LLAMADA
ORANTE
19 de
marzo de 2012
Y es y se hace verdaderamente arte, orar, cuando se asume que… ¡la intención vibrante!... no se agota en el orante ni en el que participa en la oración, sino que las percepciones sentidas… ¡trascienden a los protagonistas!, por sus pensamientos, por sus ideas, por sus proyectos…
Arte orante, porque el referencial es “Universo”.
En consecuencia, como “universo”, ¡ya es arte poético! Como universo, ya es arte creativo. Porque, en el orar, con lo creativo nos encontramos, tanto lo visible como lo invisible: lo visible de un amanecer, lo palpitante de un anochecer, lo conversor de las estrellas…
Y es un arte porque, en lo creativo, nos sentimos “inmersos en”. Inmersos en ¡algo más!... que cada uno en sí mismo; de tal forma que cada vez uno es ¡menos!… lo que pensaba que era, y es ¡más!… lo que no sabe que es –“cada vez es menos lo que pensaba que era, y es más lo que no sabe que es”-.
¡Y es así como se gesta el arte!... que renueva, que revive, que ¡reacciona!
Y ese orar como arte, es un arte… sano. ¡Sí! Y es un arte-sano porque anida en cada ser, lo transforma, lo convierte… y, a la vez, ¡lo comunica con todo!, ¡aunque sea inabarcable! –como lo es-.
Y al ser arte-sano, ¡no solamente es el regocijo propio de verse poeta, verse creativo, verse universo, verse expansivo!… sino que –¡además!-… verse testimonio vivo de esa visión y, en consecuencia, ¡corrector!, ¡rectificador!… de lo perturbado, de lo alterado, de lo inapropiado.
Y ahí se hace el arte. Lo artesano se hace ¡sanador!; se hace… ¡saludable!; se hace presencia viva de equilibrio.
Y así, cuando el arte orante se vivencia en el estar, en el ser, lo que transmite… ¡contagia!, ¡conmueve!...
Hace posible la “con-versión” de lo alterado, a lo equilibrado; de lo perturbador, a lo sereno; de lo doloroso, a… ¡el silencio!; de lo sufriente, ¡a lo comprensivo!; de lo racional, a lo milagroso.
A ese milagro de cada minuto, ¡segundo!...
Minuto o segundo que, en su transcurrir, hace hervir nuestras ideas, nuestros proyectos, nuestras propuestas.
Es arte, ¡y es sano!, ¡y es artesano!, porque en esa vivencia de incorporar… diciendo, oyendo, ¡abriendo los sentidos a lo que llega!, se valora la belleza, se valora la sonrisa, ¡se valora el detalle!, se valora… ¡lo que hay!
¡Se abandona la enfermedad de la queja!, la instigación de la “contra”, el desespero de la imposición…
Arte-sano, ¡sanador!... porque “una palabra servirá para…”.
Y en ese arte orante, arte…
¡sanante!...
el ser se hace ¡bebedor de detalles!
Se hace… ¡íntimo!...
fusionador de compartir, de transmitir, ¡de fundirse!...
el ser se hace ¡bebedor de detalles!
Se hace… ¡íntimo!...
fusionador de compartir, de transmitir, ¡de fundirse!...
¡Se enamora –arte orante- sin
complejos!, sin problemas.
¡Se enamora y ama por necesidad de lo que descubre!…
¡y lo que sigue descubriendo!
¡Se enamora y ama por necesidad de lo que descubre!…
¡y lo que sigue descubriendo!
Y en el amar de cada instante…
sin querer se ora… ¡sustituyendo al tiempo!
sin querer se ora… ¡sustituyendo al tiempo!
Ya no pasan las horas; transcurre
el orar… porque me siento viento.
Porque me fui con aquella nube… ¡o me quedé en este sarmiento!
Me hice fuego, me hice luz, ¡me hice color!...
porque nunca estuve desprendido de ella…
pero sí separado, como si perteneciera a otra posesión.
Porque me fui con aquella nube… ¡o me quedé en este sarmiento!
Me hice fuego, me hice luz, ¡me hice color!...
porque nunca estuve desprendido de ella…
pero sí separado, como si perteneciera a otra posesión.
Saberme artista… ¡saberme artista
de la configuración de una nube!
¡Saberme artista!... de la intensidad del azul.
¡Saber que estoy ahí!, en el sonido de la pisada…
¡Saberme artista!... de la intensidad del azul.
¡Saber que estoy ahí!, en el sonido de la pisada…
Saber… ¡y apreciar el arte de los
que nos sirven!...
–¡saber y apreciar el arte de los que nos sirven!-
y hacernos servidores…
con esa inocencia de imitar,
como el niño que descubre la bondad del hacer…
y se premia por saber que ahí, ¡ahí!...
está su disfrute;
su verdadero gozo.
–¡saber y apreciar el arte de los que nos sirven!-
y hacernos servidores…
con esa inocencia de imitar,
como el niño que descubre la bondad del hacer…
y se premia por saber que ahí, ¡ahí!...
está su disfrute;
su verdadero gozo.
¡Sí! Orar… ¡es arte!
Es artesanía…
Es… ¡arte sanante!
Es sanación.
¡Es armonía!
Es ¡fusión!...
Es artesanía…
Es… ¡arte sanante!
Es sanación.
¡Es armonía!
Es ¡fusión!...
Es hacerme ala de mariposa… o
atardecer… ¡deslumbrante!...
Y cuando en el sentir de estas perspectivas, llega… y más que llega, nos
damos cuenta de que está… –“nos damos cuenta de que está”- lo
que ES… Porque me comunica, porque me sorprende, porque algo más
–¡algo más!- que mi consciencia de ser, se ha colado entre mis venas, ¡se ha
activado entre mis dedos!; ¡algo más ha acudido!… al momento orante, ¡al
instante artístico de la palabra, del trazo, del color, de la idea, del sonido,
de la pronunciación!… ¡y la ha agrandado!, ¡la ha hecho tan inmensa que se
colapsa en lo íntimo!; y, de lo íntimo, de nuevo a lo inmenso.Y así descubrimos que, lo sentido, no solamente tiene sentido como vía “a”, “hacia”, “dónde”, sino que los sentidos se entremezclan, se entrecruzan –¡sin pelearse!- ¡y me descubro en otra dimensión! Me hago presente en otra realización.
Y ya mi alimento no es sólo dientes, salivas y materia, sino que mi alimento se amplifica en sensaciones, en percepciones…
Orar es un arte. Y, ¡a la vez!... cuando el ser se dispone a hacerlo, a participar en ello, a estar en ello, necesita… ‘artistizarse’. ¡Sí! Necesita depurarse, ¡necesita erguirse!… sobre su estructura. Necesita aligerar ¡sus pesos!... ¡Convertir sus pesos en besos!... ligeros y suaves como la bruma del mar; sedosos… como el rocío que se disuelve al tocar.
El tiempo se suspende… ¡por un instante!
¡El silencio se hace montaña en la que el ser se siente a gusto al escalar!...
¡No hay esfuerzo! ¡No hay sacrificio!
¡Hay ilusión! ¡Hay entusiasmo!
¡Hay recesos de contemplación!...
Cualquier pausa ¡es una cima! ¡Cualquier distracción es… emoción!
Emociones sin censura; con ternura…
¡Ay! ¡Ay, ay! Dejando atrás las imposturas, las asperezas, las ¡inconveniencias!; las opiniones de razón, de lógica y de explicación que, con facilidad asombrosa, ¡se hacen traición!, colapsan la virtud, y tan solo se hacen promoción de liderazgo o de poder. ¡Atrás queda todo ello!
Y “¡atrás!”… no como residuo. No. “Atrás” como humo purificador, como humo de brasas que fueron duras y ásperas “antes de”; ahora son refulgentes, ¡rabiosamente rojas!, parpadeantes, ¡con calor!...
¡Sí! Se deja atrás… no un basurero, sino una conversión que, a su vez, cuando volvemos la mirada hacia delante, ¡la vemos enfrente!
Porque cada idea… ¡se hace oración! ¡Y es arte!... Y es sano… Y es sanación.
Y… amaneció.
***
This makes praying, really an art... when it is assumed that the intention, the vibration... doesn’t stay only in the person that participates in the prayer, but the perceptions felt transcend the protagonists, for their thoughts, for their ideas, their projects.
Praying art... because the reference is the universe. As a consequence, like uni-verse... it’s a poetic art...; as universe, it’s creative art... because in the prayer we meet with the creative, with the visible, and the invisible. The visible of a sunrise, the glowing of a sunset, the converter of the stars...
It is an art because we feel immersed in the creative... immersed in something more than... everyone in themselves... in such a way, that one is less than what was thought one was... and more like, we don’t known what we are...
Like this is how is gestated the art... that renovates, that revives, that reacts...
And to pray as an art... is a healthy art... It is a healthy art because it nests in every being, it transforms, it converts... and at the same time communicates with everything... although that it is unapproachable –as it is...
And in being healthy art, it’s not only the rejoicing of seeing yourself as a poet, seeing yourself as creative, seeing yourself as a universe, seeing yourself as expansive... but also, seeing yourself as a living testimony of this vision... and as a consequence, a corrector, rectifier... of the disturbed, of the altered, of the inappropriate...
And there the art is made. The craftwork becomes healing, becomes healthy, becomes a living presence of balance.
And in this way when the praying art is lived in the way to be, of the being... what is transmitted becomes contagious, moving... It makes possible the conversion of the altered to the balanced... the perturbed, to serene... of the pain, to silence... of the suffered, to the understandable... of the rational, to the miraculous... To this miracle of every minute or every second; minute or second that in its passing brings to the boil our ideas, our projects, our proposals.
It’s art and it’s healthy and it’s craftwork; because in this experience of incorporating... by saying, listening, opening the senses to what comes... the beauty is valued, the smile is valued, the detail is valued... what there is, is valued... the sickness of the complaint is abandoned, the instigation of being against, the desperation of the imposed...
Healthy art, healing... because “one word would serve to”...
And in this praying art,
healing art…
The being becomes a drinker of details
Becomes intimate, merger of sharing, of transmitting, of fusing...
The being becomes a drinker of details
Becomes intimate, merger of sharing, of transmitting, of fusing...
Falls in love… –praying art,
without complexes, without problems.
Falls in love and loves for the need of what he discovers
And what he continues to discover.
Falls in love and loves for the need of what he discovers
And what he continues to discover.
And in the love of every
moment,
Without wanting, prays... substituting the time...
Without wanting, prays... substituting the time...
Now the hours don’t go by...
the prayer goes by... because, I feel like wind
Because I went with that cloud, or I stayed in this vine shoot
I became fire, I became light, I became colour
Because never I was detached from it
But yes separated, like as if it belonged to other possession...
Because I went with that cloud, or I stayed in this vine shoot
I became fire, I became light, I became colour
Because never I was detached from it
But yes separated, like as if it belonged to other possession...
To know that I am an artist
To know that I am an artist of the configuration of a cloud
To know I am an artist of the intensity of blue
To know that I am there in the sound of a footstep.
To know that I am an artist of the configuration of a cloud
To know I am an artist of the intensity of blue
To know that I am there in the sound of a footstep.
To know, and appreciate the
art of those that serve us…
–to know, and appreciate the art of those that serve us
And make ourselves servants
With this innocence of imitating...
Like a child that discovers the kindness of doing...
And is prized for knowing that there is its enjoyment
Its real pleasure...
–to know, and appreciate the art of those that serve us
And make ourselves servants
With this innocence of imitating...
Like a child that discovers the kindness of doing...
And is prized for knowing that there is its enjoyment
Its real pleasure...
Yes, to pray… is art
It’s craftwork.
It’s healing art.
It’s harmony.
It’s fusion...
It’s craftwork.
It’s healing art.
It’s harmony.
It’s fusion...
It’s to make me into the wing
of a butterfly, or a dazzling sunset...
And when
a feeling of these perspectives comes, more than comes, we notice that it’s
there... we notice that it’s there... that what is... Because it communicates
with me, it surprises me, because something more, something more than my
conscience of being has entered into my veins... has activated between my
fingers, something more has come to the praying moment... to the artistic
moment of the word, of the stroke, the colour, the idea, the sound, the
pronunciation... and it has made it greater, it has made it so immense... that
it collapses in the intimate, and from the intimate returns to the immense... Like that we discover that the felt not only makes sense as a way towards somewhere, but the senses inter mingle; intertwine without fighting and I find myself in another dimension... I become present in another realisation.
And my nourishment is not only teeth, saliva and material... but my nourishment amplifies... in sensations, in perceptions...
To pray is an art. And at the same time when the being sets out to do it, to participate in it, to be in it... it’s necessary to become an artist... Yes, it needs to purify itself, straighten up its structure. It needs to lighten its loads, convert its loads in kisses... light and soft like the mist of the sea; silky like the dew that dissolves, when touched...
The time is suspended for one moment, the silence becomes a mountain, in which the being feels comfortable in climbing; there’s no effort... there’s no sacrifice... there is illusion, there is enthusiasm, there are recesses of contemplation...
Whatever pause is a peak... whatever distraction is emotion.
Emotions without censure... with kindness...
Leaving behind the impostures, the roughness, the inconveniences, the opinions of reasoning, of logic and of the explications, that with amazing ease become betrayal, collapsing the virtues and only promotes leadership or power... Left behind stays all of that.
And left behind not as a residue... No… Left behind as purifying smoke... as smoke of embers that before were hard and rough... now resplendent, blushingly red, palpitating, with warmth… Yes, behind is not left rubbish... but a conversion... that at the same time, when we look ahead, we see it... in front of us... because every idea becomes a prayer... and it’s art... and healthy... and is healing...
And… the sun rose.