martes

Lema orante semanal

MANERAS.
27 de setiembre de 2010

Maneras: dícese de aquellas actitudes, decisiones, opiniones, posiciones, que adopta el ser en relación a su medio, como una forma de comunicación. Bien sea para gratificarse, bien sea para enfrentarse, bien sea para distanciarse.
Son, las maneras, los diferentes tipos de estilos y formas que se tienen para expresar agrado o desagrado, atracción o repulsión. Más o menos, por allí van las definiciones. Sin duda hay más elementos, y las maneras no se agotan definiéndolas sino planteando situaciones y, de esta forma, se hacen casi infinitas: Manera parca, manera efusiva, manera recesiva, manera agresiva, con maneras afectivas, maneras amorosas, maneras distantes, maneras equidistantes… ¿Ven?, puede ser infinitas.
Pareciera que las maneras tienen que ver algo con un entresijo de manos, muchas manos. Maneras, ¿no?, como muchas manos que tocan el pan… paneras, maneras. Y claro, depende de cómo sean las manos y cómo toquen el pan pues… así saldrá el producto y la forma. Que para algunos será grata, para otros aceptable, para otros regular, para otros ingrata, and etc., etc., etc.
Cada cultura, micro cultura, familia o entidad humana, tiene sus maneras de comer, vestir, hablar, pensar… las maneras se nos complican. Cada continente tiene sus maneras de colonizar, de dominar, de controlar, de ejercitar. Las maneras francesas son diferentes a las maneras belgas, a las maneras alemanas, a las maneras españolas, a las maneras italianas, ¡Porca miseria!, ¡tantas maneras como seres!
No obstante, no obstante, no obstante… eh… las diferentes agrupaciones humanas acuerdan, bien sea por plebiscito, bien sea por “Carta Magna”, bien sea por costumbres, por formas de ser, acuerdan, acuerdan, recuerdan… que hay en cada estructura organizativa, o… conjunto humano, hay maneras de comportarse, de estar. La manera olvidadiza, la manera respetuosa, la manera amable, la manera distante, la manera...
Y explícita o implícitamente se acuerda, se acuerda -bien sea atado con cuerda, o bien sea sin cuerda- que bueno, se levanta uno a tal hora o la comida es a tal hora, o se tiene tal cuidado con tal cosa y etc., etc., etc. También puede ser eccétera, eccétera, eccétera, sí, pero tiene que haber maneras, y de allí el hecho de que se suela decir:
“Estas no son maneras de actuar…”
¡Hombre!, te cruzas con alguien en “el camino verde que va a la ermita” y lo normal -qué palabra tan difícil- es que al menos saludes o digas “hola” o “adiós”. Lo normal. Pero otras veces no ocurre así, no es normal, lo cual no significa que sea anormal, simplemente es que no es normal. Por claro, si van dos personas en el camino verde que va a la ermita -que es el trocito de camino que va de bohío a ahí, a los lugares de dependencias, véase lavadero etc.-, si en ese trocito te cruzas con alguien y no es capaz de saludarte, por ejemplo -es un ejemplo, ¡eh!-, pues… no son maneras, por mucha razón que tenga uno o otro, no son maneras. Claro, si uno no quiere saludar, el otro no tiene por qué forzarle:
“¡Oye!, ¿por qué no me saludas?”.No. Si tú ves que no te quiere saludar, pues tú aceptas, aceptas respetuosamente. -¿Respeto, ha dicho?
-Sí, y mente.
-¡Ah!, respetuosamente.
-Sí.
-Eh… que el otro no te quiere saludar
-¿Por qué no le quiere saludar?
-Porque no, porque no está de acuerdo contigo, porque está enfadado contigo, porque…
-¡Pero hombre! ¡Pero mujer!, pero, pero… ¿y eso?
-¡Porque sí!
-¡Ah!
Ésa es la mayor razón de peso que ha inventado el hombre: “porque sí”. ¡Es una cosa!... Es como la guillotina… ¡clack! Cae y ya, una vez que cae -que han cortado la cabeza-, es que no hay manera de reponerse, oye, no hay manera de subir otra vez el filo y poner la cabeza en su sitio. Por otras cosas, te caes, te resbalas, te dan un golpe, te empujan, te intoxican, te… te insultan, más o menos te puedes quitar la saliva de la cara o… o algo, ¿no? Pero aquí, cuando es así, es
“Madeimoselle guillotine o Monsieur guillotine, pasó en el camino verde que va a la ermita, y te guillotinó”. ¡Ah!
No se puede… ¡Hombre!, sí se puede, pero quizás no se deba ir por el mundo guillotinando a gente. Más que nada por el ruido. Sí, el ruido, que hace la cabeza al caer -clack, clack, clack…-, que perturba un poco la… en fin… la calma de la foresta.

¿Alguna vez –una pregunta-, alguna vez será posible que los seres humanos puedan convivir sin estar necesariamente de acuerdo en todas las cosas?, y… y manteniendo ciertas divergencias –ciertas, claro, si son profundas realmente es muy difícil compartir y convivir-, eh… pero ciertas diferencias, y poder mantener la corrección, la discreción, la opinión.
Hay maneras, por ejemplo: “la manera callada on the rocks” -hay que ponerle un poco humor, porque si no…- “on the rocks”. La manera callada “on the rocks” es que te escuchan para juzgarte, y no te contestan. Y parece que te están escuchando amablemente y es mentira, no te están escuchando; están oyendo lo que dices para poder tener recursos para luego, en otro momento -o internamente- juzgarte, condenarte, y aborrecerte. No hay respuesta, te escuchan… ¡Ah!, sí, sí... sí, sí. Ya.
¿Son maneras, ésas? ¿O más bien podía ser una mejor manera el escuchar, el contestar, escuchar? Es decir, una cosa especial, una cosa rara que se llama “diálogo”.
Existió una revista que se llamaba “cuadernos para el diálogo”. Claro, la cerraron, hace años, cuadernos para el diálogo.
Clara, si una persona habla y las otras personas -o la persona- no contesta, no dice nada, pues no hay dialogo, no se ¿? Está analizando tus palabras para preparar un alegato, un algo.
Acuérdense: “Cuadernos para el diálogo”. Era una revista que salió en tiempos de la dictadura de Francisco Franco Bahamontes, un general. Ruiz Giménez la creó, un demócrata cristiano. Revista así, estirada, pero “cuadernos para el diálogo”. Luego terminó, ya no había “diálogo”, llegó la democracia, je, je, je… parece una crueldad. Pero las maneras, las maneras… ¿Qué, qué, qué, qué manera tiene la vida de tratarnos? Por ejemplo.
Por ejemplo:
Manera A: Amablemente.
Manera B: Dramáticamente.
Manera C: Lúdicamente.
Manera D: Suertudamente.
Manera E: Pánicamente.
Seguimos de forma indefinida.
Las maneras en que la vida -este detalle es interesante, interesante-, la manera en que la vida nos trata, está en proporción y en relación directa a la forma en que nosotros la tratamos. También está en relación directa en la manera en que nosotros opinamos de la vida. Si nosotros opinamos bien de la vida, la vida nos trata bien. Si nosotros opinamos bien, nos comportamos adecuadamente con la vida, respectando la vida, cuidando la vida, la vida nos respeta, nos cuida.
La vida, como vida, vida, es amable. ¡Cierto, eh! ¡De verdad!
Ahora, si nosotros vamos con nuestro humor y nuestro ánimo -¿verdad?- reivindicativo, masculinista, feminista, independiente, arrogante, beligerante, impositivo, afectivo-dominante, cruel… la vida nos devuelve casi lo mismo.
Era aquello que se decía:
-¿Tú qué has sembrado? A ver, ¿qué has sembrado?
-¿Sembrado? Yo no he sembrado nada.
-¿Y qué has recogido?
-Nada.
-Claro, si no siembras… Según lo que siembres, así recoges.
Esto no es absoluto, pero la manera que los seres tienen de estar, de hacer, pues es la manera en que se les revierte. Y claro, si una persona es sistemáticamente protestante -no de religión, sino de protestar-, sistemáticamente quejumbroso, sistemáticamente opositor -sistemáticamente, pero sistemáticamente, ¡eh!-, luego dice:
“El mundo es inquisitorial, el mundo es horrible, la vida es terrible”.Claro, si es que… La vida es amable, por una razón muy simple: porque si la vida no fuera amable, no existiría.
Parece “one” tontería, ¿verdad?, pero piénsenlo: Si la vida -la vida, la vida: bacterias, virus, hongos, murciélagos, perros, gatos, hierbas, ajonjolí, pepitas de girasol, patatas fritas, chicles, caramelos, bombón helado… todo lo que habitualmente hay en la vida. Bueno, hay sitios en que hay menos cosas, ¡eh!- pero así es amable. Sí, porque si no fuera amable, no existiría la vida. Si no hubiera sido amable la vida, hubiera tenido un periodo muy corto, no cuarenta mil millones de años como se le suponen. Muy corto se habrían agotado, y se habrían destrozado. A pesar de los dramas terribles que asolan nuestro planeta, en cuestiones de vida, ésta sigue siendo triunfante. Sí, exuberante. Sí. ¿Por qué? Porque es amable.

La palabra “amable” implica “amar” y “ble”, que pueden interpretarse como “candomble”, como “bable”, que es un idioma típico de Asturias. Asturias es una región que está al norte de España, que es típica por la sidra y la fabada y ya. Quiero decir… hay más cosas -menos mal que hay aquí pocos asturianos-, hay más cosas, claro… no… Es una de las zonas en que más llueve de Europa, sobre todo pues… Gijón. Y allí es donde se dan los premios “Príncipe de Asturias”, así no se les olvida; y de allí se creó la famosa canción: “Asturias, patria querida…”, que muy pronto pondrá a la venta el coro Tian.
Todo coro que se precie, tiene que tener una canción de borrachos, que es la canción típica de los borrachos hispano parlantes de España. Buen sitio, Asturias, de verdad, aparte de la sidra y las fabes -con almejas están buenas, ¡eh!, ¡jo!-.
Mucho cuidado no confundir al gallego con el asturiano, ¡eh!, que, aunque están cerca, no crean, no es lo mismo, ¡eh!, unos con su bable y otros con su galego, pero no es igual. El verde no es el mismo, no todo el campo es orégano.
O sea que, gracias a la amabilidad de la vida, de los fenómenos vitales, las maneras de vivir han sobrevivido. Entonces, una manera de sobrevivir, una manera de convivir, una manera de estar, es siendo amable.
Por ejemplo… eh, por ejemplo, eh… Otra vez: por ejemplo, eh… los franceses -que son nuestro vecinos después de los Pirineos- tienen una forma de despedirse, que es despedida a la francés, por ejemplo, ¿no? Es una manera, una manera. Pero los españoles -que son los que están de los Pirineos para acá- tienen otra manera de despedirse, que es a la española. Entonces, si ustedes se despiden aquí en España a la francesa, pues no es una despedida amable. Eso se puede entender, ¿verdad? No hace falta ser un Séneca para entenderlo.
Séneca era un famoso hombre de la alta antigüedad que sabía mucho, para resumir. Sabía muchísimo, y por eso cuando alguien sabe mucho, dices:
“Eres un Séneca”. Vamos, este hombre… así como Sócrates y Aristóteles no pasaron a la historia popular, Séneca sí. Séneca, eres un Séneca.
Bueno, pues volvemos: la despedida a la francesa no se utiliza en España, aunque últimamente tiene un éxito enorme. Sí, siempre se nos han tildado -a los españoles- de un poco afrancesados. Debió de ser que una vez, una vez fuimos conquistados por Francia. Y allí, hasta Goya, Francisco de Goya y Lucientes, fue afrancesado. Que nos gustaba un poco la marcha francesa… Tarata, ta, ta, ta… (Tararea “
La Marsellesa”), en vez de (cantando) “Mi carro me lo robaron, anoche cuando dormiiiiiaaa… Parece que suena mejor, aunque realmente, las canciones que se oyen por aquí por la mañana, suenan más a “mi carro” que a “la marsellesa”, no es por nada, ¡eh!, pero últimamente, el Hidalgo lleva unas compañías, ¡joder, qué nivel!, está haciendo proselitismo, ¡qué bárbaro!
¿? Hidalgo and her, and his friends, ¡Madre mía! ¡Ufff!
Bueno, el caso es que las maneras que se tienen, son susceptibles -salvo la manera guillotine, que ésa hemos visto que es irreversible-, son susceptible de modificarse. No he dicho momificarse, he dicho modificarse, porque momificarse es de momia. Modificarse.
Sí, la vida nos trata amablemente -y más amable será si nosotros somos amables-, pero sabiendo que la vida nos trata de forma amable, aunque no nos demos cuenta -porque hay muchos que no se dan cuenta-, por aquello de “recoges lo que siembras”, pues sé amable, simplemente ama-ble.
Y ése segundo elemento, se puede mo-di-ficar, las maneras se pueden modificar.
No es algo congénito. Es algo… que sí tiene su parte genética, por supuesto, pero que abarca las maneras, son, son como una tilde del Universo, sí… una tilde, “tilde” es como pequeño punto, un pequeño acento, una tilde, una marca, sí, un detalle.
¿Ha visto qué manera tiene de hacer los buñuelos? Los buñuelos, sí. “Buñuelos”: dícese de un producto de fabricación artesanal, normalmente con harina, agua y otros sencillos elementos, que se suelen hacer por épocas festivas -o no-. O sea, que se pueden hacer el martes de cuaresma… y, bueno, hoy es martes, por ejemplo. No quiere decir que hoy vaya a haber buñuelos, no. No, para eso tuvimos ayer pan de molde.
Maneras, se pueden modificar.
Si relacionábamos las maneras con la vida, podemos decir que hay maneras de vivir, y hay maneras de vivir exageradas, maneras de vivir indolentes, maneras de vivir impositivas.
Si la vida es amable, podría decirse que, desde el sentido orante, la manera de vivir del ser humano debe tender a un -o a unas- maneras Divinas.
Modificables, amables y ahora Divinas.
Sí, una manera de vivir en Divino, en donde lo sol–idario, lo inter-pendiente, lo com-partido, lo dis-ponible, lo cum-plido, lo res-petuoso, lo a-daptable, lo sonriente, lo entregado, lo cumplido, la palabra -entre otras-, sean maneras a las que se tienda, maneras que se ejerciten, maneras de propuesta, maneras de desarrollo, maneras de estar.
Las maneras orantes -como podemos escuchar- no están ajenas, lejanas o imposibles a las maneras vivientes, amables.
O, a las maneras modificables, están ahí las orantes, que son las que realmente sostienen la cohesión de la vida. Y el orante, por su vocación, tiene que tender a ellas, si no, ¿qué sentido tendría orar?
Las maneras Divinas nos sitúan en -además de las cualidades citadas- en un universo amplificado. Nos hacen ver algo más que lo obcecado, puntual y obsesionado. Nos hace tender hacia lo visionado, hacia lo fantástico, hacia lo imaginario. Nos expande, expande nuestras maneras para ser un cortejo de vida, una seducción de vivir. Con el rigor del aliento, con la magia del arte, con la inspiración de un verso.
Maneras orantes que nos sugieren maneras Divinas de ser, de estar, que palpitan tras la vida, que se ejercitan en modificarla, para acrecentarla y sentirla eterna.
Maneras de vivir amantes, que no tienen límites en sus amores, que se hacen largas y tendidas, con rosas, y flamantes, chispeantes, gozosas y alegres, distintas, diferentes, deslumbrantes.

Ámen.