Lema Orante Semanal

 Ser un ínfimo y pequeño verso en un poema de Creación infinita

26 de mayo de 2025

    La humanidad “convive” –entre comillas- entre guetos más o menos grandes, más o menos compactos… Y desde que se recuerda, con mayor o menor número se ha mantenido esa división, esa separación, con –y estableciendo- diferencias realmente asombrosas en muchas facetas. Se ha intentado –cierto es- organizar estructuras comunales que agruparan a todas las naciones, que las comprometieran. Y sí, ahí están, pero su eficacia, su calidad… no ha logrado unificar esos guetos, esas diversidades.

    Y en la medida en que avanza el “progreso” –entre comillas-, las comunidades se hacen más restrictivas, más competitivas, enfrentadas, y a veces ‘guerreadas’ –valga el término-.

    Todavía –todavía- el ser de humanidad no se ha dado cuenta de que el viento es viento; que no se pelea, que no tiene distintos aires; adopta diferentes movimientos, pero…

    No se ha dado cuenta de que el agua es agua; se concentre, no se concentre, esté en hielo o esté en nubes o esté en lluvia o esté en mares.

    No se ha dado cuenta de que, en su visión, el universo inmediato está conjuntado, conjugado; y que, si bien resaltan unos u otros, no por su valía o por su importancia, sino por la función que les corresponde, todos los elementos se tienen en cuenta.

    La unicidad de las aparentes partes está asegurada para propiciar el desarrollo de la vida.

    Y la Llamada Orante nos conmina hoy a recogernos, desde nuestra identidad “particular” –particular con comillas-, a nuestra consciencia de universalidad; que, sin duda, cada uno y cada cual tendrá su especificidad, su contorno y su vibración, pero la tiene gracias a que es unitario con todos los demás.

    Y en eso no cae el ser, sino que su conciencia-consciencia se queda atrapada en sus ‘beneplácitas’ consideraciones personales: “Y yo soy así y tengo este carácter y veo las cosas de esta manera”. Y ese largo etcétera personalista, individualista…; sectario, en definitiva.

    Y al verse en ese universo multiverso, no es capaz de incorporar, a esa consciencia individual, la consciencia colectiva que le hace… –repetimos muchas veces- que le hace ser lo que él dice ser.

“Que le hace ser lo que él dice ser”.

    En consecuencia, podríamos decir que deberíamos situarnos, en nuestra mente, razón, lógica, ánimo y sentir –y otros largos y espirituales aspectos-, como entidades universales. Y luego ver, dentro de esa universalidad, qué papel, qué rol, qué función juego en esa “mundialidad”.

    Cuál es mi papel en más de ocho mil y largos millones de seres humanos. Pero también, cuál es mi papel entre los árboles, entre el agua, el viento, entre la tierra.

    Quizás nos parezca un planteamiento exagerado, pero es que la Llamada Orante es exagerada. Nos busca para darnos esa versión: la versión de la Creación, que es increíblemente exagerada, pero una exageración real.

    A poco que nos asomamos a este universo cercano, nos asombra cualquier imagen; nos precipita a imaginar cualquier situación. No nos podemos hacer idea de qué significa la nebulosa del cangrejo o… el caballito, plagado de galaxias…

¡Exagerado!

    Sí. El Misterio Creador es absolutamente desbordante. Y ahí, en ese desborde, estamos nosotros. Y están las arañas, los elefantes, los defines…

    Y tenemos… –porque nos han dotado de ello- tenemos la capacidad de sentirnos, de razonarnos y de evidenciarnos como “universales”.

Ser un minúsculo y pequeño verso, dentro de la creación de un poema infinito.

Sí: ser un ínfimo y pequeño verso… en un poema de Creación infinita.

    Esta referencia nos puede animar a diversificarnos, para no quedarnos secuestrados en la egolatría personal.

    Sí, cualquiera diría: “Es que es difícil sentirse griego, hindú, inglés, mauritano, si yo soy de Moradillo de Roa, entonces… Es el centro del mundo. Es difícil sentirme de Andrómeda”.

    La cuestión es que no es difícil –“no es difícil”-. Es innato. Es cuestión de disponerse, para que no caigamos en el remolino personalista que nos aparta de esa poesía, de esa increíble versión de la vida.

    Bien está… bien está la palabra “multiversos” para tratar de nombrar los multi-universos que hay, a uno de los cuales pertenecemos. Pero es que los multiversos están unidos. Son uno, también, aunque para nuestra mente analítica y razonable los separemos y los pongamos en partículas-antipartículas, materia-antimateria… siempre buscando caer en el dualismo. Pero uno se necesita del otro, y uno no existe sin el otro, luego es “uno”. ¿Que pueda dar manifestaciones diversas, y eso nos induce a ver que hay dos o tres…? Pero es uno en su universalidad.

    El transcurrir actual nos convierte en reinos de taifas personales, grupales, estructurales y confrontados. Y lo más grave –permitamos la palabra “grave”- es que cada uno cree y está convencido de que su posición es la correcta, la exacta, la verdadera.

    Eso desafía cualquier evidencia. El grupo de elefantes no pretende acabar con el territorio de los tigres o de los pingüinos. No. Tiene su espacio, su trayectoria y sus convivencias. No sabemos si son conscientes de que son partículas, dentro de la creación de ese poema, pero, sin duda, por su estar y comportarse, saben de una realidad. Y no imponen, no discuten, no se oponen a otras realidades. Por poner un ejemplo del reino animal, que destaca por su inteligencia.

    Al igual que el delfín no se ha propuesto –que sepamos- saltar a tierra firme y hacerse cargo de una isla –la más cercana que encuentre- y establecer allí su imperio. Ni en el más absurdo de los cuentos nos lo podemos imaginar. Y los vemos disfrutar y expresarse en los océanos y mares, haciéndose una unidad con el agua y con todas las demás criaturas. Los ejemplos serían infinitos.

    Y quizá por ello habría más que razones para amplificar nuestras concepciones y hacernos… hacernos el esfuerzo de descubrirnos como universos. Y no por ello vamos a perder nuestra especial participación, pero sabemos –en esa universalidad- que eso es lo que nos da la vida. Eso es el vivir. Y nuestra personal posición es un rasgo, un pequeño detalle, nada más.

    ¡Claro! Esto choca con el nombre, con el apellido, con el lugar de nacimiento, con… ¡Uff! ¡Cuánta carga! ¡Cuánta carga sin universo lleva el personalismo!

¡Qué flotante sería, si tuviera consciencia de universo! Esa no pesa. Esa engrandece nuestras posiciones.

    En la medida en que planteamos nuestra personal contribución, como un rasgo dentro de la universalidad, sintiéndonos ese verso dentro de un poema interminable, lograremos que esa discusión interna, esa confrontación externa, se vaya diluyendo.

No exista la posibilidad de miedo, de combate.

    Pero, claro está: en la medida en que se desarrolla –como hasta este momento- la competencia, la comparación, la valoración, se hace una guerra camuflada.

    Ya tiene de por sí, el planteamiento personalista, una guerra interna, personal, por no conseguir, no lograr, no ser, no adquirir… lo que se corresponda en cada momento. Ya eso es una guerra.

    Pero luego viene la segunda guerra, y es la del entorno, que se nos muestra hostil, porque partimos de nuestra propia hostilidad y nuestra convicción de nuestra verdad.

Segunda guerra.

    Y hay una tercera guerra, que es justo la que plantea la Llamada Orante de hoy. Y es esa guerra con la omisión de ser unitarios, de ser universo.

    Y hay una negación a unificarse, a conjugarse, a integrarse. Y cuando se consigue algo parecido es con multitud de condiciones: guerra oculta de justificaciones.

Si al menos –al menos- tomáramos consciencia de que respiramos el mismo aire, todos el mismo…

    “¿No tengo yo mi aire personal? ¿No hay una disposición creadora para que tenga el mío, y que sea diferente al del otro?”.

Parece ser que no; que hay una envoltura “para todos”, que nos da el prana de respirar.

    Y en su universalidad, se deja atrapar por la inspiración, sin tener en cuenta nuestra neurosis, nuestra psicosis, nuestra manía, nuestra histeria, nuestra ansiedad, nuestra angustia… A decir verdad, si fuera “justa” –en el término humano-, pues a aquél le daría un poquito de aire, pero a este otro… pues no. O a aquel otro le daría más.

    Parece o pareciera que todo lo que es universal e indiscutible nos pertenece y es normal. No le damos esa perspectiva de asombro, de universo.

    El mismo aire que se respira en cárceles siniestras, se respira en una cabalgata a camello por el desierto.

    Sin duda, podemos decir que un aire es más puro que el otro. Sí; pero es uno. Es esa atmósfera, ese oxígeno –póngalo con el nombre que se quiera-, el que nos permite esperanzar, imaginar, permanecer.

    Y es… –bajo el sentido de la Llamada Orante- es una oportunidad constante, la que tenemos, para universalizar, para sentirnos “uno” con la Creación. Y es, cada vez que defendamos una posición, cada vez que nos enfrentemos a una situación, cada vez que –en definitiva- se manifieste la guerra, que se encienda la alarma de nuestra auténtica naturaleza.

    Es cuestión de tenerlo ahí presente, para que, en nuestros propios monólogos, soliloquios, se aplique; para que, en nuestra relación más cercana, se contemple; para que, en nuestras relaciones con cualquier sistema, se encienda.

    Y sin perder nuestra identidad de minúsculo verso de un infinito poema, ese infinito poema se encienda. Y entonces, nuestras perspectivas, nuestras “defendibles” e impositivas posturas empezarán a reblandecerse.

    Y entraremos en la comprensión; entraremos en contemplar; entraremos en solidarizarnos; entraremos a ser comunitarios.

    Hay que atreverse. Hay que atreverse a amplificar, unificar nuestras posiciones. No vamos a perder ni un ápice de nuestra singularidad; al revés: vamos a ver en ella la universalidad.

***

To be a tiny and small verse in a poem of infinite Creation

2025-05-26

    Humanity "co-exists" –in inverted commas- in more or less large, more or less compact ghettos... And for as long as anyone can remember, this division, this separation, has been maintained in greater or lesser numbers, with –and establishing- truly astonishing differences in many aspects. Attempts have been made –it is true- to organise communal structures that would bring all nations together, that would engage them. And yes, they are there, but their effectiveness, their quality... has not managed to unify these ghettos, these diversities.

    And as "progress" –in inverted commas- advances, communities become more restrictive, more competitive, confrontational, and sometimes 'warring' –if that's the right term-.

    The human being has not yet –yet- realised that the wind is wind; that it does not fight, that it does not have different airs; it adopts different movements, but...

    It has not realised that water is water; whether it is concentrated or not, whether it is in ice or clouds or rain or seas.

    It has not realised that, in its vision, the immediate universe is combined, coordinated; and that, although some elements stand out, not because their worth or importance, but due to their function, all the elements are taken into account.

    The oneness of the apparent parts is assured to foster the development of life.

    And the Prayerful Call today urges us to gather ourselves, from our "particular" identity –particular in inverted commas- to our consciousness of universality; that, without a doubt, each and every one of us will have our specificity, our contour and our vibration, but we have it because we are unitary with all the others.

    And the being is not aware of it, but rather its consciousness-conscience remains trapped in its own 'benevolent' personal considerations: "And I am like this and I have this character and I see things in this way". And that long personalistic, individualistic etcetera...; sectarian, in short.

    And when it sees itself in that multiverse universe, it is unable to incorporate, to that individual consciousness, the collective consciousness that makes it... –we repeat many times- that makes it what it says it is.

"That makes it what he says it is".

    Consequently, we could say that we should situate ourselves, in our mind, reason, logic, spirit and feeling –and other long and spiritual aspects- as universal entities. And then see, within that universality, what role, what function we play in that "globality".

    What is my role within those long more than eight thousand millions of human beings?. But also, what is my role among the trees, among the water, the wind, among the earth.

    It may seem like an exaggerated approach, but the Praying Call is exaggerated. It seeks us out to give us that version: the Creation version, which is incredibly exaggerated, but a real exaggeration.

    As soon as we look into this near universe, we are astonished by any image; it rushes us to imagine any situation. We have no idea what the crab nebula means, or... the sea horse, full of galaxies...

Exaggerated!

    Yes, the Creative Mystery is absolutely overflowing. And there, in that overflow, we are. And there are the spiders, the elephants, the dolphins...

    And we have... –because we have been endowed with it- we have the capacity to feel, to reason and to reveal ourselves as "universal".

To be a tiny, little verse within the creation of an infinite poem.

Yes: to be a tiny and small verse... in a poem of infinite Creation.

    This reference can encourage us to diversify, so as not to remain trapped in a personal egocentricity.

    Yes, anyone would say: "It's difficult to feel Greek, Hindu, English, Mauritanian, if I'm from Moradillo de Roa, then... It's the centre of the world. It's hard to feel I’m from Andromeda".

    The point is that it is not difficult –"it is not difficult"-. It is innate. It's a question of being willing, so that we don't fall into the personal vortex that takes us away from that poetry, that incredible version of life.

    It's fine... the word "multiverses" is fine to try to name the multi universes that exist, one of which we belong to. But the fact is that multiverses are linked. They are one, too, although to our analytical and reasonable mind we separate them and put them into particles-antiparticles, matter-antimatter... always seeking to fall into dualism. But one needs the other, and one does not exist without the other, so it is "one". That it can give diverse manifestations, and that induces us to see that there are two or three...? But it is one in its universality.

    The current situation is turning us into personal, group, structural and confrontational Taifas kingdoms. And the most serious –let's allow the word "serious"- is that everyone believes and is convinced that their position is the right one, the exact one, the true one.

    That defies all evidence. The group of elephants isn’t trying to destroy the territory of the tigers or the penguins. No. They have their space, their path and their coexistence. We don't know if they are aware that they are particles, within the creation of this poem, but, undoubtedly, by their presence and behaviour, they are aware of a reality. And they do not impose, they do not argue, they do not oppose other realities. To give an example from the animal kingdom, which stands out for its intelligence.

    Just as the dolphin has not –as far as we know- set out to jump onto dry land and take over an island –the nearest one he can find- and establish its empire there. We can’t imagine this even in the most absurd fairy tales. And we see them enjoying and expressing themselves in the oceans and seas, becoming one with the water and all other creatures. The examples would be endless.

    And perhaps for that reason there would be more than enough reasons to amplify our conceptions and make... make the effort to discover ourselves as universes. And we won’t lose our special participation due to it, but we know –in this universality- that this is what gives us life. That is living. And our personal position is a feature, a small detail, nothing more.

    Of course! This clashes with the name, the surname, the place of birth, with..., What a burden! What a burden personalism carries without a universe!

    How buoyant I would be, if I had consciousness of universe! That one is weightless. That one enlarges our positions.

    To the extent that we make our personal contribution, as a feature within universality, feeling ourselves to be that verse within an endless poem, we will succeed in diluting this internal discussion, this external confrontation.

There is no possibility of fear, of combat.

    But, of course, as competition, comparison and evaluation develop –as they have up to now- a disguised war is waged.

    The personalized approach already has, in itself, an internal, personal war, due to the failure to achieve, to accomplish, to be, to acquire... whatever corresponds at any given moment. That is already a war.

    But then comes the second war, and that is the war of the environment, which is hostile to us, because we start from our own hostility and our conviction of our truth.

Second war.

    And there is a third war, which is precisely the one, that today's Prayerful Call raises. And it is that war with the omission of being unitary, of being a universe.

    And there is a refusal to unify, to conjugate, to integrate. And when something similar is achieved, it is with a multitude of conditions: a hidden war of justifications.

If only –at least- we were aware that we all breathe the same air, all the same...

    "Don’t I have my personal air, and isn't there a creative disposition for me to have my own, and for it to be different from other’s?”.

    Apparently not; there is a sheath "for all", which gives us the prana of breathing.

    And in its universality, it allows itself to be caught by inspiration, without taking into account our neurosis, our psychosis, our mania, our hysteria, our anxiety, our anguish... To tell the truth, if it were "fair" –in the human term-, it would give a bit of air to that one, but to this one... well, it would not. Or it would give to that other one more.

    It seems or would seem that everything that is universal and indisputable belongs to us and is normal. We don't give it that perspective of wonder, of the universe.

    The same air that is breathed in sinister prisons is breathed on a camel ride in the desert.

    Undoubtedly, we can say that one air is purer than the other. Yes, but it is one. It is that atmosphere, that oxygen –call it what you will- that allows us to hope, to imagine, to remain.

    And it is... –under the sense of the Praying Call- it is a constant opportunity we have, to universalise, to feel "one" with Creation. And it is, every time we defend a position, every time we face a situation, every time –in short- war manifests itself, that the alarm of our true nature turns on.

    It is a matter of keeping it present, so that, in our own monologues, soliloquies, it is applied; so that, it can be considered in our closest relationship, so that, it can be ignited in our relationship with any system.

    And without losing our identity as a tiny verse of an infinite poem, that infinite poem will ignite. And then, our perspectives, our "defensible" and imposing positions will begin to soften.

    And we will enter into understanding; we will enter into contemplation; we will enter into solidarity; we will enter into community.

    We must dare. We must dare to amplify and unify our positions. We will not lose one iota of our uniqueness; on the contrary, we will see universality in it.

***

Lema Orante Semanal

 

La Llamada Orante nos reclama pulcritud, exactitud, impecabilidad

19 de mayo de 2025

    Nos llaman a orar para sugerirnos posibilidades, para alentar nuestros recursos, para promover nuestras decisiones.

Nos llaman a orar para cualificar nuestros afectos, clarificar nuestras razones.

    Nos llaman a orar para evolucionar en nuestros presupuestos… y abrirse a nuevas dimensiones.

    Nos llaman a orar para reconocer nuestra naturaleza de universo, nuestra composición celeste y, en consecuencia, nuestra inmortal presencia en diferentes condiciones y en variables inimaginables.

    A sabiendas de por qué nos llaman a orar, ponemos en marcha nuestra capacitación. Y cada uno de los ítems nombrados empieza a dar respuestas, a establecer posiciones.

    Y es significativo que, justo al llamarnos a orar, tengamos en cuenta todos estos pequeños-grandes detalles, para que, así, aunque se nos muestren o revelen otras particularidades, nuestra consciencia se descubra orando…; se descubra orante.

    Y en el transcurrir de lo que nos descubren, de lo que descubrimos, de lo que aprendemos, de lo que enseñamos, la Llamada Orante nos reclama pulcritud, exactitud, impecabilidad.

Todo resumido en la palabra “calidad”.

    Porque sí, sí es frecuente, en nuestro momento actual de humanidad, que la rapidez, la inmediatez, la abarcabilidad…, vaya dejando estigmas incompletos, vaya dejando sellos sin lacrar, vaya dejando –en definitiva- un hacer mediocre.

    No importa cuál sea el detalle. Si nuestro deber fundamental es trascender, cualquier acción tiene su trascendencia: la limpieza, el cuidado, la palabra, la vestimenta, la actitud… Así “conseguimos” –entre comillas, “conseguir”- un estatus trascendental en todo lo que realicemos. Y el factor orgánico físico es esa calidad.

¿A qué se debe vivenciar, experienciar y… participar en momentos difíciles?

    A que no hemos cumplimentado la calidad trascendental de los aconteceres, en lo que corresponde a nosotros. Evidentemente, hay otras incidencias del Misterio Creador que nos sitúan en la observancia.

    Igualmente, a veces, el protagonismo personal de lo que acontece como dificultad, problemática, etcétera, se tiende a considerar personal, individual: “It’s your problem”. No.

    Como unidad de vida que es la materia viviente en este lugar del universo, cualquier acontecer tiene que ver con todos los componentes.

No es “tu problema”, es “nuestro problema”.

    Y en la medida en que aceptamos el “nuestro”, el sentido común y comunitario, la vivencia personal del problema, de la dificultad, se diluye, se mejora, se transforma, se convierte.

    Es difícil, en los personalismos e importancias personales que predominan en el transcurrir de ahora, el asumir que participamos en dolencias, problemas y dificultades de otros, por nuestra falta de trascendencia y de impecabilidad; de calidad.

    Es más, la respuesta sería: “Ya tengo yo bastante con lo mío, como para preocuparme por lo otro”. No se trata de preocuparse. Se trata de tomar consciencia de que mi disposición transcendente en la impecable realización no se queda en mí, sino que se proyecta hacia todo lo viviente.

    Eso implica, sin duda, creer. Y supone una fe y una confianza y una esperanza… que a veces veremos directamente, y la mayoría de las veces no lo veremos, pero las casualidades, las coincidencias, los rumores y demás sonidos nos indicarán que, evidentemente, nuestro estar y hacer no se ha quedado en nosotros, sino que ha trascendido.

    La unicidad de la vida debe ser una prioridad de conciencia, de identidad y –en consecuencia- de unidad: soy unidad con el delfín, el ciempiés, la piedra, el agua… y ese largo e infinito e increíble “sistemas vivientes”.

    Si bien nos decían en los credos religiosos que “no se mueve ni un solo pelo sin el consentimiento de lo divino”, podríamos decir, en concordancia con nuestro origen divino, que cualquier posición que adoptemos en consciencia, se transmite a todo lo viviente.

    Es la parte que nos corresponde, en equivalencia con la frase anterior de “no se mueve ni un solo pelo sin el consentimiento de lo divino”.

    Podemos razonar e intelectualizar y establecer una cadena de causas y efectos. Y está bien. Está bien, pero no es impecable.

Lo que realmente se hace unidad, calidad, impecable y trascendente es sentirlo.

    Si nos quedamos en la operatividad de la causa y el efecto, la razón, la lógica, no trascenderemos. Aumentaremos nuestra egolatría personal. Y no quiere decirse que eso no ocurra y que eso no se investigue y se elabore. Precisamente, si se hace con esa visión impecable de calidad transcendente, descubriremos con asombro que la razón y la lógica son herramientas sensibles, sensitivas, sentibles. Pero han de pasar por ese proceso; si no, se vuelven tangibles, materiales, propietaristas, activistas de un protagonismo personal. Y, en consecuencia, con las controversias y enfrentamientos correspondientes.

    Nos llevan a vivir y a sentirnos personalizados; a un estar inquietante, insolvente, en el que cada conflicto, drama o tragedia pone en evidencia la vulgaridad de su realización.

    Porque si hubiera sido una realización impecable, de calidad, los sucesos no se hubieran producido.

Es un ejemplo que nos puede ser de gran utilidad en lo pequeño de cada día, para cada uno.

    Bajo el Sentido Orante, el transcurso actual nos impele a actuar, a posicionarnos, a hablar con la mayor precisión posible. A escuchar… y a discernir el grano de la paja. Y a no eludir ningún tema, más bien asumir todo lo que coincide y llega y se acerca. Porque algo nos quiere decir. Si empezamos a seleccionar, nos quedamos con nuestro esquema personal y repetimos la misma dificultad.

    Encarnarnos en lo que nos llega –que sucede-, sin entrar en la preocupación de resolverlo, sino dándonos por enterados de ello.

    Bajo el Sentido Orante, nos sentiremos auxiliados y capacitados para asumir una actitud, para emitir una opinión, para ofrecernos a ser vehículos intermediarios –visibles o invisibles a nosotros mismos- hacia esas causas.

    Vivir “de espaldas” sin dar la cara a todo lo que nos llega, es agravar aún más las situaciones… y agravarse a uno mismo por la insolidaria posición.

    Y todo esto puede parecer una misión imposible. Y podemos sentirnos abrumados por esas posibilidades, por esa visión que nos da la Llamada Orante.

    Y nos puede parecer imposible, pero justamente –puesto que emana de lo orante y procede del Misterio Creador-, eso lo hace absolutamente posible. Absolutamente posible.

“Absolutamente posible”.

    Y para ello tenemos que tener la alerta, la atención de no personalizarse, de no asumir protagonismo; de sí saber quién soy y en lo que siento, ¡claro!, pero no coger la batuta de mando.

    Todo lo que emana de lo orante está abrigado, aliviado, consensuado y avalado por el Misterio Creador. No hay lugar –con la creencia, la fe y la esperanza-, no hay lugar para desfallecer o sentirse incapaz. Precisamente, ese sentirse incapaz surge cuando la persona se siente protagonista.

“¿Qué puedo hacer yo por eso?”.

Orar.

Y en ello –y en ese orar- me voy a implicar en mi hacer diario, cotidiano y personal.

    Y es así como percibiré una evolución, un cambio, una transformación, una conversión, una transfiguración.

    Bien se dice que “está todo por hacer”, porque todo ello constituye como otro mundo. Pareciera que esta oración es para otros mundos o para otros seres que no son los humanos que conocemos, que nos conocemos, y que continuamente aceptamos nuestros errores, nuestras dificultades… y poco –poco, poco, poco, poco- atendemos a nuestras virtudes, a nuestras capacidades, a nuestros recursos, a nuestras fantasías, a nuestro arte, a nuestra belleza, a nuestro amor.

    No hay mensaje orante que coloque al ser ante lo imposible. Lo coloca ante lo siempre posible.

    En manos de la Creación estamos, y replicamos con nuestras manos; con nuestras diminutas, pequeñas e insignificantes manos.

    Esas manos que hacen, que hablan, que saludan, que abrazan, que acarician… y que permanentemente están auxiliadas.

    Como se decía a propósito de otras vidas en otros lugares del universo: no estamos solos.

    Y bajo el Sentido Orante, nunca estamos solos, estamos bajo el amparo “de”; y, en consecuencia, cualquier circunstancia que acontezca se debe mirar, observar y contemplar bajo ese amparo.

Y ya se decía también: “Nuestro Auxilio es el Nombre ‘de’”.

    En consecuencia, con el creer, disponemos de un contingente de ayudas, auxilios… ¡infinitos! Pero ocurre que, habitualmente, ciframos la respuesta, a nuestras razonables y conocibles posibilidades.

No hay lugar para escaparse. Somos libertarios.

    No hay lugar para esconderse. Todo está abierto. Los cielos se abren.

No hay lugar para renunciar. El auxilio es permanente y eficaz.

    Y es así como el ir… y el dejarnos llevar… nos alumbra y nos despierta en un entusiasmo creativo, en un arte de amar, en un océano de amor que nos cobija, nos alimenta, nos nutre y nos proyecta.

Amén.

***

The Prayerful Call demands from us cleanliness, precision, impeccability

2025-05-19

    We are called to pray to suggest possibilities, to encourage our resources, to foster our decisions.

We are called to pray to qualify our affections, clarify our reasons.

    We are called to pray to evolve in our assumptions... and open ourselves to new dimensions.

    We are called to pray to recognize our universal nature, our celestial composition, and consequently, our immortal presence in different conditions and unimaginable variables.

    Knowing why we are called to pray, we begin our training. And each of the items mentioned begins to provide answers, to establish positions.

    And it is significant that, just as we are called to pray, we take into account all these small-big details, so that, even if other particularities are shown or revealed to us, our consciousness discovers itself praying...; discovers itself prayer.

    And in the course of what is revealed to us, what we discover, what we learn, what we teach, the Prayerful Call demands from us cleanliness, precision, impeccability.

All summed up in the word "quality".

    Because yes, it is common, in our current moment of humanity that, speed, immediacy, excess... leaves incomplete stigmas, leaves unsealed stamps, leaves –in short- a mediocre work.

    Details don’t matter. If our fundamental duty is to transcend, then every action has its transcendence: cleanliness, care, word, dress, attitude... This is how we "achieve" –in quotation marks, "achieve"- a transcendental status in everything we do. And the physical organic factor is that quality.

    What is the reason we should live through, experience and... participate in difficult moments?

    Because we have not fulfilled the transcendental quality of events, insofar as they concern us. Evidently, there are other incidences of the Creative Mystery that place us in observance.

    Likewise, sometimes, the personal importance of what happens as a difficulty, a problem, etc., tends to be considered personal, individual: "It's your problem”. No.

    As a unit of life, which is the living matter in this place in the universe, every event has to do with all its components.

It's not "your problem", it's "our problem".

    And to the extent that we accept "our", the common and communal sense, the personal experience of the problem, of the difficulty, is diluted, improved, transformed, converted.

    It's difficult, given the individualism and self-importance that now prevail, to accept that we participate in the suffering, problems, and difficulties of others, due to our lack of transcendence and impeccability; of quality.

    In fact, the response would be: "I’ got enough with my own, without worrying about the other". It's not about worrying. It's about becoming aware that my transcendent disposition in impeccable fulfilment doesn't remain within me, but is projected toward all living things.

    That undoubtedly implies belief. And it requires faith, trust, and hope... which sometimes we will see directly, and most of the time we won't. But chance, coincidences, rumours, and other sounds will indicate to us that, evidently, our being and doing have not remained within us, but have transcended.

    The unicity of life must be a priority of consciousness, of identity, and –consequently- of unity: I am one with the dolphin, the centipede, the stone, the water... and that long, infinite, and incredible "living systems".

    Although we were told in religious creeds that "not a single hair moves without divine consent", we could say, in accordance with our divine origin, that whatever position we take in consciousness is transmitted to all living things.

    This is the part that corresponds to us, in equivalence with the previous statement, "not a single hair moves without the consent of the divine".

    We can reason and intellectualize and establish a chain of cause and effect. And that's fine. That's fine, but it's not impeccable.

What truly creates unity, quality, impeccable, and transcendent is feeling it.

    If we remain stuck in the mechanics of cause and effect, reason, logic, we will not transcend. We will increase our personal egotism. And this does not mean that this does not happen and that it is not investigated and elaborated upon. Precisely, if it is done with that impeccable vision of transcendent quality, we will discover with astonishment that reason and logic are sensitive, perceptible, feeling tools. But they must go through this process; otherwise, they become tangible, material, proprietary, activists of a personal prominence. And, consequently, with the corresponding controversies and confrontations.

    They lead us to live and feel personalized; to a disquieting, insolvent existence, in which every conflict, drama, or tragedy reveals the vulgarity of its execution.

    Because if it had been an impeccable, high-quality realisation, these events would not have occurred.

    It is an example that can be very useful to us in the small things of everyday life, for each and every one of us.

    Under the Prayerful Sense, the current course compels us to act, to take a stand, to speak with the greatest possible precision. To listen... and to discern the wheat from the chaff. And not to avoid any topic, but rather to embrace everything that coincides, arrives, and approaches. Because is trying to tell us something. If we begin to select, we remain with our personal framework and repeat the same difficulty.

    To incarnate ourselves in what comes to us –what happens- without worrying about solving it, but rather acknowledging it.

    Under the Prayerful Sense, we will feel helped and empowered to take a stand, to express an opinion, to offer ourselves as intermediary vehicles –visible or invisible to ourselves- towards those causes.

    Living "with our backs turned" without facing up to everything that comes our way, makes the situation worse... and aggravate ourselves through our lack of solidarity.

    And all of this may seem like an impossible mission. And we may feel overwhelmed by these possibilities, by this vision that the Prayerful Call gives us.

    And it may seem impossible to us, but precisely –since it emanates from prayer and comes from the Creative Mystery- that makes it absolutely possible. Absolutely possible.

"Absolutely possible".

    And to do this, we must be alert, attentive to not personalize ourselves, to not assume prominence; to know who I am and what I feel, of course! But not to take the baton.

    Everything that emanates from prayer is sheltered, soothed, agreed upon, and endorsed by the Creative Mystery. There is no room –with belief, faith, and hope- there is no place for weakness or feeling incapable. Precisely, this feeling of inability arises when a person feels like a protagonist.

"What can I do about it?".

Pray.

    And in this –and in this praying- I will involve myself in my daily, everyday personal activities.

    And this is how I will perceive an evolution, a change, a transformation, a conversion, a transfiguration.

It is well said that "everything remains to be done", because it all constitutes a kind of another world.     It seems as if this prayer is for other worlds or for other beings other than the humans we know, who know us, and who continually accept our mistakes, our difficulties... and pay little attention –little, little, little, little- to our virtues, our abilities, our resources, our fantasies, our art, our beauty, our love.

    There is no prayerful message that places the being before the impossible. It places it before the always possible.

    We are in the hands of Creation, and we replicate with our hands; with our tiny, small, and insignificant hands.

    Those hands that do, that speak, that greet, that embrace, that caress... and that are constantly assisted.

As it was said about other lives in other places in the universe: we are not alone.

    And under the Prayerful Sense, we are never alone, we are under the protection “of”; and, consequently, any circumstance that occurs must be viewed, observed, and contemplated under that protection.

And it was also said: "Our Help is the Name 'of'".

    Consequently, by believing, we have access to an infinite contingent of help, assistance... infinite! But it happens that, we usually limit the response to our reasonable and knowable possibilities.

There is no place to escape. We are libertarians.

    There is no place to hide. Everything is open. The heavens open.

There is no place to give up. Help is permanent and effective.

    And this is how going... and letting ourselves go... enlightens us and awakens us to a creative enthusiasm, to an art of loving, to an ocean of love that shelters us, feeds us, nourishes us, and projects us.

Amen.

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Lema Orante Semanal

 

Creacionalmente somos configuraciones sin miedo

12 de mayo de 2025

    Sí es posible, sí es posible que estemos atravesando, como humanidad, una estancia de miedo superior a la que nos antecede en otras historias. Una estancia de miedo a nivel… mucho más amplificada que en otros momentos graves –como guerras mundiales, etcétera- que se concentraban más en los horrores.

En el transcurrir actual, el miedo es el leitmotiv de cualquier comunicado.

    La Llamada Orante nos advierte a propósito de los miedos; que, por una parte, se… –por así decirlo- se heredan de los contextos familiares, educativos, culturales, económicos, espirituales… Hay una disposición a sostenerse en el miedo, incluso también a producirlo como mecanismo de defensa, aunque ahora se llama “de disuasión”: “Ladro y te asusto para disuadirte de que me puedas tú atacar”.

    Y así, poco a poco, las poderosas influencias creadas en base al estilo de vivir se han manifestado con el miedo por delante.

    Creando susto, temor, aislamiento, individualismo… y búsqueda de seguridad.

    Haciendo que el ser renuncie a su libre expresión, que sea obediente a los temores, a los miedos propagados… y quede ahí secuestrado, entre los miedos heredados y los miedos circunstanciales que cada día van surgiendo.

La pregunta evidente es: “¿Por qué? ¿Por qué ese miedo?”.

    Y la otra pregunta también evidente: “¿Qué hacer ante ese miedo generalizado en todas las áreas?”. Miedo a comer esto o aquello, miedo a respirar en tal o cual ambiente, miedo a dormir con tal o cual almohada, miedo a hacer o no hacer ejercicio, miedo a… Es interminable la lista de avisos.

    Quizás el origen de ese miedo surgió cuando alguien se sintió superior a otro. Y el otro aceptó esa superioridad. Y a partir de ahí se fue encadenando una serie de miedos que se vieron rentables, puesto que al que recibía ese miedo se le recluía, se le aislaba, se le hacía obediente.

    Hay que preguntarse: “La materia viviente, la vida en general, ¿se gesta por el miedo o se gesta por la concordia, por el acuerdo, por la necesidad de infinitos componentes que se sienten atraídos para configurar y conformar las diferentes e infinitas variables en las que se muestra la vida?”.

    La vida es un acontecer solidario, comunitario… y de una atracción sensible; que en diferentes momentos se le puede llamar de diferentes formas, según la especialidad de bioquímico, biólogo, médico, antropólogo… Pero esa afinidad de atracción es Misterio Creador, es Amor.

    Y así, una molécula con otra, un radical con otro –por cifrar aspecto bioquímico simple, pero se puede ampliar a un grupo, una comunidad, personas-, se sienten atraídos.

    En todo ese proceso no hay miedo. Si hubiera… o si fuera el miedo un acontecer institucionalizado en la vida, no hubiera sido posible que apareciera ésta.

    Y esta consideración resulta significativa a la hora de plantearse los miedos propios y los miedos inducidos por el entorno. Si sabemos que creacionalmente somos configuraciones sin miedo, y éste aparece como una variable –debido a la acción de infinitas posibilidades- que se da en la vida gracias al Misterio Creador, estaremos en una actitud –si asumimos que somos entidades sin miedo- estaremos en una actitud de permanente sintonía con todo lo que nos vamos encontrando, sin advertirnos, sin avisarnos, sin: ¡cuidado, cuidado, cuidado!

    Una cohorte de cuidados, derivados del miedo, se establece como una vía de prevención… que termina formando una estructura con defensa, con ataque.

    Desde la eternidad de la vida, ésta se hace infinita gracias a que no anida en ella el miedo; porque éste paraliza, impide el desarrollo, acude a la defensa… y el combate queda como vía de solución –¿solución?- a esa diversidad incontable de miedos.

    Si asumimos –según nos muestra el Misterio Creador- que somos producto de una expresión solidaria, comunitaria, de atracción permanente gracias a lo que genéricamente podemos llamar “amor” –sin ahondar en ello-, tenemos una primera forma de qué hacer ante la aparición de este llamado “miedo”: reconocernos en nuestra identidad.

    No existe –salvo en la manipulación del estilo de vida que se ha ido creando-, no existe un ser conformado, superior a otro.

    Pero ocurre que cuando alguno pierde su identidad, su capacitación, su asumir lo que es, entonces, sí: siempre aparecerá –gracias a nuestra pérdida de identidad- un depredador.

    Y ese miedo, ese reconocerse inferior, traerá consigo todas las angustias, ansiedades, preocupaciones y desarreglos en todos los niveles, y hará que el ser busque la evasión o la confrontación: o confronta con un sentido de poder, o se evade y huye permanentemente a través de la propia huida, o a través de alcohol, drogas… y unas variables desquiciantes productos del miedo.

    La Llamada Orante proclama, en el orar, la forma, la manera de entrar en ese “no-miedo”; la forma, la manera de asumirse en lo que se es y en lo que se va siendo. No somos un proyecto acabado. Somos un proyecto amplificado, un proyecto novedoso, un proyecto descubridor.

Habitamos en el infinito. No puede ser de otra manera.

    Y es así que la Llamada Orante se convierte en un oasis en donde se recoge el agua bendita: esa que purifica, esa que nos transciende, nos transfigura… y nos permite ser entidades liberadoras.

    Bien es cierto –“bien es cierto”- que estamos rodeados de amenazas reales que aprietan –sí- y que desafían nuestra posición liberadora, nuestra posición bendita.

    Y son entidades de poder… en lo económico, en lo social, en lo político, en lo afectivo, en lo emocional, en lo espiritual. Ya las religiones, por ejemplo, se encargan de amedrentarnos con el mismísimo Misterio Creador, que nos va premiando y castigando dependiendo de lo que hagamos.

    Empleando un argot muy simple, diríamos: “¿Es que no tiene otra cosa que hacer? ¿Es que la naturaleza del Misterio se gesta sólo para nuestra especie?”. ¡Por favor!

    Decía la plegaria: “Nuestro Auxilio es el Nombre ‘de’…”, que es una invitación clara hacia el orar.

    Y es que, con el auxilio, estamos en permanente sintonía con ese manantial, con esa agua bendita de ese oasis.

    Habrá y hay, siempre, motivaciones racionales, lógicas, entendibles, comprensibles… para defenderse del miedo.

    Y con ellas tenemos que tener mucho cuidado, porque nos pueden armar, nos pueden separar, nos pueden recluir.

    Y es ahí cuando la bendición de nuestra naturaleza, cuando nuestro auxilio acude para que esas “razonables” preocupaciones, angustias, ansiedades, tristezas, se disipen, porque son producto de una trayectoria de poder. Y la trayectoria del ser, como expresión de materia viviente, no es poder; es manifestación: una réplica del Misterio Creador.

    Y al decir “una réplica”, evidentemente nos referimos a una muestra, como es la vida, que nos embarga y nos cautiva. Pero que no pretende ser, ni declararse, poderosamente divina, poderosamente dominante, poderosamente… ¡no! Sí, asombrosamente sorprendida; sí, asombrosamente agradecida; sí, asombrosamente enamorada de ser. “Enamorada de ser”.

    Así que… empezar cuanto antes a eliminar esas minusvalías generadas por el poder en general; incluso el poder propio.

    Es el momento de diluir esas temerosas posiciones que sólo ayudan a que las actitudes de poder se ejerciten aún más.

    Estamos pasando las penalidades de un desierto –sin agua, sin alimento-… hasta que aparece el lugar, el punto, el manantial, el oasis.

    Y así como nos cuentan que, con ese golpe de bastón, de las piedras surgió el agua, con ese golpe de consciencia descubrimos la oración: el oasis del alivio. Pero de un alivio no momentáneo, sino de un alivio esperanzador, creyente, creciente, amplificado, que nos hace ser seres liberados y en consecuencia solidarios, convivenciales y amantes de las virtudes.

No hace falta culpar, señalar; que es una forma de ejercer miedo y poder.

    Como cuando nos recomendaban:“por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa”. Nos hacían generar miedo y nos sentíamos culpables, y con ello ejercíamos, y señalábamos y culpábamos a otros. Y así, una cadena interminable.

    Liberarse de señalar, de culpar; liberarse de ejercer un poder y, en consecuencia, estar, cada uno con su identidad, en una universalidad de la vida; en una diversidad complaciente.

***

Creatively we are fearless configurations

2025-05-12

    Yes, it is possible, yes, it is possible that as humanity, we are going through a period of fear greater than that which precedes us in other histories. A period of fear at a level... much more amplified than in other serious moments –like world wars, etcetera- that were more focused on the horrors.

In today's world, fear is the leitmotiv of any communication.

    The Prayer Call warns us about fears; that, on the one hand, they are... –so to speak- inherited from family, educational, cultural, economic, spiritual contexts... There is a disposition to hold on to fear, even to produce it as a defence mechanism, although it is now called "of deterrence":"I bark and frighten you to dissuade you from attacking me".

    And so, little by little, the powerful influences created by lifestyle have manifested themselves with fear at forefront.

Creating fright, fear, isolation, individualism... and a search for security.

    Making the being renounce its free expression, to be obedient to fears, to propagated fears... and to be sequestered there, between the inherited fears and the circumstantial fears that arise every day.

The obvious question is: "Why? Why this fear?”.

    And the other obvious question: "What to do in the face of this generalised fear in all areas?”. Fear of eating this or that, fear of breathing in this or that environment, fear of sleeping with this or that pillow, fear of exercising or not exercising, fear of... The list of warnings is endless.

    Perhaps the origin of this fear arose when someone felt superior to another. And the other accepted this superiority. And from there, a series of fears began to develop that were seen to be profitable, since the one who suffered that fear was confined, isolated and made obedient.

    We must ask ourselves: "Is living matter, life in general, born out of fear, or is it born out of concord, agreement, the need for infinite components that are attracted to configure and shape the different and infinite variables in which life appears?”.

    Life is an event of solidarity, community... and of a sensitive attraction; which at different times can be called by different names, according to the speciality of biochemist, biologist, doctor, anthropologist... But this affinity of attraction is Creative Mystery, it is Love.

    Thus, one molecule with another, one radical with another –to put it in simple biochemical aspect, but it can be extended to a group, a community, people- they are attracted to each other.

    In this whole process there is no fear. If there were... or if fear were an institutionalised occurrence in life, it would not have been possible for this to appear.

    And this consideration is significant when we consider our own fears and the fears induced by the environment. If we know that creatively we are fearless configurations, and fear appears as a variable –due to the action of infinite possibilities- that are given in life thanks to the Creator Mystery, we will be in an attitude –if we assume that we are fearless entities- we will be in an attitude of permanent harmony with everything we encounter, without warning, without: watch out, watch out, watch out!

    A cohort of care, derived from fear, is established as a means of prevention... which ends up forming a structure with defence, with attack.

    From the eternity of life, it becomes infinite thanks to the fact that fear does not nest in it; because fear paralyses, prevents development, resorts to defence... and combat remains as a way of solution –solution?- to this countless diversity of fears.

    If we assume –as the Creator Mystery shows us- that we are the result of a communal expression of solidarity and permanent attraction thanks to what we can generically call "love" –without delving too deeply into it- we have a first way of what to do when faced with the appearance of this so-called "fear": to recognise ourselves in our identity.

    There is no such thing –except in the manipulation of the lifestyle that has been created- there is no such thing as a conformed being, superior to another.

    But it happens that when someone loses their identity, their ability, their acceptance of who they are, then, yes: there will always appear –thanks to our loss of identity- a predator.

    And this fear, this recognition of oneself as inferior, will bring with it all the anxieties, anguish, worries and disorders at all levels, and will make the being seek evasion or confrontation: either it confronts with a sense of power, or it evades and flees permanently through its own flight, or through alcohol, drugs... and some unhinged variables as result of fear.

    The Prayerful Call proclaims, in prayer, the form, the way to enter into this "no-fear"; the form, the way to assume oneself in what one is and in what one is becoming. We are not a finished project. We are an amplified project, a new project, a discovering project.

We dwell in infinity. It cannot be otherwise.

    And so, the Prayerful Call becomes an oasis where holy water is collected: that which purifies, that which transcends us, transfigures us... and allows us to be liberating entities.

    It is quite true –"it is true"- that we are surrounded by real threats that squeeze –yes- and challenge our liberating position, our blessed position.

    And they are entities of power... economically, socially, politically, emotionally, spiritually. Religions, for example, are tasked with intimidating us with the very Creator Mystery itself, which rewards and punishes us depending on what we do.

    To use very simple slang, we would say: "Doesn’t it have anything else to do? Is the nature of the Mystery gestated only for our species?”. Please!

The prayer said: "Our Help is the Name 'of'...", which is a clear invitation to pray.

    And the fact is that, with the help, we are permanently in tune with that spring, with that blessed water of that oasis.

    There will always be, and there always are, rational, logical, understandable, comprehensible motivations... to defend oneself against fear.

    And we have to be very careful with them, because they can arm us, they can separate us, they can seclude us.

    And that is when the blessing of our nature, when our help comes so that those "reasonable" worries, anxieties, concern, sadness, dissipate, because they are the result of a trajectory of power. And the trajectory of being, as an expression of living matter, is not power; it is manifestation: a replica of the Creator Mystery.

    And when we say "a replica", we obviously mean a sample, as life is, that overwhelms and captivates us. But which does not try to be, nor declare itself to be, powerfully divine, powerfully dominant, powerfully... no! Yes, astonishingly surprised; yes, astonishingly grateful; yes, astonishingly in love with being. "In love with being".

    Thus... start as soon as possible to eliminate these handicaps generated by power in general; even one's own power.

    It is time to dilute those fearful positions that only help power attitudes to be further exercised.

    We are going through the hardships of a desert –no water, no food-... until the place, the spot, the spring, the oasis appears.

    And just as we are told that, with that stroke of the cane, water emerged from the stones, with that stroke of conscience we discover prayer: the oasis of relief. But not a momentary relief, but a hopeful, believing, growing, amplified relief, which makes us liberated beings and consequently beings of solidarity, of coexistence and lovers of virtues.

    There is no need to blame, to point fingers; that is a way of exercising fear and power.

    Like when we were advised: “because of my fault, because my fault, because of my great fault". They made us generate fear and we felt guilty, and with that we acted, and we pointed and blamed others. And thus, an endless chain.

    To free ourselves from pointing fingers, from blaming; to free oneself from exercising power and, consequently, to be, each one with its own identity, in a universality of life; in a complaisant diversity.

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