miércoles

Lema orante semanal

“INVITA”
8 de marzo de 2010


¿Somos… invitados… al banquete de la vida?¿Es la vida, una invitación… selectiva?¿Vivir invita a vivir… invitando la llegada de la vida?Seguramente, todas las preguntas tendrían un “sí”… como respuesta.Y también un “no”, como ejercicio, como testimonio.Un “sí” en lo intelectual, en lo filosófico, lo ético y lo moral… pero, realmente, en lo testimonial, el ser dista mucho de comportarse como un invitado… al festín de la vida.
El sentido orante nos… “invita” a que descubramos esa vibración que supone la consciencia de “invitado”; de “invitada”.Nos incita también, el sentido orante, a que seamos anfitriones de una invitación. Y, en esa medida, seamos acogedores… receptáculos…
Si cada mañana al despertar, exclamamos: "Soy, de nuevo, invitado a vivir… De nuevo me invitan a opinar, a hablar, a actuar… Y, abriendo mis sentidos, me puedo dar cuenta de que, ciertamente, soy un invitado. Y, como invitado, me tratan. Porque, a pesar de las inmensas distancias entre el convivir de cada lugar de la especie… –a pesar de esas inmensas, insisto, distancias–, cada cual, en su opción de vivir, es… un invitado.
El hambriento, el sediento, el golpeado, el encerrado…Podríamos decir que no son tratados como invitados, pero… sería un error de concepto, porque estaríamos atados a las características de la invitación.Si abrimos el compás de nuestros… sin-prejuicios, el vivir, como acontecimiento extraordinario, sea lo que sea, es una invitación a participar de un hecho excepcional como es la vida en este universo, hasta donde conocemos.
Ahora, ¡dense cuenta de lo que supone sentirse invitado por La Creación! La Creación “me” invita. Y ese “invitar”, no solamente significa que soy un invitado a la vida y que ésta me da su recibimiento, sino que también implica un envite; un invitar a participar, a darse en esa invitación, mostrando –como hace cualquier invitado– su mejor gala, su mejor diálogo, su mejor gusto…


No es –sin duda- el mismo tipo de reacción y de comportamiento, si me siento invitado que si me siento allegado, cercano, obligado, cansado, decepcionado…Pueden ser, eso, “circunstancias” que rodean a la invitación, pero el sentido trascendente que lo orante conlleva en la invitación, es sentirse y descubrirse, realmente, un invitado.¡Y es así porque!… la llegada en tránsito de cada ser, en este tiempo de vivir, es una invitación selectiva.Y éste, aquél o el otro, viven porque es necesario –¡es necesario!–, ‘creadoramente’, que se esté.
“In…vita”: “dentro de… la vida”.Ésa es la especialidad del invitado: estar dentro de la vida; implicado. Dejar de ser espectador de las otras vidas.Ser el actor… invitado que comparte; que se compagina; que se congratula con otras expresiones de vida.
¿No son acaso, en la vida, magnificas invitaciones, las de un ave que vuela… las de un pez en el agua… la de una flor que nos mira…?
Igual que invitado se es, cada cual se convierte en una réplica de esa invitación. Y, bajo la referencia orante, uno… ¡invita!... a todo el entorno, de lo mejor que tiene; de lo más significativo, de lo más sutil o de lo más precioso.
El invitado… no defrauda a quien le invita.Más bien, considera… un privilegio, el haber sido invitado.
¡Qué prestigio de “auto…valoración” supone el sentirse invitado por… La Creación!¿Qué responsabilidad y preguntas… se hace el invitado, a propósito de cómo comportarse, cómo relacionarse, cómo estar…? ¿En qué medida respondo a esa invitación, y en qué forma tengo que… desarrollarme?
También el invitado, en señal de agradecimiento, suele portar algún… ¡detalle! para quien le invita.Algún gesto… Alguna actitud…Y, en ese sentido, cada invitado debería considerar… qué es lo que ha llevado al festín de la vida; qué aporta, en señal de respeto, agradecimiento…
¡Que cada ser se pregunte, como invitado, qué… qué “de nuevo”… doy!Qué “de nuevo”, supone mi presencia…
No es la mejor versión, la que, habitualmente, presenta el ser… como invitado.Quizás porque no lo sabe… Quizás porque no lo ve… no se siente invitado. Más bien, por el contrario, se siente agraviado… incomodado… disgustado…Pero, probablemente, esas cualidades las haya… vivido, como consecuencia del entorno, de otros muchos más que no se sienten invitados. Y que conciben la invitación como… esa acción de un ser sobre otro. No le dan la connotación trascendente que implica ¡vivir!... ¡estar!, ¡sentir!...
Aun a riesgo –por las defensas y los prejuicios que tiene el invitado-… aun a riesgo de no saber estar, de no comportarse adecuadamente, no estar a la altura de la invitación, aun a riesgo de ello, no podemos eludir la invitación.


La invitación que nos hace la Creación, es de naturaleza infinita.Si somos una génesis de esa Creación, nuestra actitud como invitados no está supeditada a limites, sino que está “supeditada” –entre comillas- a las condiciones en que se desarrolla la invitación.
Una de las características más sobresalientes que genera la invitación, es el respeto… ¡hacia quien me invita!... y por el hecho de ser un invitado… Respeto: algo que se precipita y se desagua y se pierde… agigantadamente.Y que, en la medida en que nos sentimos, como orantes, invitados, rescatamos esa faceta del invitado…Y nos hacemos dignos de esa invitación.
¡Y un detalle más!... a propósito del invitado:Cuando nos invitan, es porque… quien nos invita, nos tiene un “aprecio” especial. ¡Cuenta!... con nosotros. Tiene una… una relación, más o menos estrecha, pero importante. Somos algo en la consciencia infinita del invitador.Y nos invitan, porque, realmente, el aprecio tiene un aroma de Amor.
¡Invitados! ¡Congratulados! ¡Amados!



Ámen.

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