LA OPORTUNA CONSCIENCIA LIBERADORA
31 de enero de 2022
Cada Ama-necer –“el que nace por Amor”-
nos brinda la oportuna oportunidad de corregir, cambiar, seguir, volver,
saltar, volar… y un largo sinfín de posibles… oportunos.
Ante la Llamada Orante, la actitud del creer se
cimbrea buscando lo oportuno, lo adecuado. Haciendo, de su ser, un servidor de
lo Eterno; no un esclavo de sus gustos.
Y mientras balbuceamos la búsqueda de lo
oportuno… de cada transcurrir, ¡de seguro que nos encuentra!...
Y podemos percibir que la confianza que
albergábamos como sapienciales, como naturaleza humana… no era capaz, por sí
misma, de ser oportuna; más bien inoportuna.
Pero cuando se está en sintonía con el nuevo Ama-necer,
la oportunidad nos encuentra.
Es una cuestión de saberse referenciado con el
Misterio Creador.
Es poner los sentidos “a disposición de”.
Así nos encuentran, y nos muestran con
claridad cuál es la oportunidad.
Mientras que el ser que se ofusca en sus
capacidades… ¡no encuentra!
Es su deber buscar, pero si su confianza es en
sus capacidades… no le pueden encontrar.
No es difícil darse cuenta de este transcurrir
en el que está inmersa la especie: ciega… con sus sentidos, busca sin ver, sin
oír, sin saborear…; sin percibir el perfume ni ver la trascendencia de la
caricia.
Cada cual, con su exigencia, con su demanda,
con su queja, con su imposición, con su determinismo… “termina”. Y vuelven a
empezar para terminar igual. Y comienzan y terminan.
Y teniendo alas, no vuelan.
Y teniendo aletas, no saben nadar.
Y teniendo consciencia, no saben transcender.
Es preciso –de “precisión”; de “lo
oportuno”- estar en atención al lenguaje de lo casual, al lenguaje de lo
imprevisto, al lenguaje de lo inesperado que nos quiere corregir, advertir,
enseñar, mostrar.
En el Sentido Orante de referencia, empezar
para terminar no es consciencia de ser de humanidad.
La Eternidad no contempla el fin; no está en
su guía. Lo Infinito no tiene previsto hacerse finito.
Y cuando nos encuentran y nos dan la
oportunidad, debemos cuidarla, preservarla, desarrollarla, amplificarla.
Asombrarnos y… creer más.
Pero, ciertamente, no suele ocurrir así. Con
prontitud, la… ¿”precisión”? del ser corrige al que nos encuentra. Corrige al
Misterio Creador y lo rectifica.
Y así el ser se hace cada vez más ciego y
sordo. Y empieza y termina, y empieza y termina…
Y así es que, cuando el ser se pierde en sus
especulaciones, se aleja y evade que le encuentren.
Se refugia en lo conocido y desdeña lo que
está por conocer.
Es preciso –desde la Llamada Orante- que el
ser, en sus proyectos, decisiones… en su transcurrir, trate al menos de ver
–aunque en realidad tienen que verle-, trate al menos de ver –porque así le
encontrarán- sus coordenadas, ver sus trayectos, su actitud…
Sus trayectos y su actitud en referencia a… lo
Innombrable; en referencia a saber si se está en el oportuno momento.
Y es así que la Oración nos coloca en la
oportunidad de decirnos que, si acudimos a su Auxilio, la Claridad
Creciente se hará presente.
Si acudimos a su Auxilio... se disolverán las
controversias internas y las dudas permanentes.
Si acudimos a su Auxilio… nuestro Auxilio
es el Nombre del Misterio Creador.
La trascendencia de sentirse oportunamente…
nos disuelve las inacabables preguntas, los vaivenes de un lugar a otro o las
quietudes inoperantes.
Hace, de nuestro estar, un hacer
permanentemente naciente.
No dejarse manipular por nuestra consciencia
ególatra en la que hemos sido educados.
No dejarse embaucar por el libre albedrío que
hemos exigido para implantar nuestra voluntad, nuestros gustos, nuestros
deseos.
No hagamos terminal lo que es Eterno.
Nos traen para cumplir un servicio ante una
necesidad… Y nos moldean en base a oportunidades… para que podamos ver la mano
de lo Eterno y sepamos evaluar, corregir, replantear, rectificar, rehabilitar.
Somos como una piedra preciosa, pero cubierta
de impurezas. Nos van tallando para que brillemos… y podamos dar la luz, el
testimonio y el ejemplo de que seguimos dejándonos depurar.
Ese corte, ese biselado, esa talla que sobre
nosotros ejerce la Providencia, debemos dejarlo que ocurra. Debemos asumir
–¡por supuesto!- las dificultades: que son más bien teóricas; que son
obstáculos puestos para… poderlos eludir, si vamos en una conducción adecuada;
si nos sentimos referencialmente acompañados por la trascendencia de lo que
hacemos.
Se hace una oportunidad, de una libertad estructurada
al gusto del consumidor. Y se desprecia la oportunidad de la liberación, que no
se ofrece al mejor postor; que no se debe a la mejor propaganda, halago,
admiración o… importancia personal.
La oportuna consciencia liberadora… no precisa
de la “libertad personal” que te dan o te tomas. Eso es un ensayo personal de
empezar y terminar.
Es una supremacía voluntariosa que… pronto
declina… y precisa repetir, como una obstinación para demostrar su validez.
Y en todo ese fragor, lo liberado se olvida.
Pasa a ser algo… suspirante, quimérico.
Y con enorme facilidad, el ser pasa de lo
Trascendente a lo personal, a lo precedente. Precisa de sus capacidades e
ignora las que se le dan.
Si hemos escuchado y sentido, todos nos
sentimos aludidos en el oportuno “Ama-necer”.
Y por alusiones, debemos proceder… con el
ánima referenciada en el oportuno estar y ser.
Llamada Orante: llamada oportuna para
corregir, para descubrir, para dejarse encontrar, para referenciarse…; para ver
el mensaje que, en cada situación, nos indica la talla que, sobre nuestra
piedra preciosa, hace el Eterno Amor.
Nos indica la talla que, sobre nuestra piedra
preciosa, hace el Amor… del Infinito y Misterioso Creador.
Ámen, Amén, Amen.
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