PLEGARIA
11 de junio de 2018
Hay un sonar de… dolor,
sufrimiento, carestía, hambre…
Hay un sonar de… padecer, en la
especie: guerras, migraciones, amenazas de los poderosos, miedos nuevos, y
antiguos que florecen.
Pareciera como si el Universo ya se
hubiera ido… y nos hubiéramos quedado en un lugar, ¡quietos!, a la espera de
nuestro propio holocausto.
Porque pasan los años, pasan las
generaciones, y afloran los repetidos… actos obsesivos, indecisiones,
oscuridades, desesperos…
Nos parece –“nos parece”- a primera
vista, que sería muy exagerado… contar que la humanidad está en todos estos
procesos. Pero… cuando nos acercamos a cualquier paraje… y contemplamos las
preocupaciones, las obsesiones, los rencores, los prejuicios…
Y estamos hablando de lugares que
están en paz –¿en paz?-, que tienen recursos, que no migran, que tienen
trabajo…
Pero al acercarnos a los seres que
cogen su autobús o su tranvía, que van en el metro o que cogen su vehículo, a
los que cuidan y cortan el césped, a los que conservan la ilusión de poder
tener una pensión digna cuando se jubilen…, si esto ocurre en el mejor de los
casos, y ésas son las preocupaciones, sí parece que el Universo se ha ido. ¡Se
cansó de esperarnos!... y nos ha dejado ahí, suspendidos, ¡anclados! ¡Por la falta de arrojo, por la falta de
pasión, por la falta de decisión, por la falta de ‘arriesgo’!... Por el miedo
al fracaso, por el instinto de poder –que, al no alcanzarse, hace que el
ser se sienta fracasado-.
¿Nos habrá realmente dejado aquí, el Universo, y se habrá marchado?
Hay sonidos, hay rumores. Y entre
esos sonidos y rumores que acabamos de escuchar, también hay una radiación, ¡una
vibración!, de base… –una radiación de base, una vibración de base- en forma de
Plegaria.
Vibración… Radiación… Plegaria.
Es… es el acto de plegarse a la situación que nos
conmociona, a las situaciones que nos preocupan.
Pero plegarse en el sentido de… crear
nuevas situaciones que, asumiendo previamente las que hay, sean capaces de
generar novedades .
No hay lugar para la queja, porque
habría que quejarse de uno mismo.
¡Ya!… ya no hay a quién culpar…
porque, si así se hiciera, cada cual sería culpable.
Plegarias que, además de plegarse,
además de aceptar, además de buscar una nueva perspectiva, una consciencia
diferente, además expresan ¡pena!
Sí; quizás sea una pena por la
“sapiencia” de que, de lo que duele, en gran parte somos responsables nosotros,
como humanidad; son los que producen ese disturbio. Y nos da… pena.
¡Porque quizás no pueda
atribuírmelo a mí!, pero de seguro que puedo identificar a otros que, humanos
como uno mismo, han desarrollado esa faceta de logros, conquistas, ganancias,
opresiones, castigos, persecuciones…
Y ¡pena! Pena porque, disponiendo
de los recursos para el gozo, el compartir, la alegría, la escucha, la complacencia…
eso se haya dejado hacia sectores de… casi locura. “Casi locura”.
Plegarias que, además, tienen un tinte
de… incredulidad; un tinte de escasa fe. Pero, como humanidad, se ve abocada a
esa instancia.
Hay también, en esa plegaria, un
cierto desencanto.
Hay, además, un rubor de palidez –no
un rubor de vitalidad-… ¡decadente!
Y también reina, como una luz
intermitente, el sentirse incapaz, el declararse inútil, el renunciar a sus…
Plegaria.
Y pasó, y quizás aún pase… el
fulgor Creador; que deja, en su transcurrir, un beso lleno de versos, para que
podamos seguir…
Es probable que ¡aún!, por ¡Misericordia!,
se aguarde un segundo más.
¡Ay!... Tiemblan, tiemblan las
vidas… que no se sienten acogidas, pero que tampoco acogen.
¡Ay! Y tiemblan los amores que, por
momentos, despiertan –por momentos-… pero que pronto se ocultan.
Escondidos en lamentos, se
escuchan… Cuesta recordar por qué, pero están ahí, como un compás que marca el
ritmo.
Quizás, acompañando… esta plegaria,
alguna lágrima trate de asomarse.
Siente vergüenza.
Los cuerpos… ¡pesan un poco más! La
plegaria, por momentos, se hace… espesa.
Y un… un tono lánguido, pero con ¡suspiro!,
culmina la plegaria.
“Un tono lánguido, pero con
suspiro, culmina la Plegaria”.
***