lunes

Lema Orante Semanal

 

Escuchar lo que la Creación insinúa sobre nosotros

25 de noviembre de 2024



Se transita en el vivir con todo el andamiaje –cultural, intencional, organizado y estipulado- que va a condicionar la identidad de cada ser a la hora de descubrir, aprender, adaptarse, relacionarse, convivir.

Pareciera como si los seres, en su programación –que sufren a lo largo de los primeros momentos de su vida-, no tuvieran ese… “orificio” de otra dimensión, de otras perspectivas. Y cada cual se atrinchera en sus principios –¿principios?-, en sus verdades –¿verdades?-, en sus sentires… Pero todo ello adquiere una preponderancia tan grande, que no se percibe, no se escucha, no se valora, no se evalúa lo que otros piensan, sienten, calculan. Y es así que la contienda está servida, ya que el convivir es inevitable: con aquel, con aquella, con aquellos, con nosotros… Somos seres sociales, aunque el comportamiento sea antisocial.

Y cada cual defiende su posición con las mejores armas. ¡Armas! Armas de palabras, actitudes, posiciones… que garantizan la continuidad del enfrentarse.

Esta garantía de enfrentamiento no conduce al desarrollo de nuestra naturaleza.



Y no es cuestión de revisar, reevaluar, reconsiderar…; que está bien –está bien, sí- y es necesario –sí-, pero la Llamada Orante nos recuerda insistentemente que tenemos otras perspectivas, otras realidades, otras sensaciones, otras vivencias… que habitualmente quedan suspendidas o en los sectarismos o en los radicalismos o –sí, también a veces- en instantes liberadores.

Y ahí está el Llamado Orante: el asumir esos instantes liberadores, esa otra perspectiva que gravita sobre los seres; ese ama-necer que nos permite nacer por el amor que nos derraman…; esa actitud virtuosa que adorna a la humanidad, de “sentir”: de sentir en ese otro plano, de sentir en esa consciencia de amor de la que tenemos un pequeño destilado, que es con el que nos arreglamos.



En consecuencia, podríamos decir que, en ese transcurrir –además de revisar, reparar, reconsiderar, desarmar nuestras posiciones-, darle esa preponderancia, ese privilegio que no es tal, es expresión de la Creación, que es lo que somos. Darnos esa opción de ese pequeño orificio que queda, que está, que estará, en el que se nos ve con sentido solidario, con sentido comprometido, con sentido de adaptación, con sentido de escucha, con sentido de escuchar antes al otro y después escucharme a mí… para que así no haya una preponderancia, para que así podamos darnos cuenta de las divergencias de percepción.



Recientemente, por ejemplo, hemos vivido –y vivimos como coletazos- ese terrible drama de la “Dana” o “gota fría”. Y hoy descubrimos que los que tenían la responsabilidad, los que tenían que tener el conocer, el saber, la capacidad de decisión por el cargo que ocupaban –y en esa onda, un largo etcétera- no actuaron, no dieron la respuesta para lo que estaban preparados, diseñados. Y eso hubiera colaborado, sin duda, en que la catástrofe hubiera sido –las catástrofes personales- hubieran sido menores.

Pero los puntos de vista de cada uno difieren. La interpretación de unos es “A”, y del mismo hecho hay interpretaciones del resto de palabras del abecedario.



De igual forma, a nivel mundial hemos vivido esas competencias, esa competitividad de líderes en busca del poder, utilizando todo tipo de insultos, todo tipo de descrédito.

Una guerra…; terminada la cual, con un vencedor, los vencidos han de plegarse a las condiciones del ganador, y por muchos adornos que quieran poner a las palabras solidarias, se nota el resquemor del haber perdido.

Escenarios diferentes, locales e internacionales, nos muestran esa divergencia “confrontadora” en la que cada uno conoce su versión, pero desconoce la versión del otro, de los otros.

Y, en consecuencia, como el mundo no está hecho a nuestra medida, sino que nosotros nos tenemos que adaptar creativamente a ese mundo que progresivamente es creativo y evolucionante, si no es así, la confrontación, las divergencias, los enfrentamientos serán la norma, como ha sucedido hasta ahora. Según qué años se cuenten, unos llevan 2024 años, otros llevan 5785 años, otros... Calendario arriba, calendario abajo, esas posiciones apenas se han cambiado.



Y cada ser, a lo largo de su trayectoria, cambia –¡aunque no quiera!-, modifica pequeños parámetros, y tiene oportunidades “continuamente” de traspasar la obligación para hacerse liberación.

Traspasar la obligación para hacerse liberación.



Pero si cada individuo, cada pueblo, cada comunidad, cada país, se queda en sus principios, en sus reglas, en sus normas, evidentemente los vecindarios van a sufrir continuas divergencias.



Pero la Llamada Orante nos transmite que, por encima, por los lados, por arriba, por abajo, ¡tenemos otra realidad!... que nos mantiene, nos entretiene, nos dota…

Y otra realidad de cuido, otra realidad de posibilidades que, a través de la Llamada Orante, se muestran, se insinúan, para que efectivamente vayamos, en el cotidiano estar, desde la obligación de mis razones, de mis verdades, de mis obligaciones, hacia las liberaciones; hacia esas otras posiciones en las que lo aprendido, lo heredado, lo personal… empieza a perder protagonismo, y empieza a ganar lo universal, empieza a ganar protagonismo lo Eterno, lo Infinito.

Sí. Conceptos que gravitan… y se resisten –siempre se resistirán- al dominio y al control del ser.



Y así, no existirá esa verdad de esa religión, de esa filosofía… como algo verdadero y auténtico.

Y, si no existe, dejará de condicionar permanentemente nuestras capacidades, y empezaremos a abrirnos a las virtudes de la Creación.



Pero ya es cierto, ya es cierto que si “en un Principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y nada se hizo sin ella” –como cita el Evangelio de San Juan en su introducción- y tenían las palabras un valor, hasta el punto de que eran sello, eran definición y eran identidad de los que las pronunciaban, hoy estamos en ese “armamento” de enfrentar una palabra con otra, de camuflar palabras con el tono, que se convierten en distónicas e hirientes, pero en apariencia “normales”.

Y es así que el ser –guerrero, ya-, el ser guerrero se define con sus palabras –las que él cree- y desautoriza las palabras de los otros. Y, en consecuencia, las palabras quedan, para unos, medio vacías; para otros, vacías; para algunos, llenas…

Pero en general se hacen armas…

Armas de precisión…



“Nos armamos”… –fíjense qué diferencia tan sutil, y a la vez tan definitiva- “nos armamos” o “nos amamos”.

Sí. Se hacen unas abismales diferencias.

Y habitualmente “armamos”. Y el “amamos” está ahí como pidiendo una oportunidad.

Surge, quizás, cuando las armas están descuidadas.




Surgen como cuatro pilares: “armamos”, “obligamos-obligados”, “liberados” y “amamos”. Como si fueran cuatro palabras claves para buscar una sintonía en la que la “erre” –el arrastre de las armas- se diluya, y la obligación –como expresión de castigo, dominio, dominado, controlado- empiece a ser un dedicado afán de virtud… en el servir desinteresado.



El silencio se hace cómplice de buscar las palabras precisas, las que estén en sintonía con esa liberación y ese amarse…; las que disuelvan el armarse continuado y la obligación de obligarse y obligar.

Y así –como decíamos al principio- ese acto de replantear, reconsiderar, reevaluar, empieza a tomar otra dimensión, si abrimos las ventanas de ese amarse y no armarse, de ese liberarse y no obligarse ni obligar.


Darse la oportunidad de… dejar de ser lo que se es, por un instante, y escuchar lo que la Creación insinúa sobre nosotros, que está ahí.



No hay límites en el amarse y en el liberarse.

En el obligarse y en el armarse, el límite está en la violencia y en la ganancia. Y para volver a empezar…





***








Listen to what Creation insinuates about us

2024-11-25


One goes through life with the whole scaffolding –cultural, intentional, organized and stipulated- that will condition the identity of each being when it comes to discovering, learning, adapting, relating, living together.

It seems as if beings, in their programming –which they suffer throughout the first moments of their life-, do not have that… “orifice” of another dimension, of other perspectives. And each one entrenches themselves in their principles –principles?-, in their truths –truths?-, in their feelings… But all of this acquires such great preponderance, that what others think, feel, calculate is not perceived, is not heard, is not valued, is not evaluated. And so the battle is served, since living together is inevitable: with that one, with the other, with them, with us… We are social beings, even if our behaviour is antisocial.

And each one defends his position with the best weapons. Weapons! Weapons of words, attitudes, positions… that guarantee the continuity of confrontation.

This guarantee of confrontation does not lead to the development of our nature.



And it is not a question of reviewing, re-evaluating, reconsidering…; that is fine –it is fine, yes- and it is necessary –yes-, but the Call to Prayer insistently reminds us that we have other perspectives, other realities, other sensations, other experiences… that are usually suspended either in sectarianism or in radicalism or –yes, sometimes too- in liberating moments.

And there is the Call to Prayer: assuming those liberating moments, that other perspective that gravitates on beings; that loving-dawn that allows us to be born by the love that is poured into us…; that virtuous attitude that adorns humanity, to “feel”: to feel on that other plane, to feel in that consciousness of love of which we have a small distillation, which is what we manage with.



Consequently, we could say that, in this passing –in addition to reviewing, repairing, reconsidering, dismantling our positions- giving it that preponderance, that privilege that is not such, is an expression of Creation, which is what we are. Giving ourselves that option of that small orifice that remains, that is there, that will be there, in which we are seen with a sense of solidarity, with a sense of commitment, with a sense of adaptation, with a sense of listening, with a sense of listening to the other first and then listening to myself… so there is no preponderance, so we can realize the divergences of perception.



Recently, for example, we have experienced –and we are experiencing the aftermath- that terrible drama of the “Dana” or “cold drop”. And today we discover that those who had the responsibility, those who should have had the knowledge, the know-how, the decision-making capacity due to the position they held –and in that sense, a long etcetera- did not act, did not give the response for which they were prepared and designed for. And that would undoubtedly have contributed so that the catastrophe would have been –the personal catastrophes- would have been lesser.

But everyone’s points of view differ. The interpretation of some is “A”, and of the same fact there are interpretations of the rest of the words of the alphabet.



Likewise, at a global level we have experience these competitions, this competitiveness of leaders in search of power, using all kinds of insults, all kinds of discredit.

A war…; once it is over, with a winner, the defeated must submit to the winner's conditions, and no matter how many embellishments they want to put on the words of solidarity, the resentment of having lost is noticeable.

Different scenarios, local and international, show us this "confrontational" divergence in which everyone knows their version, but is unaware of the version of the other, of the others.

And, consequently, as the world is not made to our measure, but we have to adapt creatively to this world that is progressively creative and evolving, if this is not the case, confrontation, divergences, clashes will be the norm, as has happened until now. Depending on which years are counted, some have been around for 2024 years; others for 5785 years, others... Calendar up, calendar down, these positions have hardly changed.



And every being, throughout its trajectory, changes –even if it does not want to!-, modifies small parameters, and has opportunities "continuously" to go beyond the obligation to become liberated.

Going beyond obligation in order to become liberation.



But if each individual, each people, each community, each country, remains within its principles, its rules, its norms, neighbourhoods will obviously suffer continuous divergences.



But the Call to Prayer tells us that, above, on the sides, below, we have another reality!... that maintains us, entertains us, endows us...

And another reality of care, another reality of possibilities that, through the Call to Prayer, are shown, are insinuated, so that we effectively go, in our daily being, from the obligation of my reasons, of my truths, of my obligations, towards liberations; towards those other positions in which what is learned, what is inherited, what is personal... begins to lose prominence, and the universal, the Eternal, the Infinite begins to gain prominence.

Yes. Concepts that gravitate… and refuse –they will always refuse- the domination and control of the being.



And thus, that truth of that religion, of that philosophy… will not exist as something true and authentic.

And, if it does not exist, it will cease to permanently condition our capacities, and we will begin to open ourselves to the virtues of Creation.



But it is already true, it is already true that if “in the beginning there was the Word, and the Word was with God, and nothing was made without it” –as the Gospel of Saint John quotes in its introduction- and words had a value, to the point that they were a seal, they were definition and they were the identity of those who pronounced them, today we are in that “armament” of confronting one word with another, of camouflaging words with tone, which become dystonic and hurtful, but apparently “normal”.

And so it is that the being –already warrior-, the warrior being is defined by its words –those it believes in- and disavows the words of others. And, consequently, the words remain, for some people, half empty; for others, empty; for some, full…

But in general, they become weapons…

Precision weapons…



“We arm ourselves”… –note the subtle, yet definitive, difference- “we arm ourselves” or 1“we love ourselves”.

Yes. Abysmal differences are made.

And usually “we arm”. And the “we love” is there as if asking for an opportunity.

It arises, perhaps, when the weapons are neglected.



They arise as four pillars: “we arm”, “we force- are obliged”, “liberated” and “we love”. As if they were four key words to find a harmony in which the dragging of weapons is diluted, and obligation –as an expression of punishment, domination, dominated, controlled- begins to be a dedicated eagerness for virtue… in selfless service.



Silence becomes an accomplice in the search for the precise words, those that are in tune with that liberation and that love…; those that dissolve the continuous arming and the obligation to force and oblige.

And so –as we said at the beginning- that act of rethinking, reconsidering, re-evaluating, begins to take on another dimension, if we open the windows of that loving and not arming, of that freeing oneself and not obliging oneself or others.



Give yourself the opportunity to… stop being what you are, for an instant, and listen to what Creation insinuates about us, which is there.



There are no limits in loving and in liberating oneself.

In forcing and in arming, the limit is in violence and in profit. And to start again…





***

1 In Spanish, there is only a one-letter difference between the words armar (as of weapons) and amar (to love).