viernes

Lema orante semanal

Extraordinario. Excepcional. Exquisito

29 de marzo de 2010

La semana que se avecina, el sentido orante de ésta, en la cultura en la que se desarrolla, nos habla de una religiosidad, de una religión, de una ritualidad que, ciertamente, con el paso del tiempo ha cambiado muchísimo, hasta el punto de ser la coartada perfecta para un buen día de playa, o picnic o cualquier otra cosa.

Pero el sentido orante tiene que tomar consciencia y, en ese sentido, lo que puede representar -bajo la perspectiva del soplo Krístico- toda una serie de sucesos o acontecimientos que se referencian en esta semana, nos hablan de lo extraordinario, de lo excepcional, de lo exquisito.

Es, en consecuencia, un tiempo favorable para hacerse excepcional, extraordinario, exquisito. Con independencia de credos, pero teniéndolos en cuenta como vibraciones que están ahí, sabiendo recoger lo virtuoso de cada sugerencia, ya que lo defectuoso sobreabunda y se expande, y es motivo, obviamente, de interminables conflictos.

A través de lo virtuoso, de cualquier posición, encontramos ciertamente la vía extraordinaria: fuera de lo ordinario, excepcional: fuera de lo corriente, fuera de la regla, la excepción que confirma la regla, y exquisito, como algo que tiene una delicada y frágil presencia y, en consecuencia, una gran fuerza.

Hay elementos en la cultura que nos pueden resultar familiares en esta semana: La traición, el prendimiento, la pasión, la muerte. Y ya, como detalle exquisito, la resurrección.
Por lo menos -por lo menos-, habrán oído de “traiciones” alguna vez… oído. Y en otros casos, la habrán vivido, por cuenta propia o ajena.
También habrán oído o habrán vivido como han sido “aprendidos”, en cuanto a mínimamente toque de atención y de amenazas o miedos. También por cuenta propia o ajena.

“Pasión” como sufrires, dolores y más. De seguro que también lo habrán escuchado o, probablemente, lo hayan vivenciado o lo hayan provocado.
¿Y la “resurrección”? ¡Oh! Pareciera a primera vista que eso nos pilla muy lejos. Ciertamente es lejano. Pero, fíjense bien, cuando el ser se recupera de la traición, cuando el ser se rehace del aprendimiento, cuando se aprende del sufrir, de lo doliente, lo que queda es una eterna resurrección. Es decir, lo que queda es un ser nuevo, si no se ha perdido en el intento.

Un ser nuevo que ya no está sujeto a miedos de dolores o sufrires, o ataques… ataques verbales o físicos, o ya no es vehículo de traición. Y no es que se esté a vueltas “de”, sino que ya eso pasó. Y si se está atento a ese aprendizaje, a ese saber pasar el trago sin atragantarse, ciertamente se resucita, se es otro. Sin duda una gran culminación: exquisita.

Se es otro y ya no hay, ya no hay, aunque aparentemente acontezca, repetición de la jugada. No. C´est fini. El sentido resureccional viene a transmitir la idea de que, vividas determinadas experiencias y situaciones, el ser tiene capacidad para entrar en un remanso de introspección, de valoración, de visualización, y convertirse en otro ser. Es parte –incluso- de la evolución de las especies.
Somos un diseño de vida que contempla el que el ser resucite. Es decir, que muera a lo ordinario, a lo vulgar, al defecto permanente, a la repetición innecesaria, al daño continuado.

Y, en esa medida, puesto que la eternidad -¡la eternidad!- nos avala, la muerte es un tránsito que nos permite retornar a la vida a través de la resurrección, y ser otro ser: amable, divertido, agradable, virtuoso, soñador, entregado.


Es una idea, o un mensaje de universalidad, apartado -por supuesto- de contextos de religión que tratan de apropiarse y justicializar la verdad. No, extraigamos esa virtud que nos permite ser extraordinarios ante la traición, los falsos testimonios, los ataques; y no responder con la misma actitud. Ser excepcionales ante el sufrir, y no quedarse en buscar en el sufrir el placer, sino aprender de su experiencia para alcanzar un cese del sufrimiento: Excepcional.

Y luego, ese detalle exquisito de diluir todo aquello que se hizo obstáculo y continuar viviendo, pero bajo otras coordenadas, exquisitas, resucitado.
Es el tiempo propicio, es el momento adecuado. Es cuando –ahora-, las posibilidades de lo excepcional, de lo extraordinario y de lo exquisito, se prestan para que se realicen con mayor facilidad. De ahí, de ahí que sabiendo –sabiendo- que
la Creación nos regala extraordinariamente la vida, nos regala excepcionalmente la existencia y exquisitamente nos cuida en este inmenso e infinito universo, en el Nombre de Lo Eterno, tenemos en esta semana orante la opción de hacer, de nuestro estar, una extraordinaria presencia; hacer de nuestro hacer, una excepcional actitud; y culminar sucesivamente y simultáneamente con lo extraordinario y lo excepcional, de una manera exquisita, sin producir dolor ajeno, buscando hacer participe a nuestro entorno de ese sentido resurrecional, de diluir lo vicioso, lo corrupto, lo inadecuado, y dar pie a lo virtuoso, a lo servicial, a lo auténtico.
Todo a la vez, extraordinaria y excepcionalmente exquisito o exquisitamente extraordinario y excepcional, léanlo como lo lean, ahí está la opción y la posibilidad.

Ahí está el rescate de una semana que puede transfigurar la vida de un ser. De un ser que tenía sus planes de vacaciones, de desahogo, y que se le añade una variable: una variable que no le va a destruir nada, pero le va a dar otro sentido a su estar, a su descanso, a su huida, a su posición; va a llenar de contenido algo que estaba programado, ordenado, casi impuesto. Porque se esté donde se esté, ahí puede surgir lo extraordinario, lo excepcional, lo exquisito.
Una llamada orante que nos reencuentra en nuestra genealogía cultural, espiritual.
Una llamada orante que nos permite trascender, se crea o no se crea. Trascender a ser lo que la existencia nos muestra: Permanentes unidades liberadoras que se transforman, que se transfiguran, que evolucionan. Y no que se estancan, que se atascan, se corrompen y se deterioran.
Extraordinario, excepcional, exquisito.


Ámen.

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jueves

Lema orante semanal

PRIMAVERA
22 de marzo de 2010

La historia de la cultura de humanidad, nos muestra ritos, leyendas, cuentos… en torno a las diferentes estaciones. Sin duda, la primavera ocupa un lugar destacado, para comienzos de año, para festejar la salida del invierno… Ciclos que empapan la vida con diferentes matices y que nos brindan la posibilidad -a los sistemas vivientes- de expresarnos, ocultarnos, transmigrar, emigrar.
Las condiciones se hacen favorables para unos menesteres, y desfavorables para otros.
El sentido orante de este ciclo que oficialmente comienza hoy -o ayer, o para otros… antes-, es que es un movimiento de la Creación que se expresa en este lugar del Universo, en el que ese balanceo planetario va a producir unos cambios significativos, y que será propicia determinada actividad.
Desde el momento en que no es un acontecer producido por la humanidad, sino que es un acontecer producido por la Creación, ya es un acontecer que podríamos tildar de “sagrado”. Y, como tal, precisa de una pequeña referencia o leyenda para darle las dimensiones que tiene y su incidencia en la vida. Y, más particularmente, en la vida de humanidad.
Igualmente, sin duda, cada cambio estacional es un acontecimiento sagrado, y merece una dignificación y una identidad con ellas, con esas estaciones, a fin de sintonizarnos con lo que este planeta nos ofrece. En la medida en que estamos en sintonía con lo telúrico, con lo celeste, lo humano se hace uno con Todo, y podemos percibir la grandeza del Todo.
Y, en ese Todo, ahora todo el planeta se inclina en el hemisferio norte, hacia la primavera. Y en el hemisferio sur, hacia el invierno. Total, es dejarse caer un poco y entran ustedes en invierno… si trepan, entran en primavera.


Pero, sea cual sea el hemisferio, el sentido del ciclo y la aparición de la primavera, supone, en principio, la manifestación.
¡Ah!, manifestación.
Eso implica manifestarse, en lo que cada uno es, en lo que cómo es. El invierno que nos precedió, facilitó la voluntad, el trabajo cerrado, el frío nos concentró, las palabras se hicieron parcas… pero se modificó el medio y, ahí, se facilita que los seres se manifiesten. Excelente ocasión que brinda la Creación para que cada cual se exprese en lo que es, que se diga a sí mismo y diga al entorno, cuál es su motivación, su interés, su proyección, su futuro. Es la época de ir enseñando las cartas.
Es la oportunidad para que nuestra calidad de vivir, nuestra manifestación amorosa, tenga una lectura, una interpretación, manifestándose en lo que supone de belleza, equilibrio, armonía, arte.
Es el tiempo del llamado “nacer”, que no es el comienzo, no, es una fase de lo interminable.
Nacer. ¿Cuántas veces, en desdichas, en rabias, penas, en contrariedades, el adulto se dice: “¡Ay!, si volviera yo a nacer otra vez”? Y resulta que nace todos los días, y no se da cuenta. Y resulta que nace expectacularmente todos los años, y tampoco se da cuenta. Se quedó atascado en el canal del parto, y entendió por nacer, únicamente el salir por allí, y berrear sin decir ni una sola palabra coherente.

Pero se supone que la inteligencia –o la inteligensia- se desarrolla. Y podemos, evidentemente, adivinar que nacemos muchas veces, muchas. Al menos una vez por día. Pero nos damos a conocer a todo el mundo, una vez al año.
Nacer implica ese contacto con otra perspectiva. De la perspectiva oscura, invernal, fría, a la que le faltaba un contacto con todo lo que será luego su desarrollo, de repente y poco a poco, de esa oscuridad se hace la luz.
Es el momento propicio –por nacer- de descubrir la luz sobre aquello que está oscuro, sobre aquello que no se ve claro, sobre aquella actitud que no se acaba de definir. Es el momento adecuado –el nacer- para saber que hay una infinidad por delante. Es el momento adecuado –el nacer- a agradecer, por dar testimonio de vida. ¡Nos han elegido para vivir!, no lo hemos elegido nosotros… nos han elegido. La Creación, la casualidad, la suerte, el azar, la necesidad… pónganle cualquier palabra, pero ha habido una elección. Y, el hecho de que hayan decidido –quienes sean, lo que sea, quien sea- que seamos vida, que nazcamos, de entrada, es un privilegio. No sabemos dónde estábamos antes, si éramos grupos de carbono o conglomerados de oxígeno y nitrógeno… pero, cuando nacemos, nos apercibimos de que estamos.
Unas gracias por vivir, por habernos elegido para estar.
Y ese nacer, también supone una ternura, también supone una flexibilidad, también supone una blandura. Y eso es una forma de orar, una manera de cultivar nuestra ánima, una forma de relacionarnos sin tanta violencia.

Flexible, blando, tierno. Atributos que pueden convertir lo duro, lo rígido, lo intratable, en adaptable, plegable.
¡Es una oportunidad! Sí, es una oportunidad también –el sentido sagrado primaveral-, una oportunidad de más de un día. La oportunidad de hacer de nuestra nueva infancia –desde adultos- en una nueva expectativa. La Creación se pone favorable para entrar en ese nacimiento, en ese oportuno momento.
Es momento, también, de crisis, de esa adaptación que supone un medio a otro, tan distinto, tan diverso. Hay que poner rápidamente en juego los recursos de la oportunidad de vivir: antenas, gustos, sabores, visiones, movimientos, palabras, actitudes.
Es ese nacer, la expresión unitaria, singular, de lo que cada uno es.
Es el momento en el repique de los tambores –como en el circo-, que anuncian el “más dificil todavía”. “Y con ustedes… yo soy…” Es el mejor instante para desvelar la identidad.
Es la oferta que hace lo Divino para que el hombre –como humanidad- se presente con honestidad. ¡Ay! Y, como nacido, está sin rémoras, no tiene nada pendiente, todo está por hacer. Acaba de nacer.
Un nuevo bautizo de su vida. Que no es una nueva oportunidad, es ¡la oportunidad!
Esta primavera. No se puede llevar el anclaje de la anterior o de la que venga. Serán otros nacimientos, serán otros seres… Aunque el ser piense que es el mismo, se equivoca. Ahora es el momento de soltar el lastre, porque dificulta para crecer.
¡Ah!, crecer. Otra palabra de primavera, del ambiente sagrado de primavera: El templo crece, se amplifica y, en él, convergen las mejores intenciones, las más bellas virtudes.
Y crece, y crecen las expectativas por el recién nacido. Crecen las expectativas por sus tendencias, por sus gustos. Es el momento de rescatar los anhelos, las fantasías, los idealismos, los proyectos… nuevos. ¡Ahora!

Crece y crece, por instantes.
Es el Dios mismo el que nos desgaja y nos expande.
Orar en primavera, es un privilegio. Porque es el momento de la sintonía con la precipitada huída de Dios, allá hacia los confines del más allá, podemos ir, crecemos.
Y si es el momento para mostrarse, si es momento para nacer, si es momento para crecer en sintonía con lo Divino, ¿qué obstáculo puede haber? No hay obstáculos, eran fantasmas de los miedos extendidos. Eran orgullos de la vanidad dura y rígida que se batía en sables.
¡La vida no es una oposición! Es una facilitación de un privilegio.
Y cada vez que nos encontramos con un obstáculo o una dificultad, sin duda ésa no la ha puesto la vida en sí, la ha puesto el que quiere usurpar la vida, el que quiere secuestrarla, domesticarla, dominarla y manejarla. Y busca la palabra encendida, busca el comentario inadecuado, busca la actitud indebida. Y obstaculiza y bloquea.
La vida no es una carrera de obstáculos. Y es importante recordarlo.
Lo Divino invierte en liberación, en vuelo libre. No en obstáculo, en obstinación, en dolor, en desespero. Eso es producto del desarrollo de las opciones y oportunidades de la vida, y que la humanidad ha elegido usurpar las fuentes libres y convertirlas en pagaderas, en comercios, en ofertas y demandas.
Mientras, Dios contempla.
Y la oportunidad de recalar en la primavera, como expresión de nacer y de expandirse ¡sin! obstáculos, debe permitir al ser, al encontrar las dificultades, evadirlas; no prestarles tanta atención, porque es justamente la atención que se desvía de la expansión y que se ancla en la aparente dificultad, la que se obstina, la que no puede continuar. Por supuesto que con sus razones, con sus explicaciones y su verdad.
El presentarse, el crecer, el nacer, el expandirse, no necesita razones. Es un privilegio el nacimiento, y no hay ninguna razón. Ni siquiera necesita verdades, de esas que se esgrimen en los obstáculos y en las dificultades.

¡Es, orando en primavera, la ocasión de modificar los esquemas de relación. Donde no había hierba, surge; donde no había flor, aparece; donde no había fruto, se hace oloroso y atractivo. Es la ocasión de otros esquemas de relación, que permitan el abandono de los que tanto tiempo han esclavizado, más allá de largos inviernos. ¡Es la oportunidad!, de nuevo, la que nos reclama la opción de otra percepción. De, al menos, decirse:
-¿No será esto de otra manera?
-No, si yo siempre he pensado que era así, y todo el mundo piensa que es así…
-Ya, pero, ¿y no será de otra manera?
Es muy posible que sí.
De otra manera realmente nueva, que renueve lo estancado, lo bloqueado, lo impedido, lo dificultado.
¡Ay!, orando en primavera, los secretos y las ocultaciones tienen su gran oportunidad, porque serán comprendidos, serán entendidos, serán fáciles de expresar. Esos fardos pesados que se ocultan como seguros, pero que minan por dentro la naturalidad, y hacen de la expresión, una farsa, una imitación. Y cada cual sabe dónde están y cómo son.
Orando en primavera, la visión de esos encadenados, se hace ligera. De nuevo, otra nueva oportunidad: librarse de lo decadente, de lo que realmente cada cual considera indecente, y mostrarse resplandeciente.“Yo soy…” Sin nada ni nadie que nos pueda señalar o reclamar.
¡Ay! ¡Qué alivio poder andar sin peso!
Poder soñar con besos,
poder cantar sin hormas,
poder imaginar sin pesos.
Nada pendiente. ¡Qué transparencia! ¡Qué anhelo!
La gran oportunidad: Ser transparente como el cristal.

He nacido, he crecido, me he expandido, me he liberado de lo pesado, de lo oculto y de lo enajenado. Me he hecho transparente, me he mostrado, me he plegado, me he ablandado, me he enternecido. Realmente es primavera.
Toda una expectativa… naciendo, que se nos brinda a todos los seres. Que se nos facilita para que la flor sea distinta; el fruto sea realmente enriquecedor; la rama sea amplia; el tronco, fuerte; y todo flexible, para encantar al viento y hacerse cómplice de sus sonidos.
Orando en primavera, es adjuntarse al silbido de la precipitada expansión de Dios, con la ligereza que da el amor vivido, el enamorado encendido.
La vivencia de la eclosión hacia el gran Vacío, hacia el espacio sin límites, a lo que está por ser conocido.

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miércoles

Lema orante semanal

DEDICACIONES, DIRECCIONES, OBJECIONES.

15 de marzo de 2010


Objeciones hay… ¡tantas!… como para que sólo haya objeciones. ¡Qué ya es!, ¿eh? ¡Que ya es!...
Se ha ido constituyendo, en las esferas de la cultura más preponderante, todo un sistema de objeciones, dirigidas por los estados, por las políticas, por las leyes, por las justicias… que prácticamente pueden paralizar cualquier imaginación, cualquier fantasía, cualquier ilusión, cualquier cuento o historia.
Incluso los mismos cuentos e historias… están “objetivados”. Y hay objeciones a propósito de esto… a propósito de lo otro…
No sólo ya es que “no llueve a gusto de todos”, sino que, a este paso, no va a llover nunca.
Pareciera que a nadie le gusta… lo que hace cualquier otro, y siempre le pone alguna objeción; algún “pero”.
De vez en cuando, como ejercicio mental, y para mejorar la salud síquica, física, emocional y espiritual, convendría decir –a lo mejor- simplemente:

¡Qué buen día hace!
¡Y ya! ¡No decir nada más!... No objetarle… “Pero”…
.-Sí, ¡pero... hace frío!, ¿eh? La marea… el mar está gris. Las nubes no dejan ver las estrellas…
¡Sí! Y sería bueno para ¡prevención!... de depresiones, obsesiones, sicosis maniaco-depresivas, alucinaciones, alteraciones bipolares y… y demás procesos que perturban o conturban la mente, poner un ejemplo –¡uno, eh!- uno sólo, al día, sin objeciones.
“Noche… buena”… –por ejemplo-.
Y puede ser por anticipado. Es decir, estamos diciendo ahora, que es de día:
.-Esta noche va a ser buena.
.-¿Por qué?
.-Porque va a ser de noche.
¡Nada más que por eso! ¡Nada más! No incluimos cena… ni sueño… No, no, no.
.-Esta noche va a ser buena. ¿Alguna objeción?
.-Ninguna, ninguna. Estamos todos de acuerdo.
.-¡Ay qué bonito!... ¡Qué bonito!...
Sería bueno que este propósito, que hoy queda sellado para siempre, puesto que ustedes… ahora mismo, estaría feo que opinaran en voz alta –y como “el que calla, otorga”-, pues aprovechamos la ocasión para decir que, en comunión con todos ustedes, nos hemos prometido que, antes de dormir cada día, vamos a decir algo… sin ninguna objeción.
“Amo a mi lorito” –por ejemplo-. “Quiero a Euskadi”. “Mi mamá me ama”…
¡Algo así!... Algo así, que no tiene ninguna objeción.
¡Es posible –se sorprenderán- que no les resulte fácil encontrar algo… a lo que no venga enseguida alguna objeción. Aunque pequeña…
.-El caso es que esto… ¡Bueno, no! Voy a pensar otra cosa. A ver… Sí, pero… sí, esto está bien, pero, realmente… creo que…
¡Es sorprendente!, ¿eh? ¡Sorprendente!, sorprendente. Por eso –por eso, por eso, por eso-, recordando la novela famosa “El sí de las niñas”, de Leandro Fernández de Moratín, ¿no?, pues… –¡bueno!, esto es un archipiélago, ¿no?, o sea, una reliquia, pero bueno, es una novela, un escritor, un señor…; bueno, olvídense ya-.
Lo cierto es que decir un “sí” –un sí- así, sin objeciones…
.-¿Tiene usted algo que objetar…?
.-¡No!... ¡no!
Pero tengo que buscármelo.
Es conveniente –así, entre nosotros, ahora que somos pocos… y con Dios tenemos bastante; entonces somos muchísimos-... Y como estamos en oración…
Ahora que somos pocos y tenemos más Dios para nosotros…
¡Ay que ver, qué barbaridad!... ¡qué barbaridad!… ¡qué barbaridad!…
Pues si no nos lo decimos a nosotros mismos, ¿quién nos lo va a decir?
Pues… es conveniente que, cuando hagan esa declaración de no objeción de algo, lo hagan… ¡solos! Porque si lo hacen con alguien, ¡seguro que le pone alguna pega!
Si se les ocurre decir, con otra persona: “Mi mamá me ama”, a lo mejor la otra persona dice: “¿Tu suegra… Mi suegra, me ama? ¿Esa desgraciada?”
¡No, no, no! ¡Tengan cuidado! Háganlo aprovechando el silencio del pensamiento.
Pero es importante… verbalizarlo. ¡Que suene! Entonces, se meten en el cuarto de baño, o en un armario, y dicen: “Mi mamá me ama”.
¡Bueno!, lo que quieran decir. “Me gusta el Rioja”.
¡Sin objeción!


Sentirán un gran alivio, aunque solo sea los primeros días, porque luego se olvidarán… Muy probablemente. Sí.
La dirección que vaya a tomar cada cual… –ya sea hacia el norte, hacia el sur, hacia el este, hacia el oeste… y noroeste, sureste… etc.-.
“La rosa de los vientos”.
¿Qué dirección voy a tomar?... ¿A quién voy a dirigir?...
Es diferente.
¿Cuál será la dirección? ¿Hay mejores direcciones?... ¿Hay peores direcciones?...
¿Qué nos dice el Feng Shui a este propósito?
¡Feng!... Shui. Es decir, viento sobre agua. ¿Qué nos dice a este propósito? ¿Hay buenas direcciones? ¿Hay buenas vibraciones?
.-¿Cómo se aplicaría el Feng Shui a Dios?
.-¡Qué pregunta! ¿El Feng Shui… de Dios o a Dios?...
.-Bueno, depende de la egolatría de cada cual, puede ser de Dios o a Dios.
La verdad… la verdad –sinceramente- la verdad es que –y toda la verdad- es que, cuando el hombre se sale de su rosa de los vientos y de sus orientaciones, y mira un poco hacia su “univers” o universo o cosmos, pues… eeeehhh
Entonces, cuando mira para allá, dice: ¿Por dónde empezó el Big-Bang? ¿En el norte, en el sur?
¡Uy! ¡Qué perdidos!... Y bueno, el Big-Bang es una parte de nada… que a lo mejor es mentira…
Personalmente creemos que sí, que es mentira –dicho sea de paso-.
Entonces, ¿de qué dirección… me hablabas?
¡Eso! ¡Sí! ¿Qué dirección…?
Probablemente, el Feng Shui de Dios, o a Dios, no tenga ningún sentido.
Está bien… Por ejemplo, en el mundo del Islam, el hombre ora orientándose hacia la Meca.
Los católicos, pues la verdad que no saben orientarse muy bien. Se podían orientar hacia el Vaticano, ¿no? Pero no. O hacia Israel, hacia el monte de los olivos o hacia…
Pero, no. No se orientan. No. No, no, no, no.
Los hindúes, el hinduismo, pues tampoco así tiene unas preferencias especiales…
Los budistas –si son o no son religión… siempre andan con la discusión ésta-… pues tampoco.
O sea que…
.-¡¡Ah!!, pero, ¿a qué dirección? Pero, ¿usted qué dirige?
.-No. Yo no dirijo nada.
.-¡Pues tiene que dirigir algo, hombre! ¡Dirija algo! Los dirigentes… son el futuro de la humanidad! Gracias a los dirigentes se obtiene la “independentzia”…; gracias a los dirigentes, se negocia…; gracias a los dirigentes, se trafica…; gracias a los dirigentes, se roba…; gracias a los dirigentes, se mata…; gracias a los dirigentes, se rebelan…; gracias a los dirigentes…
¡¡¡Qué sería de los hombres si no hubiera dirigentes???... ¡¡¡En qué dirección iría la humanidad, si no hubiera habido dirigentes??? ¡Tatata-chán!... ¡¡¡Cuál sería…!!!
.-¡¡¡Oiga!!! Y Dios, ¿a quién dirige?...
.-¿Cómo? No tiene que dirigir a nadie. ¡Dios no dirige a nadie! ¡Ni siquiera dirige!...
“Todo, está”…
.-¡¡Eeeeennntoooonces!!... ¡¡Fir-mes!! ¿Qué significa?
.-¡Ah! El dirigente de los militares ha ordenado…


¡Qué increíble! ¡Qué increíble, ladies and gentlemen, señoras y señores, en este tiempo de pray… ¡qué increíble! ¡Qué increíble que el hombre siga dirigiéndose a un lado o a otro, pensando que va en la dirección correcta, y dirija a unos y a otros pensando que el destino, y lo que vaya a ocurrir, depende de él!
¡¡Se hablaba del cambio climático, y nosotros hemos acuñado el tema “el cambio telúrico”!! Fíjense, sin estudios ni nada. No tenemos estudios de “telúricos”. Pero, pero, pero, como decía un niño pequeñito, de cinco años –después de vivir un temblor, le decía a su papá-… “Pero, papá, ¿qué le pasa a éste planeta que está tan nervioso”?
¡Oye, tú! ¡Qué buena pregunta!
¿Qué le pasa… qué le pasa? ¿Tendrá que ver algo…?
–Pregunta trascendental; ¡tachán-tachán!-…
¡Atención! ¡Estamos en oración! ¡Podemos hacerla! ¡Tataaa-chánnnnnn! Pregunta trascendental:
¿Tienen que ver algo los seres humanos…? –pregunta al estilo del sonido del parque de Yellowstone-. ¿Tienen que ver algo los estados…? –los Estados Unidos, no-.
¿Tiene que ver algo la especie humana, con todo lo que está aconteciendo en los cambios telúricos del planeta?
¡¡No parece ser una pregunta… absurda, desde el parque de Yellowstone, primer parque natural del planeta creado por el hombre!! ¡Ya estaba el parque, pero el hombre ha dicho que lo ha creado él! En cualquier caso, repetimos la pregunta.
Si… si bien dicen los hombres que el cambio climático está producido por la acción depredadora de la humanidad, ¿no tendrá entonces también que ver, que el cambio telúrico sea producido por la barbarie de la humanidad?
¡Seguiremos informando desde el parque de Yellowstone, a propósito de… esta interesante cuestión! Puesto que… si bien la especie humana ha dicho, a través del responsable de la Organización de Naciones Unidas, que el cambio climático nos puede traer grandes consecuencias, no nos habían hablado de que el cambio climático podría producir grandes cambios telúricos.
En consecuencia deducimos que, gran parte de los cambios telúricos que están ocurriendo en el planeta, se deben a la actividad humana.
¡Seguiremos informando!
¡Igualmente! –como “seguiremos informando”- informamos que… ¿será o tendrá algo que ver…? –pregunta del millón, ¡o de los dos millones!-… ¿tendrá algo que ver el comportamiento y el estilo de vida humano…? –sin pensar en cosas raras, como explosiones subterráneas y demás artefactos de ingeniería militar-… ¿tendrá algo que ver el comportamiento del ser humano, en su convivencia y en su estar, con los famosos movimientos telúricos?
Seguiremos informando desde el parque de Yellowstone, donde se encuentran los osos hibernando y llorando, pensando: ¿Qué pasará con nuestro parque, si sigue temblando la tierra?...
¡¡Seguimos informando desde Yellowstone, en nuestro noticiero “cada segundo”!! Y queremos decirles que, probablemente –probablemente-, si aceptamos que el hombre tiene algo que ver en el cambio climático, por… sus agentes contaminantes, probablemente, también el estilo de vida que desarrolla la humanidad desde hace un tiempo, haya influido decididamente en los movimientos telúricos que se están produciendo… prácticamente en todo el planeta.
¡Seguiremos informando! ¡Esto es… “Radio Yellowstone”! Desde el parque natural norteamericano de Yellowstone! Con Huckleberry-Finn, a nuestro lado –¡que nunca nos falte!-.
¡E informamos!... radio… “radio segundo”, desde el parque de Yellowstone:
En consecuencia, ¿podría decirse que si el hombre varía sus coordenadas mentales, sus arquitecturas sentimentales y sus arquetipos emocionales, podría calmarse la tormenta y la oleada de los cambios telúricos del planeta?
¡Contesten y razonen la respuesta!

¿Es posible también que, independientemente de lo que haga el hombre, y su forma de pensar y actuar –con independencia de todo ello-, los cambios telúricos y los movimientos terrestres actúen en razón a la salud del planeta?
¿Está el planeta, acaso, enfermo y contaminado como un ordenador, por virus?
¿Se resiente el núcleo de hierro fundido de nuestro planeta, por la actividad del hombre, en cuanto a la deforestación, a la eliminación de especies, etc.? ¿Y esto es capaz de producir cambios telúricos?
¿Esto es acaso un anuncio de los prolegómenos del fin del mundo, del 2012?
Seguimos informando desde “Radio Yellowstone”, desde el parque natural norte-americano de Yellowstone.
¡Informamos!
¿Esto significa, en consecuencia, que la tierra va por una parte, el cielo va por otra, y el hombre va por otra?
“Radio Yellowstone” informa, desde el parque natural, con la compañía de Huckleberry-Finn.
¡Seguimos informando! “Radio segundo”, del parque de Yellowstone, aquí en oración, con los osos.
Repetimos.
Nos gustaría saber si puede haber una confluencia entre las fuerzas celestes, y las fuerzas…
¡Porque claro, porque claro!... ustedes pueden imaginar, como es lógico –y ésa es la gran preocupación del parque de Yellowstone-, no solamente los cambios telúricos, no solamente las modificaciones del clima, sino que lo que viene ahora es peor: ¡la lluvia de meteoritos gigantes que caerá sobre la tierra, y que pueden hacer que desaparezca nuestra especie! ¡La de los osos, queremos decir!
Porque ya se ha contaminado el aire, ya se ha derretido lo que se puede derretir, ya se ha movido la tierra… nos quedan ahora los meteoritos, los aerolitos… Los cambios estelares, que aún no se han producido.
Seguiremos informando, radio Yellowstone, del parque natural de Yellowstone, United States of America, con Huckleberry-Finn… de agregado especial a nuestra emisión.
¡Y volvemos a informar, “radio segundo”, desde el parque de Yellowstone!
En el caso de que el cielo empezara a vomitar meteoritos, ¿qué probabilidades tendríamos de librarnos de algún meteorito gigante?... ¿A cuántas especies afectaría?...
Teniendo en cuenta que las tres cuartas partes del planeta son agua, ¿se esperan en consecuencia importantes tsunamis, puesto que los meteoritos, probablemente caerán en algún océano?
¡Tchán-tchánnnnnnnn!... ¡Tchán!
En el caso de caer en algún océano, ¿qué países se verán más afectados por los tsunamis?
¡Evidentemente!... ¡Elemental, querido Watson! Todos aquellos países… ¡costeros! ¡Qué pregunta más tonta! ¡Porque, aunque las olas sean gigantes, será difícil llegar al centro de Europa, o al centro de África, o al centro de… Asia!
Al… centro de Oceanía es más fácil. ¡Pueden desaparecer!
Pero, evidentemente, la península “aibérica”… puede verse seriamente afectada por la caída de meteoritos en los océanos, y podemos vernos envueltos en las costas… con severas consecuencias.
Con lo cual, a partir de ahora, emitiremos y desarrollaremos las técnicas de supervivencia; y en esta santa casa se pondrán… ¡salvavidas! ¡Flotadores! Además de los extintores, flotadores…. ¡Porque el mar está cerca!
Oraremos flotando… ¡Por fin la levitación… tantos años esperada!
¡Pero eso sí, nos convertiremos en una isla a la deriva, porque una de las olas… una de las olas será tan gigante y tan fuerte, que acabará derritiendo los Pirineos. Nos separaremos de nuestra querida Francia, y seremos... un pedrusco a la deriva. ¡La nueva Australia de Europa! ¡Hay que estar preparados!
¡Jo! ¡Qué chulada, oye! Ni a Dalí se le hubiera ocurrido una cosa semejante. ¡Pero hay que estar preparados! La lluvia de meteoritos caerá sobre las aguas… probablemente.
O sea que los tsunamis pueden producirse por movimientos telúricos subterráneos, o por los meteoritos que aún… no se les ha ocurrido asustarnos con ellos, a la ONU. Pero pronto volverán, y vendrán las noticias a propósito de ese… momento.


La luna… parará algunos de ellos, pero habrá otros que se colarán…
Así que… la dirección hacia donde se pueda decidir ir, parece que no tiene mucho valor.
¿Cuál es la dirección correcta... si Dios no tiene ninguna orientación?
¿Qué sentido tiene dirigir… si cualquier dirigente termina enclaustrado en su vanidad de poder?
¿Habrá más bien, que fijarse en las “dedicaciones”?
"¿A qué se dedica usted?" "¿Cuáles son sus dedicaciones?"
A veces se suele decir: "A todo un poco"... o "un poco a todo". Es decir, o sea, que no se dedica a nada en especial, vamos. Es como decir: "Usted no hace nada bien, ¿no? ¡Ni pimientos a la plancha!"
¡Conviene... conviene hacer, al menos, algo bien! ¡Algo! ¡Algo! Enhebrar una aguja… en un segundo, por ejemplo. Dice:
.- A mí me das una aguja, y en un segundo te la enhebro.
.- ¿En un segundo?
.- Sí, sí.
- Cojo el hilo... le doy una mordiscadita… –tengo una vista ultramicroscópica- y... ¡fsssss!
-¡Joer! ¡Qué habilidoso!
¿Por qué puede ser importante, desde el sentido orante, hacer algo bien?
¡Porque desarrolla la bondad! Y eso tiene referencia con Lo Divino. Porque, el hacer algo bien, nos permite tener el refugio mínimo de la virtud, al servicio propio y de los demás. ¡Algo!
Uno debe preocuparse si resulta que descubre que no hace “algo” bien, y todo se queda en "regu" –"regu" es regular-.
¿Qué haces bien? ¿Qué es lo que haces bien? ¿A qué te dedicas?
¡Puedes dedicarte a lo que quieras!, pero, ¿qué haces... bien?
Para eso sirve la "de"... –de dar-, "di" –de decir-, "cación" –lo que puedas-.
La opción y la posibilidad de hacer “algo” bien, la tienen todos los seres humanos. ¡Esto es muy importante! !Sí! ¡Sí, sí, sí! Muy importante, porque pone en evidencia que todos los seres humanos pueden llegar a ser "bon-dadosos". ¡Buenos!
"Este ser fríe muy bien los huevos" –Por ejemplo-.
Oye... ¡qué bueno!
"Esta persona lee ¡muy bien! Entona y tiene una voz ¡bellísima! Es ideal para hacer un relato".
"Esta persona escribe ¡muy bien! Tiene una letra preciosa".
Sin duda, hay que mínimamente ejercitarse –"mínimamente"-, para alcanzar una maestría; para alcanzar una maestría en... saber estar muy bien.
“Dedicación”.
“Direcciones”, “objeciones”...
En la medida en que la dedicación en algo puntual es correcta, es buena, es bondadosa, ¡no hay objeciones! ¡Aaah... Chachán! ¡Chachán!
O sea que podemos... tenemos un mecanismo para evitar objeciones, ¡al menos en una cosa!
.-¡Qué increíble! Y entonces, ¿los que sean malos, malos, muy malos...?
.-Si son realmente muy malos, muy bien; no hay nada que objetar. ¡Son malísimos! ¡Malísimos! Y lo hacen a conciencia, ¿no?
.-Sí, sí. A conciencia lo hacen.
.-Oye... ¡qué virtuosos!
.-¿Están dedicados a contar malos chistes siempre?
.-Siempre. O sea, nunca contarán un buen chiste. Además, ¡no tienen ni pizca de gracia! Pero se empeñan en ser especialistas en... contar malos chistes.

Las dedicaciones... son urgentes. No solamente en lo que pueda aportar el ser, en su transcurrir vocacional, sino en lo que puede suponer de ofertarse como recurso para las necesidades de los demás. No importa hacia qué dirección; en cualquiera de ellas encontraremos la necesidad que nos reclama.

La disposición hacia la dirección que nos marquen los... ¡amores!, será siempre la adecuada.
Dejemos que las objeciones se… descoloquen; no demos ocasiones para ello. Aunque no olvidemos… prevenir.

***

Lema orante semanal

“INVITA”
8 de marzo de 2010


¿Somos… invitados… al banquete de la vida?¿Es la vida, una invitación… selectiva?¿Vivir invita a vivir… invitando la llegada de la vida?Seguramente, todas las preguntas tendrían un “sí”… como respuesta.Y también un “no”, como ejercicio, como testimonio.Un “sí” en lo intelectual, en lo filosófico, lo ético y lo moral… pero, realmente, en lo testimonial, el ser dista mucho de comportarse como un invitado… al festín de la vida.
El sentido orante nos… “invita” a que descubramos esa vibración que supone la consciencia de “invitado”; de “invitada”.Nos incita también, el sentido orante, a que seamos anfitriones de una invitación. Y, en esa medida, seamos acogedores… receptáculos…
Si cada mañana al despertar, exclamamos: "Soy, de nuevo, invitado a vivir… De nuevo me invitan a opinar, a hablar, a actuar… Y, abriendo mis sentidos, me puedo dar cuenta de que, ciertamente, soy un invitado. Y, como invitado, me tratan. Porque, a pesar de las inmensas distancias entre el convivir de cada lugar de la especie… –a pesar de esas inmensas, insisto, distancias–, cada cual, en su opción de vivir, es… un invitado.
El hambriento, el sediento, el golpeado, el encerrado…Podríamos decir que no son tratados como invitados, pero… sería un error de concepto, porque estaríamos atados a las características de la invitación.Si abrimos el compás de nuestros… sin-prejuicios, el vivir, como acontecimiento extraordinario, sea lo que sea, es una invitación a participar de un hecho excepcional como es la vida en este universo, hasta donde conocemos.
Ahora, ¡dense cuenta de lo que supone sentirse invitado por La Creación! La Creación “me” invita. Y ese “invitar”, no solamente significa que soy un invitado a la vida y que ésta me da su recibimiento, sino que también implica un envite; un invitar a participar, a darse en esa invitación, mostrando –como hace cualquier invitado– su mejor gala, su mejor diálogo, su mejor gusto…


No es –sin duda- el mismo tipo de reacción y de comportamiento, si me siento invitado que si me siento allegado, cercano, obligado, cansado, decepcionado…Pueden ser, eso, “circunstancias” que rodean a la invitación, pero el sentido trascendente que lo orante conlleva en la invitación, es sentirse y descubrirse, realmente, un invitado.¡Y es así porque!… la llegada en tránsito de cada ser, en este tiempo de vivir, es una invitación selectiva.Y éste, aquél o el otro, viven porque es necesario –¡es necesario!–, ‘creadoramente’, que se esté.
“In…vita”: “dentro de… la vida”.Ésa es la especialidad del invitado: estar dentro de la vida; implicado. Dejar de ser espectador de las otras vidas.Ser el actor… invitado que comparte; que se compagina; que se congratula con otras expresiones de vida.
¿No son acaso, en la vida, magnificas invitaciones, las de un ave que vuela… las de un pez en el agua… la de una flor que nos mira…?
Igual que invitado se es, cada cual se convierte en una réplica de esa invitación. Y, bajo la referencia orante, uno… ¡invita!... a todo el entorno, de lo mejor que tiene; de lo más significativo, de lo más sutil o de lo más precioso.
El invitado… no defrauda a quien le invita.Más bien, considera… un privilegio, el haber sido invitado.
¡Qué prestigio de “auto…valoración” supone el sentirse invitado por… La Creación!¿Qué responsabilidad y preguntas… se hace el invitado, a propósito de cómo comportarse, cómo relacionarse, cómo estar…? ¿En qué medida respondo a esa invitación, y en qué forma tengo que… desarrollarme?
También el invitado, en señal de agradecimiento, suele portar algún… ¡detalle! para quien le invita.Algún gesto… Alguna actitud…Y, en ese sentido, cada invitado debería considerar… qué es lo que ha llevado al festín de la vida; qué aporta, en señal de respeto, agradecimiento…
¡Que cada ser se pregunte, como invitado, qué… qué “de nuevo”… doy!Qué “de nuevo”, supone mi presencia…
No es la mejor versión, la que, habitualmente, presenta el ser… como invitado.Quizás porque no lo sabe… Quizás porque no lo ve… no se siente invitado. Más bien, por el contrario, se siente agraviado… incomodado… disgustado…Pero, probablemente, esas cualidades las haya… vivido, como consecuencia del entorno, de otros muchos más que no se sienten invitados. Y que conciben la invitación como… esa acción de un ser sobre otro. No le dan la connotación trascendente que implica ¡vivir!... ¡estar!, ¡sentir!...
Aun a riesgo –por las defensas y los prejuicios que tiene el invitado-… aun a riesgo de no saber estar, de no comportarse adecuadamente, no estar a la altura de la invitación, aun a riesgo de ello, no podemos eludir la invitación.


La invitación que nos hace la Creación, es de naturaleza infinita.Si somos una génesis de esa Creación, nuestra actitud como invitados no está supeditada a limites, sino que está “supeditada” –entre comillas- a las condiciones en que se desarrolla la invitación.
Una de las características más sobresalientes que genera la invitación, es el respeto… ¡hacia quien me invita!... y por el hecho de ser un invitado… Respeto: algo que se precipita y se desagua y se pierde… agigantadamente.Y que, en la medida en que nos sentimos, como orantes, invitados, rescatamos esa faceta del invitado…Y nos hacemos dignos de esa invitación.
¡Y un detalle más!... a propósito del invitado:Cuando nos invitan, es porque… quien nos invita, nos tiene un “aprecio” especial. ¡Cuenta!... con nosotros. Tiene una… una relación, más o menos estrecha, pero importante. Somos algo en la consciencia infinita del invitador.Y nos invitan, porque, realmente, el aprecio tiene un aroma de Amor.
¡Invitados! ¡Congratulados! ¡Amados!



Ámen.

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Lema orante semanal

SABER, DESCUBRIR, APRENDER… DE DIOS
1º de marzo de 2010


Habitualmente, ceñimos el saber, el conocer y el aprender, a facultades… propias de nuestra capacidad… de nuestra inteligencia… de nuestro… valor…
Desde la óptica orante, no es de esa forma. Y representa un “cierto privilegio” el que así no lo sea, puesto que nos da una perspectiva nueva, ¡diferente!, del saber, que a veces resulta pesado, difícil, aburrido… selectivo; del descubrir, que muchas veces es rechazado por lo que se pueda encontrar; y el aprender, por aquello de que quizás algún día te lo puedan reclamar.
Esas tres acciones –el saber, el descubrir y el aprender- se pueden volver, bajo la óptica vibrante de la oración, en… ¡saberes que nos conceden!, ¡descubrimientos que nos permiten!, ¡aprendizajes que nos dan!
En cuyo caso, nuestra capacidad, nuestra inteligencia, nuestro valor… no tienen ningún sentido.
¡Yupi! ¡Yupi!
“Yupi” porque, claro, visto bajo ese punto de vista, no tengo que quedarme a estudiar por las noches… no tengo que pelearme si me dedico a estudiar esto o aquello o lo otro… sino que sé –¡sé!-... que voy a aprender en la medida en que estoy despierto –y es natural estar despierto-; voy a descubrir en la medida en que soy curioso –y es natural tener cierta curiosidad-; y voy a saber en la medida en que me preocupo por lo que transcurre, lo que sucede.
Y así, la propia Creación irá seleccionando qué es lo que voy a aprender, a descubrir, a saber…
-¡Ohh! ¡Ahora aprender el tronco del encéfalo…! ¡Qué pesado! ¿Para qué quiero yo saber el tronco del encéfalo?
¡Hombre!, habría muchas razones lógicas para decirle a quien dice eso… algunos insultos “agradables”. Pero, no obstante, puede ser que la persona diga:
-No. Yo quiero saber cómo es el cigüeñal de un automóvil, del motor… pero el tronco del encéfalo… ¡No quiero saber nada del tronco del encéfalo!
-Pero ¿tú no has descubierto, no has aprendido lo que hay en un sitio tan pequeño, ¡tan increíble!…? La naturaleza, cómo ha dotado a ese tronco… ¡Que no es un tronco cualquiera! –“¡Oye, tronco!”-, no. ¡Es el tronco del encéfalo! ¿Tú sabes que puedes poner una aguja mal puesta ahí, y puedes matar a una persona?
-¿Cómo?
-Sí. ¿Tú no lo sabías?
-¡Hombre, no se me había ocurrido!
-¿El qué?, ¿matarla o ponerla?


Decían –decían- que “el saber no ocupa lugar”. Y, ciertamente, bajo las perspectivas del planteamiento que hacemos, como está ligado a lo Divino –como hemos hecho en el enunciado de la oración de esta semana-, pues el saber, saber…
-¿Quién sabe… de Dios?
-Nadie.
-¿No hay especialistas de Dios? Los teólogos, por ejemplo…
-No. Eso es un fraude, ¡por favor! ¡Por favor, hablemos en serio!
Si hablamos seriamente de Dios, ¡nadie sabe nada!
¡Pero!… pero Él, lo Divino, nos puede enseñar algo. Lo cual es distinto, ¡eh!
Muchos de los saberes, descubrimientos y aprendizajes que podemos desarrollar, con mucha frecuencia los vemos lógicos; entendibles. Y, por aquello de saber “el porqué”… –sic, sin comentarios-.
Un “porqué” muy particular, muy raquítico, muy limitado; que, hecho en determinadas condiciones, funciona, sí, pero ése no es “el porqué”. Probablemente, “el porqué” de lo que sucede, no exista, ni haya existido nunca. Pero es una forma de pensar y de plantear las cosas… muy útil para generar poder, ¡en quien sabe el porqué de las cosas!
-¿Tú sabes por qué ha habido un terremoto…?
-¿Otro?
-Sí, ahora hay terremotos por todos los sitios.
-Pues no.
-¿Ves? No sabes por qué.
-Sí, pero hay una placa tectónica que se ha deslizado…
-Pero ¿por qué ahora?, ¿por qué ahora? ¿Por qué no la semana que viene, o hace diez años?
-No, es que no se sabe.
-Uhmmm.
Pero de seguro, de seguro –y podemos coger otro tema cualquiera-, de seguro que tendrá… algún sentido; generará alguna dimensión, que no está en “los manuales” del saber… ni en los del descubrir… ni en los del aprender.
Ahí es donde La Creación, Lo Divino, nos enseña, nos descubre… todos los mecanismos que, sin razón… pero con un motivo, se producen, y nos dan una visión diferente…
Sin duda, debemos traslocar nuestras capacidades mentales –traslocarlas: colocarlas en otro sitio- para poder, mínimamente, asumir los saberes de Dios, los descubrimientos de Dios y las enseñanzas de Dios. No podemos pretender engarzarlas dentro de nuestra lógica, nuestra razón, nuestro método. ¡Eso es lo primero que descubrimos!…
¡Aleluya!


¡Sí! Descubrimos que, en las enseñanzas, en los descubrimientos y en los aprendizajes de Dios, nuestros métodos… ¡no sirven!
-¿No sirven?… Y entonces, ¿qué método empleamos?
-Ninguno.
¡Yupi!, otra vez. O sea, esto…
-¡Sí! Dios es gratis.
-¿Gratis?
-Gratis... ¡Está!, ¡interviene!, ¡se inmiscuye!, se enreda… se enrolla…
Y si abandono mi razón, mi lógica, mi ciencia, mi intelecto –no como enemigos, no como…; no, simplemente no los aplico-, y “contemplo”, van a aparecer una serie de… explicaciones, de ideas, de sugerencias…; muchas de ellas, catalogadas por nuestro intelecto como locas, raras, extrañas…
¿Es que acaso Dios no es loco, raro y extraño?
Sin saber nada de Él, ¿podemos decir algo… sensato? ¡Nada!
Ni siquiera aquello que se decía de que “premia a los buenos y castiga a los malos”… ¡Es justo al revés! Premia a los malos y castiga a los buenos… ¡por bobos! Porque todavía no han aprendido lo que es La Bondad, y siguen pensando que “lo bueno” es aquello que piensa cada uno, para poder manejar, ayudar, dar… y así inhibir a todos los demás… ¡Por ejemplo! “Por ejemplo”.
Saber…
Aunque existan explicaciones que en nuestro raquítico pensamiento tengan su validez, se quedan, bajo la óptica Divina, inútiles; y, sobre todo, ¡falsas!
Esto, en principio puede parecer una aberración… Pero, con el mismo saber humano ocurre que, bajo unas perspectivas –newtonianas, por ejemplo-, la realidad es de una manera, pero bajo unas perspectivas quánticas… ¡no cuadra, ni pega, ni con la mejor cola ni con el mejor pegamento!; ¡ni con tres y medio, ni con cuatro y medio, ni con cinco y medio!... Es decir, ¡no!
–Eso, dentro de nuestro conocer y saber… estrecho-.
Pero las perspectivas y las evaluaciones que se hacen en un saber y en otro –poniendo ese ejemplo- nos dan otra… ¡otra dimensión de cómo funciona, cómo se desarrolla… la vida, completamente diferente!
En consecuencia, no es muy descabellado –sabiendo que por nuestros propios recursos somos capaces de crear abismos en el saber-, no es muy descabellado pensar que, en el saber “en Divino”, “en Creación”, hay grandes abismos con todos los saberes que tenemos ahora como “conocidos”.
Hay… hay en esa evolución, o en esa transformación, o en esa creación –depende de cómo lo quieran plantear- todo un… conglomerado de recursos almacenados –que podríamos tachar genéricamente como “memoria”, pero que se queda corto-, una innata presencia en nuestra estructura –y quizás en la estructura de todos los seres vivos- acerca y a propósito de “la Creación”. Está, por así decirlo, inscrito en nuestro genes, y quizás almacenado en toda la estructura.


Quizás, si le preguntáramos a los códigos genéticos de una célula –tanto al nuclear como al mitocondrial- que nos contaran algo de la vida, y de cómo surgió y porqué y qué sentido tiene, y hacia dónde va y cómo es…, el día que hablen, nos van a desbordar; y no se va a parecer en nada a lo que hoy sabemos y manejamos. Ya sólo el hecho de nosotros investigar esas partidas del código genético, nos está dejando absolutamente absortos. ¡Sorprendidos! Insisto, dentro de nuestros métodos de saber, que son ¡torpes y cerrados! ¿Cómo será si no aplicamos ningún método y dejamos que libremente se exprese?
¿De seguro que un neurotransmisor transmite tal información?… ¿o tal, tal, tal, tal…?
Evidentemente, hay personas que no les interesa para nada lo que es un neurotransmisor… ¡Es un transistor!… metido en la cabeza. “Transmite”. Pero claro, si se es muy esotérico, pues se piensa:
-Yo, ¿para qué quiero saber eso?
-¡Para nada! La Virgen María te lo dirá en una revelación.
¡Pues no! No funciona así. No.
Cada vez que desechamos un saber, cortamos algo de nuestro cuerpo; ¡mutilamos algo de nuestra estructura!... ¡Es una pena, pero es así!
Y es un rechazo continuo, el que tiene el ser hacia el saber –ya, de por sí, limitado-.
La propuesta es que, ante cualquier situación en la que nos encontremos, y con las palabras que manejemos, nos abramos a… a ver qué dice nuestra “información filogenética”, a ver qué dice nuestro “saber innato”, a ver que nos dice La Creación a propósito de…
¡Preguntémosle!
¡Pero no nos preguntemos a nosotros! Nosotros vamos a tener la respuesta de Wikipedia, en cinco segundos… Que, ¡vale!... ¡Para estar por casa…! –en zapatillas, claro-.
Pero, basados en la creencia –¡puesto que nos atrevemos a orar!-, abramos nuestras perspectivas, y situémoslas en esa innata sabiduría que tiene el ser… Y preguntemos, ¡sin exigir!, ¡sin mandar!..., con humildad, ¡con entrega!… el saber de... cada circunstancia en la que nos encontramos –que son cientos de miles diarias-.

Descubramos, ante circunstancias o acontecimientos desconocidos –muchas veces, de los que hacemos uso diariamente-, descubramos cómo… ¿cómo puede ser esto?
Probablemente, sin duda, vamos a… –inevitablemente, de paso- a saber o a conocer o a descubrir, lo que dice el ser humano de ello. Pero eso… nos interesa poco. Pero, de paso, se va a colar, inevitablemente. Lo importante es lo que va a surgir luego, cuando entremos en nuestra verdadera dimensión: la ignorancia… el vacío… la nada.
Y ahí sea la propia Creación la que nos suministre ideas, sugerencias… que nunca habíamos percibido; y que, por supuesto, ya verán –si así se ejercitan; ésta es una oración para ejercitarla- cómo desafían la lógica, la razón y el entendimiento más sencillo.
Porque todos esos mecanismos que el hombre ha ido gestando y generando, no han sido ni más ni menos que… ¡usurpar y condicionar el saber, el descubrir y el aprender, ¡¡a su imagen y semejanza!!!
-Y si el dato no me cuadra… ¡lo hago cuadrar! Y si no cuadra, ¡le pongo una constante!, ¡y ya está! ¡Sale!
El “ubicarnos en otras coordenadas; en otras perspectivas”, como si fuera una locura… ¡No! No se corre el riesgo de enloquecer. En absoluto. Se corre la esperanza de aclarar… de suavizar…, ¡de agradar!, ¡de dar!... sin nada esperar.
¡Claro!, claro que aparecerán los terrenos ¡fantásticos!, los increíbles, los impensables… En ésos está Lo Divino. No en el análisis cerrado y estrecho que el ser hace cada día.
De ahí que, si somos capaces de conceder un instante orante a cada jornada, bajo el descubrir, el aprender y el saber… de Dios, nos sorprenderemos en un magma gigante, en un espacio que nos desborda, ¡con silencios inmensos!
Y, ¡sin duda!, lo que se vive cada día, lo que se experimenta cada día, toma otra naturaleza. Y, en su imbricación con lo que se sabe, lo que se ha descubierto y lo que se ha aprendido, va a lubrificar esas rígidas concepciones, y vamos a tener otra dimensión… ¡divina!, de lo que continuamente aprendemos, continuamente descubrimos, y continuamente sabemos.
Y continuamente sabremos, continuamente descubriremos y continuamente aprenderemos. Situación que, por otra parte, no suele ser habitual…
Y pasan los años y…
-¿Y qué has aprendido?
-Pues… no sé…
-¿Y qué es lo que sabes que antes no sabías, y que te haya sorprendido?
-Pues no sé…
-¿Y qué has descubierto?
-¿Descubierto? ¡Los cubiertos!
-Ah, los cubiertos… ¡Bueno!, menos da una piedra… Aunque creo que una piedra da más… ¡Sobre todo si te pega la piedra!..., no necesariamente en el tronco del encéfalo.

Si ya podemos asombrarnos y maravillarnos de la minucia que sabemos, ¡y nos quedamos absortos!..., si realmente queremos saber, descubrir y aprender, cuando nos sometemos a otro tratamiento –como saber, descubrir y aprender en Divino, en base a la filogenesia de nuestras estructuras, y con el empuje de nuestro creer-, la Bondad Superior nos irá mostrando… insólitas perspectivas.
No puede… ¡no puede pasar un día, como un día cualquiera, como un instante vulgar! Se puede hacer la prueba, ¡tan solo una semana!... Nada se va a perder.
Y en cambio, sí puedo saber, descubrir y aprender otras perspectivas… que me han sido dadas, por mi creencia, ¡por mi actitud orante!, por mi posición despierta, atenta, alerta…


Ámen.
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Lema orante semanal

PALABRAS
22 de febrero de 2010

Las palabras representan la expresión evolutiva de un complejo sistema llamado “lenguaje”… que es especialmente complejo en el ser humano, y que tiene como misión fundamental la relación; la comunicación; la convivencia.
Las palabras, a lo largo de la historia, han edificado miles y miles de castillos… fábricas… casas… Todo fue precedido por palabras, ideologías, puntos de vista, proyectos…
Las palabras han representado lo que cada uno siente, piensa, proyecta… Y lo decimos en pasado porque, poco a poco… la palabra ha ido perdiendo… su vigencia.
La mentira –expresada en palabras- ha ido socavando las verdaderas dimensiones de cada ser... Hasta el punto de que casi se podría decir que el discurso verbal está agotado.
Y se busca un discurso de sentires, de emociones, de percepciones, con pocas… palabras. Como decía el refrán: “A buen entendedor, pocas palabras bastan.”
¿Qué… qué excusa puede presentar quien traiciona sus palabras?
Antes de que eso ocurra, el ser tiene la posibilidad de corregir sus palabras.
Sin dudarlo, si hubiera que buscar una medida… para evaluar a un hombre, ésta sería "el compromiso con sus palabras". No sería el mismo en el caso de una mujer: "el compromiso con sus sentimientos". Pero el hombre que falta a sus palabras… ¡defrauda!
Si… si lo poco que se ha podido hacer y avanzar ha sido en torno a algunas palabras… ¡cómo se destruye por el incumplimiento de ellas! ¡Cómo se menoscaban el amor, los afectos, las relaciones!... por el incumplimiento de las palabras.
¡Es el principal mecanismo destructor, cuando resulta que era el principal mecanismo constructor!
¡Hay una rabia interna en las palabras, que reclaman… su validez!, ¡¡que exigen su cumplimiento!!
¡Palabras!... ¡Vibraciones de Creación! Cuerdas útiles… ¡para unir!
¡Reclaman, las palabras, ¡su posición!!
La palabra es el equivalente de lo Divino. Y como dice también el refrán: “Las palabras se las lleva el viento”. ¡Sí, ciertamente! Se las lleva el viento… a lo Eterno. No se pierden por el camino…
¿Dónde…dónde quedaron… las promesas?
¿En dónde se esconden… los pactos?
¿Dónde están los convenios… los acuerdos… la veracidad de los relatos?
¿Dónde...? ¿Dónde están las declaraciones, ¡los principios!... los juramentos? En el desván… allí, arrinconados. Ahora lo que importa es el rendimiento, la utilidad, el beneficio, el gusto, el placer…


¿Qué fue de aquellos “principios”…? Son ya ¡finales!…
La rebelión de las palabras ¡reclama!… su sitio. ¡El mundo fue hecho con ellas!
¿El mundo… fue hecho… con ellas?
¿Es digno, en consecuencia, que reclamen su posición… para seguir construyendo el mundo? ¿O tienen que asumir que ya no sirven… que ya el mundo está terminado; y que, una vez terminado, se corresponde exterminarlo, agotarlo… ¡pase lo que pase!, se dañe a quien se dañe?
Pero a base de usurpar con la traición, a las palabras, cada uno se quiere tragar el agua del río; no quiere que los demás beban. Aunque se dice que: “Agua que no has de beber, déjala correr”... ¡No!.. ¡no!... ¡Acapárala! ¡Cógela! ¡No importa que sea para otros!, de otros o hacia otros… ¡Ahora es tuya! Como un vulgar celo entre animales, en el que el más poderoso se lleva el triunfo.
No… no… No fueron creadas las palabras para eso…
Son vibraciones de poeta. ¡No han sido creadas para estropear!… y arrasar, engañar, despistar, provocar… desafiar… ¡Increíble! Un desafío en busca de la violencia.
Y a base de palabras se construyó el mundo… ¡¡¿Qué queda de él?!!
Y cada vez que lo Divino encarnaba una palabra… ¡vio… que era buena!
Y fue desgranando, lo Divino, palabras… historias… relatos… para que el hombre aprendiera… hiciera su lenguaje Divino… y, con ello, construyera la Divina Providencia, ¡allá donde estuviera!
Dios no espera; no está sujeto al tiempo ni al espacio.
El hombre espera y, en su espera… se recupera, se rehace de sus destrucciones. Y su espera recupera la dignidad de sus palabras… la autenticidad de sus sentires… ¡claros!... ¡transparentes!
Porque ¡con qué facilidad!... el hombre miente, y con ¡qué dificultad!... corrige...; ¡tarde… mal… o nunca!
Por ello, en la espera, se puede recoger el fruto certero de la palabra; ¡la semilla auténtica… del verso!...; la belleza innata de la flor; ¡el alimento único del fruto!... con cada palabra que sienta el corazón.

Ámen

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Lema orante semanal

¡Seguir!... ¡continuar, perseverar!… Innovar… Recrear...
15 de febrero de 2010


“Seguir”, de saber que... hay una guía que nos insinúa… que nos sugiere… que nos corteja… que nos ¡anima!...
Que es un hacer continuo, que no tiene ¡fin! Y que “¡per se!”... “per se”, por sí mismo, en ese continuo se-guir, se ve: “per-se-ver”. Se ve ¡lo que viene! “¡Perseverante!”: se ve lo que está delante de nosotros.
Ese ser y estar… persigue lo Infinito; lo Eterno...
Continúa en su expansión indefinida...
Estamos ante la perseverancia de la vida...
No podemos dejar entrar el desánimo, el cansancio, ¡la claudicación!..., si sé la guía que se me ha ido configurando.
La debilidad no es su función. ¡Es la Fuerza, la que anima! Es la Fuerza, la que está. ¡No es nuestra fuerza! No es “mi” fuerza. Es la fuerza que se hace eco de lo que, por mí mismo me he dado cuenta; de lo que sé que es… la guía que me conduce a ese ¡perseverar!; a ese espacio sin limites.
¡Y así, abrirme realmente a la innovación!... y a la recreación.
“Seguir”... no como una pesada carga. No como un arrastrar un fardo. Nunca, ¡obligado!
Seguir… en el sentido liberador. Seguir la guía que nos marcan nuestros sueños; ¡las fantasías en las que Dios se ha colado!; las percepciones y las vibraciones que cada uno ha calado...
Ésas son las guías que nos permiten “encarrilar” nuestra vida; nuestra existencia. ¡Proyectar! –más allá del momento o el ahora y el aquí- nuestros pensamientos; nuestras ideas. Desligarnos de los localismos, los radicalismos, los inmovilismos, ¡los estatismos!… que sólo conducen al deterioro, ¡a la corrupción!, ¡al desastre!
Y que tratan de mostrarse como “desarrollos naturales”, cuando en realidad son desastres humanos.



Seguir, perseverar, ¡continuar!... es moverse, es inquietarse, ¡es promoverse! Es fluir como lo hace el viento que hoy nos acompaña –insistente, perseverante, continuo-, como tratando de recoger nuestras inquietudes y llevarlas lejos.
Y traernos otras inspiraciones... ¡Todo a la vez!, porque se sigue...
¡Seguir, perseverar, continuar!...
“Con-tinuar”. En ese “continuar”, estamos “con”; estamos acompañados: contigo, ¡contigo!, con aquél; con el que conozco, con el que no conozco, con el que llegaré a conocer…
Cada cual en su guía; cada cual en su perspectiva; con intercambios, renovaciones, y ese sinfín de contactos en la esfera de lo eterno, de lo ilimitado.
¡El estar bajo esas coordenadas!... de seguir, continuar perseverar...
¡No se queda atorado! No se queda enganchado. ¡No se queda sepultado en noticias del pasado! En cosas que ocurrieron; en dramas que quedaron clavados, ¡que aún!... permanecen estancados.
¡Seguir!... ¡perseverar, continuar!... para que las estacas que bloquean nuestro fluir, ¡salten!
Para que las barreras oxidadas que nos dejaron allí, se lubrifiquen
¡Seguir, continuar, perseverar!, para que nadie ponga freno; para que no se ponga freno a nuestras posibilidades, a nuestros recursos, a nuestras probabilidades.
Sin lugar a dudas, en este tiempo de inmovilismo, de radicalismo, de absolutismo, de persecución, de traición..., no es fácil seguir, perseverar, continuar... ¡No, no! Hay un interés general en que no nos movamos, en que no hablemos, ¡en que no nos comuniquemos! Hay un interés especial en bloquear nuestras posibilidades. Porque, los que se erigen en dueños y señores –no ya de sus vidas sino de las de otros-, están con sus sentidos bloqueados; están con la mirada extraviada; ¡están con los ideales perdidos! Nada tienen hermoso y bello que ofrecer. Nada tienen... –¡nada tienen!-... que atraiga. Y por ello se empeñan en destruir cualquier brote que siga una referencia, una idea, un proyecto… una labor...
Y si es innovadora, ¡peor! Y si es recreada, ¡muchísimo peor!
Pero, cuando encuentren esos obstáculos, pregúntenles a los obstructores… si tienen algo mejor. Verán cómo eluden la pregunta; verán cómo se ponen inquietos; verán cómo recurren a lo de… “toda la vida”.
Ni saben lo que es “todo”, ni saben nada de la vida.
Verán cómo recurren a… “lo de siempre”.
Frases ya destructoras por sí mismas; aquietadas y hundidas. Pero… no las menosprecien; el respeto hay que mantenerlo. Pero no la obligada obediencia.
La obediencia de vida se debe a la vida; y ésta sigue, continúa, ¡persevera!... ¡Y todo lo que impida que la vida siga, continúe y persevere!, no se puede aceptar.


La Fuerza Creadora ¡no se enfrenta!... al hombre bueno ni al hombre malo. ¡No! Lo elude; lo evade. Le hace saber –por hechos, acontecimientos, actitudes- cuál es el proceder adecuado.
De la misma forma, ante los obstáculos, las dificultades, los bloqueos, ¡las persecuciones, las amenazas, los castigos!, si se está en el seguir del sentido, ¡de lo sentido!, no hay que amedrentarse; no hay que atemorizarse; no hay que precipitarse...
Rodear… eludir… evadir...
Buscan el enfrentamiento, buscan la confrontación, para generar el chantaje y la traición.
Y eso lo hacen instituciones… estados… comunidades… familiares, amigos... leyes… ¡juicios!...
Por doquier hay… pequeños, medianos y grandes obstáculos.
Pero el que sigue, el que persevera, ¡el que continúa!, ya sabe que eso va a aparecer.
Tiene paciencia. Sabe esperar. Mientras que el obstáculo y la incomodidad se desesperan, ¡nos exigen que seamos igual que ellos!, para así poder descargar sus preceptos, sus mandamientos, sus leyes, sus inmovilizaciones...
“El acoso de lo vulgar”.
¡La oración nos enseña!... la elegancia; la belleza; el arte; ¡el amor al arte!; la entrega; la dedicación; la dulzura; ¡la ternura!; la imaginación; ¡¡la liberación!!
Son elementos de “consistencia”, que son los que han tildado a la humanidad entera de detalles que... ¡que nos conmueven!
Son los pequeños detalles que, la perseverancia, la continuidad y el seguir, han dado como fruto: aquella idea, aquel proyecto... aquella fantasía... ¡aquel sueño!...
La mayoría destrozados, sí; pero, los que no se pudieron destrozar, son los que han salpicado la historia de la humanidad con… detalles de belleza, con detalles de “originalidad”...
Esa idea… ese cuadro… esa poesía… ese punto de vista… esa filosofía...
Detalles, sí. Tan sólo detalles. La abrumadora mayoría vulgar, todo lo devora. Pero se le escapan detalles. ¡Y son los detalles los que van a contribuir a redimir esa vulgaridad! Y así, esa vulgaridad también tiene la ocasión y la oportunidad de… “convertirse”; darse cuenta de su banalidad, ¡de su estatismo!, de sus miserias.


Porque, obstruidos por ¡el poder!, obstruidos por... ¡proteccionismos extraños!...
Y al decir “extraños”, nos referimos a coger y asumir roles ¡que no corresponden!
Leyes que exigen a un menor –véase 17 años, 16- tener que, obligatoriamente, ir con uno de sus progenitores para sacar su carné de identidad. En cambio, con 14 años, se puede ir sola a abortar. ¿Hay alguien que lo entienda?
Se puede sacar la píldora del día siguiente, gratis, sin ninguna prescripción.
¡Ah! Pero el control y el control y el control, exige la presencia de algún progenitor para garantizar ¡hacia dónde va a ir y qué va a hacer!...
¡Hipócritas!
Pero no somos jueces. ¡La oración no juzga! ¡Precisa! Y en esa precisión, el ser debe moverse, seguir, continuar, ¡perseverar!...
Y, en esa medida, hay innovaciones, ¡claro! Se ve… lo nuevo. Se aprecia la novedad.
Eso a veces se soporta peor por el entorno; pero, a la vez, el entorno lo demanda porque… no se puede vivir en una profunda y tenebrosa amargura. Eso no es propio de la vida.
Y se va mostrado lo nuevo, en palabras… en actitudes… en proyectos, ¡en ideas!... ¡En relatar por el camino que se va!...
Innovaciones, que son testimonios de vida. Que hablan del hombre orante; que hablan del ser que sigue, continúa, persevera...
Que siente que es posible liberarse de las cargas que –aunque inútilmente, en la eternidad- lo intentan deteriorar…


Dios… es una innovación permanente. ¡No es una retahíla de frases repetidas y continuadas… y vueltas a repetir!
¡Dios innova en cada instante, en cada esquina, en cada momento!...
No es difícil darse cuenta.
¡Es... la referencia! Es la guía –el divino proceder, en la Creación- que se nos muestra.
¡Innovar!... Dejar atrás el estático esqueleto de “como siempre”; “’igual que siempre!”
¡Qué pena!... ¡Qué tragedia!... No sabe lo que es “igual”, y tampoco sabe lo que es “siempre”. Se quedó en el primer fotograma de la película. Pero la película siguió con otros personajes, porque en la película de la vida, todos son protagonistas.
“¿Igual que siempre? ¿No te da vergüenza? ¿Han pasado veinte años desde que nos vimos, y estás “igual que siempre”? ¿No has innovado nada en tu vida? ¿¡Nada!?...”
–Sin que tenga que ver con “la Nada”, ¿eh?-.
Estancado en el tiempo de Neandhertal, Cromagnon o… o quién sabe qué otro antecesor.
“El esqueleto de la vida”; que no se permite ninguna innovación, ¡no vaya a ser que se le rompa un hueso!... a la calavera; no vaya a ser que a la momia se le caiga un trapo. ¡No, no! Ninguna innovación; que eso implica traslado o movimiento. O hablar o decir o comportarse –¡quién sabe!, ¡terror!- como el viento.
Ese inmovilismo de arrastre que, como las redes prohibidas, ¡arrastran el suelo, y destrozan las vidas… de océanos y ríos!…
Áspero como una lija.


Dios es nuevo cada día. El modelo de hoy, no sirve para mañana.
No tiene moldes. Es el pan nuestro de cada día, pero no es el mismo pan.
Y es así, con esa actitud de innovación, como el ser se “recrea”.
¡Sí! Al sentido de lo creado, al sentido de lo que ya está creado…, lo contempla, lo disfruta, lo goza, se complace… y eso le da aires para nuevas creaciones. ¡¡Aleluya!!
Recrear, recrearse en lo creado, es amplificar cualquier acontecimiento creativo o creador… hasta límites insospechados. Sin límites.
La recreación nos lleva a no dejar atrás ningún momento creativo; a incorporar a lo creativo, a la creación, nuevos brotes; nuevas primaveras; nuevos aconteceres que... ¡nos extasían!
Sí. Recrear se puede constituir en un acontecer de éxtasis.
Los que se atreven a recrearse en el amor, se extasían hacia lo amado. ¡Se conmueven ante lo innovado! ¡Siguen, persiguen y perseveran!... tratando de ¡no soltarse!... de la estela de la Creación, ¡para así poder contemplar… la magia de la vida!
Seguir, continuar, perseverar... innovar... recrear una y otra vez lo creado para hacerse una espiral que, en su movimiento, se proyecta mas allá del mas allá.
¡Hacerse nuevo cada día!: una oportunidad que la Creación nos brinda. Recrearnos en esa novedad, y seguir –cada minuto y cada segundo de esa jornada- cincelando la nueva existencia que se nos da...
La vida nos muestra su “consecuencia”. Persevera una y otra vez. Busca innovar lo suficiente para recrearse y hacerse eterna...
¿Mas claro?
La vida sigue, persevera y continúa una y otra vez, para innovarse lo suficiente como para recrearse... y hacerse eterna.
Las evidencias son contundentes. Con un mínimo de humildad, se puede seguir.



Ámen.
***
PACTAR, RECONOCER, RE-HABILITAR
8 de febrero de 2010

Pactar suele ser un recurso que pretende, entre las partes que pactan, sacar un beneficio, una ganancia, en base a… a unos intereses comunes. Ha habido, quizás, tantos pactos como personas. Lo cual significa que casi siempre se han roto.
Podemos decir que pactar es fácil: “Chico guapo busca chica guapa”. Se encuentran. Luego, siempre hay un guapo o una guapa mejor. Se rompen.
“Pacto fácil”, como “futbol fácil”. Pacto ser fácil, hablar indígena, mejor entender. Reconocer: ser difícil, bastante.
¿Que alguien reconozca que...? puffffff. Lo puede reconocer, a lo mejor, de parábola –digo, de palabra-, ¿verdad?, pero luego, de facto, así “in side”, o sea, ¿desde dentro...? Hay que verlo.
¿Rehabilitarse? Bueno, depende de qué.
No sabemos todavía si el señor Tiger Woods se ha rehabilitado de su afición al sexo, por ejemplo. Tampoco nos preocupa mucho. ¿Eh? Creo que a ustedes tampoco, porque no llegaríamos nunca a sus niveles, porque para ser un gran forofo del sexo, también, hay que tener otras cosas.
-Mnnnn (Alguien carraspea)
-Mnnnnn ( El Maestro carraspea).
Mejorando lo presente, se suele decir.
Hay qué ver: ¿curar una adicción al sexo? Rarísimo ¿no? En teoría, todos deberíamos ser adictos ¿no? Por eso somos tantos.
Pero como el hombre se ha empeñado en hacer el mundo a su imagen y semejanza, pues, voila.



Él, que es- siguiendo con Tiger Woods-, que es moreno, se podía fijar en el presidente de Sudáfrica; que él no tiene problemas de adicción al sexo, tiene varias esposas y acaba de tener su vigésimo hijo. Y es presidente, ¿Oye? Y no es vasco.
Hay que ver. Lo que en un sitio es pecado, drama, terror, horror… en otro, es normalidad, vigorosidad, elegancia, alegría... ¡Yupi! Cada uno puede elegir pecar dónde quiera y ser absuelto dónde le guste. (Según el criterio humano, claro).
Siempre se ha hablado ¿verdad?, sí, sí, siempre se ha hablado del pacto con el demonio ¿verdad?: “Es que ha hecho un pacto con el diablo, es que ha hecho un pacto con el demonio”. Pero se habla muy poco de los pactos con Dios ¿Qué pasa? ¿Qué son más light? ¿Son más... son más blandos? ¿Son más... no sé, son más gelatinosos o pringosos o babosos? Y, en cambio, los pactos con el diablo son más vigorosos, más fuertes, más destructores, más malévolos –sí, claro, tienen que ser malévolos-, más..., más..., más..., más. En cambio, los pactos con Dios son como que... menos, menos, menos. Es decir, los pactos con Dios se notan poco; los pactos con el diablo se notan mucho.
A todo esto, a todo esto... fíjate si es difícil descubrir si has hecho un pacto con quien o con K.
-¿Con K?
-Sí, con quien o con K. Con quien, es uno; y con K, es otro.
Bueno, esto no hace falta que lo entiendan.


Pareciera que realmente pactar -que es, en definitiva, un acto de paz-, es un...una acción, por así decirlo, transitoria, del momento: pactamos la no agresión. Bien, hasta que... hasta que me interese agredirte, ¿verdad? De esos ejemplos hay millones, millones. Y este país pacta con éste y...y esta empresa pacta con ésta, y este amigo pacta con éste y...
En el sentido orante –pregunta- ¿se podría, se podría pactar con Dios? ¿Cómo, cómo sería…? –porque con el diablo sabe todo el mundo cómo pactar-; entonces, ¿cómo sería un pacto con Dios? ¿Co… co… cómo sería? ¿Sería, por ejemplo: “pacto contigo ¡oh Dios! que no voy a quitarle la pensión a los pensionistas”? ¿“Pacto contigo ¡Oh Dios! que no voy a volver a rezar con el desayuno en la boca”? “Pacto contigo...” O sea… qué cosa, ¿no?, cómo desayunan los yankees, con el desayuno en la boca, con el croissant, y con el jugo de naranja y se ponen a rezar y comer y rezar y comer...
Y luego, dicen que nuestras oraciones son raras. ¡Joder! Si nosotros somos raros, ¿estos?... Ahí todos en el hotel poniéndose ciegos en el desayuno y mientras otro va rezando y el otro va tomándose el jugo de naranja y la mermelada con, con la “toast”, con “toast”. ¡Menos mal que son cristianos integristas! ¡Joo!
Además, si ustedes se fijan, Cristo nunca desayuno. O sea, quiero decir, que nunca hizo así ninguna oración desayunando. Así, las comidas que se le conocen famosas, bueno, la última cena… que bueno, debió de estar bien; y luego, los peces y los panes, pero eso es porque había mucha hambre; y luego, según algunos, el vino, en la Bodas de Canaán, pero eso no era por la mañana. Entonces, nunca –que se conozca, que se conozca- se reunió con los apóstoles y las multitudes por la mañana temprano y dijo: “desayunemos y oremos”. Vamos, esos sí que son raros, y son cristianos.
Pero bueno, esto es una maniobra de distracción, para, para, para ver cómo se le ocurre a uno pactar con Dios. Y qué, qué, qué puedo pactar, yo, con Dios, si no le conozco. Porque claro, normalmente, cuando uno pacta con alguien es que...
-Bueno, a ver qué voy a ganar yo, qué vas a ganar tú, qué beneficios vas a tener tú, que beneficios voy a tener yo, vamos a llevarnos bien, tal y cual...
Aquí en este caso, como que estamos en desventaja.


Esto es lo más importante para establecer un pacto con Dios. Estás en absoluta desventaja.
Esto parece una bobería, parece una tontería, pero claro, en los pactos, en los pactos humanos, normalmente pues se tienen recursos:
-Oye, pero si me haces esto, te hago lo otro; no se te ocurra... ¿eh?...porque, entonces, yo... ¡oh!, ¿verdad?
Pero aquí, no. Aquí es: una de las partes contratantes, lo Divino, te pone un papel en blanco y te dice:
-¡Firma!
-Jajajaja.
-¡Firma!, ahí están mis condiciones -y todo esto sin decir ni una palabra-.
¡Ayyyyy! y tú dices:
- Pero, dime algo...
-¡Firma!
Tú ¿no?, oyes que te dicen: firma. Y tú sabes, por otra parte, que si tú empiezas a decir:
-Bueno, me tratarás bien, ¿no? ¿No me mandaras ninguna enfermedad? Por favor, no, no te metas con los míos, que son míos (mis hijos, mi mujer, mi marido –ahora, como se puede tener mujer y marido, pues se puede pedir por los dos, ¿verdad?). No se te ocurrirá que tengamos ningún percance ¿verdad?; ni que entremos en crisis, porque si no, no pacto.
Y a todo esto:
-¡Firma!
Y te da una cosa, de un no sé qué, que qué sé yo, que todo lo que estás diciendo –que no quieres que te ocurra- parece como si estuvieran tomando nota para que te ocurriera. ¡Uuuuuyy! Como diría aquel refrán: “que no mientes las soga en la casa del ahorcado”.
Pues, recordar ciertas cosas en ciertos pactos, no conviene, no conviene, no convine, se le da pistas al contrario. Pero es que además, en este caso, en este caso no es el contrario.
Es que es difícil, fíjense, es difícil porque claro, vas a pactar: y hace un pacto con Dios como podría hacer, por ejemplo, un sacerdote, de… del culto que sea. Entonces se consagra -es un pacto, se con-sagra- a Dios para ser diacono, sub-diacono, sub-inspector, inspector, cardenal, obispo, arzobispo, ffffff....yo qué sé, un pacto. Luego, pasa: “Una morena y una rubia...” y hacer puñetas el pacto.
¡Qué bárbaro, qué rápido! ¿Ven? ¿Ven lo frágiles que son los pactos? Entonces, hay que dejar muy claras las cosas, antes, para que no se estropeen sino que mejoren.


Entonces, es un buen momento -es un buen momento, porque estamos en febrero loco… febrero es un mes de fiebre, de cortedad, de intensidad, de imprevisibilidad, de sorpresas-, es un buen momento para pactar, porque te pilla desprevenido y luego ya no te puedes echar atrás. Claro, porque el que se echa atrás, casi siempre es el humano ¿verdad?
-Tengo que pactar con Dios que me voy a llevar bien con los demás, porque a Él...no puedo decir que me voy a llevar bien con Dios, porque sería colocar a Dios en la misma estancia que yo y ése no es el Dios. ¡Qué lio! Dios... a ver, vamos a ver como lo planteamos:
-Bueno, voy a pactar con Dios que lo voy a tener presente. Por ejemplo. Presente.
- ¿Y qué es eso?
- Pues, por ejemplo, puede ser que todos los días -every day-, todos los días voy a decir: “¡Aquí estoy!” Nada más. Quizá sea una de las oraciones más breves que existen. Ya está nada más decir: ¡Aquí estoy! Haciendo referencia a Dios. ¡Aquí estoy!... Quizá no llega a dos segundos.
¡No me digan que es un esfuerzo grande!
¡Aquí estoy! Eso significa, simplemente, que aquí estoy porque tengo un pacto contigo. No sé de qué naturaleza, porque yo he firmado en blanco… Tú sabrás, ¿verdad?, pero aquí estoy. Tampoco te voy a decir la chorrada esa de “cuenta conmigo”, porque cuenta conmigo cuando le da la gana. Y siempre cuenta conmigo. O bien sea para arrinconarme, o bien sea para aplaudirme, o bien sea para matarme, o bien sea para ocultarme o bien sea para lo que sea. Vale.


Entonces, es absurdo decir: “Cuenta conmigo” o “Yo te ayudaré, Señor…” ¡Donde vas, dónde vas… Alfonso XIII! Dónde vas, dónde vas… cuenta conmigo… ¿Pero que de qué, pa’ qué?
Entonces, en el pacto deben ir incluidas estas cosas, que son verdaderas atrocidades humanas con respecto a Dios: “Cuenta conmigo, estoy a tu disposición, haz de mí lo que quieras…” ¡Si es que lo va a hacer! No hace falta que lo digas, ca… ¡capullo!
Si hay algo evidente –si es que se puede llamar evidente, yo creo que es tras-evidente-, es que la Fuerza de lo Divino es absolutamente implacable.
“Absolutamente” es absoluto. Nosotros no conocemos lo absoluto.
E “implacable”, no significa que sea malo sino que… que tiene una placa que nosotros no podemos moldear, modificar, cambiar… “¡Ay!, hoy, Dios me quería castigar, pero me porté bien e hice la mayonesa y no se me cortó y entonces me ha premiado con un bombón helado…” No, no hay trato.
Eso son diosecillos que cada uno se crea en su mente y en su imagen… y bueno, como jugar con la “Barbi”, ¿verdad? Pues unos juegan con la Barbi, otros juegan con su camión… y bueno, tú te crees que llevas un camión de 20 toneladas y la otra se cree que tiene una chica espeluznante e impresionante… y bueno, en ese estadío está bien, pero… pero no.
Implacable. Impresionante.
-O sea, ¿que no le podemos impresionar con nuestras heroicidades, con tomar la cota 1000 y coger la bandera y clavarla y ponerla en la luna y dar saltitos como las ranas…? ¿No le impresiona eso a Dios?
-No.
-¿Y por qué sabe usted que no?
-Porque hubiera aplaudido.
O sea, que “aquí estoy”.
Si quieren, para ponerle el sentido del humor, añadan: “Deséame suerte”. Pero, como dicen los toreros cuando empiezan el paseíllo, cuando salen a la plaza, se dicen unos a otros: “Que Dios reparta suerte”. Porque no sabes cómo vas a salir de la plaza: si a hombros, a almohadillazos, o a la enfermería o al tanatorio. No lo sabes. Entonces, Dios va repartiendo la suerte según esté la afición.
-¡Ah!, entonces, ¿Dios se encarga de la suerte?
-También. ¿Es que hay algo de lo que no se encargue Dios?
Para un creyente, no puede haber algo que no tenga que ver con Dios. No puede decir, el creyente, “Esto son cosas mías, y otras cosas son las de Dios”. Eso no es creer, seamos serios…
Entonces, sería mejor -en vez de decirle “Que Dios reparta suerte, deséanos suerte”…- “Aquí estoy, ya sabes”, por si quieren hacerlo más largo. “Ya sabes” significa, efectivamente, que Él sabe lo que nos tiene preparado. “Aquí estoy, ya sabes”
O, si quieren ponerle una disciplina “militaroide”, pues digan “Aquí estoy, a la orden”.
Parece que no, parece que no, ¿saben?, pero el hecho de reconocer todos los días, así, en un instante, que todo lo que va a trascurrir es un juego mágico, trascendente, increíble, de la vida, que la rige la Creación, cuando se le da esa perspectiva, sin duda nuestra actitud es de otra manera. Y por momentos –por momentos, vive Dios que es cierto-, por momentos le descubrimos entre rendijas, entre luces, entre jugadas, entre ocasiones, entre casualidades, entre sorpresas, entre suertes… “Te he visto, te noto, estás ahí”. Hasta sentir un manto inmenso que se pliega sobre cada vida, y que hace nuestro perfil, inmenso.
Cuando reconocemos esa posición de pacto, que es –permitamos el juego de palabras- que es el pasto para una buena cosecha, para un buen alimento, nos hace reconocibles a nosotros mismos, reconocernos. Sin llegar a la trascendente frase de: “Conócete a ti mismo”… Nunca llegas. Pero reconocer tus estrategias, tus pensamientos, tus planes, tus proyectos. Y, en ese reconocer, reconocer lo que te comentan, lo que te dicen. Hacer un esfuerzo por entender, comprender, escuchar al otro. Que es como hacer un esfuerzo por ver la virtud divina que hay en el otro.
Esforzarse… ¡sin prejuicios!, en ver la virtud del otro; y se disuelven sus defectos. No sólo la mirada ajena sino, también, el que se siente reconocido en sus virtudes, se ejercita automáticamente en la disolución de sus defectos.
Y en ese reconocerse… se va habilitando, se van rehabilitando unas funciones que estaban dañadas, que estaban olvidadas, que estaban escondidas...
Habilitar el trastero donde hay tantos proyectos, recuerdos, planes.
Rehabilitar ¡nuevas! Habilidades, que están ahí pendientes y que nos reclaman, que nos llaman.
La rehabilitación no se agota en la pérdida, en recuperarla, sino que se amplifica en ¡nuevas! habilidades. No se trata de estar como antes, se trata de ser diferente a “antes”.
Y en ese pacto “en blanco” -para que cada color impregne la presencia del Divino-, en ese reconocer, conocemos y conocemos más de lo propio y lo ajeno, y culminamos reconociendo, sin que haya ajenos -todo sea… unitario-, ¡todo! Porque, en la medida en que haya “propios y ajenos”, hay ya una semilla de controversia, de enfrentamiento.
El reconocer, el creer… el creer en esa página en blanco…
“¡Aquí estoy!”


Se… se disuelve la queja, la rabia, la controversia.
Se disuelve la obcecación de que… “¡mis planes son los mejores! “.
Se busca la rehabilitación de ¡todas las funciones!
Cualquier detalle es transcendente.
¡Ay! , ay, qué locura, la que cura, que puede llevarnos de la mano con un pacto de creencia, en un reconocerse, reconociendo en ese “todo”, y habilitándose y rehabilitándonos en esos… “pendientes” que hay aquí y allí, allá.
“Y esto está pendiente, y esto está pendiente, y esto también…” “Y esto lo dejamos para luego, esto para más tarde, esto para el año que viene, esto, bueno… ¡ya veremos!”
Quizás, sea una buena oportunidad en este Febrero -¡loco!-, rehabilitar esos pendientes, habilitarnos en esas llamadas que sabemos que necesitamos, y que nos negamos por pereza, por cansancio… siempre hay una justificación, pero ¡nos llaman!
El conocer a los otros y darse cuenta que… ¡somos todos!, implica la “sorprendente maravilla” de escuchar y… y de hablar, y de poderse convertir en transparente… para que, sobre nuestra transparencia, puedan mirar al otro lado.
¡Ay!, y no seamos opacos y oscuras presencias que dificultan el trascurrir de los demás… ¡Eso es reconocer!
¡Pactos vivos! de cada día. “¡Aquí estoy!”, obedeciendo… la obediencia de vida.
Y en cada esquina, cuando nos aceche la Creación y nos impresione por el acontecer, sepamos leer entre líneas, seguramente un discurso que nada tiene que ver con las letras de la noticia.
¡Pacto en Divino!, ¡vivo!
¡Reconozco en haceres creadores!
Rehabilito, los pendientes olvidados,
y salto al vacío hacia las llamadas de lo ¡nuevo!
No hay caída, ni golpe…
¡Hay regazo complaciente!


¡AY!

Lema orante semanal

TENTACIONES, JUSTIFICACIONES Y REFERENCIAS
1º de febrero de 2010


Las tentaciones, cuando -en el álgido momento de las religiones- estaban ligadas a las leyes religiosas, constituían, sin duda, una pesada carga que nos inhabilitaba, nos coartaba y nos encerraba en un chiquero, como si fuéramos proscritos. Todo era tentación y, por supuesto, caías en la tentación. Y, a veces, ¿para qué levantarse, si era tan buena?
Lo cierto es que... la palabra “tentación” siempre ha estado ligada a procesos más bien malévolos, más bien tiránicos, más bien apetitosos y atractivos, pero, pero, pero delictivos o...o ilegales, diera o fuera cual fuera la época en que se analicen. Pero, realmente, si les quitamos esa falsa “religación”, esa... esa “tropelería” de leyes y de reglas, existen condicionantes que nos pueden hacer cambiar el rumbo de… hacia dónde se piensa que se debe ir; existen condicionantes y circunstancias que fácilmente nos reclaman la ganancia fácil, el trabajo fácil, la importancia fácil...



Existen tentaciones como expresión de cambiar el rumbo y quedarse atrapado -porque la tentación siempre atrapa-, quedarse atrapado a una servidumbre que no nos dejará.
El soplo Krístico nos describe muy bien los tres niveles “tentacionales”: Lo estrictamente material: “no sólo de pan vive el hombre”; lo “tentacional” de poseer y dominar el mundo; y la gran tentación: tentar, que uno tiente a lo Divino, a la Creación, usando los elementos que Ella nos ha dado.
Cierto es que está el pan ahí, y está rico, sí. Pero no somos unos seres devoradores de pan, no somos devoradores de materia. Al revés, más bien, una vez encarnados, nuestro oficio como vida consiste en… en deshilacharnos, en diluirnos. En perdernos -valga la palabra poética-, perdernos con una idea cuando llegue la tarde.
Pero, ciertamente, es atractiva la materia. Es, también, necesaria. Pero cuando supera la necesidad, entonces el ser se confina a una época -que ahora es muy clara-, a consumirse, se consume. Se consume detrás de cada objeto, detrás de cada novedad… no hay límite, la materia te busca, y te llama, y te clama, y te ofrece, y te promete, y… y está tan bien presentada, está tan bien embalada, se puede pagar en tan cómodos plazos...Parece que casi te la regalan.
Pero... cuando parece que todo era tan inocente y el consumidor lo consume, queda consumido.
Se hace él, se convierte él en tentación para otros. Porque el consumidor consumible consumido, difícilmente reconoce su posición. Es una adicción, como las imágenes que nos servían ahora, con motivo de las rebajas de enero. Es un correr, un devorarse por un calcetín, por un par de zapatos, un comprar inútil de… cosas inútiles -claro, ahí está- porque están baratas. Es un engaño que trata de hacer uno al otro y el otro cree que lo ha engañado. Los dos se creen vencedores: uno porque ha comprado muy barato y el otro porque ha conseguido que pique.
Eso es la imagen a gran escala. Pero, a pequeña escala, siempre está ahí el material nuevo, el material que ocupa espacio, tiempo, lugar, y que –obviamente- nos retiene, nos consume. Y nos impide volar, porque empezamos a pesar más.


E insisto, necesitándolo por el estadío en que se está, la clave para no ser un cuerpo “tentacional” es mantenerlo en la justa medida.Sin duda no es fácil, más bien es, francamente, difícil.
Mas si la vía del espíritu está en actividad. Más si la vía orante está a la expectativa de perseverar, de continuar, de “ir a...” sabremos evaluar la... la imagen de la materia, y sabremos tratarla con... ¡con la dignidad que se merece! Porque no podemos caer tampoco en... en el juicio fatal de que la materia es un “horror universal”. Es un estadio más... Pero, un tránsito en nuestra “evaporación” que nos puede atrapar.
¿Será -es una pregunta al vuelo-, será que… que por eso... se muere?... ¿Porque es la única forma eficaz de diluirse y evaporarse, y continuar? ¿Será que si el hombre sabe evaluar el hálito de la materia, no precisa morirse porque con ella se sublimará…?
Habrá que tenerlo en cuenta. Y claro está, cuando el ser se da cuenta de que... lo material le atrapa, el dinero le persigue, el acreedor también, y tantos y tantos que, que acaban con su vida por no poder acceder a mantener su… su materialidad y hacen de ello todo un quehacer permanente… ¡y así va la mayoría de la humanidad!
Hay que justificarlo. Sí. Viene el sistema de justificaciones.
Pero fíjense en una cosa para no caer en la tentación justificativa: ¿necesita alguna justificación la bondad? ¿Necesita alguna justificación lo bien hecho? ¿Necesita alguna justificación la pureza? ¿Necesita alguna justificación la pulcritud? ¿Necesita alguna justificación la limpieza…?


Resulta que aquellas acciones, actividades o procesos que nos… que nos exaltan, que nos colocan en una posición de una alegría interna, de un sonrisa -¡vertical, horizontal, oblicua, ascendente, descendente y de todos los sitios!-… ésas no necesitan justificaciones. Cuando se realizan y se hacen no precisan justificarse. Pero fíjense, en cambio todo aquello que no va en ese sentido, necesita justificación. Moraleja, moraleja: cuando te justifiques de algo es que estás fuera de base. Estás fuera de onda.
Quizás no sea así tan radical, quizá, quizá y hay alguna excepción. Pero como entretenimiento del espíritu es... muy eficaz: Si tengo que justificar, es que tengo que implicar como responsables a “otros”, tengo que implicar como culpables a “otros”, tengo que implicar como inductores a “otros”… a otros o a otras circunstancias para justificar...
“Es que claro, no me pagaban bien y por eso robaba”.
“Es que claro, me insultaban y por eso le pegué…”.
“Es que claro...”
Siempre encontraremos justificaciones.


-¿Te corresponde custodiar ese lugar, esa casa, ese… niño?
-Sí.
-¿Tienes que justificarlo de alguna manera?
-No.
Pero, cuando es viceversa y no te corresponde...
-Sí, pero es que... lo ví sólo, ¿sabes? Lo vi solo entre los escombros y dije: Pues, mira: ahora que no tengo niños me lo llevo a casa. ¿Sabes? Porque estaba solito, pobrecito, qué le vas hacer, ¡hombre!
-Pero, es que te lo llevaste a tu casa… y lo inscribiste en el registro… y, en fin… no buscaste a alguien que lo pudiera reclamar, no aguardaste...
-Bueno, hombre comprende que en esos momentos… todo se te hace un lío, ¿no?...
-Bueno pero no, no... más que un lío, lo hiciste con premeditación, alevosía y nocturnidad.
-¡A ver!, ¿si no es por mí, de qué ese niño podría vivir?
-¡Oooh, el señor de la vida y de la muerte...! ¡Oooh, gran hombre!, ¿tú eres el amo de la vida y de la muerte? Si no es por ti, ¡pobre negrito!, se habría muerto… ¿Seguro?
-¡Sí! porque yo le daré de comer, le daré de estudiar, le daré...
-¿Le darás? ¿Tendrás tiempo para dárselo? ¿Estás seguro de que él aguantará todo eso?
Porque “si no fuera por mí”… ¡Ay!, frase tremenda de justificación. “Si no fuera por mí” de qué habría… “Si no fuera por mí...” uauu… peligro... Aparecen los gatos, los “mimís”. Antes eran titís, ahora vienen los “mimís”: “Porque ¡mi! presencia...” “Gracias a ¡mi! colaboración...” “Porque ¡mi! actitud fue...”
¡Uy! ¡Uy! ¡Uy!...
¡Miau, miau, tranquilo! Tranquilo, miau, miau, miau. Cambia, cambia, cambia… cambia el verso por favor. Cambia el verso, cambia el verso. Ya sé que tú eres muy importante; ya sé que tú eres fundamental; ya sé que tú eres trascendente; ya sé tú eres ¡vamos, vamos, vamos... vamos, vamos, vamos, la mejor leche de Suiza!
Pero… pero, si te ejercitas en esa “mismidad”, la justificación más dramática no podía ser. Que otros vean en ti tu participación, tu acción, tu actividad, igual que tú ves en otros. Pero, esa justificación permanente para... beneficio, para... trasgredir, para... lograr, para conquistar, para dominar.


Justificaciones de odios, rencores… Justificaciones en persecuciones, en castigos…
Se vive en un mundo justificativo que, en la medida que hay un justificante, ¡todo va bien! Fíjense bien en eso:
-¿Tiene usted un justificante que acredite que es usted?
-Sí, sí, aquí tiene mi DNI.
- ¡Ah! Un justificante... Usted... sí, sí.
-¿Tiene usted un justificante de haber pagado?
-Sí, sí aquí está mi justificante.
-¿Puede usted justificar estos gastos?
-Sí, sí. Aquí están los recibos.
-¿Puede usted justificar que... esta persona es su mujer?
-Sí, sí aquí están las actas de matrimonio.
-Aaah...
Los justificantes han formado y forman ya parte, absolutamente trascendente en nuestra vida y eso no podemos permitirlo. ¡¿Cuántos cajones de papeles y justificantes, tendrá cada uno es su casa, ¿eh?! Que se guardan por lo menos un año, ¡dos, tres, cuatro!, y a veces cinco. Y es que a veces te dan los justificantes y te dicen:
-Guárdelo por lo menos cinco años.
-¿Por qué?
-Porque pueden pedírselo. Y no le podemos dar otro justificante.
-Ahhh…
¡Dios, por favor...!
Recientemente -para que vean los justificantes-, un… una persona terminó sus estudios universitarios de grado superior, y cuando… cuando fue a retirar su diploma le dijeron que “No, que faltaban las notas del bachillerato”.


Manda… mándale, ¿eh? Mándale... Mandalé. Ponte a buscarlas, ¿eh?... Que quede algún profesor vivo... que hay testigos, y que exista el colegio ése... mmmm… Para saber si ha aprobado o no...
-¿Cómo? Entonces cómo cree usted que yo llegué aquí a la... Pero si ya soy doctor, soy “dotor”, ¡soy “dotor”!, en cirugía y en medicina y todo… tido. ¿Cómo cree usted que, que, que he podido… y que ustedes me han dado todos estos aprobados, notables, sobresalientes...?
-Bueno no te pases...
-Bueno, aprobados...
Se supone que... Se supone, ¿verdad?
No. No. Búscate... empiézate a buscar. ¡Y que asignaturas cursó...! No vaya a ser que su bachillerato no esté convalidado aquí...
¡¡Ay!! Macarena, Macarena, no puede ser, no puede ser... Pues sí, sí… siglo XXI, aquí...
Pues, búscatelas, búscatelas las buena ventura. Si Dios te la da, si te pica la mosca, ráscatela. Pues, así...
Y hubo afortunadamente fortuna, y las notas aparecieron y el certificado también. Y valió, y vio Dios que era bueno… Porque vamos, sino llega a ser bueno es para suicidarte.
El certificado. La justificación. El justificante.
¡Ah!, tiene usted el justificante… Sí, sí, sí. Y si tiene la apostilla de la Haya, mejor.
Ustedes a partir de ahora, a partir de hoy, de hoy, yo les doy -no un consejo- una, una indicación jurídica que es la primera vez que la voy a dar, entonces, no sé si son afortunados por eso, o no, pero… ustedes, cualquier justificante que tengan, pónganle la apostilla de la Haya. De verdad que no sé exactamente qué es. De verdad, ¿eh?, no lo sé. Pero, sí sé que cada justificante que llevas a cualquier sitio, finalmente cuando todo está bien, dicen: “¿pero lleva la apostilla de la Haya?” La Haya no es, “allá en el Rancho grande”… La Haya es el país ése, allí, allí, allá. La Haya. La apostilla. La apostilla. Es como “la costra”, “La costra Nostra”.
Entonces, ¿que a ustedes le dan un justificante de haber pagado la luz?: llévenlo a la Haya, que le pongan la apostilla. Si le dicen:
-No la necesita.
-Bueno, usted lo dirá, que no la necesito. Yo sí creo que la necesito. Usted póngale la apostilla.
De verdad ¡qué persecución!


Evidentemente, es todo un negocio lucrativo, ¿verdad? Pero, pero, ¡ay de ti como no lleves el justificante! Claro, con tanto justificante, el ser difícilmente se resiste a no justificar, a su vez, sus comportamientos, sus actitudes. Fácil, ¿no? Hemos… Han… Se ha creado una comunión justificativa. Una humanidad cargada de justificantes. Con lo cual, todo está justificado.
Eso permite al que gana -al ganador- obviamente, emplear cualquier recurso. Está justificado. Como ese pecadillo “de nada”, que dijimos a propósito de Hiroshima y Nagasaki. Está justificado. Era la forma de acabar con la guerra. Hoy sabemos fehacientemente que es falso; que la guerra ya había acabado. Ya se había rendido Japón. Habían acordado hasta en dónde firmar el armisticio. Igual que se sabía que iban a bombardear Pearl Harbor y pusieron los barcos más viejos… y ninguno de los jefes cayó en el bombardeo. Era la justificación… “Oh, un justificante, mira”… para entrar en la guerra y ganarla.
Pero, ¡ay!, las justificaciones y los justificantes se pueden volver en contra… Fíjate. Porque si pierdes, aparecerán justificantes que te incriminan en todo. ¡En todo! Puedes llegar a ser la reencarnación del cuerno de “Islero”, el toro que mató a Manolete. Y haber justificantes… O sea que, también, la alerta del espíritu, del ánima, está ahí atenta a… a que la justificación no te lleve al éxito; porque entonces tendrás que justificar el éxito como triunfo, como ganador, como poderoso. Y te será viable y rentable. Pero, ¡cuidado!, que si eres el perdedor, todos los justificantes -por perder-, se volverán en contra.
Para ello, es fundamental “la referencia”. Una referencia que nos dé la orientación de hacia dónde sopla el viento; hacia dónde se expresa lo Divino; en dónde puedo sentirlo. De qué manera puedo acercarme a… a su ternura, a su bondad…
Cuando las tentaciones se acrecientan hasta el punto de desafiar a lo Divino, si la referencia está orientada, no harán falta justificaciones. Porque detrás de cada justificación hay una justicia que impone.


Si la orientación es adecuada, no harán falta tentaciones, ¡y superarlas!, ¡y evitarlas! y ¡evadirlas! Porque estaremos en la dirección hacia donde va el viento. Iremos hacia el sentido en donde se diluye la nieve. Estaremos… justo en el centro de la semilla. Seremos la huella de la arena del desierto que se diluye cuando sopla el aire.
Cuando la referencia es lo creativo, lo renovado, lo impredecible, lo inesperado, ¡LO IMPROVISADO!, estamos… estamos en el área de la Creación. Estamos en ese caos inteligente, infinito… Cualquier palabra más, ya sobra.
Cuando la referencia va en la búsqueda de la virtud, que se… se personifica en el servicio, y que luego se distribuye en multitud de otras facetas, estamos en la vibrante sintonía de lo Eterno. Cuando no es prioridad destacar el defecto, cuando no es perentorio buscar el fallo. Cuando se sabe esperar a “la paciencia”… Esperar a la paciencia… No hay error. No hay terror. No hay temor.


La oración nos sitúa, desde la sola intención de orar, en esas referencias -en la sola intención de orar-. Pero aún hay que estar en la materia, en el cuerpo, en las justificaciones, en las tentaciones, para -y retomando de nuevo el “Soplo Krístico”- poder, no como poder, sino, superar esas situaciones, con oraciones. Pero, basta la intención orante -como “basta una sola palabra”…- para que se ponga en marcha todo el mecanismo de referencia que nos religa, que nos une. Que nos hace uno… uno con TODO. Que somos TODO y UNO, sin dejar de ser cada cual quién es.
Referencias…
Sí, instantes de certeza.
Sí, instante de certeza que nos da la fuerza -que no es nuestra- para des-justificarnos, para entrar en esa vía de transformarnos, de contemplar… de estar en el perdón… En esas referencias que nos permiten… Que han sido “la referencia”, pero que han precisado multitud de argumentos y elementos para que la referencia hacia el Misterio, hacia la Providencia, hacia lo Eterno, hacia lo Infinito, pueda tener… pueda tener cuerpo, cabida y… y acción en el corazón que late sin cesar, como ansiosas bocanadas del poeta que quiere ensalzar la belleza de “Lo que Ama”. Porque nos ama en abundancia. Sin límite.



Ámen.