La Llamada Orante nos plantea un despertar, un volver a nacer
7 de octubre de 2024
Y gestado el milagro del Ama-necer –“lo que nace por Amor”-, acontece el despertar encarnado en la vigilia. Un despertar hacia el entorno, un despertar hacia la identidad que nos conforma, un despertar hacia lo que traemos.
Sí. Como si de repente, tras ese amanecer, despertáramos a todo lo que hemos vivido, a la consciencia de todo lo que ha acontecido... sin la linealidad de lo de ayer, lo del año pasado...
El despertar supone integrar, integrarse, ser una consciencia integradora de nuestra trayectoria, de nuestro tránsito, para que así, de esta manera, con esta actitud, despertar implique descubrir lo que transcurrió, lo que se analizó, lo que se vio, lo que se aceptó, lo que no...
Y no, no. No se trata de estar continuamente “analizando”. No hablamos de analizar, hablamos de despertar.
El análisis está bien para determinados aspectos, pero –como ya se sabe-, no es, lo despierto, un acontecer racional, lógico, sino un acontecer excepcional, sorprendente, sin lógica de control, de sapiencia.
Los aconteceres muestran diferentes aspectos, diferentes caras, en razón a la actitud con la que nos despertamos. Nos hacemos vigías de… de unos sentidos que nos orientan.
Esa vigilia nos debe promover hacia ese despertar que corrige, arregla, sitúa…; y que, bajo el Sentido Orante, nos dispone a afrontar lo que transcurre en la vigilia “ahora”, “al instante”, con una disposición de descubrir, de aprender, de sorprendernos.
Acabamos de ¡nacer!... y, en consecuencia, no podemos despertar con el abúlico sentido de lo que pasó ayer, de lo que me ocurrió el año pasado, de que: “Bueno, a ver qué tengo que hacer hoy, a ver qué…”.
¡A ver, qué! ¡Si acabo de nacer! Además, me dan todo un contenido.
Cuántas veces… cuántas veces no se ha dicho o se dice: “¡Ay! Si yo volviera a nacer, haría tal cosa o tal otra”.
Bien… Bien. Lo que ocurre es que se queda en un dicho lineal, histórico, inoperante. Pero la Llamada Orante nos plantea un despertar, un volver a nacer.
Entonces no soy un abúlico y apático “contribuyente”, sino que soy un sorprendente e inesperado acontecer; que, además, viene dotado de una serie de experiencias.
Con lo cual, el afrontar “el instante”, “el momento”, el “ahora”, se hace creativo, sorprendente, novedoso, ¡interactivo!
Por el mero hecho de volver a nacer, no puede transcurrir el día con las mismas coordenadas que lo llamado “ayer” o “antes de ayer”.
¡Es nuestra naturaleza aportar, en este nuevo nacimiento!, despertares distintos… ¡en matices, en detalles, en sorpresas!
El despertar es una sorpresa del nacer; y, en consecuencia, hay un influjo desconocido: ese Misterio Creador que nos llama orar; que da por buena nuestra presencia.
.- ¿Da por buena…? Ah… ¿Soy una buena presencia?
Sí, pero he de ejercitarlo. No es un título que me den, es una potencia que me adorna. Pero su ejercicio es vital. No solamente para… uno, sino para todos. Porque no hay ni un solo detalle en el despierto, en el nacido, que no repercuta en todo lo demás.
Sí. Puede ser considerado, esto, una especulación, una teoría o un… El hecho de que ignoremos las repercusiones de nuestras posiciones, nuestras decisiones y nuestras actitudes, más allá del metro y medio de distancia, no significa que no ocurran.
En consecuencia, ese despertar que pueda tener un tinte hedonista, se disuelve… y adquiere un tinte universal; que puede parecer, en principio, que ¡asusta! Pero lo que nace, lo que se despierta, no conoce el miedo; se lo enseñan… en la práctica de su idolatría, de su egolatría, de sus posesiones, de sus dominios. Ahí aprende el miedo: para guardar, tener, poseer, dominar. Y para asustar.
En consecuencia, cualquier –sobre todo, esta- justificación que habitualmente se tiene: “Es que tengo miedo de que… no vaya a ser que… y si piensan que…”.
Esos recovecos de conciencia, esos sí tienen miedo. Esos dan “la apariencia”.
Y una cosa a propósito de esa palabra. Es curioso: el que se ejercita en la apariencia piensa que ha engañado a todos. Y no se da cuenta de que la apariencia es eso: “apariencia”. Que habrá alguien o ‘álguienes’ que se darán cuenta… Y de ser seres auténticos, se pasa a ser seres engañosos.
¡No es ese un despertar!
El engaño para quedar bien, para… –como se suele decir- “tener la fiesta en paz” y otras frases impresentables, no está en un despertar auténtico.
¡El despertar supone asumir nuestra evidencia, clarificar nuestras dificultades, significarse en las sinceridades, amplificarse en los descubrimientos, ahuyentar los prejuicios… y perder las vergüenzas!: esas de “educaciones correctas” que no nos dejan mostrar nuestras verdaderas necesidades, y a la vez nos impiden dar… a otros necesitados.
Si se ha producido –como es evidente- el milagro de nacer, y se está dando el ejercicio de despertar… para alcanzar la autenticidad, no podemos posponer situaciones, no podemos aplazar opiniones, decisiones…
Cada retraso se hace un abismo.
Y cada cumplimiento se hace un asombro.
Asombro e impulso para estar vibrando en ese despertar… que aclara lo transcurrido, que aclara lo que transcurre, que aclara nuestro estar. Un aclarado de sinceridades, de muestras. Lo cual, nos abre el camino de las identidades y nos permite establecer “comuniones”, a sabiendas de con quién estamos.
En cambio, cuando son apariencias las que se comunican, surgen permanentemente las sorpresas, los desafueros, los desacuerdos.
Al despertar a nuestras identidades nos cargamos de recursos, de medios.
Y cada decisión es… argumentada, sentida.
Esto nos permite una puntualidad ante las necesidades propias y ajenas, sin retrasos.
Estamos transcurriendo, como materia viviente humana, en unos trances confusos interesados, manipulados, manejados, aparentes.
Múltiples verdades pululan por cualquier canal, medio… bajo intereses más o menos conocidos o desconocidos…; pero una información abrumadora que, si no se está despierto, que si no se está atento, que si no se está con claridad, fácilmente aparece esa apariencia, ese engaño.
De ahí que nuestro despertar sea… ¡inmediato!
Transcurrimos por laberintos interesados que, en su hedonismo pragmático, manejan ideas, sensaciones, motivaciones, razones…
Si no se está despierto, con facilidad caeremos en una tendencia o en otra o en otra… o iremos pasando de un sitio a otro; a veces, cuanto más escandaloso, mejor: parece que es el más verdadero, el más auténtico.
Quizás sea el deseo innato de encontrar la claridad.
En ese saber que nuestra presencia y acción es universal, y conscientes del transcurrir que ahora se sucede en nuestra materia viviente humana, al orante se le sitúa en esa ¡Creación!, como ser creado y, en consecuencia, con los recursos de creatividad que, despiertos en su entrega y en su dedicación, harán posible “variaciones” en este transcurrir global de laberintos interesados, dominantes, dominadores.
El orante, el que acude a la llamada y despierta, ha de ser un testimonio transparente que incite a la referencia, por su calidad, por su cualidad, por su estar.
Y eso debe estar presente continuamente, sin ser un esfuerzo, sin ser un trabajo, sin ser una carga.
¡Es que se trata de recuperar lo que somos!... que parece que se ha olvidado.
Es que se trata de dejar de ser aparentes, justificantes, justificadores, prejuiciosos y engañosos.
Es que se trata de ser honestos, amables, dedicados, indudables.
Quizás… este transcurrir en el que estamos, nos hace ver el milagro de nacer, el despertar, el descubrirme “universal”, como una labor o un trabajo que parece ir en contra de lo establecido. No.
No.
Pero sí ocurre que, al estar bajo el influjo orante, debemos modificar actitudes y comportamientos que son obligación, imposición y educación del estar: de ese jeroglífico, de ese laberinto que se ha ido gestando, seguramente con las ansias de equipararse con lo divino, suplir a lo desconocido… y establecer así patrones de dominio.
Todo eso sí que cuesta esfuerzo, trabajo, dedicación, cansancio.
Pero el guardarnos en nuestra identidad despierta es innato a nuestro ser.
Y fijarse en algo significativo: pareciera que existen dos humanidades, ¿no? ¡Hay una! Pero ocurre que una mayoría de humanidad se ciñe al criterio de suplantar, dominar, controlar, manejar…. y una minoría-minoría se atreve a despertar, a universalizar, a servir, a amar.
Y ocurre que esa mayoría recibe, en cada despertar… –¡y nace también cada día!- y recibe, de ese despertar, el influjo de sus capacidades y recursos.
Pero ahí, justo ahí, en vez de evidenciar que todo ese acontecer no ha sido producto de nuestro capacitado trabajo y afán, sino que ¡se nos da!, nos despiertan, nos aclaran, nos dotan –y con ello podemos decir “¡aleluya!”, y con ello podemos decir “gracias” y vibrar en esos dones, para que el estar sea gozoso, amable, respetuoso, digno-… ocurre que no es así.
Ocurre que, al descubrir esos dones, recursos, nacimientos, el ser los coge como propios. Y ahí, suplanta. No da el salto de la fe, no da el salto de la confianza, no da el salto de la esperanza… sino que se refugia en lo que tiene, en lo que le han dado, y busca producir, rentabilizar, ganar.
Por tanto, no hay dos humanidades; hay una humanidad. Pero ocurre que el transcurrir de ahora es este laberinto de confusión y prejuicio.
Y la Llamada Orante nos conmina a que demos respuesta… de otra índole, pero en el seno de esa humanidad a la que pertenecemos.
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The Call to Prayer proposes an awakening, a rebirth
2024-10-07
And once the miracle of the Loving-dawn is gestated – “what is born out of Love”- the awakening incarnated in the vigil takes place. An awakening towards the environment, an awakening towards the identity that shapes us, an awakening towards what we bring with us.
Yes. As if suddenly, after that dawn, we awake to everything we have lived, to the consciousness of everything that has happened... without the linearity of yesterday, of last year...
Awakening implies to integrate, integrating ourselves, being an integrating consciousness of our trajectory, of our transit, so that in this way, with this attitude, awakening implies discovering what happened, what was analysed, what was seen, what was accepted, what was not. ...
And, no, no. It is not about continually “analysing.” We are not talking about analyse, we are talking about awakening.
Analysis is fine for certain aspects, but –as we already know- awakening is not a rational, logical event, but an exceptional, surprising event, without logic of control, of knowledge.
Events show different aspects, different faces, depending on the attitude with which we wake up. We become watchers of… of senses that guide us.
This vigil should promote us towards that awakening that corrects, fixes, situates…; and that, under the Prayerful Sense, prepares us to face what happens in the vigil “now”, “instantly”, with a disposition to discover, to learn, to be surprised.
We have just been born!... and, consequently, we cannot wake up with the apathetic sense of what happened yesterday, of what happened to me last year, of: “Well, let’s see what do I have to do today, let’s see what…”.
Let’s see! I’ve just been born! In addition, I’ve been given a whole content.
How many times… how many times has people said: “Oh! If I were born again, I would do such and such thing”.
Fine… Fine. What happens is that it remains a linear, historical, inoperative saying. But the Call to Prayer proposes an awakening, a rebirth.
Then I am not an apathetic and listless “contributor,” but rather I am a surprising and unexpected event; which, moreover, is endowed with a series of experiences.
Thus, facing “the instant,” “the moment,” the “now,” becomes creative, surprising, novel, interactive!
By the mere fact of being reborn, the day cannot pass with the same coordinates as what is called “yesterday” or “the day before yesterday”.
It is our nature to bring, in this new birth!, different awakenings… in nuances, in details, in surprises!
Awakening is a surprise of birth; and, consequently, there is an unknown influence: that Creative Mystery that calls us to pray; that endorses our presence.
.- Endorse our presence?…? Ah… Am I a good presence?
Yes, but I have to exercise it. It is not a title given to me; it is a potentiality that adorns me. But its exercise is vital. Not only for… oneself, but for all. Because there is not a single detail in the awakened, in the born, that does not have an impact on everything else.
Yes. This can be considered a speculation, a theory or a… The fact that we ignore the repercussions of our positions, our decisions and our attitudes, beyond the meter and a half of distance, does not mean that they do not occur.
Consequently, this awakening that may have a hedonistic tinge, it dissolves… and acquires a universal tinge; which may seem, in principle, frightening! But what is born, what is awakened, does not know fear; it is taught… in the practice of its idolatry, of its egomania, of its possessions, of its dominions. That’s where it learns fear: to keep, to have, to possess, to dominate. And to frighten.
Consequently, any –above all, this- justification that one usually has: “It is that I am afraid … lest… it might not be that… and if they think that…”.
Those nooks of conscience, those are the ones that are afraid. Those are the ones that give “the appearance”.
And one thing about that word. It is funny: he who practices appearance thinks that he has fooled everyone. And he doesn’t realize that appearance is just that: “appearance”. And that there will be someone o ‘someones’ who will notice … And from being authentic beings, one goes on to be deceitful beings.
That is not an awakening!
The deception to make oneself to look good, to… –as they say- “keep the party in peace” and other disgraceful phrases, is not in an authentic awakening.
Awakening means assuming our evidence, clarifying our difficulties, standing out in sincerity, amplifying ourselves in discoveries, driving away prejudices… and losing our shame!: those of “correct educations” that do not allow us to show our true needs, and at the same time prevent us from giving… to others in need.
If the miracle of being born has taken place –as is evident-, and the exercise of awakening is taking place… to achieve authenticity, we cannot postpone situations, we cannot delay opinions, decisions…
Every delay becomes an abyss.
And every fulfilment becomes astonishment.
Astonishment and the momentum to be vibrating in that awakening… that clarifies what has passed, that clarifies what is passing, that clarifies our being. A clarification of sincerities, of signs. Which opens the path of identities and allows us to establish “communions”, knowing whom we are with.
On the other hand, when it is appearances that are communicated, surprises, outrages, disagreements arise permanently.
When we awaken to our identities, we load ourselves with resources, with means.
And every decision is… argued, heartfelt.
This allows us to be punctual in the face of our own and other people’s needs’, without delays.
We are passing through, as human living matter, in a confused, interested, manipulated, handled, apparent trances.
Multiple truths teem through any channel, medium… under more or less known or unknown interests…; but an overwhelming information that, if one is not awake, if one is not attentive, if one is not clear, easily appears that appearance, that deception.
Hence our awakening is… immediate!
We pass through interested labyrinths that, in their pragmatic hedonism, handle ideas, sensations, motivations, reasons…
If one is not awake, we will easily fall into one tendency or another or another… or we will go from one place to another; sometimes, the more scandalous, the better: it seems to be the truer, the most authentic.
Perhaps it is the innate desire to find clarity.
In this knowledge that our presence and action is universal, and conscious of the passing that is now taking place in our human living matter, the praying person is placed in that Creation!, as a created being and, consequently, with the resources of creativity that, awakened in their devotion and dedication, will make possible “variations” in this global passing of interested, dominant, dominating labyrinths.
The one who prays, the one who responds the call and awakens, must be a transparent testimony that incites reference, by its quality, by its virtues, by its being.
And that must be present continuously, without being an effort, without being a job, without being a burden.
It is about recovering what we are!... that seems to have been forgotten.
It is about ceasing to be apparent, justifying, prejudiced and deceitful.
It is about being honest, kind, dedicated, unquestionable.
Perhaps... this passing in which we are, makes us see the miracle of being born, awakening, discovering myself as “universal”, as a task or a job that seems to go against the established. No.
No.
But it does happen that, when under the influence of prayer, we must modify attitudes and behaviours that are an obligation, an imposition and an education of being: of that hieroglyph, of that labyrinth that has been conceived, surely with the desire to be on a par with the divine, to replace the unknown... and thus establish patterns of domination.
All that does takes effort, work, dedication, tiredness.
But keeping ourselves in our awakened identity is innate to our being.
And focus on something significant: it seems that there are two humanities, isn’t it? There is one! But it happens that a majority of humanity sticks to the criteria of supplanting, dominating, controlling, managing... and a minority-minority dares to awaken, to universalize, to serve, to love.
And it happens that this majority receives, in each awakening... –and is also born every day!- and receives, from that awakening, the influence of its capacities and resources.
But there, right there, instead of showing that all this happening has not been the result of our skilled work and effort, but that it is given to us!, we are awakened, we are clarified, we are endowed –and with that we can say “hallelujah!”, and with that we can say “thank you” and vibrate in those gifts, so that being is joyful, kind, respectful, dignified-…but it happens that it is not like that.
It happens that, upon discovering those gifts, resources, births, the being takes them as its own. And thus, it supplants. It does not take the leap of faith, it does not take the leap of trust, it does not take the leap of hope… but it takes refuge in what it has, in what it has been given, and seeks to produce, to make a profit, to win.
Therefore, there are not two humanities; there is one humanity. But it happens that the passing of now is this labyrinth of confusion and prejudice.
And the Call to Prayer calls upon us to give a response… of a different kind, but within the heart of that humanity to which we belong.
***
