martes

Lema orante semanal

LLAMADA ORANTE

GEMÍO’, GEMIDOS, GENIOS
04–09-2011

Gemío, gemidos…, genios…
Son… momentos –hoy, ayer- intemporales, que acompañan al peregrinaje de la humanidad.
El “gemío”, esa queja… soterrada –¡mía!: de cada uno-, que… no llega a llanto, que… no llega a protesta. Un pequeño… lamento, como avergonzado… por no haber… ¡podido!… combatir…, enfrentarse… ¡o dominar!
“Gemío’”: un… grito… aplacado. Un… pequeño –pequeño- monumento… a… reconocerse… ¡pequeño!, en referencia a… ¡lo inmenso!, lo… inaprensible.
“Gemío’”: ese… ¡ay!... que res-bala en el silencio… buscando auxilio… –¡no mucho!-.
“Gemíos”: momentos de… de genio, oprimidos… ¡propios de cada consciencia!
“Gemíos” que a cada uno reconfortan, y que… a veces callan cuando alguien escucha.

“Gemíos”: cuchara pequeña… que apura… la sopa… ¡Que –seguramente- la culpa es mía!…, y de ahí mi queja –hacia mí-… ¡Daño quisiera hacerme!... –dice el quejío… mío”- “por mi imprudencia… ¡o mi insensatez!… o mi desapego”.
Cada uno… con su “quejío”, con su… “gemío”… se hace una fiesta. ¡Oh!, sí… Una fiesta… de lágrima a punto de caer… ¡que se tambalea!... como hoja de rocío recién puesta…; ¡que se precipita por dentro!... Humedades crea.
“Gemío”, ¡que hace temblar… el corazón!... ¡y pone a las pupilas inquietas!… como si fueran… ¡un… dolor!... de los que duelen… por ser… cada ser como es.

“Gemío”: sonido… de puntillas… que… se aposenta… en los portales de Dios. “¡Ay!...”. No se atreve a llamar a la puerta. “¡Ahhh!”…
¡Qué vergüenza!... ¡Ahhh!... ¡Qué vergüenza! –dice el gemío, después de permanecer un rato entre rendijas-. Se aparta un poco –no lo vayan a ver… o a escuchar-…, y se desliza, con su pena a cuestas –¡de esas penas que no matan!-.

“Gemío”, de esas… penitas que… aún se pueden ocultar bajo la manta.
¡Y seguro… que, entre “gemíos”, los gemidos… surgen!
¡Ay!… ¡Ayayyyy!... ¡Me puede doler tu pena!
¡Ay!… ¡Me pone a temblar… tu lástima!

Gemidos…
Un tono… solidario, de angustia…
Un momento… inesperado… ¡de nosotros!
“Gemío” de dos… gemidos…
¡Por ti!… pucheros hago en mi boca…
¡Por ti!… ¡ansias… sin satisfacción… guardo en mi pecho!
¡Y no eres tú la causa!
Es… mi marca –mi marca- la que… se emociona.
Mi marca, ¡sí!: mi ser –ésa es mi marca-…
La que… se… descompone.

Gemidos… –¡ay!-... Dios en la sombra.
Gemidos de marca…, ¡que marcan!… mi sintonía con todos; ¡con todo!
¡Gemidos de marca!..., porque… como una mancha… se extienden… en la blancura de mi ser.

¡Ahhhh!...

Gemidos que… a veces, compartidos, ¡se amplifican con otros!... ante… aconteceres… de juegos Divinos…; de carambolas inesperadas…

¡Ayyy!...

No siempre es el mejor camino… el camino más corto… ¡Por algo… Dios… lo hace… tan… serpenteado! El hombre quiere ser una recta…, mientras… que lo Divino se insinúa… en rodeos y en vericuetos…, con algún que otro cuento… para calmar los gemidos.
¿¡¡Acaso alguien pensó… que gemíos y gemidos… quedaron en saco roto!!?
¿¡Acaso alguien sospecha… que son… piedades inútiles… que precisan superarse?
¡Ay!, ¡qué mal piensa!... ¡Ay!, ¡qué mal piensa!… ¡Aún le queda por gemir algo más!... Aún le quedan… por vivir, gemidos… en lamentos, ¡reconociendo!… los auspicios… de Dios, en cada momento.
   Gemidos… –¡ahhh!-… que, ¡en instantes!… recorren la historia… y proyectan soluciones.
Gemidos que asumen… responsabilidades, y que… prometen… restitución.
Gemidos… –gemíos-… de “aman-tes”…, que, al escaparse una lágrima, la esconden en un pañuelo furtivo. ¡Ay!... ¡Cuánto amor… hay contenido! ¡Cuánto! ¡Y qué vergüenza… lo envuelve; lo… ¡constriñe!...; ¡lo esconde!... ¡Por temor a ser reprimido!...
¡Ahhhh!…
¡¡Es Dios... el que bulle por dentro!! El que empuja… a la burbuja, para que… se abra… –¡abrupta!- ¡de repente!... en silencio…  ¡y deje emanar… gemidos... “com-placientes”!..., ¡considerables!..., consentidos…, ¡convividos!..., compartidos…
¡Aahhh!...

¡Gemidos de sol naciente!...
de mediodía y ocaso
–cada cual… en cada caso-.
Con su faceta ardiente de… ¡placeres o dolores!...
–Quizá no importe-.

Sentirlos, sí…
porque… descubro que estás…
porque me descubres que estoy.
¡Por eso gime uno… por otro!...

Dios nos los señala
y… al enamorarnos…
nos arrebata… el alma,
¡nos la revuelve y estruja!...
La vuelve, realmente, alma.
¡Ah!

¡Gemidos!... Por ti… por ti... ¡por aquel!... por aquellos… ¡Por todo lo que duele!... y por todo lo que agrada… ¡no se vaya a estropear!-...
Hay gemidos de “aliiiiiii-vio”… que al cuerpo remansan…, como agua tranquila que acaba de llegar: permanece inquieta ¡esperando a un sediento!
¡Ahh!...

Gemidos… ¡sin quejas! ¡Ay!, ¡aquellos gemidos que… no buscan culpar! No… ¡no quieren revancha… ni odio, guardar!... Son gemidos… ¡de vida!..., como el recién nacido que clama. A nadie hay que culpar. Es la marca de uno que ¡no pega!...; que no se adhiere…; ¡que se siente golpeada!...

Gemidos que… gustan cantar con el viento… que a veces se escucha… ¡Y contagian!... ¡¡Y complacen!!...
¡Ahhh!...
¡¡Genio!… por haber venido… a configurar! Genio, cada cual, por haber sobrevivido.
Genio… ¡como fuerza de… bramido!... que reclama su lugar.
¡Genio!… como aquel… ¡que anuncia que ha venido!... aunque no lo vayan a esperar.

Genio… ¡capaz de inventar!... ¡De inventarse, en sus formas…, en sus siluetas…, en su manera de actuar!...
¡Genio!… ¡ay!-... actitud certera y convencida… ¡¡de que lo que hace es verdad!! ¡De seguro!… que la sonrisa de Dios le acompañará.

¡Genio!... Momentos… de dignidad…; ¡de rigor… sin desdicha!; de rigor… de evidencias…; de rigor que sabe… que la flor se abrirá.
¡Genio!... Esa impronta… personal que… muestra sus planes, que enseña sus… imágenes… ¡¡Déjalo brotar!!... No lo encierres en la lámpara, por muy maravillosa que sea.
¡Deja expresar tu genio… ¡sin que nadie… sufra más!! Tienes… tu espacio previsto. ¡Tienes… tu lugar donde actuar! Que no se desborde… tu genio, y en otra plaza… vaya a usurpar; no sea que se tenga que enfrentar. ¡Y no es ese… su destino! Su destino es mostrar…, ¡servir!..., ¡estar!…, enseñar, ¡continuar!… ¡¡Dar la pincelada!!... a ese… magnífico cuadro… que va enseñando la verdad.
¡Ah!
¡Genio!, que salpica… –¡que en ello está su deber!-… de genialidades…, en su paso por cualquier vereda… o avenida –¡donde toque!-.
¡¡La humanidad aguarda!!... la genialidad de cada genio… ¡Dios ha dado la potencialidad!... Ha anunciado la presencia humana… para que todos… ¡todos los vivientes!… se dispongan a participar… Pero que el genio… no anule a otro.
¡Ay!, de aquellos genios… que destrozan por donde van. Más les valdría sepultarse… en la lámpara… para siempre.
¡Ay!, de los genios… que chantajean. Más les valdría no haber venido nunca.
¡Ay, de los genios que… esclavizan! Que la misericordia de Dios esté con ellos… porque no encontrarán piedad en la Tierra.
¡Ay, de los genios… que imponen!, que con su verbo critican… hasta destrozar cualquier brote… para permanecer… ¡y dominar! Desafían a lo Eterno… por su inmensa bondad. Pero han de saber… que –junto con ella- el rigor de la verdad… también resplandece en lo Divino… Y con ello se encontrarán. Más valdría, nunca haberlo pensado.
¡Ay! Cuando el genio está templado… los gemidos son… los adecuados; los gemíos… ¡son los auténticos!... ¡El alma está emocionada!... Dios está contento…
No hay queja que valga.
Que el gemío y los gemidos… –con la guía de lo genial- sean… el instrumento preferido para reformar, cambiar… afrontar, remodelar, ¡renacer, resucitar, revivir!… Y no sirvan –¡y no sirvan!- a la queja continua de la culpa de los demás.
No es gemío auténtico… el que se expresa… diciendo que es “por otros”. No son gemidos verdaderos… los que… culpan a los demás. Son auténticos, los que se solidarizan… con lo que transcurre, ¡y que a todos… nos afecta! Y ahí, ¡el genio… de lo Divino… aflora!… para darnos ¡el impulso!… de estar con buena cara… de saber tragar la saliva… de no dejarse temblar… Y, sin proclamar orgullos o vanidades…, mostrar el alma. ¡Mostrar el alma!... ¡Clamar!...

¡Ahhh! ¡Ayhh!
¡Aaaayyyy!

***