LA VIDA CUADRADA
4 de marzo de 2019
Pronto, la luz de
luna se hará… extinta.
¡Pronto!… pronto,
la luz de oro se hará presente.
Pronto, los sonidos
se despertarán, y pronto los pasos se oirán.
¡Pronto! Pronto, la
imaginación… bullirá y gritará.
Pronto, pronto se
escucharan las noticias.
Pronto, la
actividad exigirá.
Pronto, otros, en
otro lugar, dormirán.
Y pronto… pronto,
otros marcharán, y otros milagrosamente se quedarán.
Pronto, pronto se
perderán habilidades, costumbres y… gracias.
Y pronto, pronto
parecerán… novedades.
Pronto habrá mejor…
–¿mejor?- o más consumo…
Pronto… se
escuchará –¡cada vez más!- el reclamo personal.
Pronto, unos exigirán
más a otros, y el que más grite, más tendrá.
Pronto, todo pronto…
a la vez sucede. Y parece que no hay ni un instante de serenidad. ¿Qué es eso… si
pronto hay que estar, si pronto hay que marchar, si pronto hay que atender…?
A todo esto, ¿qué
es “pronto”?
Parece ser que es
todo lo que está por llegar y… y llega. Todo lo que está por llegar y...
preocupa. Todo lo que está por llegar y… ¡Pero por llegar pronto!, cercano,
inmediato.
¡Qué extraña Creación
parece!...
¡Qué extraña
actividad… se mece!
¿Está inquieto
Dios?
“Pronto”, para “luego”,
es tarde.
El reclamo orante
se inquieta. ¡Sí! Parece que sólo es instante…
cuando se expresa. Pero luego… ¡luego!, el mensaje se hace “tarde”, y no se
manifiesta.
¿Será porque pronto hay otras prioridades…? ¿Será
porque “el pronto” inquieta… y prevalece [1]el pronto de cada ser, como aquello que se expresa sin
salvedades…?
“¡Ay, qué pronto tiene éste!, ¡ay, qué pronto tiene aquél!...
que, sin pensarlo, ¡dispara una y otra vez!”.
¿Será que, perdidos
en el Universo, el ser se ha hecho endogamia de… su pensamiento, y tan solo mira
su cuadrado enclaustramiento?
¿Será que sólo ve
las salidas de una cara del cuadrado, hacia otra cara del cuadrado, y hacia
otra cara…?
Sí. Qué increíble
resulta… –en esta vastedad inconmensurable de Universo- qué increíble resulta
que éste, aquél o el otro se haga protagonista…
¿De qué?
¡Ah! ¡De un
cuadrado!
“Cuadratura-consciencia”
que parece… que se hubiera desprendido del viaje. Y, sí, más que “parecer”,
resulta evidente que ha cortado –por su cuenta- con el Origen. Ha cortado con el
Origen como si no precisara… aliento.
Parece demasiado
olvidarse –“demasiado”- que somos… permanentes obras creadoras, que no podemos
cortarnos, no tenemos facultad de recrearnos. Somos recreados permanentemente.
Y quizás por eso –¡pero
sin tenerlo en cuenta, claro!- el ser se siente autónomo, autosuficiente, auto,
auto, auto…
¿Cómo es posible
haber olvidado, en lo cotidiano –cuando las cosas se ponen difíciles no, pero
en lo cotidiano-, que somos permanentemente recreados?
“Recreados”
significa que somos creados constantemente por –como referencia- el Misterio
Creador.
¡Sí! Se estableció…
absurdamente –pero por una teórica sapiencia- que…
“¡Bueno!, el mundo se creó… ¡y ya!”.
Semejante a darle
impulso a una bola, y ésta rodara hasta que se le acabara la fuerza del
impulso. Mientras tanto, la bola iba viviendo su roce, su roce y su roce, y
terminaba por olvidarse del impulso –sin el cual, no rodaría-. Es más, no se
puede ella misma generar impulso, sino que –por el contrario- el roce la desgasta.
Ese podía ser un
símil.
Pero si
amplificamos ese símil, no fue que una vez nos dieron el impulso y: “¡Bueno!… Ahora, ¡allá vosotros!”. ¡No! El impulso es pronto, es continuo… y
es lo que deberíamos tener, en consciencia, permanentemente presente,
gratificando ‘impresionadamente’, admirando y adorando cada respiración…
producto del Impulso Creador.
“Admirando y
adorando cada respiración producto del Impulso Creador”.
¡Sí! ¡Pareciera!, pareciera que –y de
inmediato lo diría la razón-… que fuéramos inútiles; que nada pudiéramos hacer
por nosotros mismos.
No es un parecer… Es
evidente. Por nosotros mismos, lo
que se dice “hacer” –que en el argot de la Creación es crear-, no. Nada podemos hacer por nosotros mismos.
Con tan solo… –solo,
¿eh?- con tan solo pensar en la vida cuadrada, y tener obviamente en cuenta
todo lo que sucede en el cuadrado y todas las influencias a las que el sujeto
está sometido, ¿de verdad que tiene recursos para hacer algo por sí mismo…? –bajo
el criterio de un hedonismo personalista-. ¿Es capaz de tener en cuenta todas
las variables e influencias a las que está sometido en el cuadrado? ¡Sin entrar
en lunas ni estrellas…!
¿Cree acaso que su
hedonismo creador es suficientemente original como para gestar… vida? ¡No! –no hay que esperar para la respuesta-.
Pero ¡quizás! –¡quizás,
quizás!-, para [2]“salvar
los muebles”, podríamos decir que, ¡claro!, con esa increíble e inabordable
herencia, pues cada ser se siente… ¡príncipe heredero! Y por eso actúa con el
hedonismo propio y natural de… ¡Dios!
–¡Guau! ¡Salvados
los muebles!-.
¡Que sería
simplemente un pecado de… de perspectiva!, no de traición.
¡Como dice el
refrán: “de tal palo, tal astilla”! ¡Si
la Creación, la Fuerza Creadora es grande e inconmensurable, todo lo que emana
de ella es grande e inconmensurable, y cada elemento de ella se hace grande e
inconmensurable y se siente igual que grande e inconmensurable es su Creador!
Y habría que añadir,
en esta ‘extásica’ salvación de los muebles:
.- ¡No obstante, eso no quita para reconocer la herencia!…
.- Corrige…
.- ¡Bueno!, quiero decir que ¡eso no significa que se
siga reconociendo la herencia!…
.- Corrige…
.- ¡Bueno!… ¡Y esa grandeza que se siente como humano, se
debe a la permanente influencia de nuestra herencia!
.- Un poco mejor.
.- ¡Y esta prevalencia humana es una muestra de la
Creación!
.- Bueno.
Se pueden salvar
los muebles, más o menos, con varias correcciones, así.
Ahora bien, si cada
ser es la expresión de la permanente Creación y así se siente, habrá que ¡sentirla!...;
habrá que expresarla… Y, en consecuencia, habrá que ser cuidadoso, solidario,
afectivo, entregado, impulsor… Eso de “a
imagen y semejanza”.
Si una insólita y
misteriosa excepción aparece –como la vida en este minúsculo lugar… y ¡quién
sabe dónde!-, como excepción y como insólita expresión, a buen seguro que sólo
le adornan ¡excepciones!, ¡maravillas!
Pero, realmente, no…
–con la consciencia creadora- no se ve que así sea.
¿Qué misteriosa
forma creadora se ha gestado, que parece tener libertad para todo estropearlo? –se
pregunta uno y otro y otro, orantemente-.
Si el Impulso Creador
es continuado, ¿de dónde… de dónde procede esa variable de humanidad que tiende
a problematizar, dramatizar, hacer tragedia de cualquier instante, de cualquier
momento?
¿Qué extraño
experimento se hace en la vida del ser, que le llega a hacer creer que… de él
depende el vivir, el estar, el hacer…?
¿¡Tanta Fuerza Creadora
se promueve en humanidad!, que cada una de ellas… –humanidades- se siente auto-gestante… y se
desliga? –en consciencia, no en realidad porque no es posible-.
Claro, “el
cuadricularse” hace que, la consciencia perceptiva, realmente viva de un mundo
ilusorio en el que cada uno se siente ¡protagonista y solvente! Y por eso
repite una y otra vez las mismas… incomodidades.
No se alcanza, sin
duda, a ver, a visionar los Planes Creadores. Ahora bien, sí es posible, en
consciencia, saber que nuestra autonomía es ficticia…; que es el Impulso Creador
permanente el que mantiene nuestra ilusoria… y vanidosa actitud protagonista.
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