lunes

Lema orante semanal

CREER, QUERER Y CONQUISTAR
5 de octubre de 2009

Creer es, probablemente, un acontecimiento relativo y frecuente. De hecho a lo largo de la vida de un ser, se va creyendo en papá, en mamá... luego, algo en los hermanos. Luego, ya se deja de creer en mamá o en papá, o en los dos, y se empieza a creer en el profesor, en el amigo...
Luego se cree en la labor, el trabajo, el jefe... Si las circunstancias y el ambiente lo propician, se cree en la política, en la religión, en el dinero, en los logros... hasta en uno mismo; se puede llegar a esa conclusión. ¡Lo cual es terrible! Porque de ahí a la egolatría hay un paso.
Entonces, se puede ver rápidamente cómo las creencias varían, cambian, ¡GUAU!, a una velocidad de vértigo. Y ahora, por ejemplo, que existe el divorcio, por ejemplo, pues, ayer creías en tu marido o en tu mujer y... y una semana después, después de descubierto el affaire que tiene con alguien, pues, dejas de creer.
-¡Pero, hombre, tú no creías en Manolo, en Antonio, en María, en Eufrasia! ¿No creías tú?
-Sí, pero es que, fíjate... La historia de siempre, lo he encontrado con mi mejor amiga, con mi mejor amigo...
-Claro, es el que más se parece a ti, ¡idiota! Entonces, le has gustado tanto, que busca amplificar su consciencia...
Claro, esto es difícil de entender, ¿no?, al principio. Entonces, pues, ya no te quiero, ya no te amo, ya no creo –sobre todo, no creo- en ti. Entonces, “solicito el divorcio”. Bueno, pero vamos a dejarlo para más adelante porque ahora con la crisis y tal, bueno...
Aquellos otros que creían en sus amigos: “ Ah, la amistad, porque la amistad, porque la amistad” . Amis-tad... ¿no? Y luego, pues, un amigo sale rana, otro perro, otro gato, otro elefante, sin contarse a sí mismo, ¿no? Lo digo, por aquel dicho frecuente: “ Es que me ha salido rana ”. Ahora que estamos con el código genético, pues convendría a las amistades pedirles qué código genético tienen.
Por ejemplo, quieres quedarte sin amigo, préstale dinero o un libro; y ya, dejas de creer en él porque, seguramente, no te va a devolver ni el dinero -y si le has prestado las dos cosas- ni el libro.
Claro, esto no significa que, definitivamente, no vayas a creer en ninguno, pero, pero va haciendo mella, ¡oh, sí, sí! Cuántas veces a alguien de aquí, o a lo mejor a ustedes no, les habrá pasado que han rezado y rezado para que le crezca la pierna al perro que se la han cortado... ¿eh? Y rezado y rezado y la pierna que ni pa'tres crece, ¿verdad?... ¡Que no, que no crece! No es que no pueda crecer pero, de momento, no crece. Y entonces han dejado de creer en Dios, por ejemplo.
La cantidad de “increyentes” que hay porque después de sus plegarias, largas, repetidas, y después de los hábitos, que antes se prometían hábitos y cosas así, pues, pues, no han dado efecto...
-Vaya hombre, con lo que me he sacrificado yo, rezando y rezando y no ha sido ni capaz de hacerle crecer la patita a mi perrito o de hacer a mi niño más guapo.
Y dice:
-Hombre lo del perro vale, pero lo del niño...
Claro además hay momentos tan difíciles en las creencias.... Como ese chiste del pleistoceno en el que un hombre rezaba y rezaba para que le tocara la lotería, ¿verdad? Y un día Dios mismo se le presenta y dice: “Mira no hay problemas en que te toque, pero juega, coño, juega.”
Entonces, claro, a veces se le pide a la creencia aspectos que... Hay que mantener las apariencias, ¿no?, claro, por lo menos.
Como el gallego que está en la escalera y nunca sabes si sube o baja; pues, mantiene la apariencia, ¿no? Pues, creerá o no creerá... ¿quién sabe? ¿Quién sabe en qué puede creer un galego? Misterio... misterio...
Lo cual no es bueno ni es malo, no. Es gallego.
Da igual que sea de Lugo, de Pontevedra, de Coruña o Ourense, da igual, de Rías Baixas o Rías Altas, da igual, da lo mismo.
Y podríamos poner multitud de ejemplos, verdad, a propósito del creer, y siempre nos encontraríamos con que vamos cambiando y cambiando. Claro, claro está una cosa, cierto, ¿eh?, que con el paso del tiempo..., aunque probablemente no exista, se tiene muy incorporado, por los cambios estructurales que uno va viendo a través del espejo, de soslayo, y a través de las fotos antiguas:
-Mira qué chatito era...
-¿Chatito?
-Sí, era chatito. Mira, era delgadito de pequeño.
-¿De pequeño...? Pero, ¡cómo ha cambiado esta persona!, oye. Si no se parece en nada, pero, en nada.
-Es que ha ido cambiando sus creencias, ¿sabes? y ahora, prácticamente, no cree en nada. En nada.
- Pero, ¿cree en la Nada?
-¡No, tampoco!... Tampoco.
Sí y... y... y bueno por lo que les pueda servir, ¿verdad?, suele ocurrir así. Digo, lo que pueda servir, porque son ustedes todos muy jóvenes, y entonces, claro, ahora creen en todo. Creen hasta que el Real Madrid va a ser campeón de liga... O sea, se han olvidado del Barça, del Sevilla y otros equipos, ¿no?
Entonces, creer es... -¡Ah, hostia!, y eso sí que es verdad... tiene su ventaja- es, por lo menos, así genéricamente, es libre.
Ajam... ajam ... Ese “ Ajam... ajam ”... significa que un libre relativo, ¿verdad?, porque claro, vives en un ambiente, en un entorno, en unas condiciones, en unas circunstancias... y eso de que ¡libre¡, ¡libre!...
¿Es libre el jovencito que se va a tomar el botellón el sábado o el domingo, o es idiota?, por ejemplo. Hay que distinguir ahí; ¿que... qué qué... qué respondes? ¿Es libre o es idiota?
-Hombre, quien no quiera no va.
-Ya, ya, pero van. Y los que van, ¿lo han pensado ellos solos, lo han deducido en base al método científico, en base a la Blavatsky, en Base a Jesucristo, en base al Buda, a Mohamed...? ¿Qué qué les ha llevado a eso?
Y dice:
-Pues, no... a divertirse.
-¿A divertirse? ¿Eso es divertirse?
-Hombre, hasta que te pones ciego.... Si para eso tienes los sentidos, para anularlos. Claro... Para eso tienes el equilibrio, para caerte. Para eso tienes la memoria, para perderla...
-Oh sí... Raro es eso, ¿no?, creer en eso... ¿no?
-Pues, pues, creen... Hay, hay, hay y hay... y creen y creen y creen.
Claro, con el tiempo -otra vez el tiempo- se pasa... se pasa.
-No, yo de joven, quemaba Madrid, Barcelona, Lugo y Pontevedra... si me dejaban un rato, Bilbao.
-Bueno, ya será menos -dice-.
-Bueno, quería decir “mi pueblo”.
-Ah, tu pueblo.
Ese instinto pirómano del lenguaje español, ¿verdad? “quemaba... quemaba...” Hay que quemarlo todo... Hay que quemarlo todo. Todos parecen que llevan el complejo de... de... de los cristianos de la antigüedad cuando quemaron Roma. Claro, obviamente, le echaron la culpa a... al pobre Nerón. Era lógico, el que gana, escribe la historia, ¿quién si no?
Pero, sí, la piromanía podía ser un instinto oculto como querer quemarlo todo para hacer algo nuevo. ¡Oh, qué bonito! ¿Se imaginan piras familiares para hacer otra familia nueva? ¿eh?... ¡Oh!
Hay todavía, mucha creencia familiar, por ejemplo, cuando compren ustedes, mil libros, cuando se decidan a estudiar o leer... “Ponme trescientos libros... que no pasen de ciento cincuenta páginas ”. Entonces, ya verán, ya verán, como no se los van a leer, de todas formas, ya verán... pero sí leerán la dedicatoria, y pondrá:
“ A mi familia, sin la cual no hubiera sido posible...”
“A mi hija Clotilde, sin la cual...”
“A mi mujer Ambrosia...”
“A Pepe, porque sin él no hubiera sido posible alcanzar ...”
Un “familiarismo”, una endogamia, una creencia a lo familiar, de verdad, ¡tremenda!... tremenda. Y eso, como que no cuadra con el “divorcismo”, ¿no?, digo, es una reflexión a propósito de las creencias.
El caso, es como decíamos hace un instante, que el tiempo... ¡Ay!... el tiempo pasa ( cantando )... y nos acordamos de Mercedes Sosa, la Negra, que está en estado crítico, muy crítico, en un hospital de Buenos Aires.
A la cual le dedicamos que: si Dios tiene a bien, siga cantando aquí, porque lo que es allí, lo va a tener difícil... ¡Es que hay mucha competencia!... El cielo no es argentino, es muy grande. Está Sinatra, allá y está... otras gentes, ¿no?, entonces, no, no es tan fácil...no es tan fácil.
Así que, resulta, que con el paso de ese tiempo, que nos recordaba la canción de esa voz inolvidable de Mercedes Sosa, pues... sí, se empieza a creer menos... menos. También a veces, se chochea mucho con las creencias. Y si se fijan en los templos, la mayoría de los orantes son viejitos y viejitas. Sobre todo viejitas, ¿por qué? Porque hay más viudas que viudos, y son más inválidos los hombres que las mujeres. Entonces, llegar al templo... pues es bua... bua...
Y da como una cierta reflexión, ¿no? Tu entras en un templo, cristiano -en nuestro ambiente no puede ser de otro tipo, aunque los haya, pero escasos-, y ves a esas viejecitas con su Parkinson ya incipiente, rezando un Padre Nuestro y un Ave María. Y uno dice “¿ Pero, a quién le rezarán estas mujeres?” ... Pero, realmente, ¿saben rezar o el Parkinson les lleva a un entretenimiento fácil...? De verdad... Y a uno, como médico, se le pega y empieza uno también a rezar con la barbilla temblona...
Es muy difícil... Sí, sí, sí, sí, es muy difícil orar, dificilísimo, pero dificilísimo... Porque es una conversación... esquizofrénica, totalmente esquizofrénica. O sea, cualquier persona sensata que entre aquí, ahora... sensata, ¿eh?, científica, lógica, y nos vea... y vea, que hay un montón de gente callada y uno hablando... y de lo que están hablando... Dirán, “bueno...” Y si alguien dice:
- No, están haciendo oración...
-Oración... Pero, ¿con quién hablan?
-Con... con Dios.
-¡Ah, pero estos todavía creen en Dios!
-Psssss... o en algo parecido...
-Ya, bueno pues, no olviden tomar el Haloperidol a la salida.
Claro, Dios en el siglo XXI, o si quieren se le puede poner otro nombre; Él no se enfada... o Ella no se enfada -si le quieren poner sexuado-. Es increíble... sí, es un fenómeno increíble. Pero, no por lo ¡¡¡Ahhhh, es increíble!!!, no. Es... es para no creer. ¡Es para no creer!
Hoy, en el siglo XXI CREER es dificilísimo, de hecho, ya verán cómo en el mes que viene, de todos los que están aquí, hoy, habrá la mitad... Sí, porque muchos dirán: “ Hombre, pero esto no es serio... nos estamos riendo”.
¿Y quién le ha dicho a ese señor o señora que Dios es serio?, ¿quién? ¿Ha dicho alguna vez Dios -o quien sea- que es serio? Ah, por favor... por favor.
Si es algo –y tenemos que ponerle algún atributo- es mágico... y tiene un sentido del humor espectacular... Como si pensara con el culo. Sí, porque ustedes se ven como creyentes y... ¿quiénes son los que mejor se lo pasan en la vida? ¿Quiénes?... Los ricos, los ricos. Los banqueros... son altos, guapos, ojos azules, tienen yates, tienen barcas... tienen mares... tienen... ¿O no? En cambio, los pelaos como nosotros, ¿cómo lo pasamos? Fatal... fatal. Vas de urgencias a la S.S. por la noche y puedes estar cuatro o cinco horas hasta que te vea un galeno. Galeno que va en su galera ahí... está de guardia y... en fin no está de buen humor, ¿cómo va a estar a esa hora?
En cambio, si vas de urgencia a un hospital privado, hombre, primero: te atienden. Segundo: relativamente pronto. Es por poner un ejemplo, ¿no? Por poner un ejemplo.
Claro, cada uno puede contar la historia como le vaya pero, claro, si programan hacerte una operación y te dan hora para dentro de seis meses o un año o dos, como que resulta un poco duro, ¿verdad? Duro, duro, duro.
Entonces, la conclusión es que Dios, o quien sea, premia a los ricos, a los poderosos, y castiga a los malos. Y los hace pobres, desgraciados, famélicos, hambrientos y de chabolas. ¡Al paro!
Claro, porque, ¿no dicen que todo lo que ocurre es porque Dios quiere? Pues, entonces, eso es lo que él quiere. Que luego... que luego -dicen, dicen- que luego, cuando te mueras, las cosas van a ser distintas... ¡Joe, cuando te mueras!... ¿Y si te da por vivir ochenta años? ¡Asquerosos ochenta años!, destrozao; sin... jubilado con doscientos euros asquerosos, por no ser banquero. ¿Qué haces, esperar a morirte para pasártelo bien? ¿Quién te asegura eso?
Por eso, creer es ¡tan difícil!, muy difícil, muy difícil creer, hoy, en el siglo XXI, cuando ya ha aumentado, y aumentan diariamente en ochenta mil, los pobres de solemnidad. Y hemos pasado la cifra de los mil millones de pobres, totalmente solemnes, es decir, miserables. Y, se ha alcanzado la cifra “oficial” de mil doscientos cincuenta y siete millones de seres humanos... gracias, todo ello, a la desigualdad terrible... O sea, no es porque no haya recursos, ¡no!, es porque Dios ha bendecido... ¿Es así? O no. No. No, pero, lo ha permitido... ¡Ah, es libre albedrío!, es verdad, se nos había olvidado.
El libre albedrío es un cuento que el hombre se ha creado, ¿verdad? Pero, un cuento, vamos, fenomenal, y se lo ha atribuido a Dios. ¡Pobre Dios!, le han atribuido los Diez Mandamientos, que no tenían nada de nuevos. ¿Qué hay de nuevo, viejo?... Nada: No matarás... no, no sé qué... ¡Lo mismo de antes!
¿Cómo puede Dios hacer lo mismo? Si no se repite, hombre. Eso es otra cualidad de lo Divino; no se repite, no se repite. Cuando tú crees que te va a hacer una faena por aquí, te sale por otro lado. Cuando tú crees que este paciente se te va a poner bueno, se te pone malo el que estaba bueno. Todo por obra de Dios, claro. Porque tú lo has hecho muy bien... Claro... Libre albedrío. Ya hemos puesto en duda esa libertad anterior; con que la otra grande... ¿albedrío...?
Pero fue una cosa muy bonita -¿verdad?-, muy soberbia -por otra parte, es de una soberbia espectacular-, para el creyente ¿eh?, para el que no sea creyente, vale todo. Pero, además, se tiene que ocupar, que eso es terrible, de decir todos los días que no es creyente, ¡eso es un trabajo enorme, enorme!
-Porque yo no creo en nada, porque yo soy ateo, porque yo soy ateo, porque yo no creo nada.
-Pero, ¿quién te ha preguntado?
-Nadie, pero es que tengo esa, esa obsesión... No hay quién me la quite.
-Pues, vale.
Muy difícil creer hoy, siglo XXI, donde ocurren la mayores barbaridades. Seguramente, en otros siglos las personas, dirían lo mismo, pero, ahora nos toca éste... Las mayores contrariedades, las mayores... e increíbles sucesos.
¿Cómo es posible que nombren Villa Olímpica, Rio de Janeiro, existiendo Madrid? Fíjense ustedes, ¿ven? ¿Será Dios el culpable? Claro, Madrid no tiene un Corcovado como Rio de Janeiro, tiene otro pero más pequeño.
Creer, hoy, supone CREAR. Sí, quizás lo que pueda, realmente, actualizar nuestras creencias, es nuestra capacidad creativa. Sin ser creadores, como en teoría se le atribuye a lo Divino, pero sí ser creativos.
Igual que un ser es diferente a otro a la hora de, de proyectar, elaborar, hablar, opinar... es decir, expresar la vida, el dar ese toque creativo, ése, ese toque personal, eso es una expresión de verdadera creencia. Ésa es una expresión de creer, porque implica crear. Y, el creer que es, sin duda, una experiencia increíblemente gozosa, tiene que ser y tiene que estar, plenamente, al día, ¡al día!
No puede ser: ¡Ah sí yo creo...! Y, de vez en cuando, me acuerdo de Dios, de lo que sea. No, eso no es creer. Es son muletillas... muletillas que se ponen, que se llevan. Como las plegarias conocidas que se repiten una y otra y otra y otra y otra y otra y otra vez sin intención, sin sentido, sin... sin vínculo.
El creer es un acontecimiento diario IMPRESIONANTE. Nos debe de impresionar y DEBEMOS de impresionar con nuestras creatividades.
Si cuando nos preguntan:
-¿Qué tal?
Decimos:
-Como siempre.
¡Malo! ¡Malo!, como ateo y como creyente. Malo; ése huele a podrido. ¿Cómo siempre? Pero, ¿tú sabrás lo que es siempre? ¿El cómo? ¿El cómo? ¿Qué es eso? ¿Comes? ¿Comes y comes? ¿Es lo único que haces, comer? ¡Qué horror!
-Aquí, aquí pasando el rato.
¡Qué pena de vida! ¿No? La creencia implica una novedad constante, permanente. Un descubrimiento... así, de castañuela, constante. Puede incluso llevarnos a un cierto grado de ansiedad, cierto grado, pero, de un gozo extremo.
Eso... eso es creer, lo demás es lo demás: costumbre, hábito, mandato, moral. Eso, tiene sus palabras, pero no significa que sea creer.
El creer supone un testimonio permanente, espontáneo, sorprendente impresionante que al propio sujeto, le conmueve.
Es señal de que tiene una sintonía con la Creación. Que tiene una sintonía con la Creación, y él mismo se sorprende; como ahora mismo, como ahora mismo nos sorprendemos en la oración. Que no se ha preparado, que no se ha estudiado, que no se ha leído, que ha salido. Y, que nos permite evaluarnos, mirarnos, reírnos... Multitud de sensaciones, eso es creer.
Eso es creer y no querer.
Querer. ¡Ay, el querer! El querer.
A un hermano nuestro le dieron una paliza, porque un servidor lloraba y lloraba intensamente, y al preguntarle la madre común:
-¿ Por qué llora el niño? - después de haberle dado la paliza; claro, al estilo policial después de disparar preguntan. Pues, la madre preguntó:
-¿Por que llora el niño?
-Madre: llora, porque quiere la luna
Era la primera vez que yo había visto la luna y dije: Yo quiero eso. Mi hermano, inútilmente, intentaba explicarme que aquello no me lo podía dar, que no lo podía coger. Y, yo la veía cada vez más grande, cada vez más impresionante, y lloré y lloré, lloré amargamente. Luego, mientras veía que a mi hermano le pegaban, lloraba menos. Porque interpreté que, efectivamente, él tenía la culpa.
Luego, cuando la señora madre descubrió que es lo que quería, la emprendió conmigo. Todos los adjetivos calificativos que pueden descalificar a un ser humano para siempre, cayeron sobre un servidor, y ese día aprendí ¡que no se pueden querer los astros¡, ¡que esos pertenecen a los poetas, a otras gentes pero, a ti, no!
¡La luna! Fíjate. Luego que consolé con una copla que decía: “ La luna es una mujer ” ¡Ayyy! Se me abrió el mundo... Se me abrió el mundo. ¡¡Ahhh!! ¿La luna es una mujer? Pero, entonces, haberlo dicho antes, ¿no? Ahhhh...
Desde aquel día ningún elemento extraterrestre me atrae, porque ya sé que lo extraterrestre son las mujeres. Ya está.
Aunque, eso te cueste que te llamen machista, sexista... ¡Da igual, es lo mismo! Tú ya sabes: ¡Por fin estoy en la estratosfera!, por fin he descubierto... a través de una copla, fíjense, de una copla, que las mujeres son el equivalente del “extraterretismo”, ¿eh? o sea, que no son de este mundo. Entonces, a veces tienes las cosas tan cerca, ¡y no te das cuenta! Y yo, queriendo la luna, como un bobo.
Seguramente, esta experiencia no es trasladable, seguramente. Tampoco tiene porque serlo, ¿eh? Pero.... Porque no es bueno que haya mucha competencia...
Pero, el querer, querer tiene un tufo de posesión, de... de compra a plazos, de hipoteca... ¡Ah, las hipotecas!...
El querer vivir por encima de tus recursos, posibilidades, es un sucedáneo del amar, es un contrato provisional, y no es que esté ni bien ni mal pero, es deteriorante.
EL QUERER COMO EL PODER, CORROMPE.
Quizás, a veces, hay frases que nos dejan así como muy absolutistas, pero nos ayudan:
-“MATAR ES MALO”
- No sea usted tan absoluto, si es en defensa propia...
-Mire, déjese de la propia y de la ajena, “Matar es malo...” Déjeme pensar en ello y que me crea algo, porque si no, finalmente, con todo lo relativo, finalmente, me voy a echar de amante a tres moscas. ¿Verdad? Y no. No quiero, no quiero, no quiero, no quiero.
NO QUIERO. NO QUIERO QUERER. Quiero sentirme en el universo, es decir, entre mujeres. Como la maldición gitana que dice: “entre mujeres te veas ”. Lo dicen, porque la mayoría de seres humanos son terrestres, hasta que uno se convierte en extraterrestre.
Porque a todo esto, el que quiera... el que quiera querer a una mujer lo lleva difícil. Puede ser que ella le diga que le quiere mucho, que tal...¡mentira! Mentira, ¿eh? Mentira, mentira, ¿eh?
Si le dice que le ama... eso ya es otra cosa, pero querer, querer... Y tú crees que la tienes en la palmita de la mano, que come de tu mano izquierda, que lame tu mano derecha... Está preparando, está preparando un sabotaje. Esto se lo dice un extraterrestre. Y eso no es ni bueno ni malo, es una estrategia, porque... porque como son de la estratosfera, pues tienen otras... otras querencias, pero no quieren o aman o no. Pero... ¿querer, querer? No.
Y cuando sale un “querindonga” -no lo interpreten mal, ¿verdad?- es porque está imitando a un varón, lo está imitando y quiere... Quiere como lo masculino: quiere tener una casa, quiere tener un coche, quiere tener dinero, quiere tener... y quiere tener.... Por supuesto, quiere tener una mujer guapa o dos, o cuatro, o lo que sea y quiere y quiere, pero en plan posesivo en plan de, de, de, ¡eh...! ¡PROPIEDAD!
En cambio, la mujer, no. Claro, ella tiene que decir que sí, para... como defensa verbal. Pero, ¿querer, querer? Mmmmm, mmmmm, mmmmm
En la oración, como ven, pasan cosas muy raras... porque estamos hablando, estamos orando, estamos dialogando con... con algo, con algo que no conocemos y pasan cosas muy raras: de repente sale la mujer, el amor, el querer, la posesión, la propiedad privada. Claro, pero eso es lo que vivimos, eso es lo que sentimos diariamente.
Entonces, si en el día a día no incluimos lo Divino en estos aspectos, ¿cuándo lo vamos a incluir?, ¿en qué lo vamos a incluir?, ¿en pedir, y pedir, y pedir, y pedir, y pedir, y pedir?
¡QUE MONOTONO!, ¡QUE COÑAZO!, ¡QUE ABSURDO!, ¡QUE VULGAR! Y sobre todo ¡QUE INÚTIL!
Y, aunque exista el valor de lo inútil, cuando lo oración se convierte en un pedir y un pedir, y no en un descubrir, no en un buscar, deja de ser oración. Sí, sí, porque... por una razón muy simple, porque orar no es un mercado dónde se va a pedir a cambio de... claro. No es un trueque.
Se supone, claro está, que en lo Divino está la consciencia de lo que ¡NE-CE-SI-TA-MOS! ¿Qué vamos a pedir? ¡Panfleto!, ¡pantuflo!, ¡bobo!, ¡tonto! ¿Qué vas pedir?
En todo caso, llorar es una buena experiencia. Sí. Sí, sí, sí. Sí, sí les explico, les explico, les explico claramente, y verán que, quizás no tenga razón, pero la oración es absolutamente irrazonable. Pero, si en vez de pedir, por ejemplo: si alguien tiene aquí la costumbre de pedir, cuando ora y le choca que no se pueda pedir... No es que no se pueda, uno puede hacer cualquier barbaridad, pero tenemos que acercarnos a... a lo que intuimos que puede ser.
Si en vez de pedir llora, pues, primero: se deshago, muy importante. No se ahoga en el problema que tiene, y desahogarse es buenísimo. ¿Para qué creen ustedes que están las lágrimas, además de para proteger el globo ocular y mantenerlo húmedo? ¡Para desahogarse...!
Cuando un enfermo está muy preocupado y nos cuenta miles de cosas pues hay que decirle:
-Pues llore hombre, llore, llore un poco.
-Pero, ¿qué me dice doctor?
-Que llore hombre, vamos a llorar, venga, vamos a llorar .
Y te pones a llorar con él, lo cual no es difícil, porque te imaginas, todo el problema que tiene, y es para echarse a llorar. ¡Es para echarse a llorar! Has visto los análisis, las radiografías, el TAC, y dices:
-Bueno pero, ¿dónde vas tú con ese cuerpo? ¿A dónde vas chalao ?
Entonces, lo mejor que puede hacer es llorar. Y con el llanto: ¡Ayyy! El descenso de lágrimas... Ya sabrán con el tiempo que significa eso.
Pero, de momento, las lágrimas descienden, no suben, caen; nos desahogamos. Y, mientras lloramos, no, no, no, pensamos tonterías, porque estamos pendientes de llorar. Más que pendientes: el sentimiento del llanto nos inunda, nos invade. Eso tiene una sintonía Divina. Really, verdad ¿eh?
Por su puesto, no se trata que se crea o no, ¡no! Para eso hemos hablado ya antes, y hemos orado en la creencia, pero, es descubrir cómo, cómo convertir -la conversión- cómo convertir el “pedigüeñismo” sistemático en otra realidad: llorar.
Claro, es cierto que te pueden decir de vez en cuando:
-Oye tienes lo ojos colorados, ¿qué pasa tienes algún problema o algo?
-No, que he estado rezando.
-¿cómo?
-Sí, es que ahora... Mira, yo antes rezaba ¿verdad? y salía igual que antes. O sea, igual que entraba, salía. Ahora, desde que me han dado la sugerencia de que hay que llorar, salgo trasformado, y encima, salgo con los ojos colorados. Y todo el mundo, que me ve, me pregunta: ¿te pasa algo?, ¿te pasa algo?... Luego, efectivamente, sí, sí me pasa algo. ¡Es verdad! ¡Me pasa algo! ¡Cierto! ¡Claro! Pero, ya efectivamente me está pasando. No es, no es ese rezo compulsivo...
No quiero que me quieras, ámame, porque la Creación me ama, no me quiere.
La Creación no me engulle, no se apodera de mí, ¡no me domina, no me esclaviza, no me compra, no me vende! Me cuida, me mima, me coloca en las mejores circunstancias para que descubra, aprenda, ensueñe, me asombre, me admire.
No me quieras. ÁMAME. Yo tampoco te querré, te amaré. Y eso se lo podemos decir a cualquier fuerza, entidad, persona, animal o cosa.
Y de golpe, nos habremos visto liberados de posesiones, de propiedades, de esclavitudes, en definitiva, que creíamos que nos iban hacer mejores o más importantes, y nos han convertido en guardines de nuestras posesiones.
Ah! El carcelero encarcelado.
Y la tercera palabra orante era... conquistar.
¡Ay, ay... pampa mía...! ¡Ay, pampa mía! Todo el mundo quisiera tener una pampa pero, la pampa está en Argentina y la tienen los argentinos, perdón, los Kirchner...
Eh... la conquista es una palabra, ¿verdad?, que tiene una realidad española tremenda, tremenda. Sin duda, la conquista más impresionante, más dramática, más terrible, más ignominiosa, más dantesca, y más impresentable de la historia, la hicieron nuestros antepasados cuando conquistaron un continente, América.
Eso, eso, parte de eso va en nuestros GENES, en nuestro GENIOS, en nuestras GENIALIDADES...
Eso, hace que el español hable del sudamericano como sudaca, que le desprecie porque el español es tremendamente racista, ¡tremendamente racista!
¡Ah Conquista!... insolente, dramática...
-¡Claro, evidentemente, claro pues, fue hace mucho tiempo...
-¡No hace tanto!... 1492... Total, estamos en el 2009 y en el 12 se acaba el mundo. Hay que darse prisa para redimir esa... esa actitud conquistadora, ese conquistador, ese ser que se siente superior, que engulle a los demás, por pensamiento, por palabra, por obra o por omisión -como decía la iglesia católica -.
La conquista es una característica que -ya que le toca mucho, mucho, mucho al hispano pensante-, es una característica que, sin duda, está en toda la humanidad. Siete mil millones de habitantes, ya no se habla de seis mil, ya, siete mil millones. Ya seguimos subiendo a razón de ochenta millones, aproximadamente, al año.
-¡Siete mil millones, conquistando!
-¿A quién?
-Al otro.
Porque la conquista del hombre se ha vuelto: conquista del hombre por el hombre, hacia el hombre y sólo en el hombre. Aunque, eminencias como Stephen Hawking nos recomiendan que conquistemos el espacio, no sé cómo, si apenas hemos llegado con una pedrada a la luna, ¿qué vamos a conquistar... qué vamos a conquistar?
Impresionante... impresionante la labor conquistadora que se ejerce en el planeta por parte de políticos, economistas, pensadores, por poner los más altos.
Impresionante la conquista de medianos, mediocres, que se ejercen sobre sí mismos. Y todos, en su pequeña parcela, tratan de conquistar algo que otro no tenga...
Es destructor. Desanimante.
Por supuesto, of course, que también el hombre ha tratado, y trata, de conquistar a Dios o a lo Divino, conquistarlo, como sea.
-¿Cómo puedo tener una experiencia mística?, oiga.
-Pues, no sé... prepárese una cocción de sal, cebolla, tomate y perejil... tómesela en ayunas por la mañana y haga baños de asiento por la noche.
Claro, es que tienes que ser rápido porque, lo que quiere es tener una experiencia mística ya y ahora.
Hombre, pero, sí, quiere conquistar a Dios. YA.
Así ha ido elaborando a lo largo de la historia Dios, o Dioses, a su imagen y semejanza. No al revés, como se solía decir, que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, no, no, no, no, no, eso es muy incómodo porque no sabes quién es. Al revés, tú creas a Dios a tu imagen y semejanza. Y lo creas blanco, moreno, alto, bajo...
Qué curioso, ahora estamos en la época de los dioses, todos muy machotes ellos, muy machos... Y dejamos a las vírgenes para que ayuden a dios. Como Mohamed Gadafi que tiene su guardia personal de mujeres vírgenes, bueno, eso dice él... Ejem...
Es impresionante, impresionante ver cómo se ha establecido un código; ahí están los teólogos que... que hablan de dios, y que dicen que saben de dios. Es increíble, ¿eh?, decir eso es... es una soberbia... Pero, bueno, ahí está. Y si nos descuidamos con sus verborreas habituales nos convencen. Y claro, nos pintan un Dios que nos va a castigar permanentemente, por supuesto, como el Estado hace leyes para castigarnos porque no podemos cumplirlas todas. Es imposible.
Entonces, el hombre se dedica a la conquista de... Pero, pero, pero, pero, en el siglo XXI, el ocaso de las religiones, inevitable era, ha ido creando otras, otras, otras perspectivas. Ha ido creando al ídolo, al hombre-dios. Se ha ido “idolatrizando” porque la CREENCIA es necesaria. Y, ya que es difícil hacer un dios a imagen y semejanza de uno, podemos hacer a un hombre o mujer -depende de en qué lugar nos encontremos- a nuestra imagen y semejanza.
Y se van creando los ídolos, los líderes, como expectativas de uso, usufructo, y de usar y tirar, claro, por supuesto.
La idolatría... la egolatría se ha ido apoderando -y sigue- como signo de nuestro tiempo. Lo cual hace muy difícil, muy difícil ese creer. Muy difícil el orar...
La Creación, lo Divino, se ausenta por momentos, porque el hombre se ha volcado en su credo, en su posesión, en su querencia, en su conquista.
De ahí que, nuestra sugerencia en este instante culminante de la oración para esta semana -que es así como habitualmente hacemos los domingos-, sea el adentrarse por un instante en el CREER, en esa creatividad, que nos conmueve y que nos impresiona, que nos hace creencia, que nos hace crear.
En ese AMAR que nos aleja del querer, de la posesión y de la propiedad.
En ese estar sin conquista... sino en ese estar solidario, compartido, servicial, útil, CAPAZ. Es un hacer probable y posible. Que no se quede en un intento; que sea un hacer, no importa si es mucho o poco.
Bajo el signo orante, bajo la llamada de la oración, la sintonía con lo Divino, podemos estar serenos y tranquilos, sabiendo que, ocurrirá, sucederá, sólo hay que disponerse a ello.

Ámen.