ESENCIAS DE HUMANIDAD: ESENCIAS DE INFINITO, DE ETERNIDAD, DE INMORTALIDAD
11 de julio de 2022
Y en cada progresiva
y ¿evolutiva?... posición que adoptan las comunidades humanas, los individuos
que las forman se hacen más radicales, más conscientes de sus verdades, más sordos a la escucha ajena, más impositores por
las influencias que se tengan.
El ser, así,
secuestra sus comuniones. Sus comuniones imprescindibles para vivir.
Comuniones humanas y
con todo lo viviente.
Y aunque se muestre
evidente la conexión, la necesidad de unos en otros –o de otros-, es más fuerte
y se hace mas “imponente” la
convicción personal, la razón verdadera, la intransigencia.
Pero a la vez –curiosamente-
esa posición se extiende y se hace intervencionista… y opina, incide, apuesta,
se acerca y se aleja de diferentes posiciones. Con su verdad a cuestas, claro.
La Llamada Orante nos
advierte de esas disposiciones… que, a
pesar de evidenciar la cronicidad y el deterioro que suponen, siguen con un
grado de aceptación, porque –en definitiva- es una manera de sustitución de un
Misterio Creador. Es autoproclamarse… “la verdad”. Es autodefinirse como “lo
auténtico”. Y, por ello, se secuestra a sí mismo, pero a la vez interviene en
todo.
Y así, como dice el
dicho o la sentencia: “ni vive ni deja vivir”.
Se cohabita con un
malestar crónico, con una angustia al acecho, con una desconfianza permanente…
Y todo ello se
refleja y se muestra en lo cotidiano, en lo social, en lo comunitario. No es
algo… “opinable”, que ocurre o no, quizás, tal vez… No. Es que está ahí.
El individualismo
radical, sin duda, no es una consecuencia de nuestra naturaleza.
Más bien es una
renuncia a ella.
¿Será… será… será que
el Misterio Creador es tan prudente que pasa aparentemente desapercibido, y nos
hace creer que nuestras propuestas, nuestras posiciones supremacistas, son las
únicas y las mejores?
¿Será que, por darnos
–la Creación- la mejor de las vidas, las convertimos en “las sufridas vidas”,
por la imperiosa necesidad de dominio, de control... con actitudes decadentes
de “irremisibles”, de “imposibles”…?
De ese mar-mal de
fondo… de resignación y de ¡queja!
Es como decir: “Qué bien que soy libre, pero qué desespero
que nada puedo cambiar”.
No es difícil ver que
todo transcurre vorazmente abrasador.
Pero, aunque parezca
determinista y exterminador… y se ejercite como tal, nuestras esencias de
humanidad ahí están.
Y a la hora en la que
nos llaman a orar, ahí las encontramos:
Esas esencias de
infinito, de eternidad, de inmortalidad…
Esos instrumentos de
flexibilidad, adaptación, esperanza…
Esas opciones y
posibilidades continuas… que suponen un “aparente” esfuerzo, pero que es la
representación de vernos amplificados,
en nuestras consciencias, por un hacer impecable.
El empeño en doblegar
al cercano, el empeño en imponer lo opinable, la insistencia en… encuadrarse, y la renuncia a
circularse…
El acopio de ladrillos
–sin ninguna nube-… cierra el espacio y encapsula al constructor, que, él
mismo, ladrillo a ladrillo, se cierra… bajo la certeza de su razón y bajo la
búsqueda de su seguridad.
Las nubes… ni
siquiera están cerca.
La Llamada Orante nos
reclama nuestra significativa transcendencia, nuestras nubes permanentes, que
nos hacen transcender nuestros sentidos… más allá de lo razonable.
Bajo la consigna de
que “cada uno puede hacer lo que quiera”, el querer va absorbiendo y fagocitando sus posesiones, y va
despreciando lo que no aprecia; va traicionando sus propuestas; va incumpliendo
sus promesas. Y en la medida en que más se ejercita, más aplausos recibe porque
parece que está más libre.
Y así, se tiende a
valorar lo vulgar, lo costumbrista, lo repetitivo, lo seguro, lo… “legal”.
Y aunque la legalidad
parezca una barbarie, la obediencia hacia ella parece inexorable. Es como
reconocer, en ese legalismo, la impronta del poder, el equivalente a lo Divino.
El que realmente
apuesta por la vida, apuesta por su universalidad, por su descendencia
creadora, creativa, que hace posible su presencia, que nos da el aliento para
buscar, que nos da la sorpresa de descubrir, que nos posibilita la vivencia de
Amar. Y, con ello, la de descubrir que somos amados.
“A sabiendas”, se
aplaza una y otra vez la sinceridad. Se aplazan una y otra vez los proyectos. Se
aplazan una y otra vez los ideales.
Se aprueban una y
otra vez… los desesperos. Y, amparados en las muestras ‘deteriorantes’, se
argumentan las certezas de que “la vida es así”. Pero pocas apuestas se hacen…
por una conversión hacia lo verdaderamente liberador, que supone ser un
instrumento de la Creación, un intermediario de realizaciones, un promotor de
proyectos, un cultivador… de dones; los
cuales se aguardan, y aguardamos todos como receptores.
Todos somos carentes,
carenciales. Y nuestra comunión con lo que necesitamos la tiene aquél, el otro,
aquéllos… Y en la medida en que así nos ejercitamos, se abren los horizontes,
se muestran las posibilidades…
Se ve y se siente la
intervención Creadora.
Cada ser, en su
intimidad –y veámosla con honesta sinceridad-, reclama una posición de…
excepcionalidad; como lo es cada ser en su modelo irrepetible. Y como tal,
implica la certeza de sentirnos orientados, alertados, llamados a ser.
Disponernos en el
servir, como muestra de que nos sirven… es una excelente actitud para que nos
veamos, unos a otros, como… ansiosos de liberarnos de las puntuaciones,
apostillas y determinismos… que nos codifican, nos clasifican y nos condenan.
Que la PIEDAD que se
derrama sobre nosotros, nos permita generar bondades sobre los otros, con los otros.
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