Redimir, trascender
14 de octubre de 2024
De nuevo… –de nuevo, sin ser nuevo- como si la historia no hubiera pasado, suenan las bombas, retornan refugiados, se escapan perseguidos, se llenan las cárceles… y nuevos muertos, malheridos. Mas surgen nuevos negocios prósperos, como si nada hubiera pasado.
La retórica de las cifras baila al son del miedo. Los radicales mensajes se expanden intentando hacer historia, a cual más terrorífica.
¿Nuevas, o las mismas preocupaciones… de antiguas pero nuevas guerras...? Como si nunca hubieran pasado. Hasta algunos exclaman: “Por cientos de años nos han masacrado y nos hemos levantado”; como si fuera un presagio o un augurio inevitable.
Mientras –como antes-, los que no sufren el látigo pasado, viven como si nada ocurriera, entretenidos en sus manjares, beneficios, fiestas, competiciones…
¿Será… será que es preciso repetir más veces –las suficientes- los dramas, tragedias, preocupaciones, angustias, racismos, persecuciones, cárceles, horrores, para que, después de repetirlo, se aprenda que no es ese el proyecto, no era esa la trayectoria?
De hecho, se esgrime como “psicologías”, todo lo que se aprende de lo mal que se hace. ¡Curioso! Uno se pregunta: “¿Por qué no hacerlo bien desde el principio?”.
Pero todos están de acuerdo en pavonearse de haberse recuperado de las peores demencias, de las más terribles dependencias, de los más incómodos resultados, y que todo ello nos ha enseñado –dicen, “dixit”- que así se aprende.
¿Tendremos que dar por bueno aquello de “la letra, con sangre entra”?
¡Huid, huid, huid!… ¡Desplazaos!, ¡desplazaos, que la guerra llega! Y cada uno con sus cachivaches, sus herencias, sus criaturas y sus posesiones, corren en sus burros, caballos, vehículos o aviones. Ni siquiera se sabe lo que se deja; menos aún, lo que se lleva. Y una gran incertidumbre: a dónde se llega. ¡Peor, imposible!
Pero tampoco hay que preocuparse excesivamente, puesto que –por ejemplo- los grandes olivares de Andalucía serán pasto de placas fotovoltaicas en breve. Tendremos luz, electricidad…; sin aceite, claro.
La ciencia continúa su implacable descubrir y aportar… lo que negocio puede llegar a ser.
Mientras, las religiones languidecen en sus mantras, oraciones, rituales… y un largo etcétera escrito y escondido en lúgubres mazmorras, pero latente en consciencias sin aperturas.
Sí. La Llamada Orante nos hace un preámbulo, así, ¡de un flash!... quizás advirtiéndonos de que “ésta será la buena” –después de la tercera-. “Y a la tercera –como dice el dicho- va la vencida”.
También dicen que todo lo que existe ocurre por tres veces. ¿Y después…?
¡No, no, no, no, no, no! No hay anuncios de innovaciones. Las políticas están en crisis, los derechos internacionales desaparecen, las políticas de diplomacia se derriten en palabras vanas.
Reconstruir puede ser un buen negocio para preparar “la siguiente”.
Y así, como decía el cante: “Pasa la vida y pasa la vida”…
¡Ay! ¡Qué mal… qué mal juego hace la memoria! No es raro que muchos no recuerden. Y que las hemerotecas se olviden también.
Así, lo que queda y lo que ocurre parece ¡nuevo! ¡Guau! ¡Buena estrategia!
La Llamada Orante nos reclama ímpetus de prudencia –¡ímpetus de prudencia!-, actitud de revisión de tendencias.
La Llamada Orante nos reclama nuestra posición de universo. Nos hace ver que, quizás, ésta es la culminante repetición. Y después de ella, la redención; la trascendencia.
¿Y eso…? ¿Y eso –redimir, trascender-, habrá que esperar a que todo se consuma… y los muertos renazcan y rejuvenezcan? ¿O será perentorio empezar ¡ya!?
Y al salir de este eco orante, los prejuicios desaparezcan; los “pendientes” sirvan de adorno; los juicios se suspendan y se conviertan en “juegos” –que ése era su origen-.
Sí. Podría interpretarse que, la conclusión de redimir y trascender, sea un aire místico de desespero. Sí.
Pero ¡cuidado! Al menos ahora, que se está en oración, ¡cuidado! Porque, a lo mejor, esa respuesta: “que es un aire de vértigo y de desespero, redimir y trascender”… no vaya a ser, no vaya a ser la prepotencia de seguir el desaire del dominio, la actitud de mandar, la venganza “natural”, la razón espiritual.
Por cierto, ¿desde cuándo la espiritualidad es razonable?
Sic.
Sí. Porque es fácil que, cargado como se llega, a orar, aun en las mejores actitudes se infiltren los intereses, las racionales explicaciones, los “aparentes beneficios”, pero que en el fondo son importancias personales.
Sí. De ahí que, con frecuencia, después de orar y de llamarnos a ello, al entrar en la fase de… andar, hablar y conversar, haya un “repentino” olvido de lo que en orar se ha transmitido.
Luego no habrá tiempo para volverlo a escuchar. Luego no habrá motivo para conversar… Se está ¡tan ocupado!... ¡Hay tanto que hacer!... y tan poco se hace de lo que se debe hacer, que, aunque esté todo por hacer, realmente conviene aplazarlo. Ese es el mantra del transcurrir sin olvidos, con recuerdos y repetidas configuraciones y actuaciones.
Y a la hora de redimir, no sirven las radicales posiciones, las explicaciones cotidianas. No. El que ‘re-dime’ escucha la voz de lo increíble. Lo dice la propia palabra: re-dime, vuélvemelo a decir.
Quiero volver a escuchar el mensaje liberador. Quiero volver a repasar las mentiras impuestas. Quiero volver a reeditar el libro tendencioso, y reescribir uno transparente y airoso. “Airoso”.
Redimirse: re-decirse lo que hasta ahora era intocable, lo que hasta ahora era ¡real!, ¡evidente!... y descubrir que no era cierto; que había otro lenguaje estelar que consistía en escuchar, en re-decirme.
Y en simultánea frecuencia, se ‘tras-ciende’: se va, se va… se va el ánima, el humor, y el amar, hacia las estancias liberadoras…; a sentir cómo amar es sanar, cómo amar es resucitar, cómo amar es… inmortal.
Cierto. Cierto es que en palabras se ven, y en ímpetu, al decirlas, parecen ¡evidentes, realizables y de inmediata conversión!
Pero no menos cierto es… que asedian las razones “de peso”, cotidianas y materiales: esas que actúan, de lógica, costumbre, sensatez.
¡Ay! Sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí. ¡Locura! –locura que cura- es preciso ejercer, a la hora de redimir y trascender. Locura que cura.
¡Sí! ¡Esa de ventana que se abre a la luz, al aroma y al viento! ¡A la fe, a la esperanza, al amor y a la creatividad!
Esa que está saliendo en este amanecer… lento y perezoso.
Sí. Sí, sí, sí. En esa locura, las palabras resuenan, ¡suenan!... como una melodía que puedo cantar.
Sí. En esa locura redentora y trascendente, cada palabra no solo se hace eco para repetirse una y otra vez, sino que… hace vacío y espacio para que el creativo amor de la fe, para que el creativo amor de la esperanza –de la ventana abierta- puedan ejercer… sin controversia, sin discusión…
Con una clara intención de solidaria presencia, de sintonía colaborante, de abrazos sin condición.
***
Redeem, transcend
2024-10-14
Once again… –once again, without being new- as if history had never happened, bombs sound, refugees return, persecuted people escape, prisons are filling up… and new deaths and injuries. But new prosperous businesses are emerging, as if nothing had happened.
The rhetoric of amounts dances to the tune of fear. Radical messages are spreading, in an attempt to make history, each one more terrifying than the other.
New, or the same concerns… of old but new wars…? As if they had never happened. Some even exclaim: “For hundreds of years we have been massacred and we have risen up”; as if it were an inevitable omen or presage.
Meanwhile –as before-, those who do not suffer from the whip of the past, live as if nothing had happened, amused by their delicacies, benefits, parties, competitions…
Could it be… could it be that it is necessary to repeat more times –enough- the dramas, tragedies, worries, anguish, racisms, persecutions, prisons, horrors, so that, after repeating them, one learns that this is not the project, this was not the path?
In fact, it is argued as “psychologies”, everything of what one learns from doing it badly. Curious! One wonders: “Why not do it right from the beginning?”.
But they all agree in boasting about having recovered from the worst dementias, from the most terrible dependencies, from the most uncomfortable results, and that all of this has taught us –they say, “dixit”- that this is how one learns.
Should we accept that saying “spare the rod and spoil the child”?
Flee, flee, flee!… Move! Move, war is coming! And each one with his junk, his inheritance, his children and his possessions, they run on their donkeys, horses, vehicles or planes. You don’t even know what you leave behind; even less, what you take with you. And there is great uncertainty: where one will end up. Worse, impossible!
But we don’t have to worry too much either, since –for example- the great olive groves of Andalusia will soon be pasture for photovoltaic panels. We will have light, electricity…; without olive oil, of course.
Science continues its relentless discovery and contribution… what business could be.
Meanwhile, religions languish in their mantras, prayers, rituals… and a long etcetera written and hidden in gloomy dungeons, but latent in consciences without openings.
Yes. The Prayerful Call gives us a preamble, just like that, in a flash!... perhaps warning us that “this will be the good one” –after the third time-. “Third time lucky” –as the saying goes.
They also say that everything that exists happens three times. And then…?
No, no, no, no, no, no! There are no announcements of innovations. Policies are in crisis, international rights disappear, policies of diplomacy melt into empty words.
Rebuilding can be a good business to prepare “the next one.”
And so, as the song said: “Life goes by and life goes by”…
Oh! How bad… Such a bad game memory plays! It is not strange that many do not remember. And that the newspaper archives forget too.
Thus, what remains and what happens seems new! Wow! Good strategy!
The Prayerful Call calls us for an impetus of prudence –impetus of prudence!-, an attitude of revision of trends.
The Prayerful Call calls us back to our position of universe. It makes us see that, perhaps, this is the culminating repetition. And after it, redemption; transcendence.
And that…? And that –to redeem, to transcend-, will we have to wait for everything to be consumed… and the dead to be reborn and rejuvenated? Or will it be urgent to start now!?
And when leaving this echo of prayer, prejudices disappear; the “1pending” serve as an ornament; judgments are suspended and become “games” –which was their origin-.
Yes. The conclusion of redeeming and transcending could be interpreted as a mystical air of despair. Yes.
But beware! At least now, when we are praying, beware! Because, perhaps, that answer: “it is an air of vertigo and despair, to redeem and transcend”… lest it be, lest it be the arrogance of following the snub of dominion, the attitude of commanding, the “natural” revenge, the spiritual reason.
By the way, since when is spirituality reasonable?
Sic.
Yes. Because it is easy that, loaded as one arrives, to pray, even in the best attitudes, interests, rational explanations, “apparent benefits” infiltrate, but which deep down they are personal importance.
Yes. Hence, often, after praying and being called to it, when entering the phase of… walking, talking and conversing, there is a “sudden” forgetfulness of what has been transmitted in prayer.
Then there will be no time to listen to it again. Then there will be no reason to talk… We are so busy!... There is so much to do!... and so little is done of what should be done, that, although everything is still to be done, it is really worth postponing it. That is the mantra of passing without forgetting, with memories and repeated configurations and actions.
And when it comes to redeeming, radical positions, daily explanations are of no use. No. He who ‘re-deems’ listens the voice of the unbelievable. The word itself says it: 2re-tell, tell me again.
I want to listen to the liberating message again. I want to go over the imposed lies again. I want to re-edit the biased book, and rewrite a transparent and graceful one. “Airy”.
To redeem oneself: re-tell to oneself what until now was untouchable, what until now was real!, evident!... and to discover that it was not true; that there was another stellar language that consisted in listening, in re-telling.
And in simultaneous frequency, one ‘trans-cends’: one goes, one goes… one´s soul, humour, and love, go towards liberating stays…; to feel how to love is to heal, how to love is to resurrect, how to love is… immortal.
True. It is true that in words are seen, and in momentum, when saying them, they seem evident, feasible and of immediate conversion!
But it is no less true… that the “weighty” reasons, daily and material, besiege: those that act, of logic, custom, reason.
Oh! Yes, yes, yes, yes, yes, yes, yes. Madness! -madness that cures- is necessary to exercise, when it comes to redeeming and transcending. Madness that cures.
Yes! That window that opens to the light, to the aroma and to the wind! To faith, to hope, to love and to creativity!
The one that is emerging in this Loving-dawn… slow and sluggish.
Yes. Yes, yes, yes. In that madness, the words resonate, they sound!… like a melody that I can sing.
Yes. In that redemptive and transcendent madness, each word not only echoes to repeat itself over and over again, but… it creates emptiness and space so that the creative love of faith, the creative love of hope –of the open window- can exercise… without controversy, without discussion…
With a clear intention of a supportive presence, of collaborative harmony, of unconditional hugs.
***
1 In Spanish “pending” is pendiente and it is a polysemous word, it can refer to both an earring or something that is unfinished.
2 Redeem in spanish is Redime, could be broken in 2 parts: “Re” is a prefix used to determine that an action repeats, and “Dime” which means to tell me something. So Redime-Redeem could be interpreted as “Tell me again”.
