14 de junio de 2010
Podría ser… que, ahora que la humanidad se incomoda, se... tirita, se enfada con sus crisis..., crisis que van mucho más allá que lo concreto y lo material, pero que sin duda tienen el equivalente de materia concreta, porque es en el plano habitual en el que se mueve la toma de consciencia. ¿Sería, buen momento para… pensar en re-cursos?
Recursos como… como unos medios que, probablemente, estén ahí y que hayan estado mucho tiempo; y que justamente ahora por carencia de lo habitual podemos rescatar; empezando por la personalidad de cada cual que cada uno más o menos conoce, y que ha estado ahí como viviendo de…, de consignas, viviendo de ideas de otros, viviendo de leyes, viviendo de normas, de costumbres, de... morales. Y ahora, cuando todo eso está resquebrajado y tembloroso, inseguro, y ya no vale como referencia, será el momento de ver esos recursos que tiene cada ser en su naturaleza, de apreciar lo bello, de evaluar lo bondadoso, de expresar lo solidario, de compartir lo imprescindible, de darse en lo necesario, por ejemplo.
Quizás, ahora, que la crisis tambalea los paradigmas que parecían seguros,
-¡muy seguros!- que los propios modelos de…, de estados, naciones, y países, se ponen en entredicho, quizá, resulta que había, que hay otros recursos, en la naturaleza de los seres; en los que conocemos, en los que no conocemos, entre nuestros afectos, entre nuestros emociones… Recursos que no se valoraron, o que se evaluaron como, insignificantes… y ahora, podría ser que tengan una valía y nos den curso…, re-cursos -para eso son los recursos- para orientarnos, para facilitarnos, para ayudarnos, a… a ir por el cauce que le corresponde a cada ser, para saber entrar en los cruces, para saber ceder el paso, para saber las preferencias. Darle curso al agua para que ésta tenga su normal desenvolvimiento.
Sería posible que en el transcurrir de esta semana orante, cada uno descubriera sus RE-CURSOS, que evaluara sus cursos, el cursar de su trayecto, ¡sin grandes inventos!, ¡sin grandes experimentos!, simplemente… por un instante, con-tem-plarse, sin que sea hedonista, sin que se sea soberbio ni vanidoso… -lo cual puede ser a veces difícil-.
También, si por aquello de empezar, se empieza por uno mismo, también podemos ver, CON-TEM-PLAR, los recursos que de otros emanan, o que otros tienen, y no están…, ahí, ni al servicio, ni a la disposición, ni a la utilidad... Podemos decir: “¡Eh! que tienes unos recursos!” “¡Eh, que tú eres capaz!, ¡tú eres capaz de cantar!” “¡Tú eres capaz de estar vigilante!” “¡Tú eres capaz de cuidar!” “¡Tú eres capaz de dar cauce a tu vocación!” “¡Tú eres capaz de ayudar!” “¡Tú tienes recursos!”
¡Cuánta falta, a veces, hace, escuchar a alguien que confía… en nosotros!, y que nos anima… de verdad.
Porque por esta cultura y civilización, es fácil que el ser saque el látigo su autocrítica, su autocensura, e igual que es vanidoso, soberbio y egocéntrico, también es castigador propio, y de ajenos. Es fácil: “No valgo para nada, no sirvo para nada, soy torpe, soy inútil y tengo estreñimiento”.Claro.“No sé ni siquiera ir al wáter…!”Y a lo mejor todo se arregla con una mermelada de ciruelas, ¿verdad?
¡Pero el látigo del castigo es terrible! Pareciera como si cada uno llevará la Santa Inquisición dentro. Sobre todo en el colon. Se castiga, y se castiga, y se castiga…“¡No valgo ni para ir para el wáter!”
¡Tranquila Epifania! ¡Tranquilo, Roberto!, shhh. Que hay recursos, que tienes recursos. Entierra un poco el hacha de la guerra. Entierra un poco el látigo de la autoagresión, para que vean lo que sufres. Deja también de golpear a los demás como torpes, o de culpar a los demás de tus estreñimientos. Ya sé que piensas que toda esta vida es una mierda, pero, quién sabe, a lo mejor sirve de abono. Y, mira, ¿ves?, puede garantizar la vida de muchos vegetarianos. ¿Ves?, hay recursos.., ¡hay recursos! En el peor de los casos tus huesos y tus cenizas servirán para crear más petróleo. ¡Fósiles! y ¡fósiles!
Entonces, ¿a qué obedece tanta queja…?
De que tanto que falta cuando hay ¡tanto!, que sobra… Puedes andar, puedes hablar, puedes leer, puedes comer, ¡comer…! Tienes recursos para ser una ARTISTA. Es injusto que te destroces, y que destroces a otros que puedan ser… y que destrocen a otros que puedan ser signos de belleza…
Busca ese INTERMEDIO, intermezzo; busca esa intermediación, ¡eres un medio!
-¿Un medio?
-¡Sí!
Tú como ser vivo eres un medio para que la vida transcurra. Eres parte de esa red, por donde trascurre el impulso nervioso, emotivo, espiritual, físico, moral, afectivo de esta humanidad, de la pasada, de la que vendrá. Eres un intermezzo; a tu través, pasan ¡muchas cosas!, de las que, ¡algunas!, te enteras, de la mayoría ¡no! Pero, si te sabes un intermedio, esa, esa pequeña pausa para coger el aliento y seguir..., si te sabes…, si te sabes intermediario del vivir… de otros... ¿Es que acaso no hay seres que viven por ti? ¿Es que acaso no hay seres que morirían si tú no fueras tú? De pena, de dolor, de rabia… Y cada ser, en su posición, en esta infinita Creación, es un intermezzo, una pieza preciosa, una melodía ¡incomparable!
De esa red… ¡que puede pescar a Dios…! Sí, si dejas de ser intermezzo, intermediario, intermedio, la red se romperá, y Dios se volverá a escapar, otra vez.
Ese intermedio como el parpadeo..., ¡qué hermoso!, el parpadeo... Sí, cuando miran... cuando te miran… y, por un instante, parpadean... ¿Qué ha pasado, qué ha pasado en ese instante? ¿Un ángel, dos, tres, cuatro...? ¿Arcángeles, serafines, querubines, tronos, potestades? Una corona celestial transcurre a través de un parpadeo...
Demasiado grande para una inteligencia. No sirve, pero, al menos impresiona.
Y cada uno puede decir desde su más infinita y posible humildad y sumisión:
-¿Pero yo qué voy a ser intermediario de nada?
-Si no existieras no serías intermediario, no serías intermezzo. Pero existes. Y el hecho de existir, obedece a un amor y a una necesidad de la Creación.
Eres un intermezzo, un intermediario, a tu través… transcurren infinitud de procesos. En la medida en que te sabes situar en tu posición y en tu acecho, otros procesos se dan, otros procesos ocurren. En cambio, en la medida que evades, eludes, corres y te vas: obstaculizas, estancas, destruyes, deshaces, descompones, rompes, atacas, violentas.
Y ser un intermezzo, como una bella melodía, ser un intermediario, no implica ningún “don de importancia”, ni de calidad. Aunque, ciertamente, algunos se declaran, a veces, “intermediarios ante Dios y los hombres” y... y son capaces de crear… muchas cosas. En fin, a lo mejor es verdad... pero, no hablamos a esas personas, no oramos hacia esas personas, sino entre los que estamos aquí: pequeñas modulaciones de vida, ¡nada más! Pequeñas mo-dulaciones de vida, ¡NADA MÁS! Surgidas de la Nada por intención de un amor incomprensible y una necesidad increíble.
Y eso nos sitúa en ser intermediarios, intermezzos; ese intermedio entre un momento y otro, que… que es como un suspiro, como un reajustar, como un afinar para seguir, como un coger aire para continuar el canto… quizás buscando la CON-JUNCIÓN.
Conjugarse como un verbo.
Conjugarse como… ser un jugo que se une con otro.
Conjugarse como ser dos intérpretes de un juego.
Conjugarse como ser una conjunción que sirve de puente, de unión.
Conjugarse como un acoplamiento, que realmente es… es una nueva… propuesta.
Abandonar esas conjugaciones romas y aserradas de roces y de inconvenientes, de desasosiegos, de desamparos, de obligaciones, de compromisos.
La conjunción permite continuar, permite exaltar, permite unir, permite solidarizarse, permite compartir. Es un motivo… de humor, ¡de entrañas! Si no es así, no estamos hablando de conjunción; estamos hablando de intereses, de… ganas, de negocios, de necesidades.
La Creación se conjuga permanentemente, permitiéndonos –gracias a las condiciones que se dan en este lugar del universo- que se dé el fenómeno de la vida. Nos dota de recursos y de intermedios, como las estaciones de cada año, como las lunaciones, como el día, la noche... ¡Uaaauu! Ecosistemas increíbles que permiten valles, montañas, desiertos, bosques, selvas... ¡Habrase visto tanta conjunción exxxquissssita! Y a veces el hombre en su soberbia no se dá cuenta.
Conjuntarse como ese momento orante, en el que ser se dispone, se adereza, se prepara, se limpia, se dispone a... a ser todo oídos, todo vista, todo gusto, todo dispuesto… a ser devoto de un eterno acto de amor. Que sabe conjuntarse, que sabe conjugarse, que sabe de recursos, que sabe de intermedios… Que sabe jugar ese sentido del humor innato, que poco a poco se desgata y se pierde y que cada vez se hace más difícil de rescatar.
Lo místico se conjuga, se “intermezza” y se dispone para ser un juego de escondites de la gallinita ciega, de la carrera, del salto, de la risa. ¡Ay! No se puede perder esa naturaleza.
¡ES UNA GRAVE OFENSA A LA VIDA!
El sentido del humor, como el humo, es semejante a la nube; sin ella no es posible la lluvia y sin esta no es posible la vida. Así de simple... y de contundente.
Puede ser una semana de conjunción amorosa de ¡HUMORES, DE AMORES, SIN TEMORES SIN TUMORES!
Puede ser una semana de esos intermezzos que dan el aliento para continuar, con la frágil fragancia de ir descubriendo los recursos que a borbotones están por doquier, y que ahora más se pueden ver cuando lo superfluo desaparece, cuando lo impuesto se debilita...
Ayyyy, ÁMEN en la intermediación de saber que el amor nos es dado.
Ámen… como recursos para cualquier necesidad. Infalibles.
¡Ámen! Como la enzima, o la coenzima o la sustancia mágica que hace posible la unión suave hacia la continuidad de lo Creado.
Ámen...