miércoles

Lema orante semanal

¡Seguir!... ¡continuar, perseverar!… Innovar… Recrear...
15 de febrero de 2010


“Seguir”, de saber que... hay una guía que nos insinúa… que nos sugiere… que nos corteja… que nos ¡anima!...
Que es un hacer continuo, que no tiene ¡fin! Y que “¡per se!”... “per se”, por sí mismo, en ese continuo se-guir, se ve: “per-se-ver”. Se ve ¡lo que viene! “¡Perseverante!”: se ve lo que está delante de nosotros.
Ese ser y estar… persigue lo Infinito; lo Eterno...
Continúa en su expansión indefinida...
Estamos ante la perseverancia de la vida...
No podemos dejar entrar el desánimo, el cansancio, ¡la claudicación!..., si sé la guía que se me ha ido configurando.
La debilidad no es su función. ¡Es la Fuerza, la que anima! Es la Fuerza, la que está. ¡No es nuestra fuerza! No es “mi” fuerza. Es la fuerza que se hace eco de lo que, por mí mismo me he dado cuenta; de lo que sé que es… la guía que me conduce a ese ¡perseverar!; a ese espacio sin limites.
¡Y así, abrirme realmente a la innovación!... y a la recreación.
“Seguir”... no como una pesada carga. No como un arrastrar un fardo. Nunca, ¡obligado!
Seguir… en el sentido liberador. Seguir la guía que nos marcan nuestros sueños; ¡las fantasías en las que Dios se ha colado!; las percepciones y las vibraciones que cada uno ha calado...
Ésas son las guías que nos permiten “encarrilar” nuestra vida; nuestra existencia. ¡Proyectar! –más allá del momento o el ahora y el aquí- nuestros pensamientos; nuestras ideas. Desligarnos de los localismos, los radicalismos, los inmovilismos, ¡los estatismos!… que sólo conducen al deterioro, ¡a la corrupción!, ¡al desastre!
Y que tratan de mostrarse como “desarrollos naturales”, cuando en realidad son desastres humanos.



Seguir, perseverar, ¡continuar!... es moverse, es inquietarse, ¡es promoverse! Es fluir como lo hace el viento que hoy nos acompaña –insistente, perseverante, continuo-, como tratando de recoger nuestras inquietudes y llevarlas lejos.
Y traernos otras inspiraciones... ¡Todo a la vez!, porque se sigue...
¡Seguir, perseverar, continuar!...
“Con-tinuar”. En ese “continuar”, estamos “con”; estamos acompañados: contigo, ¡contigo!, con aquél; con el que conozco, con el que no conozco, con el que llegaré a conocer…
Cada cual en su guía; cada cual en su perspectiva; con intercambios, renovaciones, y ese sinfín de contactos en la esfera de lo eterno, de lo ilimitado.
¡El estar bajo esas coordenadas!... de seguir, continuar perseverar...
¡No se queda atorado! No se queda enganchado. ¡No se queda sepultado en noticias del pasado! En cosas que ocurrieron; en dramas que quedaron clavados, ¡que aún!... permanecen estancados.
¡Seguir!... ¡perseverar, continuar!... para que las estacas que bloquean nuestro fluir, ¡salten!
Para que las barreras oxidadas que nos dejaron allí, se lubrifiquen
¡Seguir, continuar, perseverar!, para que nadie ponga freno; para que no se ponga freno a nuestras posibilidades, a nuestros recursos, a nuestras probabilidades.
Sin lugar a dudas, en este tiempo de inmovilismo, de radicalismo, de absolutismo, de persecución, de traición..., no es fácil seguir, perseverar, continuar... ¡No, no! Hay un interés general en que no nos movamos, en que no hablemos, ¡en que no nos comuniquemos! Hay un interés especial en bloquear nuestras posibilidades. Porque, los que se erigen en dueños y señores –no ya de sus vidas sino de las de otros-, están con sus sentidos bloqueados; están con la mirada extraviada; ¡están con los ideales perdidos! Nada tienen hermoso y bello que ofrecer. Nada tienen... –¡nada tienen!-... que atraiga. Y por ello se empeñan en destruir cualquier brote que siga una referencia, una idea, un proyecto… una labor...
Y si es innovadora, ¡peor! Y si es recreada, ¡muchísimo peor!
Pero, cuando encuentren esos obstáculos, pregúntenles a los obstructores… si tienen algo mejor. Verán cómo eluden la pregunta; verán cómo se ponen inquietos; verán cómo recurren a lo de… “toda la vida”.
Ni saben lo que es “todo”, ni saben nada de la vida.
Verán cómo recurren a… “lo de siempre”.
Frases ya destructoras por sí mismas; aquietadas y hundidas. Pero… no las menosprecien; el respeto hay que mantenerlo. Pero no la obligada obediencia.
La obediencia de vida se debe a la vida; y ésta sigue, continúa, ¡persevera!... ¡Y todo lo que impida que la vida siga, continúe y persevere!, no se puede aceptar.


La Fuerza Creadora ¡no se enfrenta!... al hombre bueno ni al hombre malo. ¡No! Lo elude; lo evade. Le hace saber –por hechos, acontecimientos, actitudes- cuál es el proceder adecuado.
De la misma forma, ante los obstáculos, las dificultades, los bloqueos, ¡las persecuciones, las amenazas, los castigos!, si se está en el seguir del sentido, ¡de lo sentido!, no hay que amedrentarse; no hay que atemorizarse; no hay que precipitarse...
Rodear… eludir… evadir...
Buscan el enfrentamiento, buscan la confrontación, para generar el chantaje y la traición.
Y eso lo hacen instituciones… estados… comunidades… familiares, amigos... leyes… ¡juicios!...
Por doquier hay… pequeños, medianos y grandes obstáculos.
Pero el que sigue, el que persevera, ¡el que continúa!, ya sabe que eso va a aparecer.
Tiene paciencia. Sabe esperar. Mientras que el obstáculo y la incomodidad se desesperan, ¡nos exigen que seamos igual que ellos!, para así poder descargar sus preceptos, sus mandamientos, sus leyes, sus inmovilizaciones...
“El acoso de lo vulgar”.
¡La oración nos enseña!... la elegancia; la belleza; el arte; ¡el amor al arte!; la entrega; la dedicación; la dulzura; ¡la ternura!; la imaginación; ¡¡la liberación!!
Son elementos de “consistencia”, que son los que han tildado a la humanidad entera de detalles que... ¡que nos conmueven!
Son los pequeños detalles que, la perseverancia, la continuidad y el seguir, han dado como fruto: aquella idea, aquel proyecto... aquella fantasía... ¡aquel sueño!...
La mayoría destrozados, sí; pero, los que no se pudieron destrozar, son los que han salpicado la historia de la humanidad con… detalles de belleza, con detalles de “originalidad”...
Esa idea… ese cuadro… esa poesía… ese punto de vista… esa filosofía...
Detalles, sí. Tan sólo detalles. La abrumadora mayoría vulgar, todo lo devora. Pero se le escapan detalles. ¡Y son los detalles los que van a contribuir a redimir esa vulgaridad! Y así, esa vulgaridad también tiene la ocasión y la oportunidad de… “convertirse”; darse cuenta de su banalidad, ¡de su estatismo!, de sus miserias.


Porque, obstruidos por ¡el poder!, obstruidos por... ¡proteccionismos extraños!...
Y al decir “extraños”, nos referimos a coger y asumir roles ¡que no corresponden!
Leyes que exigen a un menor –véase 17 años, 16- tener que, obligatoriamente, ir con uno de sus progenitores para sacar su carné de identidad. En cambio, con 14 años, se puede ir sola a abortar. ¿Hay alguien que lo entienda?
Se puede sacar la píldora del día siguiente, gratis, sin ninguna prescripción.
¡Ah! Pero el control y el control y el control, exige la presencia de algún progenitor para garantizar ¡hacia dónde va a ir y qué va a hacer!...
¡Hipócritas!
Pero no somos jueces. ¡La oración no juzga! ¡Precisa! Y en esa precisión, el ser debe moverse, seguir, continuar, ¡perseverar!...
Y, en esa medida, hay innovaciones, ¡claro! Se ve… lo nuevo. Se aprecia la novedad.
Eso a veces se soporta peor por el entorno; pero, a la vez, el entorno lo demanda porque… no se puede vivir en una profunda y tenebrosa amargura. Eso no es propio de la vida.
Y se va mostrado lo nuevo, en palabras… en actitudes… en proyectos, ¡en ideas!... ¡En relatar por el camino que se va!...
Innovaciones, que son testimonios de vida. Que hablan del hombre orante; que hablan del ser que sigue, continúa, persevera...
Que siente que es posible liberarse de las cargas que –aunque inútilmente, en la eternidad- lo intentan deteriorar…


Dios… es una innovación permanente. ¡No es una retahíla de frases repetidas y continuadas… y vueltas a repetir!
¡Dios innova en cada instante, en cada esquina, en cada momento!...
No es difícil darse cuenta.
¡Es... la referencia! Es la guía –el divino proceder, en la Creación- que se nos muestra.
¡Innovar!... Dejar atrás el estático esqueleto de “como siempre”; “’igual que siempre!”
¡Qué pena!... ¡Qué tragedia!... No sabe lo que es “igual”, y tampoco sabe lo que es “siempre”. Se quedó en el primer fotograma de la película. Pero la película siguió con otros personajes, porque en la película de la vida, todos son protagonistas.
“¿Igual que siempre? ¿No te da vergüenza? ¿Han pasado veinte años desde que nos vimos, y estás “igual que siempre”? ¿No has innovado nada en tu vida? ¿¡Nada!?...”
–Sin que tenga que ver con “la Nada”, ¿eh?-.
Estancado en el tiempo de Neandhertal, Cromagnon o… o quién sabe qué otro antecesor.
“El esqueleto de la vida”; que no se permite ninguna innovación, ¡no vaya a ser que se le rompa un hueso!... a la calavera; no vaya a ser que a la momia se le caiga un trapo. ¡No, no! Ninguna innovación; que eso implica traslado o movimiento. O hablar o decir o comportarse –¡quién sabe!, ¡terror!- como el viento.
Ese inmovilismo de arrastre que, como las redes prohibidas, ¡arrastran el suelo, y destrozan las vidas… de océanos y ríos!…
Áspero como una lija.


Dios es nuevo cada día. El modelo de hoy, no sirve para mañana.
No tiene moldes. Es el pan nuestro de cada día, pero no es el mismo pan.
Y es así, con esa actitud de innovación, como el ser se “recrea”.
¡Sí! Al sentido de lo creado, al sentido de lo que ya está creado…, lo contempla, lo disfruta, lo goza, se complace… y eso le da aires para nuevas creaciones. ¡¡Aleluya!!
Recrear, recrearse en lo creado, es amplificar cualquier acontecimiento creativo o creador… hasta límites insospechados. Sin límites.
La recreación nos lleva a no dejar atrás ningún momento creativo; a incorporar a lo creativo, a la creación, nuevos brotes; nuevas primaveras; nuevos aconteceres que... ¡nos extasían!
Sí. Recrear se puede constituir en un acontecer de éxtasis.
Los que se atreven a recrearse en el amor, se extasían hacia lo amado. ¡Se conmueven ante lo innovado! ¡Siguen, persiguen y perseveran!... tratando de ¡no soltarse!... de la estela de la Creación, ¡para así poder contemplar… la magia de la vida!
Seguir, continuar, perseverar... innovar... recrear una y otra vez lo creado para hacerse una espiral que, en su movimiento, se proyecta mas allá del mas allá.
¡Hacerse nuevo cada día!: una oportunidad que la Creación nos brinda. Recrearnos en esa novedad, y seguir –cada minuto y cada segundo de esa jornada- cincelando la nueva existencia que se nos da...
La vida nos muestra su “consecuencia”. Persevera una y otra vez. Busca innovar lo suficiente para recrearse y hacerse eterna...
¿Mas claro?
La vida sigue, persevera y continúa una y otra vez, para innovarse lo suficiente como para recrearse... y hacerse eterna.
Las evidencias son contundentes. Con un mínimo de humildad, se puede seguir.



Ámen.
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