Lema Orante Semanal

 

Al abismo te lanzarás sin reservas,

y ése será tu abrigo

24 de marzo de 2025

    El ser llamados a orar… representa un acontecer que, por el mero hecho de que ocurra, ya nos dispone hacia nuestras mejores escuchas, hacia el alivio de nuestros lamentos, hacia la disolución de los resentimientos, hacia la desaparición de los prejuicios… puesto que, al lugar que nos llaman, debemos ir con nuestras mejores “galas”: desde nuestra pequeñez, desde nuestra suprema ignorancia, desde nuestra inocencia.

    Esta actitud, esta disposición, nos permite resaltar lo que consideramos nuestras virtudes, lo que creemos que son nuestras bondades, lo que sentimos que es… “lo bien hecho”.

    Nos permite, además, disolver la actitud de poder, de dominio, de control, para colocarnos en un servicio de colaborar, de solidarizarse y de una escucha universal que nos dé alientos de esperanza.

    Y ocurre que nuestro ser está ungido por el suspiro del Misterio Creador. Y ocurre que en cada cuita que gravite sobre nuestra forma de estar, tenemos el auxilio de la probabilidad: ese que se presenta como aparentemente imposible, pero precisamente lo hace para descubrirnos “siempre posibles”.

    Y ocurre que nuestras deudas, esas de afectos, defectos, promesas, tienen –todas- el halo del Misterio Creador. Y es así que, al prever hasta alcanzar la certeza de que esto ocurre, nuestro sentir será lo que en previsión es: un equivalente de la Creación; un equivalente visionario y misionario –“visionario y misionario”- de un estar, de un ser y de un hacer… “pro-vi-den-cial”.

    Y ocurre –nos dice la Llamada Orante- que no hay pena que no pueda ser consolada; que no hay dolor que no pueda ser aliviado.

    Y es así que nos disponemos a ser alivio y a ser consuelo con nuestra presencia, con nuestras palabras, con nuestros gestos.

    Y así “aprehendemos” a incorporarnos a las tareas de reconstruir, reavivar, reconocer y proveer hacia lo necesitado.

    Y también nos allana, el Misterio Creador, el trayecto de nuestras aún no ejercitadas liberaciones. Nos avisa con las casualidades.

    Y nos queda –por nuestra parte- implorar que seamos capaces de percibir la luz que alumbra el sendero que nos corresponde…; que seamos capaces de no comparar, y así evitar la envidia y la vanidad.

    Y es así que, al llamarnos a orar, nos llaman a purificarnos, a engalanarnos con la mejor sonrisa, la mejor ayuda, la impecable actitud.

    Que vayamos más allá del “cumplir”… y que, a la vez, seamos y estemos en disposición de ser y contemplar la excepción.

Y así, ser flexibles y decorosos a la hora de escuchar.

Y a la hora de responder, ser prudentes y luminosos.

    Que nuestro estar no sea un reclamo… sino un ejemplo; sin pretender con ello un reconocer, un aplauso o una medalla.

    Se nos provee permanentemente, en cada latido, en cada respiración, de los recursos, de los medios para una realización remarcable; para una realización en la que nos sintamos plenos.

    Digno y liberador es… –“digno y liberador es”- el reconocerse en el privilegio del acceso a alimentos, al descanso, a los recursos del cuido personal, a las posibilidades de descubrir, de aprender, a las ocasiones de mostrar nuestro amar… y de sentirnos amados.

    Y, en consecuencia, asumir nuestros privilegios ante aquellos que tienen, en su visión, las rejas; en su espacio, el camastro; en su desplazarse, el grito; en su alimento… ¡ay!, ¡cuando llegue!; en su cuerpo, la llaga; en su presente, nada; en su futuro, no existe.

    ¡Ay de aquellos que están entre clavos!... ¡Qué decirles desde nuestros privilegios!

    Hablar de nuestra excepcionalidad… y testimoniar incorporando esas “casualidades” que nos han permitido el cobijo, mientras a otros se les ha dado el desaliento.

No pretendemos –y no se pretende- entenderlo.

    Pero sí la Llamada Orante nos implica a… ¡sentirlo!; a contemplar el Misterio, y a actuar en consecuencia con nuestros dones.

Que ni una migaja quede en la reserva.

Que todo esté disponible, como se dispone la Creación hacia nosotros.

    Es tiempo, sí, de adaptarse… de forma creativa y complaciente. Y al adaptarnos mostramos nuestras cartas, que no son ni mejores ni peores –no tienen calidades-, pero cada una de ellas es necesaria.

    Y en el hacer, que se note nuestra mano; que se intuya nuestro perfume. ¡No como protagonista!, sino como actuación: como actor que nos corresponde.

    Y en la medida en que nos adaptamos en la excepcionalidad y nos creativizamos en la originalidad, nuestra actitud, ¡nuestro ánimo, nuestro humor!… muestran complacencia; el sentir que es lo que debemos hacer, y con ello, la alegría de saber que eso es lo adecuado.

    Pero nuestra complacencia ha de ser compartida; ha de tener canales de comunicación.

    Y esa comunicación, esa complacencia compartida, tiene un suelo de respeto y un cielo de admiración hacia todo lo que nos rodea. “Un suelo de respeto y un cielo de admiración hacia todo lo que nos rodea”.

Y así no estará la sospecha del fallo, del error.

    Las opiniones pueden ser diversas, pero no habrá motivo de arrepentimiento.

No es motivo de exigir a los demás lo que nosotros hacemos y podemos realizar.

    No vamos a llamar a los otros para que sean solidarios. ¡Tenemos que ser solidarios!

No reclames lo que tú no has empezado aún a hacer, o que estás haciendo.

Deja, deja que cada uno aprenda… de tu ejemplo.

    Deja que cada cual despierte cuando la Providencia lo promueva.

    No obligues con la amenaza… y no castigues con tus gestos.

    Nos educaron en los logros de la vanidad, del “yo” por delante. Nos adiestraron en el ganar, en el acopio, en la seguridad, en la defensa y en el ataque.

No nos dieron de comer bondades.

    Nos enseñaron la dureza del camino, pero no nos mostraron las semillas ocultas.

    Nos castigaron para enseñarnos y nos prohibieron para hacernos obedientes.

Con todo ello, no podía emanar algo… sobresaliente.

    Y es así que nos encontramos –y es el reclamo de la Llamada Orante- en la necesidad de empezar de nuevo, ahora que hemos descubierto, ahora que descubrimos la evanescencia de lo aprendido; las enseñanzas de lo equivocado, para buscar la renta y el beneficio.

El trigal se balancea con el viento… y sabe guardar cada grano.

No se queja; ofrece, da.

    Y si una espiga da ciento por uno, ¿cuántos miles de más puede dar un ser, una muestra de humanidad?

Cada Llamada Orante es un acontecer irrepetible, incomparable e inigualable.

Y no reclama importancia, pero sí constancia.

“Al abismo te lanzarás sin reservas, y ése será tu abrigo”.

***

Into the abyss you will throw yourself without reserve, and that will be your shelter

2025-03-24

    To be called to pray… represents an event which, by the very fact of taking place, already disposes us toward our best listening, toward the relief of our laments, toward the dissolution of resentments, toward the disappearance of prejudices… since, to the place where we are called, we must go in our best “finery”: from our smallness, from our supreme ignorance, from our innocence.

    This attitude, this disposition, allows us to highlight what we consider our virtues, what we believe to be our goodness, what we feel to be… “well done”.

    It also allows us to dissolve the attitude of power, domination, control, to place ourselves in a service of collaboration, of solidarity, and of a universal listening that gives us encouragement of hope.

    And it happens that our being is anointed by the sigh of the Creative Mystery. And it happens that in every trouble that weighs on our way of being, we have the aid of probability: that which presents itself as apparently impossible, but does so precisely to reveal to us as "always possible".

    And it happens that our debts, those of affections, defects, promises, all have the halo of the Creative Mystery. And so it is that, by foreseeing until we reach the certainty that this happens, our feeling will be what in foresight it is: an equivalent of Creation; a visionary and missionary equivalent –"visionary and missionary"- of a being, of a way of being, and of a doing... "pro-vi-den-tial".

    And it happens –the Prayerful Call tells us- that there is no sorrow that cannot be consoled; that there is no pain that cannot be relieved.

    And so it is that we prepare ourselves to be relief and consolation with our presence, with our words, with our gestures.

    And so, we "learn" to join in the tasks of rebuilding, reviving, recognizing, and providing for those in need.

    And the Creative Mystery also paves the path of our as-yet-unexercised liberations. He warns us with coincidences.

    And it remains for us –for our part- to implore that we may be capable of perceiving the light that illuminates the path that corresponds to us…; that we may be capable of not comparing, and thus avoid envy and vanity.

    Thus, in calling us to pray, we are called to purify ourselves, to adorn ourselves with the best smile, the best help, the impeccable attitude.

    May we go beyond "complying"… and, at the same time, be and be willing to contemplate the exception.

And thus, to be flexible and decorous in listening.

And when responding, to be prudent and luminous.

    May our presence not be a demand… but an example; without claiming recognition, applause, or a medal.

    We are permanently provided, in every heartbeat, in every breath, with the resources, with the means for a remarkable realisation; for a realisation in which we feel fulfilled.

    Dignified and liberating… –“it is dignified and liberating”- to recognize ourselves in the privilege of access to food, to rest, to the resources of personal care, to the possibilities of discovering, of learning, to the opportunities to show our love… and to feel loved.

    And, consequently, to assume our privileges before those who have, in their vision, the bars; in their space, the cot; in their movement, the cry; in their food… oh, when it arrives!; in their body, the sore; in their present, nothing; in their future, it does not exist.

Woe to those who are between nails!... What can we say to them from our privileges?

    To speak of our exceptionality… and bear witness by incorporating those “coincidences” that have allowed us shelter, while others have been given discouragement.

We don't pretend –and it is not intended- to understand it.

    But the Prayerful Call does involve us… to feel it!; to contemplate the Mystery, and to act accordingly with our gifts.

Let not a crumb be left in reserve.

Let everything be available, as Creation makes itself available to us.

    It is time, yes, to adapt… in a creative and complaisant way. And by adapting, we reveal our cards, which are neither better nor worse –they have no qualities- but each one of them is necessary.

    And in our actions, let our hand be noted; let our perfume be sensed. Not as a protagonist! But as a performance: as an actor that corresponds to us.

    And to the extent that we adapt to exceptionality and become creative in originality, our attitude, our spirit, our humour!... show complacency; the feeling that this is what we should do, and with it, the joy of knowing that it is the right thing to do.

    But our complaisant attitude must be shared; it must have channels of communication.

    And that communication, that shared complaisant attitude, has a ground of respect and a sky of admiration for everything around us. "A foundation of respect and a sky of admiration for everything around us".

And thus, there will be no suspicion of failure, of error.

Opinions may be diverse, but there will be no cause for regret.

This is no reason to demand from others what we do and what we can achieve.

    We are not going to call on others to be supportive. We have to be supportive!

Don't demand what you haven't yet begun to do, or what you are doing.

Let, let everyone learn... from your example.

Let each one awake when Providence prompts them.

    Don't force with threats... and don't punish with your gestures.

    We were educated in the achievements of vanity, with "I" first. We were trained in winning, in hoarding, in security, in defence, and attack.

We were not fed goodness.

    They taught us the hardness of the path, but they didn't show us the hidden seeds.

They punished us to teach us and forbade us to make us obedient.

With all this, nothing... outstanding could emanate.

    And so, we find ourselves –and this is the call of the Prayerful Call- in the need to start over, now that we have discovered, now that we discover the evanescence of what we have learned; the teachings of the wrong, to seek for income and profit.

    The wheat field sways in the wind… and knows how to preserve every grain.

It doesn't complain; it offers, it gives.

    And if one ear of wheat gives a hundredfold, how many thousands more can a being, a sign of humanity, give?

Each Prayerful Call is a unique, incomparable, and unparalleled event.

And it doesn't demand importance, but rather perseverance.

"Into the abyss you will throw yourself without reserve, and that will be your shelter".

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Lema Orante Semanal

 

La trascendencia de las palabras

17 de marzo de 2025

    Y ocurre que, a través de… el transcurso de las vidas de todo lo viviente, el ser de humanidad se impregna de sonidos del entorno, y a la vez expresa, con su sonoridad, esa respuesta de los sonidos de su alrededor. Como consecuencia de esa conjugación, de ese encuentro, surge la palabra.

Pero… la palabra se hace acción y se hace realización.

    Y recordando el Evangelio de San Juan: “En el Principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios”… –Dios era la Palabra-, debemos presumir que ese sonido que emitimos –que llamamos “lenguaje”, “palabras”- es la consecuencia de nuestra naturaleza de origen Celeste y nuestro aterrizaje en este lugar del Universo… en el que tenemos que transcurrir, en el que tenemos que vivir.

    De ahí que las palabras tengan un significado místico, un significado misterioso; y, a la vez, como hemos ido viendo a lo largo de la historia del ser humano, un medio de comunicación.

    Si esas palabras –nuestras palabras- son místicas, debemos darles toda la trascendencia que tienen por su origen de Creación.

    Y, en consecuencia, cada palabra que emitamos, sabiendo su procedencia misteriosa, podemos descubrir que, por su trascendencia, ejercita efectos sobre nosotros mismos y sobre el entorno.

    Se convierte así, cada palabra, en un impulso, una vibración que actúa sobre quien la dice y sobre el entorno, más allá –actúa más allá- que lo que significa la palabra en sí como lenguaje.

Es por ello que, por ejemplo, surgen los cantos ceremoniales, la poesía, los mantras…

    Se busca, en diferentes culturas –sea cual sea la edad: antiguas, muy antiguas o más cercanas-… encontramos esos cantos que pretenden dar a la palabra ese toque misterioso… más allá del lenguaje, como “significado”, de cada palabra.

    Y es así que la Llamada Orante nos incita a entrar en… tomar consciencia de nuestras palabras, de nuestros versos, de nuestros cánticos, de nuestros mantras… para que sean estos sonidos, estas palabras, una sintonía con la Creación y una vinculación con el Misterio Creador.

¡Ay!, Misterio insondable que siento…

cuando la oscuridad parpadea con sus estrellas.

¡Ay! Mi vanidad se pregunta dónde estoy…

sin darme cuenta de que Tú, Misterio Creador,

¡me llevas!... en tus brazos.

¡Ay! Cada instante es una visión de cómo me guías,

de cómo me haces descubrir Tu Amor.

Y con ello me gratifico… y trato de imitar tu Bondad.

Y me ejercito en sintonizarme con lo viviente.

Y me ejercito en la ternura, en la amabilidad,

en la Bondad que soy capaz de transmitir.

Y así noto que me reconforto,

¡que reconforto al entorno!...

Y siento Tu apoyo.

Siento que no soy yo;

yo como individualidad, como persona…

No.

Me descubro como intermediario,

como mensajero de Tu Amor.

    Nos llaman, desde la Llamada Orante, a ejercitar la trascendencia de cada palabra.

De transformarnos; de transfigurarnos con ellas.

    De hacer, de las fuerzas que se unen para formar la materia, algo… algo vibrante, algo fluido.

    Que la espesura, el atasco, la dificultad, el cansancio, no se apoderen de… nuestro sonido original.

    Sabernos portadores de sonidos místicos, a través de las palabras, nos da la ilusión, la actitud entusiasta y esperanzadora… de ir asumiendo diferentes frecuencias en nuestro vivir diario.

    Si –como se dijo- “una palabra tuya bastará para sanar”, al igual que “en el Principio era la Palabra”, a poco que veamos lo que hemos ido haciendo –de “hacer”- lo hemos hecho a través de la palabra, que ha transmitido una idea, un concepto y una manera de actuar.

    Nuestro instinto de santidad promueve el buscar y encontrar –¡seguro!- la palabra, las palabras, el sonido; ¡incluido el silencio!, que es la palabra del Misterio Creador entre nosotros.

Sin ese silencio no sería posible escuchar el sonido.

De ahí que nuestro silencio es parte de nuestra expresión.

    No… ¡no abandonarse al lenguaje corriente, cotidiano, vulgar, estrecho, repetitivo!...

Buscar la expresión que sea digna de romper el silencio.

***

 

The transcendence of words

2025-03-17

    And it happens that, through... the course of the lives of all living things, the being of humanity is impregnated with sounds of the surrounding, and at the same time expresses, with its sonority, that response of the sounds around it. As a consequence of this conjugation, of this encounter, the word emerges.

But... the word becomes action and becomes realization.

    And remembering the Gospel of Saint John: "In the Beginning was the Word, and the Word was with God"… –God was the Word- we must presume that the sound we emit –which we call "language," "words"- is the consequence of our nature of Celestial origin and our landing in this place in the Universe... where we have to pass, in which we must live.

    Hence, words have a mystical meaning, a mysterious significance; and, at the same time, as we have seen throughout mankind history, a means of communication.

    If these words –our words- are mystical, we must give them all the transcendence they have due to their origin as Creation.

    And, consequently, every word we utter, knowing its mysterious origin, we can discover that, due to its transcendence, it exerts effects on ourselves and on the environment.

    Thus, each word becomes an impulse, a vibration that acts on the speaker and on the environment, beyond –it acts beyond- what the word itself means as language.

This is why, for example, ceremonial chants, poetry, mantras arise…

    We search, in different cultures –whatever the age: ancient, very ancient, or more recent-… we find those chants that aim to give the word that mysterious touch… beyond language, as the “meaning” of each word.

    And so, the Prayerful Call incites us to enter into... becoming aware of our words, our verses, our chants, our mantras... so that these sounds, these words, may be a harmony with Creation and a link with the Creative Mystery.

Oh!, Unfathomable Mystery that I feel...

when the darkness flickers with its stars.

Oh! My vanity wonders where I am...

without realizing that You, Creative Mystery,

carry me!... in your arms.

Oh! Every moment is a vision of how you guide me,

of how you make me discover Your Love.

And with this, I am gratified... and I try to imitate your Goodness.

And I exercise myself to be in tune with the living.

And I exercise myself in tenderness, kindness,

in the Goodness that I am able to transmit.

Thus, I feel that I comfort myself,

that I comfort the surrounding!…

And I feel Your support.

I feel that I am not I;

Me as an individual, as a person...

No.

I discover myself as an intermediary,

as messenger of Your Love.

    They call us, from the Prayerful Call, to exercise the transcendence of each word.

To transform us; to transfigure us with them.

    To make, from the forces that unite to form matter, something… something vibrant, something fluid.

May the thickness, blockage, difficulty, tiredness, not take over… our original sound.

    Knowing that we are bearers of mystical sounds, through words, gives us the illusion, the enthusiastic and hopeful attitude… to assume different frequencies in our daily lives.

    If –as has been said- “a word from you will be enough to heal”, just as “in the Beginning was the Word”, then if we look briefly at what we have been doing – “doing”- we have done it through the word, which has conveyed an idea, a concept, and a way of acting.

    Our instinct of holiness promotes seeking and finding –for sure!- the word, the words, the sound; including silence!, which is the word of the Creative Mystery among us.

Without that silence, it would not be possible to hear the sound.

Hence, our silence is part of our expression.

No... do not abandon yourself to everyday, vulgar, narrow, repetitive language!...

Look for the expression that is worthy of breaking the silence.

***