martes

Lema Orante Semanal

EL RESCATE
8 de junio de 2009


Probablemente, para la gran mayoría de los observadores de nuestra propia especie, se tenga la idea de que se está viviendo en unas condiciones difíciles. Otros dirían “t errible s”, otros dirían… “bueno, ya veremos”, pero, probablemente, salvo los más optimistas que consideren que la vida es así y ahora está mal y luego estará bien, luego regular, y ya seguirá así indefinidamente hasta la consumación de los tiempos… -esos serían los más optimistas-, pero, en un término medio se podría decir que hay preocupación, hay inquietud, hay miedo, hay preocupación, hay indecisión… por el desarrollo que lleva la humanidad. Y cada uno con sus buenas razones, con buenos, por una parte, malos por otra… pero que a su vez los malos son buenos en otras partes, y buenos y malos y malos y buenos… y depende de dónde estés o cómo te levantes, uno es bueno o el otro es malo. La dualidad está servida y, en consecuencia, el combate, el enfrentamiento, la violencia, el deterioro, la corrupción, está presente.
Ante esa situación, la oración dice: RESCATE.
Se puede rescatar aquello que aún está, que aún existe. Lo que no, no se puede rescatar.
Luego el hecho de anunciar como oración, como propósito de la semana, el rescate, indica que, a pesar de las oscuridades de la vida de la humanidad, hay, hay, hay recursos, probabilidades y posibilidades que puedan permitir otras perspectivas, otros desarrollos, otras opciones.
Que puedan ser pronto, más tarde, muy tarde… pero, hablando de rescate, nunca demasiado tarde.
¿Y qué es lo que hay que rescatar? Porque la lista podría ser interminable. Dependiendo de los intereses, de la moral, de la ética, de la estética, del criterio de cada uno, cada cual haría énfasis en rescatar… sabiendo que todo se puede reducir a la relatividad, a que sea relativo. El rescate del respeto, por ejemplo, que es relativo. El rescate de la justicia, que es relativa, claro. El rescate de… paz, relativo. El rescate de la belleza -lo que es bello en un sitio, a lo mejor no lo es en otro-.
¿Y qué se trata de rescatar? -Y este detalle es muy importante bajo la óptica orante- ¿Lo que antes considerábamos que era bueno? ¿O rescatar una nueva perspectiva, una nueva imaginación? ÉSA ES LA PROPUESTA ORANTE. No se trata de rescatar lo que antes se consideraba como bueno. En la medida en que se rescata lo que “antes” era bueno, terminaremos haciendo lo mismo que ahora. Y creo que no es muy difícil darse cuenta. Si vuelvo a empezar otra vez como antes, el “ antes ” seguirá el camino hasta donde hemos llegado ahora.
En consecuencia, desde el sentido orante, si queremos rescatar el respeto -por ejemplo- no puede ser el mismo respeto que se hacía hace 50 años o 70. No. Ese nos conduciría a la falta de respeto en la que estamos ahora, porque sería repetir otra vez lo mismo.
El sentido orante nos proyecta –nos debe proyectar- hacia un rescate ORIGINAL, hacia un rescate DIFERENTE, hacia un rescate DIVINO.
De esta manera, además, se puede ir gestando una diversidad de NUEVAS, ORIGINALES, propuestas, que no se conocían, que son partes de la Creación , que son la esencia de LA CREATIVIDAD.
Volver a cualquier modelo que nos ha traído hasta aquí, volver a cualquier modelo que se ha desarrollado hasta llegar a lo que somos, es reincidir en los mismos errores. Y, sobre todo, cerrar definitivamente las puertas a la Creación , a lo nuevo, a lo original, a lo inesperado, a lo imprevisto, a lo improbable, a lo increíble. Son muchas puertas.

Es como pretender rescatar en una pareja de años de relación, el mismo amor que se tenían cuando tenían 15 años, y ahora están que si se divorcian o que si no. Pues se van a divorciar enseguida en cuanto recuperen lo de los 15 años. No. Es el momento de rescatar, dentro de lo que hay –dentro de lo que hay-, una nueva perspectiva, una nueva forma de relación, una nueva manera de convivencia, una nueva actitud de espera.
Todo comportamiento que conlleve un estatus conocido, establecido, ordenado, conocido y que sabemos cuál es su desarrollo, no puede ser un rescate.
La naturaleza humana ha demostrado que tiende a repetir y a repetir hasta un número determinado de veces, determinados procesos. Hoy nos lo enseña la genética. Y cuando se repite hasta un determinado número, las posibilidades y probabilidades pueden ser variables. Pero, a partir de un determinado número, ya la cadencia va a ser la misma.
Dualismo, confrontación, enfrentamiento, violencia, destrucción, reconstrucción, pacificación, enfrentamiento… de nuevo a empezar… una guerra, dos guerras, tres guerras, cuatro guerras, cinco guerras, seis guerras, siete guerras, ocho guerras, nueve guerras… parece que no son suficientes, porque ya se ha repetido más de lo habitual, y conviene –y se convierte- en un hábito, en una imposibilidad.
Además, hay que tener otro detalle importante en este RESCATE orante. Y es: qué parte, qué cantidad, que sustancia, qué elemento hay a rescatar… No vaya a ser que se pretenda rescatar algo que no tiene por dónde rescatarse.
O no vaya a ser que, con una obstinada inclinación en rescatar, el elemento a rescatar NO QUIERA, NO QUIERA ningún rescate.
En el rescate del AMAR, por ejemplo, no se puede ir con los mismos presupuestos con los que viví o a los que accedí en otro tiempo… la resultante será la misma. Tengo que recabar de la imaginación, de la fantasía, de la ilusión, de la fe, elementos nuevos, diferentes, que posibiliten –habiendo un sustrato mínimo de amor- la apariencia y la aparición de otra característica amorosa que, en su inagotable posibilidad, se ofrece. Se ofrece por la Creación.
El rescate de LA BELLEZA Y EL ARTE, quizás como una sola unidad, en el hacer cotidiano, en este hacer que, cada vez, es más práctico, concreto, cómodo… a sabiendas que en el ser, de cada cual, hay un quantum de belleza, hay un quantum de arte. Si lo dejamos, el deterioro será completo, no habrá nada que rescatar.
Y OTRO detalle importante en esta palabra de “rescate” desde la óptica orante: CADA RESCATE, planteado bajo estas perspectivas, es… es recuperar algo de lo que ¡no! sabíamos, de Dios. Y como no sabemos nada, el rescate que se propone nos puede permitir saber algo. Un saber, obviamente, de corazón. Que luego se puede convertir en sabiduría… quizá. Cualquier cosa pasa con Dios. Pero fíjense la sugerencia orante: Nada sabemos de Dios: Lo intuimos, lo percibimos, lo sentimos… a veces más, a veces menos, a veces nada. Y a la hora de hablar de rescate, se propone que no se rescate, en ningún caso, cosas antiguas que nos han llevado al presente actual. Que se cerciore de la existencia de suficiente virtud para poder rescatar… Se mencionan algunos ejemplos, como el respeto, la belleza, el arte. Pero todo ello nuevo. Y lo que rescatamos de todo eso, ¿qué es? Esencia Divina.
Una propuesta orante para concebir, con certeza, la presencia activa de lo Divino en permanencia. LA CERTEZA ACTIVA DE LO DIVINO EN PERMANENCIA.
Y así, en la medida en que esa actitud de rescate se vuelve inquieta y hambrienta de Dios, estamos ante cualquier opción: respeto, belleza, arte… Rescate del buen gusto, rescate del sabor, rescate de la cultura, rescate… Miles de rescates. CUALQUIERA DE ELLOS, realizado bajo las condiciones que estamos sugiriendo, PUEDE DARNOS ESA LUZ DE ETERNIDAD.
Y con ella, una luz que se expande, que crece, que tiene aromas de eternidad, certeros para nosotros.
Pareciera como si la Creación nos dijera: “Rescatadme… estoy dispuesta…”.
Es como una oferta imprevista, una oferta sorprendente, que se revela así, de repente, en una oración.
Tan solo, desde el nivel de cada cual, DISPONERSE. Disponerse en esas coordenadas de rescate de lo nuevo, de lo original. El rescate de lo que hay, a partir de lo que hay. El rescate de esos insondables e inagotables amores que, con ellos, se llevan los respetos, las bellezas, los amores, los humores… ¡Ay!, los sabores, los buenos gustos, los aromas de eternidades.
Parece que es una propuesta de ahora, de ¡ya!, como intuimos que nos acostumbra Dios.
Así que, el “ya y ahora”, de disposición tiene que ser inmediato, sin retraso.
El extraño bamboleo de Dios, para nuestra corta capacidad, parece como un péndulo que a veces se acerca, muy cerca, y es cuando podemos cogernos a él y seguir hacia ese infinito. O bien se nos antoja el péndulo muy lejos, muy de referencias, pero insostenibles… pero de repente puede cambiar todo.
Hoy podría ser ese día.
El rescate.


Ámen.

*****