Alivios, consuelos, calmas y amparos
21 de octubre de 2024
Alivios, consuelos, calmas… parecen oírse por cualquier rincón o cualquier espléndido salón. Son reclamos para aligerar la pesada incidencia de la carga violenta.
Alivios, consuelos, calmas y ¡amparos!… reclaman –sin hablar- los que huyen, los que se duelen de las indiferencias, de las prevalencias, de las racistas posiciones de dominio.
Quizás… de poco sirva el llamar a ese alivio, a esa calma, a ese amparo.
Pero también, quizás, esas ternuras del alma puedan reverdecer…; porque ahí están: vivas, pero asustadas, calladas.
Y me alivio con la fe y me calmo con la esperanza.
Y suspiro…; suspiro por el amparo. Ese que no sé dónde está, ese que, como una nube, se insinúa… y permite claridad o… desaparece y genera soledad.
Aliviados son los quejidos del alma, cuando la oración se insinúa sin pretensiones…; con tan solo un “amén” por medio… o un suspiro de piedad.
Parece ¡tan difícil la ternura!… que sólo el insinuarla produce pavura en el entorno.
Vergüenza da, en el mundo de la violenta cualidad, la ternura expresar; no vaya a ser que sea un signo de debilidad, una muestra de impotencia o una carencia de ambición.
¡Ay! Y orando, cabría preguntarse: ¿Y dónde están esos amores de ideales, de entusiasmos, de raíces… ¡al viento!, de los que no atienden a razones? ¿Dónde están esos ideales amores que, apenas se inician, se tambalean, y que –ciertamente- el entorno los condena…? Seguramente por haber fracasado antes.
Pero están…
Sí. Están en las esquinas de los rincones, en donde aparentemente nada hay.
Sí. Están en las evidencias de las acciones, de esas que… no parecen importar.
Sí. Están con cautela y prudencia, a sabiendas de su persecución, de sus críticas, de sus desaires.
Sí. Nos llaman para eternizarnos en las ternuras del vivir, que son las texturas de la frágil y, a la vez, fuerte presencia del vivir. Sí. Nos llaman a orar para re-activar nuestra sensibilidad: esa que no resuelve problemas, esa que no pretende arreglar, sino esa que sólo siente el asombro del amar.
Nos llaman a orar para que, en este nuevo ama-necer, permitamos nuestra sensibilidad aflorar… sin vergüenza; con el alivio que acompaña el suspiro del ánimo.
De ese ánimo que es ánima de amante del vivir.
Nos labraron en la lucha, nos cultivaron en lograr, nos impusieron el yugo de producir… y nos pusieron a combatir.
Y difícilmente nos podíamos dar cuenta. Era la norma del estar. ¡Era el oficio de vivir! No había que darle más vueltas.
Y así, la ruda experiencia se hizo áspera y difícil –difícil, ¡difícil!, ¡muy difícil!- para poder expresar un… un mínimo ¡mimo!
.- ¿Mimo?
.- ¡Sí! Aunque fuera pintándose la cara de blanco, aunque fuera en escena…
Quizás, el mimo de la intimidad era mucho pedir. Y la caricia –sin pedirla- era hasta ¡vil! Debía haber un motivo.
Sí; somos brotes de arados duros, de tierras removidas… ¡para que sean productivas!, para que sean rentables, para que el sudor merezca la pena.
Nunca nos dieron la calma de la brisa suave. Nunca nos dejaron reposar… el agua fina del rocío o de la lluvia. No. Nunca nos permitieron recalentarnos con la nieve. Teníamos que ser ¡productivos!, ¡rentables!
Luego venía la azada, el pico, la pala... hasta alcanzar el tractor, que, insolente e indolente, no sabía del perdón.
Razones de saber, impuestas, nos fueron mostrando…
Sin parar, para que no nos perdiéramos.
¡Todo programado!...
El arte… ¡Ah! El arte era un pecado… Aunque por momentos aparecieron saltimbanquis, bufones y demás titiriteros, viajeros de circos errantes, con leones desdentados.
Risas y carcajadas se daban, ante la torpeza del artista. Ese era su arte.
Luego vinieron otros, sí, que… se hicieron “saber” y se hicieron “mostrar”, como… hasta una profesión.
Sí. Fueron, y son, auxilio –por instantes- de una imagen, de un sonido, de un estar, de un hacer, de un hablar.
Pero, claro, quedaron reducidos a espacios, a sectores, a ¡privilegios!... hasta poderlos englobar en “artistas”: un puñado de sinrazones que podían entretener, pero ya encuadrados, encasillados, aprendidos, enseñados…
¿Y el arte?, ¿y el arte de vivir dónde estaba? ¡Ese no tiene academia! ¡Ese no tiene dictado!
Ese tiene raptos de amor, enamorados.
Y, sí: hoy nos llaman a orar… con la intención de sensibilizar nuestras mañas, nuestras costumbres, nuestras razones, nuestras lógicas, nuestras entendederas: esas que no saben ni ¡tender!, y menos aún, lavar. Esas a las que les da asco limpiar.
Sí; nos llaman a orar para distinguir el aprecio de la sensibilidad de un reflejo; de la textura de un “bien hecho”.
Nos llaman a orar para apreciar… la dulzura del vacío.
Nos llaman a orar para que el entusiasmo sea un respirar fluido, con texturas de terciopelo, con maneras de… abrazos.
Con dispuestos a decir, sin temor a herir, lo que el sentir del anima vive.
Ese sentir que amanece…; que se extiende por toda nuestra conformación, por todas nuestras texturas…
Y que en la medida en que se muestran… damos calma, ternura, alivio, consuelo, ¡amparo!
La luz se insinúa… para dar el sonido de la vigilia.
Nos anuncian un momento de increíbles posibilidades…, que se verán y se sentirán en la medida en que dejamos lo que la preparada noche ha organizado en la quietud del sueño, para que, en el resplandor creciente de la luz, seamos un ensueño de compartir, de convivir, de vernos, de escucharnos, de olfatearnos, de opinarnos sin herirnos.
Suave lino de luz que cubre nuestras esperanzas.
Suave lino de luz que alienta nuestras fantasías…; sin enemigos, sin torpezas.
Suave lino de luz que nos permite… ¡convertirnos! ¡Sí! Convertirnos en transfigurados actores de sensibles emociones, de ¡entregadas pasiones!, sin el miedo del arado, del pico, de la pala… que viene a producirnos.
¿Es… es delito la suave fragancia de un aliento?
¿Es delito la disponible actitud de un consenso?
Y en la sensible actitud, la vigilia de la luz del lino transparente… nos hará hacer, de nuestro estar, una ofrenda.
Sí. Una ofrenda… útil para cualquiera; necesaria para todos.
Ser ofrenda es ser alimento de aliento sensible, del amor impredecible.
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Relief, consolation, calm and protection
2024-10-21
Relief, consolation, calm… seem to be heard from every corner or every splendid hall. They are calls to lighten the heavy incidence of the violent burden.
Relief, consolation, calm and protection!… claim –without speaking- those who flee, those who grieve from indifference, from prevalence, from racist positions of domination.
Perhaps… it is of little use to call for that relief, for that calm, for that protection.
But also, perhaps, that tenderness of the soul could flourish again…; because they are there: alive, but frightened, quiet.
And I am relieved with faith and calmed with hope.
And I sigh…; I sigh for protection. The one I do not know where it is, that, like a cloud, insinuates itself… and allows clarity or… disappears and generates loneliness.
The moans of the soul are relieved, when prayer insinuates hint without pretensions…; with just an “amen” in between… or a sigh of mercy.
Tenderness seems so difficult!… that just the hint of it produces fear in the surroundings.
It is embarrassing, in the world of violent quality, to express tenderness; lest it be a sign of weakness, a sign of impotence or a lack of ambition.
Oh! And praying, one should ask: Where are those loves of ideals, of enthusiasm, of roots… to the wind!, of those who do not listen to reason? Where are those ideal loves that, as soon as they begin, falter, and –certainly- are condemned by surroundings…? Surely it is because they have failed before.
But they are there…
Yes. They are in the corners of the nooks, where apparently there is nothing.
Yes. They are in the evidence of actions, of those that… do not seem to matter.
Yes. They are cautious and prudent, aware of their persecution, their criticism, their snubs.
Yes. They call us to be eternal in the tenderness of living, which are the textures of the fragile and, at the same time, strong presence of living. Yes. We are called to pray to re-activate our sensitivity: that which does not solve problems, that which does not pretend to fix, but that which only feels the wonder of loving.
We are called to pray so that, in this new loving- dawn, we allow our sensitivity to emerge… without shame; with the relief accompanying the sigh of the spirit.
Of that spirit that is the soul of a lover of living.
We were carved in the struggle, cultivated in achieving, imposed on us the yoke of producing… and put into combat.
And we could hardly realize it. It was the norm of being. It was the way of life! There was no need to think about it anymore.
And so, the rough experience became harsh and difficult –difficult, difficult!, very difficult!- To be able to express a… a minimum pampering!
.- Pampering?
.- Yes!
Perhaps, the pampering of intimacy was too much to ask for. And the caress –without asking for it- was even vile! There must have been a reason.
Yes; we are shoots of hard ploughs, of turned over land… to make it productive!, profitable, to make it worth to sweat.
They never gave us the calm of the soft breeze. They never allowed us to rest… the fine water of the dew or the rain. No. We were never allowed to overheat with the snow. We had to be productive!, profitable!
Then came the hoe, the pick, and the shovel... until reaching the tractor, which, insolent and indolent, did not know forgiveness.
Reasons for knowledge, imposed, were shown to us...
Without stopping, so that we would not get lost.
Everything programmed!...
Art... Ah! Art was a sin... Although at times there appeared acrobats, jesters and other puppeteers, wandering circus travellers, with toothless lions.
Laughter and guffaws were given, at the artist's clumsiness. That was his art.
Then came others, yes, who... made themselves "known" and made themselves "shown", like... even a profession.
Yes. They were, and are aid -for moments- of an image, of a sound, of being, of doing, of speaking.
But, of course, they were reduced to spaces, to sectors, to privileges!... until they could be included in “artists”: a handful of nonsense that could entertain, but already framed, pigeonholed, learned, taught…
And art? And the art of living, where was it? That one has no academy! That one has no dictation!
That one has raptures of love, in love.
And, yes: today we are called to pray… with the intention of sensitizing our skills, our customs, our reasons, our logic, our understanding: those that do not even know how to hang!, and even less, wash. Those that are disgusted by cleaning.
Yes; we are called to pray to distinguish the appreciation of the sensitivity of a reflection; of the texture of a “well done”.
We are called to pray to appreciate… the sweetness of emptiness.
They call us to pray so that enthusiasm may be a fluid breathing, with velvet textures, with ways of… hugs.
Willing to say, without fear to hurt, what the feeling of the soul lives.
That feeling that dawns…; that extends throughout our entire conformation, through all our textures…
And that, to the extent that they are shown… we give calm, tenderness, relief, consolation, protection!
The light insinuates itself… to give the sound of vigil.
They herald a time of incredible possibilities…, which will be seen and felt as we leave what the prepared night has organized in the stillness of sleep, so that, in the growing glow of light, we are a dream of sharing, of living together, of seeing each other, of listening to each other, of smelling each other, of giving each other opinions without hurting each other.
Soft linen of light that covers our hopes.
Soft linen of light that encourages our fantasies…; without enemies, without clumsiness.
Soft linen of light that allows us… to convert ourselves! Yes! Convert ourselves into transfigured actors of sensitive emotions, of devoted passions!, without the fear of the plough, the pickaxe, the shovel… that comes to producing us.
Is… is the sweet fragrance of a breath a crime?
Is the available attitude of a consensus a crime?
And in the sensitive attitude, the vigil of the light of the transparent linen… will make us turn our presence into an offering.
Yes. An offering… useful for anyone; necessary for everyone.
To be an offering is to be food of sensitive breath, for unpredictable love.
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