DIMENSIONARNOS
EN EL CREER, EN LA RECAPACITACIÓN,
EN EL REPLANTEAMIENTO, EN LAS
PROYECCIONES
10 de enero de 2022
Desde la supuesta lejanía del Misterio
Creador, a la evidente presencia de su acción… no hay distancias ni velocidades
ni tiempos.
Hay constancias de necesitar la consciencia de sintonía…
con ese Amor que nos recrea y crea cada día.
Un reclamo de Amor que nos implica
fidelidad. Esa “fidelidad a lo revelado” que, sin pausa, permanentemente nos
muestra el Misterio Creador. Su fidelidad hacia nuestro cuido es la referencia
de nuestra fidelidad hacia nuestra acción, hacia nuestro proyecto, hacia
nuestra ilusión, hacia nuestra fantasía, hacia nuestra dedicación, hacia
nuestros ideales.
Una… una propuesta. Una propuesta y
una apuesta… por la trascendencia. “Una propuesta y una apuesta por la
trascendencia”. Y un desprenderse de la indolencia voluntaria, de la fácil decisión
de voluntad, de facilidad…
Camina –la especie- ¡confiada en sus
recursos!, en sus habilidades…; en sus aprendizajes y sus fáciles emociones.
Y camina en la consciencia personal,
sintiéndose segura, como si fuera creador, creadora de su destino. Sí: ese
libre albedrío que esgrime (en) cada decisión, ocurra lo que ocurra; que suele
ser casi siempre lo mismo: confrontación, discusión, tensión, incomodidad…
En la medida en que el ser de
humanidad abandona la trascendencia y se guía por su indolente libertad,
entrará en el círculo de la decadencia, de la incomodidad, de la dejadez.
Y ¡el vivir!... ese acontecer
increíble desde los paraísos existenciales, pasando por el paraíso terrestre
suspendido, siguiendo por el paraíso o edén… de la consciencia amplificada,
luego diluyéndose en lo reproductor… para saltar al Soplo Espiritual Sensible,
ese que trasciende y está al servicio –sin servidumbre- de lo Eterno, todo ese
proyecto de vida, de vivir, es el que está gravitando permanentemente sobre
nosotros.
El secuestro fácil del libre albedrío
da “el sesgo” a la unión del ser con toda su estirpe.
Y al principio, la voluntad, la
decisión… parecen acompañar a esa aparente libertad, que luego se hace
paulatinamente dependiente, insuficiente y esclavizadora.
Y de toda esa ascendencia y
trascendencia…, toda ella se almacena en el olvido.
Es el cambio que ha hecho –en
genérico- la humanidad: optar por su potencial de libertades –condicionadas
todas; todas-. Optar por ellas. En cambio, temer por la liberación
incondicional.
Es curioso: tanto pensar en ¡lo
grande!... y surge el miedo a la trascendencia liberadora, y se opta por la
libertad condicional.
Es algo a plantearse… cotidianamente.
No se trata de un detalle aplicable a
un caso, o a este o al otro.
“El
que tenga –como se decía- oídos para oír, se sentirá aludido”.
La Llamada Orante es para ¡todos!, y
cada uno escucha… lo que le corresponde.
Las suertes, las casualidades, los
imprevisibles… ¡ay!, “los lenguajes de lo Eterno”… no son lenguajes difíciles
de interpretar. No. Requieren la humildad y la sumisión necesaria. Esa es la condición.
En cambio, si la actitud es
desafiante, demandante, inteligente…, entonces no se ve ningún lenguaje; se ve
la casualidad, se ve la gracia o la desgracia, lo que toca o lo que no toca… El
simplismo interesado.
¿Es posible… –pregunta la Oración- es
posible, es posible preguntarse e indagarse a propósito de la propia existencia…
¡y descubrirse y dejarse descubrir por la Creación, en sus dones! –que nos pone-?
¿Es posible sentirse privilegiado por
seguir respirando, comiendo y anhelando, y saber que no es por nuestra
capacidad…?
Que en la medida en que nos sentimos
servidores de lo Eterno, intermediarios de la Bondad, es posible darse cuenta… ¡es
posible darse cuenta de que el vivir y el transcurrir no es ir tropezando! Es
ir allanando, amplificando, suavizando, ¡recreando!...
Por si hubiera dudas… hasta el Misterio
Creador nos muestra un Universo expansivo, generador de continuos espacios,
acelerando sus grandezas.
¡Y eso lo hemos podido captar… y lo
hemos llegado a calcular! Pero parece que es algo que está ahí fuera y que no
nos compromete.
“Parece que está ahí fuera y no nos
compromete”… y es el lenguaje diáfano de las evidencias.
Rigor fiel de creencias, que sabe
eludir –que sabe eludir- las apariencias.
Rigor fiel de evidencias, que sabe
eludir las apariencias.
La humanidad, como especie, ya sabe
de sobra –¿no?- cómo destruir. De sobra.
Cada individuo adulto sabe ya tocar
la tecla de la destrucción.
Pero ¿y las otras teclas…? De la
restitución, de la restauración, del remedio, del recurso, de la redención…
Esas teclas se usan poco.
Tan poco, que cada vez intervienen
menos en las partituras, en la musicalidad de cada ser.
El Sentido Orante nos pregunta…:
¿Es tan difícil atreverse… atreverse
a ser un fiel reflejo de la Creación, y entonar la melodía liberadora, y no la
libertad condicional?
¡Claro que es posible! Está ahí… siempre. Un “siempre” de verdad. Un
“siempre posible”.
Entre humanidades serviles y
egocéntricas no hay rectificación; hay confrontación, huida y desespero. Y
mientras, mientras todo eso ocurre, ¡ahí está, dispuesta y disponible!... la
Creación, la trascendencia, la virtud, ¡el reclamo de nuestro instinto de
santidad!...
La acogida complaciente siempre está
dispuesta. ¡Al menos saberlo!... y no, aferrarse al destino personal de
libertades condicionales: esas que siempre te apresan.
¡De nuevo!... de nuevo un nuevo ritmo
se hace propuesta: Creer… Replantearse…
Proyectarse hacia… lo Infinito, lo Eterno, lo Inmortal.
Entrar en otra dimensión. Sí: en otra
dimensión. Dejar, desprenderse ya de la llamada “realidad”…
Entrar en la otra dimensión, en base
al creer, que supone fe…; que supone esperanza complaciente.
Replantarse, replantearse… como árbol
que no se siente a gusto en su lugar y busca –quedándose aparentemente seco- otros
espacios. No otras “realidades”. Otras “dimensiones”.
La Llamada Orante nos llama hacia
esas dimensiones del creer enamorado, del saberse… fruto en continua renovación.
Recapacitarse… ¡Amplificar nuestras
capacidades! Dar… dar vía libre a nuestros talentos. Ser una expresión viviente
de proyectos ¡nuevos, capacitantes y capacitadores!
¡Otra dimensión, sí!
“La realidad”, esa que el ser ha
gestado por el miedo a liberarse, secuestrándose, no es la dimensión que nos
reclama la Oración. No.
Dimensionarnos en el Creer, en la
Recapacitación, en el Replanteamiento, en las Proyecciones, supone desprenderse
de la realidad esclavizante de los sentidos, las voluntades, los logros…
Supone no repetir… lo que ya se
mostró caduco.
¿Acaso la inversión Creadora sobre
cada ser… se hace para que tropiece…? ¿O más bien, ante el primer tropiezo, se
debería aprender para saber del camino llano y pleno, liberador? Ese que hace
posible cualquier necesidad. Ese que nos pregunta:
.-
¿Qué quieres?
.-
Esto.
.-
¡Bien!
.-
Lo otro.
.-
¡Bien!
.-
Aquello.
.-
¡Bien!
Puede llamarse “mágico”; puede
llamarse “fantástico”…
Dimensión Creadora que habilita todos
los proyectos.
Y es curioso. Sí, es curioso ¡todo el
esfuerzo que hace el ser por repetir, insistir, tropezar, contrariarse!... Y es
curioso, sí, el mínimo esfuerzo que le pide la Creación para entrar hacia el
liberarse, hacia el creer, hacia el creerse recreado y creado permanentemente.
Nos aguardan en esa “Comunión de Amantes”.
Nos aguardan en ese “Orgasmo sostenido y mantenido”… que supone el estar en el
sentido liberador, sin la codicia de la posesión, sin la ambición de la
individualidad…; con un despertar dimensionado… y ciertamente posibilitante de
cualquier realización.
Amen…
***