EL SER
HUMANO LE HA DECLARADO LA GUERRA A LA VIDA
3 de septiembre de
2018
Si, según el Sentido
Orante, la vida surge de una Fuerza Creadora, una instancia Creadora
Misteriosa, cuando –en el caso del ser humano- este se desplaza, va, vive…, su
consciencia de desplazarse, de ir, de vivir, la tiene en base a las referencias
de otros seres vivientes, entre los que se encuentran los de su propia especie,
puesto que somos seres re-ferenciales.
Pero fijémonos en
algo… que puede resultar sorprendente; o no, o lo asimilamos intelectualmente
pero no vitalmente:
Si el enunciado
anterior –del principio- es cierto, todos los seres con los que tendremos
contacto serán producto de esa Creación Misteriosa; que es como decir “tener
contacto con Ella, con esa Creación”.
Puede ser un lagarto, puede ser una mosca, puede ser… otra persona…
Ese encuentro… –pensemos
por un instante- no tiene por qué ser de defensa o de ataque, sino más bien de
colaboración, puesto que al ser seres referenciables tenemos que adaptarnos los
unos a los otros para poder vivir la convivencia, y vivir la independencia, a
la vez, de cada uno.
Pero lo más
significativo es que ese otro con el
que nos encontramos… ¡está vivo! Y es una representación, un equivalente de esa
Misteriosa Creación.
Con lo cual, si es
así –como creemos-, cada vez que –y es continuo- nos vayamos encontrando con la
materia viviente, deberemos mantener una amable relación e interdependencia de
relación con todo lo que nos rodea.
Esto puede resultar,
en principio, como muy responsable, como muy, muy… agobiante. Pero si sabemos en
teoría –y luego en el vivir práctico también nos damos cuenta de ello- que sí,
nos daremos cuenta de que… ciertamente, lo que vemos como viviente es
sorprendente…; que nos sorprenden sus habilidades como vivientes, con sus escamas,
con su andar, con su estar, con su invisibilidad, con…
Claro, hay que
verlo con ojos de sorpresa y de impresión. Cuando se está en ese estado de
contemplación atenta, plena, la interpretación-sentido que le damos a la vida
es desbordante.
Y nos empezamos a
dar cuenta de que cada partícula viviente tiene relación, tiene
‘interpendencia’ con otras. Nos puede parecer por algún momento que… que el pez
grande se come al chico y que hay una violencia institucional en la vida. Pero
si nos fijamos más en detalle en esa violencia constitucional, en estado de
verdadera libertad no entran en competencia.
Y entonces, ¿existen
otras formas de referenciarnos, ‘interdependencionarnos’ y compartir y
convivir, que no sean a través de la violencia, a través del combate, a través
de la conquista… de la tierra, del suelo, del subsuelo, de la montaña, de…?
¿Habrá –¡hay!-
espacios de intercomunicación, ocasiones de interpendencia en las que podamos con-vivir…? Y constatar que, cuando…
–como ocurre en las islas Galápagos- cuando los seres están en un espacio –ya
está muy alterado, pero aún conserva ese equilibrio ecológico- en el que cada
habitante se mueve en interrelación interpendiente con los demás, la pauta del
estar no es la violencia.
En cambio, si nos
fijamos en el desarrollo de la población, la distribución de la población y la
calidad de vida de la población humana, nos damos cuenta de que, realmente, el
parámetro predominante es conquista, violencia, posesión, poder; conquista,
violencia, posesión, poder; conquista, violencia posesión, poder.
No hemos llegado a
un nivel de elegancia como para decir: “Bueno.
Aquí puedo construir, y no acabo con veinte especies. Aquí puedo hacer… y no
perjudico a aquel árbol o a aquella estructura”. Raras veces se hace esa
pregunta, y más bien se va, y se tala, y se corta, y se ‘prospecciona’, etc.
En la instancia más
culminante, evidentemente… está claro que el ser humano ha declarado la guerra
a la vida. Ha declarado la guerra a la Creación. Y está dispuesto a acabar con
ella, antes de que la propia vida acabe con la de uno.
Esto es… como una
película de terror.
“O sea que en mi convivir cotidiano voy contra la vida. Y
yo soy vida. Entonces, mi principal enemigo es la vida… Ya.
Y a poco que me dé cuenta de mi propia vida, como mi enemigo es la vida, me dañaré, me
injuriaré, me culparé… para castigarme en vida, para acabar con mi vida”.
Razonadamente no es
así, pero vivencialmente, y simplemente observadoramente, sí es así.
En consecuencia,
tenemos que desarrollar nuestra capacidad de cuido, atención, alerta y alarma ante el entorno y ante mí mismo… porque mi vida la he basado –como especie- en la
pérdida de la vida de otras.
Y así, podemos
decir que “la vida se alimenta de la vida”.
En la óptica del
Edén o Paraíso no existía tal situación. Nos cuentan que el ser se alimentaba
de los frutos… y de lo que había, sin violentar, sin usurpar, sin… Pareciera
que eso era posible. Pero, al poco de entrar en otro nivel de consciencia, se
empezaron a afilar sílex y, con ello, las flechas, las lanzas…
Podríamos empezar
a… recordar:
¿Cuál sería la
posición, el desarrollo y la adaptación de vivir, sin agotar la vida; de vivir,
sin acabar con la vida; de vivir, sin consumir la vida?
En realidad, la
comunidad humana es… una comunión de caníbales que subsisten y sobreviven bajo
la pauta de devorarse, no solamente ya los unos a los otros, de muy diferentes
maneras, sino a todo lo viviente. Pareciera, por un momento, que la vida solo
permanece en la medida en que es capaz de… aniquilar otra vida.
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