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Lema Orante Semanal

 

El latido del creer

18 de noviembre de 2024



Cada vez, la frecuencia del estilo de vivir nos acerca más y más –cada vez que se expresa- a la tragedia, al drama, a la tristeza, a la rabia, a la depresión, a la incomprensión.



Cada vez que el poder se expresa, nos hace saber de nuestra fragilidad, de nuestra pobreza, de nuestra carencia, de nuestra incapacidad.

Cada vez que la riqueza se muestra, lo hace a través de la opulencia, la magnificencia… resaltando la miseria de la pobreza, la “inevitable” esclavitud del hambre.

Cada vez es más frecuente que las evidencias materiales, tecnológicas, científicas, nos conduzcan a una inevitable –salvo excepciones de poderosos- a una inevitable tragedia.



Se nos muestra imposible cualquier modificación de las que evidentemente nos esclavizan; porque es la esclavitud la que predomina, la que manda, la que ordena, la que habla, la que prueba.



Se admite el comentario de: ¿Se genera la vida, para destruirse a la vez? ¿Se produce la sonrisa, para culminar en una mueca de dolor? ¿Es, el destino, el inevitable afán de muerte a la vida?



La Llamada Orante nos sitúa en este caldo de cultivo… de inevitables consecuencias.

Lo evitable, lo imposible, lo milagroso, lo increíble, lo fantástico, lo idealista, lo ensoñador –por supuesto-, lo enamorado, lo afectivo, lo atractivo… no se corresponde con el estilo de estar y de vivir.

Son muestras de carencias de saberes, de conocimientos, de dominios del vivir.

Y así, es fácil e inevitable –con esos modelos- que todos, tarde o temprano, sean un gesto de desespero, una cara de tristeza, una muestra de desconfianza, una mentira parlante que aparenta.



Bajo estos panoramas de cinemascope, de pantalla gigante, nos remite –la Llamada Orante- a contemplar, a meditar, a tomar nota de en dónde estamos, primero. ¿En dónde estamos?

En algo que hemos llamado “Universo”. En un verso. Y como tal verso, es idilio, es afecto, es sonrisa, es caricia, es terciopelo… narre lo que narre.

También, además de mostrarnos que habitamos en un Universo, nos recuerda –la Llamada Orante- que somos un verso; un verso de letras, palabras conjugadas y combinadas, que nos dan un aspecto, nos muestran unos gestos, ¡nos abren a las posibilidades… infinitas, infinitas, infinitas!



Nos llaman a orar para recordarnos nuestra creación…; que por muy “arregladita” que esté, con evoluciones, fotones, positrones, epsidrilos, muones, neutrinos, fotones… –¡todo tan organizado!-, no llegan, no llegan a mostrar, con las pretendidas demostraciones, el origen y el porqué de vivir. No obstante, en razones nos lo han mecanizado, en razones nos lo han explicado: que los átomos se han organizado y han generado lo que hoy consideramos vida.

Y que es un proceso que tiene su sentido por la muerte.

Filósofos, matemáticos, físicos, humanistas… lo afirman y lo dicen. ¡Y ellos no se pueden equivocar! Tienen el saber, tienen el conocimiento, tienen…

.- ¿Tienen… el qué?

.- Conocimiento.

.- Ah. Conoci-miento. Ya.

El saber, la comprobación, el experimento… Eso que todos sabemos.

Atrás quedan arcaicas historias de paraísos, de bienes y males, de pecados…; también engañosas, manipuladas y distorsionadas.



Cabría preguntarse –nos dice la Llamada Orante-: “Dentro de lo mucho que se sabe –a lo mejor no tanto- ¿por qué aquí, aquí en esta esquina –según se baja, a la izquierda- de esta galaxia, por qué aquí se ha producido este…?”.

.- ¿Inconveniente?

.- No, no, la vida.

.- ¡Ah!, la vida. No, como es un inconveniente vivir, y vivir perjudica seriamente la salud… Cierto, ¿no?



¿Por qué aquí?

Bueno, son preguntas incómodas, incluso sin sentido, y a veces consideradas estúpidas.



Pero, por momentos, cuando la fe tiembla, cuando la fe tiene escalofríos, cuando la confianza… mnnn, cuando la fidelidad –¡guau!- se va, cuando… cuando el efecto de la razón de vivir se impone, la fe no hace falta; la Providencia, tampoco; soñar… bueno, de noche; el amar es un rato.



Cuando eso ocurre –y puede ocurrir en cualquier momento-, la Llamada Orante nos advierte, primero, de que ocurre, de que transcurre; de que, por un misterio, la humanidad ha cogido esa onda en la que está –no por su libre albedrío, que no existe-.



¿Se imaginan, por un instante –sin pretensión de demostrarlo- que, en este universo –de lo poco que conocemos, pero de este universo-, se imaginan que nacen seres que pueden hacer lo que les dé la gana? ¿De verdad que lo pueden hacer? Sometidos a la ley de la gravedad, sometidos a una protección especial de estratosferas, troposferas, ionosferas… condiciones un poco sospechosamente idílicas para que haya una biodiversidad insondable.

¿Eso ha sido producto del libre albedrío de bacterias, virus, hongos… y posteriormente del libre albedrío de dominios, construcciones, extracciones, exterminios, guerras? ¿O hubo, y hay, múltiples opciones? –misteriosas, claro-.

Sí; le cuesta, le cuesta, le cuesta, le cuesta al saber, al dominio y a la ciencia, le cuesta saber que el Misterio está. Ahí está. Y aquí nos convoca y nos llama a orar, el Misterio Creador.

Le cuesta –al saber- que, cuando cree saber algo, se le abre un universo de desconocimientos.

Le cuesta, le cuesta saber que los logros son aparentes, y que por cada logro aparente hay destrozos evidentes.

Le cuesta, le cuesta saber, al serrucho de la razón, de la lógica, que el milagro gravita…; gravita ¡en órbitas raras, sí! –raras para una razón-. Que la sorpresa se esconde –para eso es sorpresa. Que lo imprevisto late detrás de cada certeza. Que lo inesperado aguarda para que, cuando no se espere, llegue.

¡Le cuesta!, le cuesta al saber. Y como respuesta –la ciencia y el conocer-, como respuesta a ese duro Misterio, le cuesta ante él, tanto, que termina por decir: “Bueno. En el futuro, esto que no sabemos, esto que no entendemos, esto que no comprendemos, esto que no descubrimos… se sabrá”.



Una huida de salida. Una huida cobarde. Pero respaldada por la ciencia: la que se ha constituido en consciencia del ser; la que se ha “abducido” para colocarse en la cima de cualquier sentir, hacer o deber.



Sí. Al llamarnos a orar nos sumergen en el Misterio; en el Misterio de creer.

Simplemente. Simplemente en ese Misterio en el que todos los seres están, pero… con diferentes referencias, con diferentes –muy diferentes- patrones a los que imitar.

Pero con darnos simple cuenta de que el creer es inevitable, podríamos sospechar –sospechar, simplemente- que, si el creer es inevitable –en esto, en aquello, en uno mismo, en lo que hace, en lo que piensa; es creer-, ¿tendrá que ver –es la sugerencia orante- tendrá que ver el creer, con lo creado?

¿Nos hemos gestado a nosotros mismos? ¿O ha sido –como dicen- “el azar y la necesidad” –no sabemos de quién- de las partículas y de los carbonos, para… con un poco de sílice y fósforo y alguna cosa más… ¡ya!, la chispa de la vida –la Coca-Cola de Oparin- empiece a funcionar? Y a partir de ahí, ¡ya solitos se organizan! Y aparece el tigre, la mancha de la cebra o el hocico del rinoceronte.

.- ¡Guau! ¡Qué inteligentes! ¡Qué átomos más atrevidos! ¿Y la lechuga también viene de ahí?

.- La lechuga también. ¡Y el ajo y la cebolla!, que a tantos molestan.



¡Aaah! ¡Qué felices serían algunos si el ajo y la cebolla no existieran! Pero, ¡he aquí, he aquí! que, entre carbono y carbono, ¡pfff!, se organizaron en capas y se escondieron.

¡Vaya! ¡Cuántas cosas hay que no gustan!



O sea que el creer nos puede llevar –es un decir, un decir orante; misterioso, claro, en ello estamos- ¿nos puede llevar a la Creación? Con todo el respeto al azar y la necesidad de Jacques Monod. Y con todo el respeto hacia Oparin y a Einstein y a Planck… y a todos los que nos han envuelto en nuestra poderosa sapiencia de bombas atómicas, de destrucción, de arrasar, de dominar, de controlar y esclavizar a todos los seres.



Tenemos –bajo el sentido orante- que discernir entre la acción del estilo de dominio, y el creer.

Y a la hora de creer, darnos la oportunidad de sentirnos creados. Darnos la ocasión de que, cuando amanezca, ama-nece: nacemos porque nos aman. Darnos la ocasión de que el sentir amante es un sentir de Misterio que gravita en la Eternidad. Darnos la oportunidad –¿por qué no?- de gravitar en el Misterio. ¡Y no por ello dejaremos de beber, de comer, de ir y de venir! Pero sí… pero sí nuestro estilo de vivir se va a replantear, al menos… Se va a descubrir como verso, como único, en una Creación insondable.



Sí. El latido del creer, como representante de la Llamada Orante, es el latido que expresa la vida y le da la dimensión de Uni-verso, en un Misterio que habita en nosotros, entre nosotros, con nosotros.

Y esto no va a dañar nuestra inteligencia, nuestro saber, nuestro conocer… ¡no! Lo va a orientar, lo va a reorientar de otra forma.

Lo va a respetar y lo va a ejercitar respetuosamente, con el fin de no ser un motivo de daño permanente.



Y esa Fe, esa Providencia que provee, esa intención de esperanza, esa vocación de sinceridad, nos abre la increíble luz del Amar –como si en el océano estuviéramos- insondable, inabarcable.

Y en la medida en que creemos, bajo el amparo del Misterio, creativizamos nuestra posición y nos disponemos a servir, a darnos, a ayudarnos, a aliviarnos, a solidarizarnos con todo lo viviente; y –dijéramos también- “de forma especial”, con nuestros semejantes.

Puede parecer un poco egoísta, pero parece –parece misteriosamente- que es algo que corre prisa.



Que el sentido de Piedad adorne nuestra consciencia creadora.



Amén.





***














The heartbeat of belief

2024-11-18


Each time, the frequency of the lifestyle brings us closer and closer –each time it is expressed- to tragedy, drama, sadness, rage, depression, incomprehension.



Every time power is expressed, it makes us aware of our fragility, our poverty, our lack, our incapability.

Whenever wealth shows, it does so through opulence, magnificence… highlighting the misery of poverty, the “inevitable” slavery of hunger.

It is increasingly common for material, technological, scientific evidence to lead us to an inevitable –except for exceptions of the powerful- to an inevitable tragedy.



It seems impossible to make any modification of those that evidently enslave us; because it is slavery that predominates, that commands, that orders, that speaks, that tests.



The comment is admitted: Is life generated, to destroy itself at the same time? Does the smile occur, to culminate in a grimace of pain? Is fate, the inevitable desire to kill life?



The Call to Prayer places us in this breeding ground… of inevitable consequences.

The avoidable, the impossible, the miraculous, the incredible, the fantastic, the idealistic, the dreamy –of course-, the enamoured, the affectionate, the attractive… do not correspond to the style of being and living.

They are signs of lack of knowing, of knowledge, of domains of living.

And so, it is easy and inevitable –with these models- that everyone, sooner or later, will be a gesture of despair, a sad face, a sign of distrust, a talking lie that pretends.



Under these panoramas of cinemascope, of a giant screen, the Call to Prayer sends us to contemplate, to meditate, to take note of where we are, first of all. Where are we?

In something we have called “Universe”. In a verse. And as such verse, it is idyll, it is affection, it is a smile, it is a caress, it is velvet… whatever it narrates.

Also, in addition of showing us that we live in a Universe, it reminds us –the Call to Prayer- that we are a verse; a verse of letters, words conjugated and combined, that give us an appearance, show us gestures, open us to infinite… infinite, infinite possibilities!



They call us to pray to remind us of our creation…; that no matter how “tidy” it is, with evolutions, photons, positrons, epsilons, muons, neutrinos, photons… –everything so organized!-, they do not manage, they do not manage to show, with the pretended demonstrations, the origin and the reason for living. Nevertheless, in reasons they have mechanized it for us, in reasons they have explained it to us: that atoms have organized themselves and have generated what we consider life today.

And that it is a process that has its meaning through death.

Philosophers, mathematicians, physicists, humanists… affirm it and say it. And they cannot be wrong! They have the knowledge, they have the wisdom, they have…

.- They have… what?

.- Knowledge.

.- Ah. Knowledge. Yeah.

Knowledge, verification, experiment… That we all know.

Archaic stories of paradises, of goods and evils, of sins…; also deceptive, manipulated and distorted are left behind.



It would be worth asking ourselves –the Call to Prayer tells us-: “Within all that is known –perhaps not so much- why here, here in this corner –as you go down, to the left- of this galaxy, why has this… occurred here?”.

.- Inconvenient?

.- No, no, life.

.- Ah!, life. No, since it is inconvenient to live, and living seriously harms health… True, isn’t it?



Why here?

Well, these are uncomfortable questions, even meaningless, and sometimes considered stupid.



But, at times, when faith trembles, when faith shivers, when trust… mnnn, when fidelity –wow!- goes away, when… when the effect of the reason for living takes over, faith is not needed; Providence, neither; dreaming… well, at night; loving is for a little while.



When that happens –and it can happen at any time-, the Prayerful Call warns us, first of all, that it happens, that it is happening; that, by a mystery, humanity has caught that wave in which it is on –not by its free will, which does not exist-.



Can you imagine, for a moment –without any intention of proving it- that, in this universe –of the little we know, but of this universe-, can you imagine that beings are born who can do whatever they want? Can they really do it? Subjected to the law of gravity, subjected to special protection of stratospheres, troposphere, ionospheres… somewhat suspiciously idyllic conditions for unfathomable biodiversity.

Has that been the result of the free will of bacteria, viruses, fungi… and later of the free will of domains, constructions, extractions, exterminations, wars? Or were there, and are there, multiple options? –mysterious, of course-.

Yes; it is difficult, it is difficult, it is difficult for knowledge, dominion and science, it is difficult to know that the Mystery is there. It is there. And here the Creator Mystery summons us and calls us to pray.

It is difficult –for knowledge- that, when it thinks to know something, a universe of unknowns opens up.

It is hard, it is hard for it to know that the achievements are apparent, and for every apparent achievement there are obvious destructions.

It is hard, it is hard for the saw of reason, of logic, to know that the miracle gravitates…; it gravitates in strange orbits, yes! –strange for a reason-. That the surprise hides –that’s why it is a surprise. That unforeseen beats behind every certainty. That the unexpected awaits so that, when it is not expected, it arrives.

It is hard! It is difficult for knowledge. And as a response –science and knowledge-, as a response to that hard Mystery, it straggles before it, so much so that it ends up saying: “Well. In the future, what we do not know, what we do not understand, what we do not comprehend, what we have not discovered… will be known”.



A flight out. A cowardly flight. But backed by science: that which has become the consciousness of being; that which has been “abducted” to place itself at the top of any feeling, doing or duty.



Yes. By calling us to pray, we are immersed in the Mystery; in the Mystery of believing.

Simply. Simply in that Mystery in which all beings are, but… with different references, with different –very different- patterns to imitate.

But with the simple realization that believing is inevitable, we could suspect –just suspect- that, if believing is inevitable –in this, in that, in oneself, in what one does, in what one thinks; it is believing-, will it have to do –is the prayerful suggestion- will believing have to do with what is created?

Have we created ourselves? Or has it been –as they say- “chance and necessity” –we don’t know whose- of the particles and carbons, so that… with a bit of silica and phosphorus and something else… that’s it!, the spark of life –Oparin’s Coca-Cola- starts to work? And from then on, they organize themselves! And the tiger appears, the spot on the zebra or the rhino’s snout.

.- Wow! How intelligent! What daring atoms! And does lettuce also come from there?

.- Lettuce too. And garlic and onion!, which bother so many people.



Aaah! How happy some people would be if garlic and onion did not exist! But, lo and behold! Between carbon and carbon, pfff!, they organized themselves in layers and hid themselves.

Wow! so many things to dislike!



So, believing can lead us –it is a saying, a praying saying; mysterious, of course, we are working on it- can it lead us to Creation? With all due respect to the chance and necessity of Jacques Monod. And with all due respect to Oparin and Einstein and Planck… and to all those who have wrapped us in our powerful wisdom of atomic bombs, of destruction, of razing, of dominating, of controlling and enslaving all beings.



We have –under the praying sense- to discern between action of domination style, and believing.

And when it comes to believing, give us the opportunity to feel created. Give ourselves the opportunity that, when dawn, it loving-dawns: we are born because we are loved. Give us the opportunity that the loving feeling is a feeling of Mystery that gravitates in Eternity. Give us the opportunity –why not?- to gravitate in the Mystery. And we will not stop drinking, eating, coming and going! But yes... but yes, our way of living will be reconsidered, at least... It will be discovered as a verse, as unique, in an unfathomable Creation.



Yes. The heartbeat of belief, as a representative of the Prayerful Call, is the heartbeat that expresses life and gives it the dimension of a Uni-verse, in a Mystery that dwells in us, among us, with us.

And this will not harm our intelligence, our knowledge, our understanding... no! It will guide it, it will reorient it in another way.

It will respect it and it will exercise it respectfully, in order not to be a cause of permanent damage.



And that Faith, that Providence that provides, that intention of hope, that vocation of sincerity, opens to us the incredible light of Love –as if we were in the ocean- unfathomable, unapproachable.

And to the extent that we believe, under the protection of the Mystery, we creativeize our position and we ready to serve, to give ourselves, to help, to relieve, to be in solidarity with all living things; and –we would also say- “in a special way”, with our fellow human beings.

It may seem a little selfish, but it seems –it seems mysteriously- to be something that is in a hurry.



May the sense of Mercy adorn our creative consciousness.



Amen





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