INSPIRADOS, CLARIVIDENTES, DE INFINITAS DIMENSIONES
6
de diciembre de 2021
La humanidad, como
especie, se encuentra sometida a sus propias normas, dictámenes, informaciones
y... proyectos.
Una especie que
deambula en dualidades… y que ha ido perdiendo progresivamente su referencia
con la Creación, con el Insondable Misterio Creador.
La capacidad
cognitiva del ser se ha visto domesticada a los recursos propios… y no atiende
a las demandas que la Creación sugiere en la oración, en la meditación, en la
contemplación, en los aconteceres diarios, sino que cada ser tiende a –“tiende
a”- asegurarse su parcela, su
proyecto, su idea, ajeno al transcurrir de los aconteceres; aconteceres, más
allá de nuestra miope versión racionalista.
Pareciera un empeño
en vivir el error y la incapacidad, para, a partir de ahí... –en el mejor de
los casos-, replantearse otra nueva, distinta, posibilidad.
Es tan reincidente la
propaganda, que nos lleva a creer en nosotros, en aquellos, en los otros…, pero
a no transcender en ver cómo los hilos de la Creación nos han movido y nos han
colocado y nos han dispuesto aquí, allá, para que nos demos cuenta de esto o de
aquello.
Decía el dicho que
“el hombre propone y Dios dispone”. Y ciertamente, “la cultura” –entre
comillas- ha propuesto y sigue proponiendo una vivencia y convivencia de
pirámide, de autogestión, separada del entorno, imponiéndose al entorno –depende
de cada uno-; buscando esas “seguridades”, en base a esos “cálculos” que luego
se ven… desbrozados. Porque el ser –el ser, nos dice la Llamada Orante- es una
referencia que habita en base a su ligazón con el Misterio que le rodea, y que
le habla, y que le dice… por lo que acontece, por lo que se le ocurre.
Pero la obcecada
pretensión insistente de poder, de tener, de asegurar, de dominar… es una
coraza con yelmo, de la que apenas si los sentidos se dan cuenta; un caminar
torpe…; una consciencia ¡oprimida!, que a su vez parece que quiere liberarse de
su propia opresión a través de otra opresión, como es la dictadura de uno mismo,
que no atiende ¡a otras visiones, a otras versiones, a otros aconteceres!
Esas posiciones de
especie, sin duda son signos evidentes de un deterioro. Sí. Por la razón simple
–simple razón; “razón”, ¿eh?- de que la evolución de cualquier especie “depende”… de la relación evolutiva con
las demás.
El erigirse en
dominador, controlador…
A pequeña, mediana o
gran escala, ¡da igual!… Se puede dominar un micro mundo a través de una
tienda, de una ventanilla…
“Micro-mundo”.
Pero –y es lo
preocupante- cada ser, en su medida, replica de la misma forma que el más
poderoso. Y aspira en su transcurrir a ser ¡un pequeño poderoso! Aunque a veces
se disfrace de humildad, de caridad…
Podría decirse que el
mundo no se hizo de caridades, se hizo de abundancias; de abundancias generosas
y sobrantes, para que el ser disfrutara, conviviera, compartiera; se hiciera
eco solidario de la vida como unidad.
Pero los aparentes
logros –que bajo la referencia de uno mismo son “logros”, claro, bajo la referencia
de la especie- endiosan al ser; lo colocan en la cima de la pirámide. Y cada
uno tiene su pequeña pirámide.
En estas situaciones,
la competencia, los malos entendidos, las discusiones, los planteamientos
exigentes, que dan pero reclaman…
¡Eso no es dar!... El
que da no reclama, ni exige ni pide a otro que dé como él.
Se hace del vivir
cotidiano una competencia, en vez de ser una clarividencia.
Sí, “clarividencia”
en el sentido de leer sin letras, escuchar sin sonidos, olfatear sin materia,
saborear sin bocado… lo que acontece a nuestro lado, ¡ahí cerca!
Así se entra en lo
clarividente… y se abandona lo competente –de competir-. Se va rellenando el puzle
que la Creación nos pone. Y así encontramos la sorpresa, la suerte, la
innovación, la revelación.
Sí, es semejante –cuando
se está en lo obsesivo del plan personal- a una fotografía en blanco y negro.
Está claro: o es blanco o es negro, el mundo dual en el que hay que competir,
sobrevivir, ganar, hacerse independiente… Y lo demás es “lo de más”.
En cambio, cuando la
fotografía es en color, ¡ah!, ya no estoy en el mundo dual. Ya estoy en el
mundo pluridimensional. Ya estoy en el mundo de matices, de señales, de
indicios, de posibles, de sorpresas… Ya recabo en ese marrón del fondo, con el
naranja de la izquierda, y contemplo una cara que sonríe, mientras que a la vez
se insinúa un caballo brioso que corre detrás de las nubes.
El ser alcanza la
mono-dimensión, la bi-dimensión, y con ello se cree dominador, dominante. La
pluri-dimensión la deja para la especulación, pero no se sumerge en ella. Y
cuando lo hace, interpreta y hace lecturas, como la de ese caballo volando en
pos de las nubes. Se le llama “loco”, se le dice que “no está en este mundo”,
se le critica, se le aparta, se le… ignora.
Se le coloca en lo
“irrazonable”, y se le hace –al ser- difícil, seguir manteniendo la imagen de
ese alazán que trota hacia las nubes. Y termina trayéndolo a la tierra para
meterlo en un establo y educarlo según nuestro gusto: a que salte, a que engorde,
a que adelgace, a que acelere… y sobre todo, a que obedezca.
Él, ¡que corría
detrás de las nubes!... mientras la cara sonriente contemplaba la imagen, ahora
se ve con herraduras en los pies, con embocadura en la boca, con riendas y
ensillado.
No fue, no era ese su
destino. ¡Pero!…
Y así, un ser y otro
ser y otro ser se hacen “pero”...
¿Quién? ¿Quién no ha
volado alguna vez en sus delirios y ensueños…?
Todos los seres han
visto en algún momento esas imágenes, en cada caso de diferentes formas. Pero
también es fácil recordar cómo, casi de inmediato a veces, y otras, poco a poco,
el sistema cultural, el padre, la madre, los amigos, las costumbres, las
normas, las leyes... le van haciendo sentar la cabeza. Esa cabeza que con sus sentidos
miraba, sorprendida de lo que se iba encontrando, ahora se encuentra torcida,
oprimida, mirando hacia abajo.
La Llamada Orante nos
advierte de la posición que progresivamente se va adueñando del ser, y que lo
aleja de su discurso… de su discurso universal, de su discurso de multi-versos,
de su discurso de “el verdadero alimento”.
Parece olvidarse de
su clarividencia, de su revelación, de sus multi-dimensiones, y se aferra a lo
binario, a lo personal, a lo razonable, a lo medible y posesivo.
Y sólo –sólo, y no
siempre, por supuesto; excepcionalmente- cuando se estrella, cuando descubre
que esa pieza no encaja en el puzle, tiende a abrirse a… al multicolor.
¿Es necesario…? –Pregunta-.
¿Es necesario hacerse hambriento, para darse cuenta de la necesidad de
alimento? ¿Es necesario asfixiarse, agobiarse, para darse cuenta de que habito
en un Universo?
¿Es necesario
quemarse en el averno… para descubrir que existe el agua?
Sí. Nos cuentan –las
historias- de triunfadores, de luchadores que alcanzaron, que lograron… Sí. Es
cierto. ¿Seguro que lo hicieron por sus capacidades, por sus recursos, por sus
habilidades? ¿Sólo existieron esos factores?
¿Y también –en ese
mismo ejemplo- habremos de seguir los derroteros del sufrir, de la sangre, del
sudor, de las lágrimas, para ser merecedores de un bocado o de un aliento?
¿¡O ya estamos en el
medio y en la posibilidad de ejercitarnos como Universo, de ilusionarnos como
ensoñadores, de no caer en la trampa de las obligaciones!?
“Obligaciones”: ese
fino remate, tan cerca de la esclavitud.
La Llamada Orante nos
llama a esa pluri-dimensión; a ese salirse del cascarón y contemplar-se
como un cúmulo de señales, de revelaciones, de insinuaciones que la Creación, a
través de lo cotidiano, nos hace –“que a través de lo cotidiano, nos hace”-.
Inspirados,
clarividentes, multidisss… de múltiples dimensiones. Y el múltiple se queda
corto, porque son “infinitas” dimensiones.
Si asumimos que tenemos esas coordenadas inspiradas,
clarividentes, multi-infinitas dimensiones, sin dejar de estar aquí…
respiraremos los aromas creadores, nos daremos cuenta del alimento invisible
que mantiene nuestra presencia, tendremos recursos solidarios, tendremos los
rigores flexibles de la certeza… del evidente actuar del Misterio Creador
Y sabremos, momento a
momento, cuál es nuestra disposición, cuál es nuestro servicio.
Sabremos admirar y
que nos admiren.
Y podremos
proyectarnos sin obstáculos.
Seamos testigos de un
acontecer milagroso, por el mero hecho de estar, de tener consciencia de
existir. Y eso no ha ocurrido por nuestra voluntad. Eso no ha ocurrido por el esfuerzo
y por nuestra razón. Eso ha ocurrido por un milagro de Amar… sellado en toda
nuestra configuración.
Si eso lo tenemos
presente, no podemos transitar arrogándonos el derecho de lo recto, lo rígido,
lo razonable, lo lógico.
La vida se gestó
moduladamente.
De manera
perseverante, la Creación fue moldeando sus designios para que lo viviente
supiera de su origen.
AaaaaAAAAAmennnn
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