viernes

Lema orante semanal


LLAMADA ORANTE
2 de abril de 2012

El peregrino no llega. Está transitando. Transita –con más o menos tiempo, espacio- por los lugares de su peregrinación, pero su objetivo no es llegar.
Cuando se llega, se cierra, se “oclusiona”, se abandona gran parte de lo que se lleva, de lo que se trae.
“Y llegó a la jubilación”… y cesó en sus funciones. De un día para otro, llegó.
Y llegó a ser un profesional”,  llegó a terminar la carrera… ¡y dejó de correr!
Y llegó y se casó”… ¡y se cascó!... y dejó de sonar.
“Y llegó a la deseada ancianidad” y… se murió.
El ‘llegar’ –que parece un anhelo ansioso: “Y llegó a tener nietos, sobrinos, primos… ¡y madrastra!”-,llegar es esa ansiedad por alcanzar algo, tenerlo, poseerlo. Es una pequeña trampa que se gesta como una idea de consecución, de perfeccionamiento, de…
En cambio, cuando el objetivo no es llegar sino ir a, hacia, seguir, transitar, estar, continuar… el andar es ligero, el estar es comprometido, el siguiente paso está dispuesto. Y se puede estar -mucho, poco, siempre- en un sitio, pero no haber llegado a ninguna parte. Es un estado espiritual. No es un movimiento de piernas. No es un ritmo hormonal. La vida se va transformando, adoptando y adaptándose a nuevas opciones.
El planteamiento guerrero, combativo, de logros… una vez conseguidos estos, es muy difícil levantarse. En cambio, si se está en el transcurrir, en el “trans-formarse”, el ánima se desenvuelve en la espiritualidad asombrándose, descubriéndose, aprendiendo.
Y llega –según calendario- la Santa Semana. Aunque no vayas a buscarla, te encontrarás con ella. Pero si la vemos como tránsito -como “trans”-, encontramos una posibilidad de transformar lo caduco en perenne; de transformar lo vulgar en elegante; de transformar lo corriente en excepcional.
Pareciera… y bajo ese prisma, quizás en el primitivismo mental en el que vive el ser, pareciera que es un momento especialmente diseñado por la Creación y el Universo para recoger champiñones o hacer la recolección del azafrán. Pero no es exactamente así, si bien –si bien- el hombre, a través de su historia, para no perder lo que puede ayudarle en su desarrollo, promoverle en sus posibilidades, amplificar, y amplificar, y amplificar sus… visiones… celebra fiestas, ocasiones, efemérides. Es una manera de utilizar el recuerdo para ¡extraer lo virtuoso! de acontecimientos que transcurrieron en un… renovarlos, rehacerlos, re-interpretarlos.
Y, en la mayoría de los casos, cuando llega esa aparente –esa aparente- repetición, lo virtuoso de ella –Santa Semana- poco se ejercita. ¡Muy poco! Se ha transformado en una liberación laboral que permite una divertida, desinhibida o… o novedosa aventura. En los menores, menores de los casos, los practicantes creyentes se recluyen en sus reflexiones en torno a la Pasión, Muerte y Resurrección.
Sin duda, en ese “trans-currir”, la realización de pasiones, de vivencias de muerte y resurrecciones, son elementos siempre presentes, compañeros de… del peregrinar. Bien está –en consecuencia- que… que se pongan en algún momento “en tran-sito” para reflexionar y renovar las vivencias que, en torno a las pasiones –no sólo como dolores sino como entregas y participaciones-, nos las planteemos y les demos nuevas consideraciones.
La forma en que la dinámica de la vida en la humanidad se ha desarrollado a través del espíritu humano, conlleva sufrientes, dolor.
La lucha por la hegemonía de cada razón y de cada lógica, conlleva éxitos y fracasos. Los triunfadores ríen, los perdedores lloran, sufren.
Pero, a la vez que vemos esto y lo planteamos, también nos damos cuenta de que se podría evitar, desde el momento en que el poder dejara de ejercitarse y la violencia no fuera su único lenguaje.
Y justamente –y justamente- esa progresiva y exponencial cuantificación del sufrimiento, lleva a la muerte.
¡Ah! ¡Atención! ¡Transitamos por un espacio especialmente inquietante!
Han pasado millones y millones de generaciones y se sigue sin asimilar ese momento. ¿Será que la estrategia de especie –de poder, agresión y sufrimiento- sean los causantes de la muerte y, por ello, no entendamos por qué ha de ocurrir, o tratemos de alargar su llegada?
-¡Ah!, ¿llegada?, ¿llega?...
-Si te lo propones, sí llegas.
Si el sufrimiento es inevitable por el planteamiento vital y, en consecuencia, otro planteamiento vital –de tránsito, de transcurrir, de transformarse- evita el sufrimiento, la muerte desaparece. ¡No tiene que llegar!
Pero cuando es así –que es lo habitual-, hay que elaborar una estrategia de transformación, de movimiento, de cambio, de mutación, de transmutación, para alcanzar –sin llegar- una vibración “re-su-rreccional”, e iniciar el infinito sentido de la vida.
¿Y si… nos diéramos ¡con pasión!, y nos compadeciéramos de los errores, nos perdonáramos de los horrores?
¿Y si, con pasión nos entregáramos –a los “haceres”, a los “estares”, a los “servires”-, y ahuyentáramos así a la muerte? ¿O bien, se convirtiera en un tránsito más, de transfigurarse en otra conformación, y seguir el tránsito en el Infinito, en lo Eterno?
¡Y es más! -¡más, sí!-: Si con pasión nos ofrecemos, sin exigencias, sin trampas, y morimos a la mentira, morimos al orgullo, a la vanidad, a la soberbia, ¡inmediatamente resucitamos a la sinceridad!, a la transparencia, a lo solidario, a la virtud de la belleza, a la virtud de la pulcritud, a la virtud de la hermosura.
Transfigurar cada ambiente, transfigurar cada simiente. Configurar nuevas perspectivas constantemente.
La vida es mucho más de lo que aparenta. ¡Tanto!, que el nombre se le queda corto. Por eso resucita y alcanza otro nivel de vida.
La vida es muchísimo más de lo que aparenta. Y, al transitar por esas apariencias, descubrimos infinitud de sugerencias, creativas propuestas.
¡Ay!, ¡almas renovadas en el enjuague del espíritu!
Peregrinos pasionales, compasivos, que hacen de la muerte un simple y pequeño camino que, si se hace a diario, llega a ser habitual; porque él nos conduce a “resurreccionar”, a entrar en otra consciencia de vida.
Quizás, en el fondo, la muerte sea un atajo para llegar antes a otra consciencia.
Y si se trata de no llegar, pues día a día –día a día- habrá que, apasionadamente, disolver la agonía y renacer nuevamente. Eso ya se parece más a las frecuencias de la vida.
Lo con-pasivo nos corteja.
La muerte no nos quiere, nos aplaza una y otra vez, porque espera que se la entienda: que es un tránsito, no una llegada. Y, en consecuencia, es una disolución de la torpeza, de la vulgaridad y de lo “torpe-mente” obstaculizador.
Que nuestro sentido es revivir y transcurrir en los dimensionados mundos que se nos hacen increíbles ¡por estar sepultados siempre en lo tangible!, ¡en el siempre clavo de lo sujeto, de lo quieto, de lo finalizado!
Quizás, lo que llega –que es lo que transita y lo que la memoria de experiencias quiere retener para renovar el camino de liberación de la consciencia-, de nuevo aparezca para darnos la ocasión, la posibilidad de que la santidad no sea una exclusiva procedencia de aquellos que más sufren, más duelen, más mueren, sino que sea la de los que más ríen, más juegan, más comparten, más participan, ¡más pasión!, y más entrega realizan. Y deje de ser –lo santo- el club de los doloridos, sangrientos y martirizados. Y pasemos a ser milagros realizados, que saben comunicarse sin ocultar, sin dudar, ¡sin desconfiar!
Abandonar el reino de las justificaciones, que siempre aparece como un fantasma para destrozar cualquier nueva posibilidad:
-No, es que… no, porque es que…
-Es que yo…
-Es que me eduqué…
-Es que… me formaron
-Es que no sé…
-Es que….
-¡Pero es que hay esta novedad!.. Esta…
-No, pero… ¡no sé!
Aferrados a costumbres, a leyes, a morales, a repeticiones de verdades ¡caducas! Pero como hay tantas compartidas, se consideran normales… ¡y son mentiras!
La vida nos llama a transcurrir sin llegar, porque no hay fin.
Hagamos, al menos, ¡los honores!
Y quizás podamos alistarnos a los que no dan la batalla, a los que no buscan la guerra, a los que no necesitan la paz, a los que sí aplauden la risa, a los que sí se esfuerzan por cambiar.

*****

The pilgrim doesn’t arrive, he’s in transit. He travels- with more or less time, space- through the places of his pilgrimage… but his objective is not, “to arrive”.
When we “arrive”, we close, we block, and we abandon a large part of what we take, of what we bring.
And the retirement “arrived” and, from one day to another, he stopped doing his functions. It “arrived”.
And he “arrived” to be a professional; he “arrived” to attain his degree…and he stopped running!
And he “arrived”, and got married and cracked…and stopped to make sound…
And he “arrived” to the desired old age… and died...
“To arrive,” seems like an anxious desire… he “arrived” to have grandchildren, nephews, cousins…and a stepmother!
“To arrive” is this anxiety to achieve something, to have it, to posses it. It’s a small trap that is generated as an idea of obtaining, of perfecting, of…
On the other hand, when the objective is not “to arrive” but… to go to… to go towards… to carry on… to transit… to be… to continue… the step is light, the being is committed… the next step is willing. And you could be in one place a lot, a little, always, but not “arrive” anywhere. It’s a spiritual state. It’s not a movement of legs. It’s not a hormonal rhythm. Life goes on transforming, adopting, and adapting itself to new options.
The warring combative approach of achievements….once these have been obtained it’s very difficult to stand up. On the other hand if you are travelling, transforming…the soul develops in the spirituality, surprising itself, discovering itself, learning.
And according to the calendar now “arrives” the holy week… Even if you are not looking for it, it will find you. But if we see it as a transit, as “trans”, we find a possibility to transform the deciduous into evergreen, to transform the vulgar into elegant, to transform the usual into exceptional.
It seems as if - in the “primitive thinking” way in which the being lives- it seems like it is a moment specially designed by the creation and the universe, to pick mushrooms or to collect saffron. But it isn’t exactly like that. Man throughout his history in order to not loose what could help him in his development, promote his possibilities, and amplify his visions, celebrates party’s, occasions, anniversaries of events that took place on that day… it’s a way to utilize the memory to extract the virtuous from events that happened and to renovate them, remake them, re-interpret  them.
 In the majority of the cases when this apparent repetition “arrives,” -holy week- very few exercise the virtuous of it. It’s been transformed into, liberation from working, which permits a pleasurable, uninhibited or new adventure. In a few small cases the practicing believer’s shut themselves away in their reflections, concerning the passion, death, and resurrection.
Without doubt in this passing of events, the realization of passions, experiences of death and resurrections are elements that are always present… companions of the pilgrimage.
   In consequence it’s good in one moment to be in transit… to reflect and renew the experiences concerning the passions. Not only as pains, but as devotions and participations and give them new considerations …
   The way in which humanity has developed the dynamic of life, through the human spirit, brings with it sufferers, pain. The fight for the hegemony of every reason and logic brings with it successes and triumphs… the triumphant ones laugh, the losers cry, suffer.
   But at the same time as we see this and consider it, we also notice that it could be avoided… in the moment that the power isn’t exercised and that violence isn’t the only language…
   And precisely, precisely… this progressive and exponential quantity of suffering leads to death.
Ah!  Attention…! We are transiting through a space especially disturbing. Thousands and thousands of generations have passed by and still this moment is not assimilated. Could it be that the strategy of the species, of power, aggression, suffering, be the causes of death, and for that we don’t understand why it has to happen, or we try to postpone its arrival?…
- Ah! Arrival! Does it arrive?
- If you propose it… it arrives.
If suffering is inevitable because of the present “vital approach” then, in consequence, a different “vital approach” -of transit, travelling, of transforming yourself- avoids the suffering and death disappears. It doesn’t have to “arrive.”
But when it is “like that” which is the habitual… a strategy has to be elaborated of transformation, of movement, of change, of mutation, of transmutation, to reach without “arriving”… a resurrectional vibration… and  initiate the infinite sense of life.

And if we gave ourselves with passion! and we took pity on the errors, would we pardon ourselves of the horrors?
 And what if with passion we devote ourselves to the things we have to do, to the way of being, to the serving, and like this avoid death. Or at least convert it into a state of transit, in the sense of being transfigured into a different configuration, and continue the transit in the infinite, in the eternal.
And what’s more, if with passion we offer ourselves without demands, without traps, and we are dead to lies, we are dead to pride, to vanity, to haughtiness, we immediately resuscitate to sincerity, to the transparent, to solidarity, to the virtue of beauty, to the virtue of the meticulous, to the virtue of the loveliness.
   Transfigure every ambient… transfigure every seed. Configure new perspectives, constantly.
    Life is a lot more than it seems to be, so much so that the name “life” seems not enough. That’s why it resuscitates and reaches another level of life. Life is a lot more than what it seems to be. And in travelling in these appearances, we discover infinite suggestions, creative proposals.
Ah! Renovated souls in the rinse of the spirit!
Passionate pilgrims, compassionate, that make of death a simple and small path that, if is made daily, becomes habitual, because it conduces us to resurrect, to enter in a different consciousness of life.
 Maybe in the end, death is a short cut to arrive earlier to another consciousness.
 And if it’s about not arriving, then, day by day, we should passionately dissolve the agony and be born again. This seems more like the frequencies of life.
 The compassionate woos us. Death doesn’t want us, it postpones our turn again and again, because it waits to be understood; that it is a transition, not an arrival. And in consequence, it’s dissolution of clumsiness, of vulgarity, and the obstacle. That our sense is to revive and travel in worlds of other dimensions, which seem incredible, because they are hidden! Always what is tangible! What is secure, what is still, of what is finished!

Maybe what arrives – which is what transits, and is what the memory of experiences wants to keep, to renovate the path of the liberation of the conscience- it appears to give us the opportunity, the possibility, so that saintliness is not something exclusively originated in those who suffer most, have most pain, die the most, but that it be of those who laugh more, play more, share more, participate more, with more passion!, and more devotion realize. And that saints stops to be the club of the pained, bleeding and martyred. And that we become realised miracles that know how to communicate without hiding, without doubting, without mistrust!

Abandon the kingdom of justifications that always appears like a phantasm to destroy whatever new possibility:
 -No, it’s that… no, because, it’s that…
 -No, it’s that I…
 -They educated me…
 -It’s that they formed me…
 -It’s that I don’t know…
 -It’s that…
 -But, there is this novelty…! This…
- No, but… I don’t know!
 Clinging to customs, to laws, to morals, to repetitions of outdated truths, but as there are so many shared, there considered normal… And they are lies!
Life calls us to travel without arriving because there is no end. At least we should do the honours!, and maybe we can enlist with those who don’t fight, those who don’t look for the war, with those who don’t need peace, with those that applaud the laugh, with those that really  make an effort to change.