martes

Lema orante semanal

AFECTADOS, AFAMADOS, AFILIADOS.
28 de setiembre de 2009

Podríamos... describir la afectación desde la óptica de muchos niveles: afectado como alguien que le ha ocurrido algo; afectado como alguien que se siente, en sus afectos, conmocionado; afectado como aquél que manifiesta comportamientos no habituales en su género; afectados como aquel grupo o colectivo que se ve dañado por circunstancias sociales o políticas…
Se esté en la categoría que se esté, el afecto está, habitualmente, asediado... rodeado, amenazado...
Esa acepción, quizás -la de los afectos-, sea la que mejor pueda encuadrar todas las demás denominaciones.
Cuando se dice:
-A mí me ha afectado mucho lo que le ha ocurrido a Rolando o a Eufemia o…
Y dice:
-Oye, ¿qué pasa, que tenías una amistad…?
-Sí, es que teníamos una buena relación. Desde que ha decidido hacerse astronauta, ya es intratable.


Probablemente, podamos decir que, los efectos del roce, de la convivencia, de... del estar en este plano de existencia, es producto de los afectos. Y, el que más o el que menos, se ha visto afectado en sus afectos por diferentes circunstancias: enfermedades, dolores, fallecimientos, accidentes, abandonos, persecuciones. Es decir, tenemos un largo etcétera que la especie humana ha desarrollado para afectarse seriamente en sus afectos.
La especie ha creado una forma, y ha desarrollado una manera de estar, de convivir, de compartir, que perjudica seriamente a los afectos. Y, en consecuencia, aparecen afectados.
Trabajo, producción, consumo, renta, propiedad… son algunas de las circunstancias o factores, junto a la religión, la política y la economía, que suelen llegar a afectar a nuestros afectos, y hacernos afectados.
Muchas veces se suele decir:
-Bueno, pero ¿por qué te preocupas por, por, por…?... si... si total… Pues, tú no te preocupes, si…
Pero vamos a ver, ¡vamos a ver! Cuando un ser humano se preocupa, porque le afecta en sus afectos circunstancias de otros seres humanos, cercanos, lejanos, medianos, es porque -esto hay que aprendérselo muy bien- es porque pertenecemos a una, a una, a una, a una unidad. Y lo que ocurra en cualquier elemento plural e insólito de esa unidad, repercute en nosotros. No podemos decir… podemos decirlo, sí, y de hecho, algunos lo consiguen:
-No, si a mí no me importa, a mí me da igual, a mí no me afecta para nada eso…
Pfssss, pues… o tiene un desarrollo mental trastornado afectivo, o… o miente, o realmente, le afecta.
Y se dicen unos a otros:
-A ti que no te afecte…
Y el otro dice:
-¡Ay!, y a ti que no te afecte... ¿A ti por qué te afecta que tu niño sea feo? A ver, ¿por qué? ¡Hombre!, no será por lo bonito que eres tú…
-No, no pero, me afecta.
-Pues, que no te afecte, hombre…
-Sí, pero no es tan fácil.
Cierto es que, en el trascurrir de las civilizaciones, con el fin -seguramente, seguramente-, con el fin de preservar nuestros afectos, se ha ido creando una coraza caracterológica -que diría Wilhem Reich- según la cual, pues, cada vez nos importa o nos afecta menos lo que más o menos lejano, o a veces, cercano nos ocurre. Para ello, el hombre ha desarrollado una capacidad de... de soberbia, de vanidad, de autosuficiencia, de poder… Y, probablemente, todo eso que nos parece negativo, ha sido una defensa de nuestros afectos. Y guardar algunos afectos, al chile colorado o a la colección de sellos, o sea, preservar algunos afectos. Y, para ello, la mejor actitud que se le ha ocurrido, hasta ahora, es evitar que te afecte, que incidan en tu área de afectos, las diferentes situaciones que nos toca vivir.
-Si… -diría un ser- Si mi afecto está en la sintonía con Lo Divino, me afectará -me afectará- aquello que necesariamente debe de afectarme. Y no habré de preocuparme, más o menos -ni defenderme más o menos-, de aquello que me afecta, porque es lo que me toca desde el plano divino, para que mis afectos evolucionen hasta amores.
Es una cuestión de referencias. Si mi afecto está referenciado en mi animal de compañía, por ejemplo, pues probablemente -probablemente, muy probablemente- al cabo de pocos años se irá, cambiará de plano y… y me afectará horrores. Y, además, mis referencias las estableceré siempre con… con... con esa... medida.
Si mi referencia es el sentir que, de manera orante, se despierta hacia lo Divino, entonces, no tendrá caducidad, no tendrá límites. Y el crecimiento y la purificación de mis afectos, crecerá de acuerdo con el afecto que irradia la Creación hacia mí.
Y así, en mi área de afectos, sólo llegarán aquellos afectos que se sincronicen con los que tengo.
Y se empezará a contemplar el mundo bajo otra perspectiva, y no, como un conjunto de afectados, casi infectados.
Porque, eso sí, cada uno defiende su afectación:
-¿Tú por qué estás afectado?
-¡Es que fíjate lo que me ha pasado! ¡Es que fíjate lo que me ha pasado! Yo tenía una hormiga amaestrada, y vino un amigo a casa y se fue con él. Fíjate, fíjate hasta qué punto… hasta qué punto soy desafortunado, hasta las hormigas se vuelven con… con mis afectos. Estoy muy afectado… Se llamaba “Lupi”.
Después vienen las historias de los afectados. Es decir, desde que se instaura el pensamiento psicoanalítico, cada cual, de alguna forma, elabora una historia -pero así, muy elaborada, ¿no?- muy personal de cómo es y por qué es así: porque se vio afectado por esto, por aquello y por lo otro… entonces, se supone que si te ves afectado por esto, tienes que ser de esta forma y de esta otra, y finalmente, eres un afectado… bueno, casi apestado.


¿Podría ser que, en esta semana que ya se anuncia para el próximo mes, bajo el auspicio orante, tuviéramos nuestra referencia afectiva en las referencias que nos da cada día la Creación? Y, probablemente, podamos comprender y contemplar lo que ocurre sin ser unos afectados permanentes, que no… que no crecen, sino que se quedan atascados en sus afecciones. Y así, cada vez que nos sintamos afectados por algo, nos preguntemos:
-Espera un momento, ¿Esto me toca, o me lo he apuntado yo? ¿Esto tiene referencia en Lo Divino, le encuentro algo, o me lo he apuntado yo? Me siento afectado porque el Orihuela ha perdido 3:1 en su casa con el Real Fashion… Pero, ¿por qué me afecta a mí esto?
Y uno podría decir:
-Es que soy de Orihuela.
-¡Psh!, momento. Tú no perteneces a ninguna parte. “Soy de…” ¡Aquilata el lenguaje!, vamos a buscar las referencias celestiales. “Soy de”, no. Tú tampoco eres “señora de”. Ya está bien de usar el dedo: “de, de, de, de, de”.
Tú eres un habitante de este planeta, aunque no hables inglés. Más torpe, claro, que los que hablan inglés, pero bueno… ¡Eso es parte de tu afectación!, porque si hablaras inglés, tendrías otra visión del mundo, ¿sabes? Porque comprenderías otras dimensiones.
O sea, que muchas de las afectaciones de tu vida, se deben a tu voluntaria ignorancia.
-¿Voluntaria ignorancia?
-Sí.
-¿Cuántos años tienes?
-Aintisiete.
-¿Cómo?
-Aintisiete.
-A ver, pronuncia mejor…
-Cuarenta y siete.
-¡Ah! Ya me parecía que tenías aentisiete… cuarenta y siete. ¿Y no te da vergüenza, no te da vergüenza que a los cuarenta y siete años estés afiliado al Orihuela club de futbol, y te afecte si pierde con el Fashion Club? O sea, ¿cómo has podido secuestrar tu universo afectivo, que te preocupa mucho más eso que el uñero de tu mujer?... Que ni le has preguntado por ello, la ves medio coja, ahí, con la uña encarnada y vamos, es que no te afecta para nada… Tu mujer, que es una santa… como todas, pero la tuya más. ¿Y no te afecta para nada, no, no, no te emociona, no te conmociona? En cambio, el Orihuela sí.
¿Tú qué has aprendido, ¡che!, con cuarenta y siete años? ¿Qué, qué, qué, qué has aprendido tú?
Silencio.

El silencio de ignorante voluntario, el secuestro natural del ser. Ni siquiera se le puede decir:
-¿Quieres ir a Bora, Bora?
_ ¿A dónde?
-A Bora-Bora. ¿No sabes lo que es?
-Mmmmmm... eh.... mmmmm...
-Ya.
Es decir, es decir, es decir, que mucha, gran parte de nuestras afecciones, aflicciones, afectaciones, se deben a esa ignorancia voluntaria de una acomodación fácil, burguesa. Que, teniendo oportunidades, no las recoge, no las incorpora sino que se queda con la comodidad del sillón, del botellón.

¿La segunda palabra era?
AFAMADOS… eso.
¿Y quién no es afamado? ¡Si todos son famosos…! Como mínimo en su casa, como mínimo en su pareja. Da igual que sea pequeñito, que sea grande, que sea feo, que sea guapo… todo el mundo tiene su ¡fama…! A veces se llama “don de la importancia personal”, a veces se llama… pero es FA-MA… Por eso tuvo tanto éxito la serie esa: “Fama”.
-Y tú, tú, tú, tú, ¿tú dónde eres famoso, dónde eres famosa?
-¿Yo? Soy un tigre en el bar, jugando al mus. Soy famoso por mi órdago a la chica.
-¡Hombre!, ¡Qué fama tienes tú! ¿Y ganas?
-Alguna vez.
Porque ya dice el refrán que: “jugador de chica, perdedor de mus”. Pero, pero, pero… a veces sale la chica.
Esto es difícil de traducir, es un juego… Bueno, que alguien es famoso por un juego de cartas que se llama mus… puede ser mus de chocolate, mus de limón, mus… o sea, un juego de cartas, como el póker o así. Pero es un juego que se pueden hacer trampas, pero son trampas organizadas, y ya estipuladas. Y bueno, hay personas que son famosas en eso, y bueno…
Sí, es curioso porque, porque se ha creado una “culture”, una cultura, ¿verdad?, que necesita… todos los seres necesitan un poquito de fama… según los cánones establecidos en cada cultura.
-¡Ay! ¡Soy fea!, ¡soy fea! ¡No soy famosa en nada, soy fea…”
Porque alguien le ha dicho que es fea y entonces…
-¡Soy fea…!
Hasta que aparece alguien y le dice:
-Pero… ¡Qué guapa eres!
-¡Qué va! ¡Si yo soy fea!
-¿Ah, sí? ¿Quién te ha dicho que eres fea?
-No sé, pero me han dicho que soy una chica fea.
-¿Una chica fea? ¿Tú? ¿De qué? Eso te lo ha dicho uno que no entiende de belleza, uno al que le falta un lóbulo cerebral o algo. ¡Pero, cómo, hombre! Que a lo mejor a él no le gusta tu belleza… Tú, tú eres famosa en el mundo medioambiental en el que vives, por tu belleza. ¿No te lo han dicho nunca?
-Pues no.
-¡Hombre! Pero claro, pero si… ¿tú, tú…? ¡Vamos!, tu belleza se come el mundo, ¿vale? ¡Se come el mundo! ¿Porque a ti te afecta el que te digan o que tú sientas que eres fea, verdad?
-Es lo que más me afecta en el mundo, es lo que más me afecta.
Entonces, hay que sacar a esa persona de esa situación, pero bueno, ¿a quién se le ocurre? Pero, ¿tú por qué haces caso a cosas que afectan? Haz caso a cosas que te emocionen, te llenen de afecto. A las otras cosas… pues, ¡déjalas pasar, que pasan!
Por eso, por eso… ¡despierten!, por eso, por eso, por eso, se dice la famosa frase, que tiene más profundidad de lo que parece: “Cría fama y échate a dormir” . Claro, claro, claro, claro, porque todo el mundo busca su dosis de fama y, una vez que la tiene, a dormir. Ya no tienes que preocuparte porque ya tu dosis, tu enganche, tu vanidad, ha sido saciada.
Y... aunque se sea yonki de la fama, ¿no?, y se esté preocupado por la fama, por la….
-¡Qué fama tengo! Tengo una fama entre la gente… ¿verdad, que….
-Pero bueno, te la has ganado a pulso, ¿no?
-Ya, pero… ya, pero…
-Bueno, pero puedes mejorar tu fama…
-Sí, claro, claro, claro… tengo una fama…
Hay que, aprovechando que estamos en oración, vamos a preguntarnos en serio -en serio- una... una cuestión:
¡¿Quién es realmente famoso?!
Pues, DIOS. Por eso se suele decir:
-¡Joer! ¡Tiene más fama! Es como Dios…
-¡Pse! ¡Cuidado, cuidado! Como, como, como… cómete un poco... ¡cuidado, cuidado, cuidado!
Entonces, eso es un remedio como contra la tiña, cuando tienes algo de tiña en la cabeza… una enfermedad de la cabeza que pica mucho. Entonces, es como la tiña, que suele darse en situaciones de suciedad, de abandono etc. Pues, eso, la fama -la fama- y el cultivo de ella, debe ser diluido, sabiendo que sólo hay un famoso… ¡o famosa!: Dios-Diosa.
Dios-Diosa es la única que tiene fama, entre Ella, para Ella y con Ella. Y, de paso, hacia nosotros. Lo demás es puro cuento.
-¡Sí, qué pena! ¿Verdad? ¿Puro cuento?
-¡Puro cuento...! Dios se ha hecho famoso a lo largo de la historia, ¿no? Y sigue siendo famoso. ¿Y tú, por qué te quedas ahí raquitiquizado con tu media peina descompuesta, que si no tienes fama, que si no tienes aprecio, que si la autoestima la tienes baja…? Pero bueno… ¡des-há-ce-te de esa fama! Des-há-ce-te... A-C-T-H.
Una vez que te das cuenta de eso, entonces, y comparas la fama de Dios-Diosa con tus famas, pues, te derrites. Dices:
-Bueno, es que yo no llegaré nunca a nada…
-Cierto, totalmente cierto.
De nuevo aparece la referencia Divina. Con lo cual, si te dicen bonito, bien; si te dicen feo, pues, bien también. Es decir, no es que te dé igual, no, no te da igual, pero no necesitas una valoración especial por aparte de tu especie. Ya el hecho de pertenecer a ella, te da un valor.
Busca, más bien, tu referencia y tu reflejo Divino con respecto a la fama de Dios. Dios-Diosa.

Afectados, famosos y... AFILIADOS.
Todo el mundo tiene una afiliación, y terminamos siendo todos primos ¿verdad? Más o menos lejanos, más o menos cercanos, ¿verdad? Pero, somos una especie que, con siete mil millones, es un poquito endogámica, ¿no?, ya.... Por ejemplo, si fuéramos chinos, tendríamos ¡un montón de primos!, pero montón, montón. Ahora han descubierto que... que... que la filiación de Confucio llega a veinte mil personas. ¡Una barbaridad!
Claro, los que sean de países pequeños, su filiación es más corta, pero… pero a veces emigran y empiezan a copular, a copular y… vaya vaya... vaya, vaya.
Realmente, nuestra filiación nos debería -nos debería- proporcionar, puesto que todos somos parientes… pa-rientes, o sea, ¡capaces de parir!, parientes.
¡Entiendan bien el significado de las palabras!: parientes no significa que seas primo o sobrino; parientes es que puedes parir: ideas, niños, lagartos, ¡lo que quieras…!
-¿Lo que quiera?
-Claro, estaría bueno que tuvieras que parir sólo lagartijas… Según te formes, según te conformes, según te… así parirás novelas, plantas, gonococos, difterias, tétanos, tosferinas… ¿verdad?
Pa-rientes, los que paren.
Luego está, efectivamente, otra catalogación de la palabra parientes, que es aquella que dice que hay un cierto vínculo entre... entre unos y otros, por razones fam-iliares. Fam-iliares tiene un sonido famoso. La famosa familia… “Monster”.
Cuando, poco a poco, se diluya esa… cárcel familiar, el hombre se verá liberado de una de las presiones más severas que ha tenido por su propia decisión, y su propia organización, y sus propios apegos. Y establecerá otros vínculos. Estará vehiculizado, sintonizado, sonorizado con el resto de su especie de una manera sintónica, de sintonía, no de parentesco.
Así, cada ser puede afiliarse a la des-afiliación. Disolver el vínculo de afiliación de carácter “parenteral”, y adquirir una relación sintónica con aquellos con los que se sintoniza. Y ampliar esa red de sintonías, en la medida que se escucha a los demás y se les entiende y se les comprende.
¡Afíliese a la vida!
¡Afíliese a la Creación!
¡Afíliese a lo que ama... sin limitación! No le ponga cortapisas, no le ponga inconvenientes.
Dele gracias a Dios... Esa es su filiación.

Áaamen.
***