vida. Semejante al impulso que hace mover las estrellas, las galaxias, las proporciones magnificentes.
Es posible sentirlo orando, cuando la razón no nos asesora; cuando la lógica no nos acompaña; cuando dejamos de ser lo que creemos ser y, por un instante, nos muestran quienes somos.
Vamos, nos llevan… Escuchen y sigan:
Vaaaaa…. Vaaaaaaaaaaaa.
Vaaaaa…..Vaaaaaaaaaaaa.
Vaaaaa…. Vaaaaaaaaaaa.


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