Desperdiciar un quantum de amor es una catástrofe
28 de noviembre de 2016
En
el sentido orante, bajo la visión de la llamada, se nos presenta “la llegada de
cada ser”… como una necesidad, y, en consecuencia, cada uno viene dotado de
capacidades, recursos, medios… –¡abundantes!- para poder realizar esa necesidad.
Esas
realizaciones no tienen como objetivo ¡enfrentarse!… Más bien, cada ser tiene
como su espacio de realización, que “se conjuga”, que “se confabula”, que “se
consiente”… con otro y con otros y con otros…
Quizás
sea… quizás sea un paso, el que vivimos ahora, pero pareciera que cada ser está
haciendo para lo que menos capacidad y recursos tiene, y está ocupando el
espacio y el lugar de otro; con lo cual, el conflicto, el enfrentamiento, el
combate –la guerra, en fin- se hace fin.
Sí. Se hace “fin” al proyecto, bajo esta óptica, y se hacen precisos nuevos
intentos –permitamos eso- de ‘re-acomodar’,
como se reacomodan las estrellas, las mareas, los bosques, los ríos…
Pero
ocurre que –quizás por envidia, competencia, infravaloración, crítica cítrica y
otras manías de poder- se gesta, con una… ¡rapidez!, con una avidez y con un
latigazo, ¡de inmediato!, la confrontación; la discusión.
¡Ay!,
¡ay! ¿Y cuánto dura la opción reconciliadora, adaptativa, ‘sintónica’?
¡Ahhh!
Requiere ¡tiempo!, ¡paciencia!… Todo lo que debería tener no lo tiene, porque
se ha consumido en latigazos de disputas.
Parece,
pareciera que… ese slogan que circula a veces –en grupos, sí-, según el cual,
alguno o algunos tienen presta y pronta –como el látigo- la respuesta de: “¡No! ¡No! ¡No!”.
Digas
lo que digas, “¡no!”. Cuentes lo que cuentes, “¡no!”. Propongas lo que
propongas, “¡no!”.
.- Pero, escucha…
.- ¡No!
.- ¡Ah!
.- ¡No!
.- Bien…
.- Bien, ¡no!
.- Quiero decir…
.- ¡No!
Eso,
esa posición, es un acto de sabotaje. ¿Se entiende lo que significa “sabotaje”?
O sea, subirse al bote del otro y echarlo de su canoa. Algo así.
Claro,
ahí no hay opción, no hay posibilidad de… de un “sí”.
Pero…
es evidente que nos necesitamos, es preciso que compartamos, es inevitable un
cierto grado de convivencia; porque somos una especie sexuada y, en
consecuencia, social.
Pero
es que ocurre que ¡millones! –¿millones?; sí, millones- de personas se creen… Unos
se creen coleópteros; otros, pterodáctilos; otros se creen… –no sé- elefantes…
No
sé qué daño habrá hecho el horóscopo chino, pero…
.- No, es que yo soy
“tigre”…
.- ¡Ah!... Bueno…
.- No, yo soy
“cerdo”. ¡Cuidado!, ¿eh?
.- Porque los monos
somos…
.- Bueno, y… ¿y
habéis visto a alguna “persona” por ahí? No sé, algo parecido…
Y,
claro, si ya entramos en terrenos esotéricos: Sagitario, Capricornio, Piscis,
Leo… –¡también hay algún que otro animal!, ¿no?-.
Entonces,
pareciera que… con esta justificación ‘horoscopal’ –no “episcopal”,
“horoscopal”-, se podría entender por qué cada uno está, realmente, como “fuera
de tiesto”.
Hay
un dicho que se llama “mear fuera de tiesto”.
O sea, si quieres orinar y no tienes orinal, pues buscas un tiesto; lo
cual, de verdad… es una falta de respeto hacia las plantas… Porque, a ellas,
ese tipo de agua ¡no les gusta! No obstante, para mantener la apariencia de “persona”,
se mea en el tiesto y no aparece el charco. ¡Fíjate tú hasta dónde se llega!
El
modelo del entorno del ser humano… le muestra una simbiosis, un compartir, un
conciliar, una adaptación…
Ya
nos dice el I-Ching: “Adaptación complaciente”.
¡Sí, sí, sí! Podemos enseguida hacer un
currículum, o sea, un recorrido en la vida de esa persona, y ver que le pasó
esto y esto, y lo otro y lo otro y lo otro y lo otro, y finalmente justificar
que sea un ser que… no reconoce sus capacidades, ni las acepta, ni le gustan. Y
entre el marketing, la manipulación, etc., se ha convertido en un… “en-un”.
¿Qué
es un “en-un”?
Un
“en-un” es… un “enun”. O sea, no… no… no llega a ser; o es, pero no llega a ser
lo que puede ser, porque no es tigre, ni es leopardo, ni es cebú, ni es…
Es
un… “enun”… –puntos suspensivos-.
Y,
¡ojo!, que todo eso está justificado, sí. Sí, pero… evidentemente, el ser tiene
una ¡fuerte! –porque para eso ha venido- una fuerte tendencia a realizarse en
lo que está capacitado, y en el espacio y en la actividad en la que… es propio.
O sea, tiende a estar en su sitio. Y por eso se busca, se investiga, se
reconoce, se…
¡Claro!
Ahí entra el conflicto entre lo que siento que es mi deber, mi competencia, y
lo que me han enseñado, me han educado, me han manejado, me han manipulado…
Por
eso –en base a esa confrontación- es que surge “enun”. Eso es un “enun”; un
“enun”, que no…
Ya,
a partir del “en-un”: en un…
maleante, en un farsante, en un mentiroso, en un… Ya ahí, a partir de ahí, ya podemos ponerle adjetivos
calificativos.
Las
comunidades “enun” son comunidades que… están en permanente desestabilización; y
les cuesta un gran esfuerzo el presentarse como producto de un descubrimiento,
como gala de una novedad.
Porque
se da el caso –como es de suponer- que cada “enun”, en ese conflicto –en ese
conflicto que tiene, por constitución-… está convencido de que su criterio, su
opinión, su punto de vista… es único. “Único” significa que es el verdadero.
“El verdadero” significa que los demás no existen, no valen, no sirven; hay que
quemarlos.
¿Recuerdan
la cantidad de bibliotecas que se han quemado en la Historia Universal? ¿Por
qué las quemaron? ¿Qué temían? Cualquier otra opinión que no fuera la imperante
en ese momento.
Y
se incendiaba la biblioteca, o las hordas de “enunes” sacaban libros y los
quemaban, como si fuera una liberación o una fiesta.
Ahora
se estila menos. Se estila menos porque hay otros medios; otros medios de
“quemar” las verdaderas opciones, e instaurar lo que se quiere.
El
español medio consume unas seis o siete horas con sus tablets y sus que smartphones,
más unas tres horas –dos y cuarenta y ocho- de televisión; si bien es verdad
que, a partir de los 64 años, consume cinco.
Consumir
es “consumirse”. O sea, “dedica tiempo”: unas diez horas al día, ¡todos los
días! El 78% de los españoles ven todos los días televisión. Entonces, ya no
hace falta quemar bibliotecas ni librerías, porque ¡nadie lee!...
¡Claro!
Pueden escribir muchos libros y…
“¡Sí!, ¡bueno!, ¡pues
escribe!… Algún día –eso sí- terminarán en la hoguera, para calentar o para
alguna cosa. Porque… ¿vas a leer un libro, teniendo Google? ¡Por favor! ¡No! ¡Mucho
más rápido!”…
Las
situaciones, en base a estas consideraciones… se nos hacen francamente
difíciles. Y, además de difíciles, los “enunes” se convierten en peligrosos;
para ellos mismos y para todo lo que les rodea.
Ya
hablábamos antes del sabotaje, pero ahora, ampliando y viendo, la especie
humanidad es un “peligro”. Un peligro para la vida.
El
vínculo que hacía que cada ser ocupara su espacio, con sus dotaciones, pero
además compartiera “una franja”, no es otra cosa que un tejido conectivo –que
conecta, que contacta-; no es otra cosa que el amor, el afecto, el cariño –hay
diferentes niveles, claro-, el aprecio, la simpatía…
Pero,
ciertamente, lo que hace posible que ese entramado sea vitalmente vivible y
‘vivenciable’ es… lo amante, lo amado; esa ¡fracción compartida… que puede
llegar a fundirse en una eclosión de… de fantasías!
Pero
quizás todo eso esté aún muy lejos… y nunca se encuentre el momento para tomar
un café… juntos.
Y
así, cada uno –estando además inevitablemente en convivencia, de una u otra
manera- va gestando su “enun”, como un “imperio de garaje”. Sí, un garaje donde
se guardan piezas antiguas, por si acaso: tornillos, grasa…
Los
“enun”… se apartan así de los sentidos Creadores, Creativos. ¡Se apartan, así!,
de los efluvios amorosos que nos mantienen, nos entretienen, nos permiten
seguir viviendo. ¡Se olvidan, así!, del amor que se recibe…
Cada
“enun” se concentra en su extraño engranaje; que no es que sea un misterio,
sino que es un… desván.
El
misterio queda tan lejos…
Y
aunque llaman a orar, y llaman a recordar, y llaman para advertir, y llaman
para avisar, y llaman para… ¡todos!, cada uno, obviamente, se da por aludido en
una fracción, en un detalle…
Porque
el sentido orante es de Universalidad, si bien, en esa Universalidad están
contenidos todos los particulares… eventos, aconteceres, situaciones, etc., que
se dan diariamente. Ahí está la grandeza de la llamada orante: que es un
sentido universal en el que cada uno se siente… llamado; en el que cada uno se
siente… advertido.
El
sentido orante nos proporciona ese quantum que “abre” la fortaleza conflictiva
de cada cual, para entrar en una comunicación-comunión –según sea el caso-, y
el ser transcurra, desde un “enun”, hacia… humanidad de paraíso, humanidad de
edén, humanidad de… reconocer los dones, los bienes, las dádivas que
permanentemente se nos ofrecen, a la vez de darse cuenta de la situación
crítica…
Desperdiciar
un quantum de amor es una catástrofe.
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