CONFIADOS,
NECESITADOS Y ELEGIDOS HACIA UN NUEVO AMANECER
17 de enero de 2022
Cada foco cultural humano decide en qué
momento cuenta su traslado alrededor de la luz.
Y lo hace a partir de un acontecimiento, un
suceso significativo... Algo que para ese grupo es... “referencia”. Y a partir
de ahí se suceden los días y las noches... hasta completar una vuelta alrededor
de... la Luz.
En nuestra esfera de influencia, estamos
comenzando a cumplir ese trayecto.
Y como si fuera –¡como si fuera!- un logro el
permanecer en órbita de la Luz..., se celebra haber podido transitar, y se
aguarda esperanzadamente en... generar novedades.
El tiempo se hace así protagonista de nuestro
tránsito, y nos marca una trayectoria. Y en consecuencia, nos implica
–sabedores dependientes de la luz- nos implica en revisar, repasar, considerar,
reconsiderar, evaluar...
Es una necesidad de cara a este nuevo ciclo.
La luz será diferente. En consecuencia, nosotros seremos distintos. Como cada
día. Pero en este caso, con estas consideraciones, hablamos de un vaivén
circular alrededor de la luz, que implica X días.
La Llamada Orante nos sugiere un instante
reflexivo, considerativo, a propósito de nuestro transcurrir… en este recorrido
que hemos vivido: un recuerdo, una alusión, un acontecer A o B que significó
algo…
¿Cuál es la cosecha de este circular bamboleo
alrededor de la luz?
¿Cuál ha sido la siembra que se ha depositado?
¿Cuál es el grado de satisfacción... de
reconocerse?
¿Qué calidad ha implicado este transcurrir?
Nos llaman a... nacer de nuevo.
Y nos llaman después de haber AMA-NECIDO
muchos días. Pero nos llaman a nacer de nuevo, como proyecto, como testimonio,
como realización.
Pareciera –o no- que una nueva oportunidad se
nos brinda.
Será tanto más o menos nueva, según el
entusiasmo con el que reconozcamos el vivir. Porque, sí, se dice “¡un
año más!”, como pesada carga, como pérdida; nostalgia por lo pasado: una
mustia actitud en la que nacer supone un... ¿un futuro calvario? ¿Un futuro
calvario?
Y así surge la idea de que “cualquier tiempo
pasado fue mejor”.
¡Ahhh! Hay algo –digamos que algo-, algo de
miedo a nacer de nuevo. Se preferiría seguir como se estaba, recogiéndose
en el dicho de que “más vale lo malo conocido que lo bueno por
conocer”.
¿Saben? La abeja reina, cuando ve que no es
viable su proyecto, emigra; y con ella emigra un grupo, para generar una nueva posibilidad.
Así que ese dicho que dice: “más vale pájaro en mano –‘pasado’- que ciento
volando –‘futuro’-“, debemos revisarlo.
Debemos atrevernos a sentirnos privilegiados
por la oportunidad de volver a nacer, por la instantánea ocasión de ‘re-vi-sar’...
la cosecha y la siembra. Para corregir, para aprender...; para saber cómo ha
sido nuestra sintonía con todo el entorno. Cuál ha sido nuestra actitud. Y
con todo ello, disponerse a nacer de nuevo.
Disponerse y exponerse a la luz, que ha sido
la referencia; y que lo vuelve a ser, pero es otra luz. No es la misma.
Pareciera la misma... pero ella también ha sido luminaria que ha transcurrido a
través de otras luces.
Y esa luz velada nos alumbra en este
AMA-NECER. Y podría tomarse como una referencia, un signo casual, que
curiosamente nos anuncia oracularmente la verdad.
¿Cuál es… cuál es la verdad? Está lejos de la
cotidiana consciencia. Tenemos el recurso de la sinceridad en la expresión y en
la escucha, para vibrar en torno a la verdad. Esa que se corresponde al
Misterio Creador.
Y nos dice el oráculo que ello conlleva una
Fidelidad a lo Revelado...
“¿Fidelidad?”: bien escaso... que vive casi en
el ocaso.
¿Qué... qué se nos ha revelado en este
transcurrir? ¿Qué hemos encontrado? ¿Qué tierra fértil hemos aprovechado? ¿Qué
tierra estéril hemos abonado? ¿Con qué fe hemos sembrado…? ¿Con qué creencia
hemos perseverado?
Y con esas pre-misas, aumentamos nuestro
momento para nacer de nuevo.
¡Un nacer sin miedo!, con la certeza de que en
la medida en que nuestra fidelidad a lo que se nos revela, nos han revelado,
hemos descubierto, aprendido y asimilado... va a ser una carta de presentación.
¡Ah! Sí, sí. ¿Con qué... con qué carta, con qué ¡papeles!... se presenta el ser
a un nuevo nacer? ¿Cuáles son sus credenciales? –como si de embajador se
tratara-…
¿Qué créditos traes para nacer de nuevo…?
¿Traes disposición? ¿Traes humildad? ¿Traes
sumisión? ¿Traes... traes el suspiro de la creencia sin sollozos? “El suspiro
de la creencia sin sollozos”.
¿Traes la consciencia de que te llevamos... te
llevan…? ¿O más bien traes la voluntad, la convicción, la firmeza, la
arrogancia?
¿Cuáles son tus planes?” –nos dice la Creación, a las puertas del
Nacer de nuevo-.
¡Sí! ¡Es ahora; es ahora! No es algo para
pensarlo. La Llamada Orante no es –ni mucho menos- una rémora que queda ahí
para luego. Es... ¡ahora! Es el impulso de descubrirnos. Es el resplandor que
nos proyecta. Es la sombra que nos acoge.
Y en las puertas –por cierto-, en las puertas
de un nuevo nacer, y habiendo transcurrido ya una intensa exposición a la
luz... cabe –sí, sí- cabe preguntarse: ¿una nueva oportunidad?
Cuando en nuestra cotidiana consciencia nos
dan una nueva oportunidad en cualquier área, ¿a qué se debe? ¿Por qué una
“nueva oportunidad”? ¿Por qué un nuevo nacer? Porque confían. ¡Confianza!
Sí, porque el Misterio Creador confía en cada
una de las criaturas que pasan por la experiencia del vivir, que es el
preámbulo brusco de una vivencia eterna.
Y cada cual puede preguntarse:
.- ¿Confían en mí? ¿Quién?
.- El Misterio Creador, la Creación.
No eres tú, con tus talentos, el que vuelve a
nacer. Es la confianza que en ti se deposita ¡para un nuevo amanecer!
Sí. Y es fácil ante esa noticia que nos
sintamos orgullosos, y también es fácil sentirnos indignos –“in-dignos”- de una
nueva oportunidad. Los dos extremos son hipócritas: se referencian con nosotros
mismos.
Nuestra referencia es La Luz, y su procedencia
permanente es el Misterio Creador. No nos premian ni nos castigan por lo bien
hecho o por lo mal hecho. Nos animan –de ánima, de alma-. ¡Nos
re-alman!, porque nos consideran, además de confiables, ¡necesarios!
Y cada cual, orantemente, se pregunta:
.- ¿Confían en mí… y me consideran necesario?
.- ¡Sí!
.- Y me han dotado de talentos, me han dejado
vivir. Me han dejado vivir... y me han dado vida con el esplendor de cada día.
Y ahora, puntualmente, me sitúa la Llamada
Orante en las puertas –abiertas- de un nuevo AMA-NECER; de un nuevo nacer a
unas perspectivas de diferentes cosechas y siembras; en el que, sin duda, las
valías pasadas se tienen en cuenta, pero se está abierto a las nuevas: a los
nuevos resplandores, a las nuevas sensaciones.
Y a esa... sensación llamada “promesa”. A esa
sensación de que, al acercarse un nuevo nacer... cargado de confianza y de
necesidad, nos supone prometer, ¡prometernos!, zambullirnos en la vida con las
pequeñas... con las pequeñas capacidades, pero dándolas sin resquemor, sin
acopio, ¡sin sentido de pérdida!
Y con esas promesas que indudablemente nos
revelan, surge… –con ellas-, se hace sonrisa el Nacer.
Pero han de estar bien avaladas por la Fidelidad:
esa Fe que nos Da la presencia y la actuación permanente del Misterio
Creador.
Que podamos decir ¡Aleluya!, sin temor, con
sonrisa, vacíos de poder y recubiertos de esperanza.
¡Ay! Y sabiendo que todos somos
necesitados...; que no hay ni buenos ni malos; que en la medida en que nos
prometemos, nos hacemos en la hidalguía de sentirnos ‘el-egidos’.
Sí. No para engrosar nuestro ego, no. Pero si
han tenido confianza... será porque, ante la necesidad, nos han ‘el-egido’.
Sentirnos elegidos por la Creación
es algo que, sin duda, nos desborda, nos deslumbra.
Sí. Nos deslumbra cuando nos erigimos en
protagonistas… y esa elección la utilizamos como dominio o poder. Pero cuando
nos sentimos elegidos en base a nuestra pobreza… –cuando nos sentimos elegidos
en base a nuestra pobreza- sólo nos aguardan riquezas que debemos dispensar, no
guardar. Que debemos repartir, no retener. Que debemos ahondar en la
generosidad...
Así... así se anuncia el comienzo del nuevo
nacer: consecuente con el AMA-NECER de ahora.
Confiables, necesarios y ‘el-egidos’... para
un trayecto, para un tránsito que aguarda... que aguarda la realización de
nuestros deberes, de nuestros servicios, de nuestras entregas, de nuestras
bondades.
Ungidos por la confianza, la necesidad y la
elección, nacer se hace ¡ilusión, fantasía, proyección!...
Limpio..., traslúcido y vacío. Dispuesto y
disponible.
¡Ay!... Sin cargas. ¡Dispuesto a ser
aliviadero!
El amanecer de La Luz repica y pide paso. Y
con ello nos recuerda de inmediato que estamos iniciando el alumbramiento, el
alumbrar...; el ser reflejos de luz que alumbran las necesidades; que se hacen
sin renta, sin beneficio, con transparencia...
Sin ocultamientos.
Confiados, necesitados y elegidos hacia un
nuevo amanecer, hacia un nuevo nacer.
Con una promesa liberadora.
Promesa Liberadora... de Fidelidad a lo que
permanentemente se nos revela.
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