sábado

Lema orante semanal

PEREGRINOS. GENEROSOS. AUXILIARES

3 de mayo de 2010

La naturaleza de la vida, hasta donde podemos cortejarla, es peregrina. Peregrina desde su propia constitución, buscando la mejor composición para dar el mejor testimonio. Peregrina por... los espacios en los que habita y porque, además de viajar -en el sentido físico de la palabra-, el universo es viajero, el universo es nómada, el universo es peregrino; se expande, se en-fría, se calienta, se transforma; parece nunca quedarse quieto, y así es.

El pensar -como capacidad de recursos y de movimientos a proyectarse y hacer-, constituye un peregrinaje constante. Cierto es que, a lo largo del historial de la especie, ésta cada vez se hace más sedentaria; que es como dar con los dientes en el suelo. “SE-DENTARIA”. Es caerse, ir andando, y se cae. Y claro, se queda ahí. Eso es un sedentario, un desdentado.

Nuestras neuronas -situadas en una proximidad que va más allá de la intimidad-, son capaces de proyectar imágenes, ideas, proyectos, más allá de lo infinito.

Peregrinos, peregrinos ¡mentales! De ahí que, en este sedentarismo forzado, en la medida en que el ser toma consciencia de que es... peregrino, aunque encerrado esté en una celda, habrá realizado muchos desplazamientos.

Pero si su consciencia está “dentada”, a ese ritmo de “diente con diente” que constituye un engranaje estable y fijo, su pensar, su sentir y su hacer quedarán encadenados, condenados, atrapados en un mínimo espacio, sin recursos. Convencidos de que la vida es así.

Es un buen momento para entrar en el ritmo que nos espera con esa actitud de peregrinos, porque las condiciones van a ser ¡favorables! para que el ser “peregrinice” a través de sus recursos de fantasía, de imaginación, de embrujo, de sortilegio, de cuentos, de historias... Y también -sin excluir, por supuesto, lo que representa andar, ir, correr-, ejercitarse en el universo. Ejercitarse como una entidad universal, no ejercitarse como entidad particular ceñida a un domicilio o a un número, y a un hacer laboral… muy digno, muy correcto, pero muy estrecho. ¡La vida no es estrecha! Se mueve a lo largo de una franja estrecha, pero es ¡ilimitada!

Peregrinar en ese pensar, es descubrir que no hay fronteras.
Peregrinar en ese sentir, es darse cuenta de lo liberador de la fuerza del amor.
Peregrinar en ese hacer, es buscar nuevas habilidades, diferentes “practificaciones”, otras rectificaciones.
Peregrinar en el convivir, tan difícil que se hace, es estar dispuesto a corregir, a adaptarse, a intercambiar, a conocerse, a compartir, es -todo ello- momento favorable. Ahora.

Igual que es favorable la siembra en una época, la recolección en otra. Los ritmos orantes también tienen sus predilecciones y sus momentos óptimos, oportunos. De ahí el lema orante de cada semana. Y, aunque no se agota en esos días, es el más favorable.

“Seeer generosos” con los peregrinos, el primero con… cada uno con sí mismo. Y, a partir de ahí, la generosidad. GENERAR, REGENERAR. Eso es generosidad. Generar en nuestro entorno, en nuestro “estar”, elementos, recursos, probabilidades, posibilidades, opciones, para crecer, para innovar; generoso en lo que se conoce, para dar; generoso en lo que se sabe, para explicar; generoso en lo que se imagina, para contar.

Esa generosidad de todos los géneros, de todas las opciones vivientes que se desviven por compartir, porque en ello les va la vida. Y la vida se ha promocionado por compartir, por plegarse, por adaptarse... No por combatir, eso vino después y sigue ahora, y destruye la vida.
La génesis de la vida no fue un combate atroz entre especies para ver cuál sobrevivía. Fue un ensamblaje paulatino, proyectado y diseñado para adaptaciones complacientes, “compartires” generosos, y la hazaña de amarse como una sola unidad. ¡LA HAZAÑA DE AMARSE COMO UNA SOLA UNIDAD!

Es llamada de generosidad a todos los peregrinos -y ninguno es otra cosa- para que el peregrinaje se haga fructífero, dichoso, gozoso; y cada peregrino generosamente comparta, señale, indique, aporte... para que otros sigan su descubrimiento. Porque peregrinar es descubrir incesantemente lo que estaba secreto.

-¿GENEROSO Y...?
-Auxiliares...
-Auxiliares.
Los auxiliares siempre parece que son de inferior calidad, ¿verdad?: es auxiliar administrativo, o sea, no administra, pero auxilia, no se sabe si pone dinero al final del mes, porque el administrador no ha llegado a tiempo. Auxiliar de clínica, ¿a qué a auxilia, a las tijeras, al catgut? ¿A qué, a qué auxilia? Auxiliar de vuelo: ¿sabe volar? ¿no sabe volar? ¿tiene que sacar las manos fuera cuando lo motores se paran, para auxiliar...?
Sí, sí. Es bien. Es bien que cedamos el protagonismo a los que están habituados a ello: Robert de Niro, Robert Redford... y personas parecidas, y que ellos sigan siendo protagonistas: ¿qué tal una semana de auxiliares? ¡Auxilio!
-¡Ah! Auxilio, ¿Pedir auxilio?
-No, auxiliar a los que piden auxilio.
Claro, a la vez, cada uno pide auxilio.
-¿Quien puede auxiliar a alguien que pide auxilio?
-Un auxiliar. Un protagonista no puede entretenerse en tonterías, claro, tiene que salir en un primer plano; mientras tanto, si el caballo está cojo, pues… pues qué le vamos a hacer, pues ponerle un alza.
-¿Auxiliar? Si yo soy doctor.
-¡Ah! ¿Sí? Doc-tor. Uy...Entonces, ¿usted no puede auxiliar a... nadie, porque si es doc-tor?...

-No es que yo soy in-geniero, geniero...
-Ah... ¿Eso tiene que ver algo con los genios? ¿Con las genias?

Seguramente. Claro, no pueden ser auxiliares. ¡Hay tantos protagonistas!, que, claro, cuando el protagonista es protagonista, quiere que todos “nomadeen” alrededor del sedentario señor, el protagonista. Y todos sean generosos con el protagonista. Pero el protagonista no da ni propinas, ni limosnas. No.

Realmente, el prota-gonista es una prótesis. Prótesis, que se pone ahí. Puede ser de silicona... puede ser... depende de dónde esté la prótesis, claro. Y es totalmente sedentaria. A veces se mueve… pero no es buen pronóstico.

¡Lo que da de sí un sedentario!
Lo que da de sí para darse de cuenta que ahí no es nuestro espacio. Ahí, no está nuestro sitio. No es nuestro delirio, nuestra pasión, nuestra entrega, no. El jardinero no queda satisfecho con un solo jardín, necesita seguir plantando flores más allá de sus límites. Como el polen: vuela, se va con el viento y anida dónde mejor convenga.
¡Auxiliar! no es perder categoría. Es un pequeño baño de humildad, un pequeño barniz de sumisión que, a lo mejor, sólo dura una semana. Y luego otra vez la prótesis se instaura. Pero, quizás lo vivo se queda con la nota... del auxilio.
¡Auxiliar! que, por supuesto, puede hacerse sin que nadie lo note, ni siquiera el auxiliar.
Auxiliar con la suficiente elegancia, para que el auxiliado no se sienta abrumado.
Auxiliar con el suficiente arte para mostrar que “
hoy por ti, mañana por mí.”
Ingrediente imprescindible para la supervivencia, para sobrevivir, para pervivir, para perdurar; para permitir que las opciones y las posibilidades se cumplan; para que no queden locales y locales de almacenamiento; para que no haya residuos y residuos de maravillosos acontecimientos, que nunca fueron, ni pudieron, ni se dejaron, ni siquiera se intentaron hacer.
Peregrinos ¡generosos!, auxiliares del vivir.
Peregrinos generosos que, al auxiliarse, se sienten gozosos, ¡disfrutando de servir!
Peregrinos generosos, auxiliares del sentir, que saben aliviar y saben de caridad y no lo han aprendido en ningún sitio, lo llevan como CALIDAD humana.

Peregrinos generosos, auxiliares de la Creación.
¡Ah! Sí. Sí, sí. Así ya no hay error:
Soy un auxiliar de lo creado.
Auxilio a todo lo generado.
No hay ningún título -ni nobiliario, ni profesional- que pueda compararse con el título creacional. ¡Todos somos auxiliares! Y en el auxilio permanente y constante, de detalle en detalle, se va tejiendo la armonía, se va tejiendo la sintonía, se va tejiendo la intimidad.

Asumir el peregrinaje como “lo auxiliar” no es difícil de concebir, porque es tan evidente, aunque se haya olvidado y se haya sedentarizado, y se haya egolatrizado el ser.
¿Y generoso? ¿Quién no lo es? A poco que se pregunten, aunque sólo sea por lo congratulado que es.
No es, por tanto, complejo o difícil el sumarse a la opción ¡favorable! de descubrirse en la dimensión peregrina, generosa y auxiliar de estos próximos días.
La oración nos muestra, así, el peregrinaje de lo Eterno, que no se agota aquí, claro está.
La generosidad de su insinuante oración.
El AUXILIO que permanentemente nos PRESTA, para hacer de el vivir un testimonio fiel de la Creación.

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